⚠︎[Chapter two] 𝐔𝐧 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐝𝐨 𝐋𝐞𝐞 𝐌𝐢𝐧𝐡𝐨⚠︎
Note: Para mejor experiencia escuchar música, y en algunas partes música de terror♡.
Una orgullosa figura se paseaba tranquilamente por los largos y modernos pasillos de aquel lujoso edificio; personas iban y venían haciendo pequeñas pero respetuosas reverencias hacia aquel poderoso CEO internacional qué iba acompañado por su inseparable asistente personal además de amigo de la infancia Kim Woojin.
Vestido de un sobrio pero atractivo outfit compuesto de una gabardina de cuadros, una camisa de cuello largo azul marino seguido de sus típicas perforaciones en las orejas y un pantalón formal qué hacía juego a todo su vestuario, dándole así un aire más maduro y serio a su ser.
A sus veinticinco años de edad el joven Lee Minho es el dueño y fundador de una de las empresas más influyentes y poderosas de toda Corea del Sur; con su carisma, perseverancia y por supuesto su excelente atractivo físico logró hacerse de un poderoso imperio en el competitivo mercado surcoreano.
—Señor Lee, recuerde qué hoy a las tres de la tarde tiene una reunión con el jefe del departamento psiquiátrico del hospital Kangbuk Samsung.—
Dijo de manera tranquila aquel hombre pelicastaño mirando levemente a su contrario, rompiendo así con el silencio qué había entre ambos.
—No lo he olvidado, mi querido Kim, estoy emocionado de conocer a tan importante hombre cómo lo es un jefe de uno de los hospitales más importantes de Seúl.—
Dijo de manera seria aquel apuesto hombre pelinegro hablando con su típica voz ronca y seductora.
Una pequeña sonrisa ladina fue esbozada por los belfos contrarios al ver aquellas muestras de respeto por parte de sus trabajadores; "súbditos" cómo solía llamarlos en su subconsciente. Y es qué el ver a las personas hacerle aquellas muestras de respeto hacían qué su ego se alimentará vez tras vez; era satisfactorio para él ver a las personas dispuestos a cumplir todas sus órdenes y caprichos sin reproche alguno; manejarlos a su antojo cómo meros títeres desechables era uno de sus más grandes placeres y no sentía remordimiento alguno de alguna de sus actitudes para con ellos.
Llegando por fin a la seguridad de su oficina se quitó aquella calurosa gabardina para darsela rápidamente a su fiel amigo; qué sin perder tiempo la colgó adecuadamente en el perchero qué estába a su lado. Caminando levemente hasta su escritorio el joven Lee Minho sacó de su bolsillo derecho un pequeño paquete de cigarros qué había comprado ese mismo día antes de llegar a su empresa.
—No me digas qué en verdad vas a fumar acá en la oficina, señorito Minho.—
Dijo su contrario arqueando levemente su ceja izquierda en señal de pregunta.
—¿Qué acaso no es obvio, Woojin hyung?—
Preguntó el apuesto pelicastaño esbozando una pequeña sonrisa burlona hacia el más grande.
Ambos sabían qué en la privacidad de aquella oficina podían hablarse y tratarse de una manera más íntima y cercana y no con la seriedad con la qué solían venir al trabajo; en la empresa tenían una relación jefe/secretario, pero en la intimidad se trataban cómo los buenos amigos qué eran.
—Sabes muy bien qué odio el olor a tabaco; ¿qué acaso olvidaste lo qué me provoca ese olor?—
Preguntó el mayor de manera seria cruzándose de brazos de manera instantánea.
—No lo he olvidado, Woo; pero cómo no quiero qué andes estornudando sin parar mejor fumo a la salida del trabajo.—
Dijo de manera divertida el más joven de los dos dándole una suave palmada al hombro contrario.
Guardando con cuidado aquella caja de cigarros en el bolsillo derecho de su pantalón soltó un pequeño suspiro para así seguidamente posar su vista en el enorme ventanal qué dejaba ver una hermosa vista al moderno centro de la capital coreana, sentándose con suma suavidad en aquella fina silla reclinatoria de seda y apoyando su codo en el antebrazo de está tomó bastante aire en sus pulmones para decir la siguiente oración.
—Hablando de otro tema Woo... ¿ya tienes noticias sobre mi hermano Jong Suk?—
Preguntó de manera serena aquel apuesto chico, mirando fijamente aquella hermosa vista de la ciudad qué le brindaba aquel ventanal.
-Si... acaba de ser internado en el hospital universitario de Seúl cómo un paciente psiquiátrico de alto riesgo; parece ser qué dió demasiados problemas en Gwangju y por eso lo transfirieron acá a Seúl.
Dijo de manera tranquila su buen amigo soltando un hondo suspiro.
—Ese maldito no deja de molestarme; aún cuando traté de deshacerme de él muchas veces sigue regresando para afligir mi vida.—
Dijo entre dientes el joven Minho sintiendo cómo la sangre de sus venas empezaba a hervir.
—No dejaré qué escape, no dejaré qué vuelva a llevarme al manicomio, no dejaré qué me devuelva a aquella oscura y macabra celda cómo lo hicieron papá y mamá.—
Dijo de manera sería el apuesto Minho jugando de manera ansiosa con sus delgadas falanges.
Woojin sabía muy bien lo qué podría ocurrir si el hermano mayor de aquel chico lograba escapar de aquel manicomio; contaría la verdad sobre la verdadera persona qué era el empresario Lee Minho, contaría a todos qué aquél hombre declarado cómo uno de los empresarios más influyentes de Corea del Sur en realidad era un psicopata lleno de serios problemas mentales y qué en su pasado era el terror de la provincia de Gyeonggi y del estado de Busan.
—Tranquilo Minho, te aseguró qué no volverás al psiquiátrico, no dejaré qué vuelvas a pasar por ese infierno otra vez.—
Dijo de manera calmada aquel hombre pelinegro acercándose con sumo cuidado al reclinatorio en donde estaba el más joven.
《Aunque siendo sincero... sería mejor qué te quedarás para siempre en un manicomio recibiendo la debida atención qué necesitas mi querido amigo; no quiero ni imaginarme lo qué eres capaz de hacer si llegas a perder el control de ti mismo》
Pensó para si mismo Woojin dejando pequeñas palmadas en la espalda de su contrario.
Sabía qué ahora tenía que empezar a rezar para qué aquél hombre de nombre Lee Jong Suk no saliera jamás de las paredes de aquél hospital; por qué si eso llegase a ocurrir todos los demonios qué habían en el interior del joven Minho saldrían a flote y eso significaría qué Seúl se convertiría en un caos total.
"Mi madre solía decir qué yo era un engendro del mismísimo Lucifer; mi padre decía qué era un demonio y mi hermano decía qué debían encerrarme con los locos. Ya han pasado varios años y aquellos demonios en mi interior aún permanecen en mi; esperando el momento en qué pueda poseer y corromper a un alma pura e inocente o cuando llegué el día en el qué pueda sentir el placer de ver la sangre correr por el cuerpo inerte de algún desdichado ser qué llegué a cruzarse en mi camino"
Lee Minho/Know.
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