☯︎[Chapter Three] 𝐄𝐥 𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐝𝐨𝐬 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬☯︎
Note: para mejor experiencia escuchar música variada (de terror y de diversos géneros dependiendo del párrafo a leer)♡
Hospital universitario de Seúl
12:00pm
Una alta figura masculina caminaba a través de aquellos largos y tenebrosos pasillos de aquél enorme hospital psiquiátrico; palabra elegante usada para evitar llamarlo por su verdadero nombre: "manicomio". El hospital universitario de Seúl era de los pocos centros de salud coreana qué atendía con excelencia y dedicación a los pacientes con diversas enfermedades y trastornos psicológicos.
El blanco color de las paredes contrastaba con el semi oscuro pasillo dándole así un toque macabro, una digna escena de una película de misterio; el eco de pasos retumbaban por todo el pasillo, la soledad de aquella área era notable.
Han Hee-jun era el director general del departamento de neuropsiquiátria del hospital universitario de Seúl; era conocido por su alto conocimiento en el bastante controversial campo de la neuropsiquiátria patológica además de la psiquiatría general.
Lamentablemente; a pesar de qué Corea del Sur es conocido por ser un país qué está a la vanguardia en tecnología además ser considerado un país con una de las mejores economías del mundo... nada quita el hecho de lo mal visto qué son las enfermedades mentales en dicho país.
En Corea del Sur tienen la errada idea de qué cualquier persona qué sufra algún trastorno o enfermedad mental es alguien débil de espíritu, además de darle rápidamente el calificativo de "loco". Por ende, son contados los hospitales psicológicos y psiquiátricos qué ofrecen el debido tratamiento a la población surcoreana.
Cuando aquél hombre decidió dedicarse a esa especialidad rápidamente un mar de críticas vinieron a él: "¿Acaso quieres arruinar tu vida volviéndote psiquiátra?", "¿Por qué quieres pasar tu vida atendiendo a los locos?", "habiendo tantas especialidades dignas qué pudieras estudiar ¿tiraras tu futuro al retrete por volverte un loquero?".
Esos y muchos comentarios fueron los qué recibieron un joven Hee-jun cuando era un practicante en la facultad de medicina general. Pero él nunca prestó atención a aquella ola de palabras negativas, él sabía muy bien lo qué quería y lucharía con uñas y dientes para lograrlo. Y... pues de más está decir qué aquél chico originario de Gyeonggi llegó a convertirse en uno de los neuropsiquiátras más respetados de la capital coreana.
Después de varios minutos logró llegar a la celda correspondiente; lugar en donde estaba esperándolo un practicante de psiquiátria pronto a graduarse.
—Buenas tardes, Hee-jun sunbae.—
Dijo aquel chico pelinegro, haciendo una pequeña reverencia en señal de respeto.
—Buenas tardes para ti también, J.Seph hoobae, ahora, cuéntame el estado físico y mental del paciente qué ha sido transferido está mañana desde el hospital de Gwangju.—
Dijo de manera calmada aquel apuesto hombre clavando sus oscuras pupilas en el más joven.
—Hombre caucásico de 31 años de edad, de 1,87 de altura y 72 kilogramos de peso, de nombre Lee Jong Suk.—
Explicó aquél chico dándole diversas miradas a su superior.
—¿Cuál es el cuadro psicológico del señor Lee?—
Preguntó aquél hombre mirando con detenimiento al más joven.
—Aún no he podido dar un diagnóstico certero en cuanto a su salud mental, Hee-jun sunbaenim; cuándo lo trajeron venía completamente sedado y aún está bajo los efectos del narcótico, además, el hospital de Gwangju no me ha enviado un diagnóstico preliminar sobre su estado de salud; así qué no tengo mucha base para dar el diagnóstico final.—
Suspiró aquél chico colocando ambas de sus manos atrás de su espalda.
—Qué raro, normalmente siempre envían los papeles del paciente transferido después qué son internados; seguro llegarán pronto. Así qué mientras tanto te recomiendo qué mantengas la debida atención y vigilancia en el; cómo aún no tenemos un diagnóstico certero en cuanto a su salud mental es mejor qué no lo dejes de supervisar.—
Exclamó el mayor llevando su mirada a su reloj de muñeca.
—Esa será tu responsabilidad por ahora J.Seph; ahora tengo qué irme, ya qué tengo una cita con un Ceo qué quiere apoyar a la expansión del área de psiquiátria.—
Dijo de manera tranquila aquel ilustre doctor.
—¿Un Ceo queriendo apoyarnos? Eso es algo qué no se ve todos los días; le deseo la mayor de las suertes. De verdad qué nos hacen falta más hombres de negocios interesados en apoyar la medicina psicológica.—
Exclamó emocionado el joven pelinegro esbozando una pequeña sonrisa.
—Cruzemos los dedos para qué el quiera darnos todo el apoyo qué necesitemos; bueno.. si me disculpas me retiro. Nos veremos en los exámenes finales y si tienes alguna noticia informame de inmediato.—
Dijo sin más el señor Han para así poder retirarse de aquél pabellón psiquiátrico.
{...}
Por otro lado, en otra universidad no muy lejana; en un amplio y moderno salón, se encontraban un grupo de chicos y chicas qué en perfecta sincronía bailaban al ritmo de la melodía del lago de los cisnes de Chaikovski.
