☢︎︎{𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐄𝐢𝐠𝐡𝐭} Qué comience la obsesión.☢︎︎
Hospital universitario de Seúl
3:30pm:
Una masculina figura caminaba tranquilamente por los semi obscuros pasillos del corredor de aquella área médica. Su mirada estába fija en los largos y tenebrosos pasillos de aquél enorme hospital psiquiátrico, el silencio reinante solamente era roto por los pasos qué el chico pelinegro daba sin cesar.
—Algunas veces éste lugar puede ser bastante aterrador.—
Musitó J.Seph llevando su mirada a los alrededores del pasillo.
Y vaya que tenía razón.
El área de neuropsiquiátria general solía ser un lugar sombrío y deprimente en sobremanera, las ventanas siempre permanecían cerradas, evitando así que los gloriosos rayos del sol traspasaran los umbrales de aquella área. El silencio siempre era reinante, pero habían ocasiones en las qué los escalofriantes alaridos de dolor o súplica por parte de los internos se hacían presentes; provocando así que algunas veces en hospital pareciera el digno escenario de una escena de película de terror.
《Espero no esté dormido, odiaría tener que despertarlo.》
Pensaba J.Seph rascando levemente su cabeza.
A los pocos minutos de haber caminado por aquéllos pasillos el pelinegro logró llegar a lugar indicado. Celda 203 se podía leer en el cartel que estába adherido en la parte derecha de la pared, soltando un suave suspiro sacó de su bolsillo izquierdo la llave qué abriría aquella celda en la que se encontraba el paciente a revisar esa tarde.
Introduciendo la llave en la cerradura y moviendo ésta logró abrir aquella fría puerta de metal. Abriendo ésta, logró entrar a la semi oscura habitación en dónde estába el individuo a revisar.
La parte superior de aquél hombre estába cubierta con una blanquecina camisa de fuerza, su postura era encorvada y estába dándole la espalda a la puerta. El mayor giró su rostro al oír la puerta ser abierta, el semblante del chico reflejaba tranquilidad y por su rostro adormilado J.Seph supuso que se había despertado hace poco. Entrando sin más, caminó algunos pasos hasta la cama del más alto y sin más preámbulos empezó a aflojar las apretadas correas de aquélla trampa.
—Te vez algo somnoliento, Jong Suk hyung. ¿Acabas de despertarte?—
Preguntó desatando las ataduras del contrario.
—No en realidad, desperté hace cómo diez minutos; además sólo estába tomando una pequeña siesta... es lo único que puedo hacer.—
Negó el mayor soltando un suave suspiro.
—Veré cómo puedo conseguirte tu teléfono celular para que puedas distraerte, por ahora toma un descanso de la camisa de fuerza.—
Exclamó J.Seph terminando de quitarle aquella prenda.
—Te lo agradezco, Taehyung, ya me estába empezando a asfixiar esa maldita cosa.—
Dijo Jong Suk llevando su mirada a los alrededores de su celda.
—Si de verdad tuviera problemas mentales estoy más qué seguro que caería en un punto en el cuál nunca pudiera recuperarme... éste lugar es bastante aterrador.—
Comentó el mayor posando su vista en el pelinegro.
—Pudiste haber evitado estár aquí encerrado y lo sabes, Suk hyung. ¿Por que aun después de tantos años sigues tratando de encontrar a tu hermano?—
Preguntó el menor sin despegar su vista del contrario.
—Sabes muy bien el porqué. Tú y yo muy bien sabemos los serios problemas mentales que tiene Minho, ahora mismo anda suelto por las calles sin recibir la debida ayuda médica que necesita urgentemente, no sabemos si anda acosando o asesinando a alguien en estos momentos. Si Minho pierde el control de si mismo otra vez te aseguro que Seúl se convertirá en un verdadero infierno.—
Mencionó el pelinegro llevando sus manos a su rostro.
—¿Temes que él pueda hacerle daño a alguien de nuevo?—
Preguntó el menor.
—Lo hizo con nuestros padres y lo hizo con personas inocentes ¿que me hace pensar que no puede hacerlo de nuevo?—
Suspiró Jong Suk desviando su mirada hacia sus manos.
—Tienes razón. Pero por ahora concéntrate en tratar de salir de aquí; no podrás hacer mucho aquí encerrado. Ya cuándo logres salir de aquí podrás concentrarte en tratar de encontrar a Minho.—
Dijo J.Seph encogiendose levemente de hombros.
—Ten por seguro que pronto saldré de aquí. Por cierto... muchas gracias por tu ayuda. Si no fuera por que BM y tú me brindaron ayuda estoy seguro que aún seguiría en encerrado en el manicomio de Gwangju.—
Musitó Jong Suk devolviendo su mirada a su contrario.
—Para eso estamos los amigos, Jong Suk hyung. Sabes que Mattew y yo te daremos todo el apoyo qué necesites.—
Dijo el pelinegro esbozando una pequeña sonrisa.
—Cuándo todo ésto acabe, dile al tonto de tu novio que está vez iré por la revancha en el baloncesto.—
Comentó el pelinegro dejando salir una pequeña risa.
Y así fue pasando toda la tarde, la compañía de J.Seph hacía que la soledad se disipara un poco y eso hacía que su estado de ánimo creciera.
El mayor se sentía aliviado de tener el apoyo de su gran amigo. Pero a pesar de contar con el apoyo de éste deseaba internamente que nada malo le ocurriese. El mejor que nadie sabía de lo que su hermano menor era capaz de hacer, así que mientras siguiera buscándolo también protegería al amigo que lo había ayudado hasta estos momentos.
Jong Suk, Jong Suk, si supieras que tus suposiciones son acertadas.
Si supieras que tu hermano se está obsesionando de un chico de mejillas sonrojadas y sonrisa angelical...
{...}
Era una noche bastante tranquila en la movida Seúl, las calles estában solas y la luz de la luna alumbraba perfectamente toda la ciudad.
Esa noche, Jisung estába en su hogar, gozando de una noche en la que no tenía que estar pensando en relevés ni arabesques. Había tomado la decisión de quedarse en su hogar para ver películas y comer todo lo que quisiese, sus amigos habían tratado de convencerlo para que éste fuera con ellos al centro; pero ningún argumento logró que el chiquillo Han cambiará de opinión.
Qué mala decisión acabas de tomar lindo e indefenso Jisung...
Después de haber tomado un relajante baño de aproximadamente treinta minutos el pelicastaño salió de la ducha con una toalla alrededor de su curveado cuerpo. Dando varios pasos hasta su closet empezó a rebuscar entre sus prendas el pijama que usaría esa noche.
Lo que Hannie no sabía es que a las afueras de su casa, en un árbol cercano, estába un hombre vigilando cada movimiento del menor.
Maldijo internamente al ver que las cortinas cubrían la ventana de la habitación del más joven, éste quería ver la excelente figura que poseía éste; pero que más, tenía que conformarse con tan siquiera ver la sombra de éste.
—Que hermoso cuerpo te cargas, Hannie. Me pregunto cómo será poseer cada parte de tu ser mientras me deleito con tu angelical rostro.—
Susurraba aquél chico sin despegar su mirada de aquella ventana.
Jisung no tenía la menor idea de qué a las afueras de su casa un chico estába vigilandolo.
Cuándo éste terminó de vestirse, caminó hasta la ventana para abrir ésta. Después de realizada aquella acción, la mirada de Jisung estába puesta en un punto específico del cielo: la luna. Esa noche la luna estába en su punto más alto en el cielo, alumbrando con su luz de plata a toda la ciudad.
Por otro lado, Minho estába más que encantado con la vista. La apariencia del más joven era digna de una obra romántica: sus codos afincados en la baranda de ésta, su rostro descansaba sobre sus aporcenalanadas manos y una expresión de paz se notaba en su rostro. Simplemente hermoso.
Pocos minutos duró el chiquillo observando la luna, cuándo el sueño empezó a aparecer éste solamente se retiró de la ventana, olvidando así cerrar está.
Grave error...
Minho decidió esperar un mediano lapso de tiempo, esperando primero que Jisung cayera en el ensueño para así hacer su siguiente maniobra: entrar a su habitación.
Mirándo su reloj de muñeca notó qué ya había pasado el tiempo necesario, así que dando un pequeño salto logró agarrarse al borde de la ventana y seguidamente de ésto entrar porfin a la habitación de Jisung. Al estár dentro su mirada se fue a los alrededores del lugar. Cuándo hubo analizado toda la habitación, de puntillas, se fue acercando poco a poco al lecho de Jisung, quién estába profundamente dormido.
Estirando con cuidado su mano, Minho logró tocar la regordeta mejilla de Jisung. Su piel era cómo la de un recién nacido, tan suave, tan tersa, tan perfecta. Su rostro era angelical, su respiración era calmada y tranquila, su cuerpo, completamente cubierto por aquella manta de estrellas. Simplemente era un ángel... un ángel qué debía ser suyo.
《Mío... debes ser absolutamente mío.》
Decía la voz en su cabeza.
《¿Por qué eres tan perfecto? ¿Cómo tan rápido te has metido en mis pensamientos?》
La obsesión apenas estába comenzado...
—Pronto terminarás en mis brazos. Pronto serás mío, Han Jisung.—
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