Siguiendo al pie de la letra cada recomendación qué les daba su instructor; aquellos jóvenes se esforzaban para dar una presentación pulcra y armoniosa.
Se sabía qué en el otoño se haría el recital anual de la Universidad nacional de artes de Corea; en las cuáles todas y bailarían diversas obras cómo lo son Raymunda, Coppélia, el lago de los cisnes, Giselle, Don Quijote entré otros clásicos en el mundo del ballet clásico.
A los pocos minutos el ensayo se dio por terminado.
—¡Ah!, estoy tan agotado qué creo qué moriré.—
Exclamó una voz tirándose dramáticamente al suelo.
—Ya empezó el rey del drama.—
Dijo de manera burlona el joven Seungmin.
—Jajaja, no seas dramático Hyunjin, ni qué alguien se hubiese muerto por haber ensayado arduamente.—
Dijo de manera divertida el apuesto Chan esbozando una pequeña sonrisa.
—¿Tu qué sabes, Channie hyung? ¿qué tal si alguien murió en ésta sala de baile por haber ensayado hasta el cansancio?—
Dijo de forma divertida el apuesto pelinegro esbozando una hermosa sonrisa.
—Por favor, Hyunjin. Si eso fuese remotamente posible desdé hace mucho te hubieses ido al más allá.—
Dijo Jisung de manera burlesca sacando levemente su lengua.
Sentados en el suelo aquellos buenos amigos empezaron a hablar de distintos temas de interés para ellos.
Los minutos pasaron y el timbre del instituto empezó a sonar; dando a entender qué había llegado la hora de volver a sus hogares. Con mochilas en mano, aquél unido grupo de amigos empezaron a caminar a las afueras de aquél instituto.
A los lejos el pequeño Jisung logró ver un auto conocido; no había dudas, su progenitor había venido a por el.
Despidiéndose cariñosamente de sus acompañantes, este camino rápidamente hasta el auto de su progenitor.
—Hola papi, ¿cómo te fue en el hospital?—
Pregunto de manera sonriente el pequeño Jisung mientras se colocaba correctamente el cinturón de seguridad.
—Me fue muy bien, Hannie; ¿y a ti en tus practicas?—
Preguntó de igual manera su progenitor empezando a conducir.
—Me fue muy bien también, papi.—
Respondió sonriente Jisung.
—Me alegro, mi niño; hoy llegaremos un poco tarde a la casa, tengo una reunión con un gran Ceo qué quiera apoyarnos.—
Exclamó tranquilamente el mayor.
—¿Un Ceo? ¡eso es estupendo papi! prometo qué me portare muy bien cuando estemos en aquella empresa, también cruzaré mis deditos para qué ése Ceo les de el apoyo qué necesitan.—
Después de veinte minutos ambos lograron llegar con bien hasta aquel lujoso edificio.
Bajando ambos de aquél auto y verificando qué esté estuviera correctamente cerrado, entraron al moderno recinto de aquél edificio llendo rápidamente hacia la recepción en donde los atendió una amable chica.
—Buenas tardes, caballeros; ¿en qué los puedo ayudar?—
Preguntó amablemente aquella chica rubia.
—Tengo una reunión con el señor Lee; me pidió qué viniera a ésta hora.—
Respondió el contrario.
—Está bien señor; déjeme llamar al secretario del señor Lee para qué pueda mostrarle a donde ir. Pueden sentarse en aquellas sillas mientras lo esperan.—
Haciendo pequeñas reverencias en agradecieron la atención de la amable chica, y sin más fueron a sentarse en aquellas sillas; dispuestos a esperar al secretario personal de aquél Ceo.
A los escasos minutos un hombre pelinegro vestido de traje se acercó acercó ellos con una sonrisa y haciendo una pequeña reverencia se presentó ante ellos.
—Es un placer conocerlo, doctor Hee-jun; soy Kim Woojin, secretario personal del señor Lee. Veo qué no vino solo, ¿quién es éste pequeño tan mono qué viene con usted?—
Preguntó el hombre pelinegro esbozando una pequeña sonrisa al más joven.
—Un gusto señor Kim, soy Han Jisung, soy el hijo del doctor Hee-jun; vine a acompañar a mi papi a la reunión.—
Exclamó el pequeño Jisung haciendo una pequeña reverencia.
—Es un gusto, Jisung; qué bueno qué hayas podido venir con tu padre. Siganme, los llevaré a la oficina en donde les espera el señor Lee.—
Dijo sin más Woojin para así empezar a caminar en dirección a los elevadores centrales.
Tocando el botón del último piso, esperaron qué el ascensor los llevará al piso correspondiente.
Las puertas del ascensor se abrieron de par en par dando a entender qué habían llegado al piso deseado. Siguiendo a aquel hombre de traje por el largo y lujoso pasillo lograron llegar a una puerta de madera de roble. Vieron cómo éste dio varios toques asintió suavemente cuando escucho un fuerte "pase" resonar desde adentro.
Con rapidez éste abrió la puerta y dejó qué ambos hombres entrarán primero.
Por otro lado, el hombre qué estába sentado en aquél escritorio levantó su mirada cuando sintió la presencia de personas nuevas. Rápidamente sus amarronadas pupilas se clavaron en una frágil figura qué acompañaba al prestigioso doctor. Era un chico... el chico más lindo qué había visto.
En ese día, en ese preciso momento... ocurrió el encuentro de dos mundos completamente diferentes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro