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Capítulo diecisiete

Uno, dos, tres...

Toda la noche se la pasó recordando esos números, tanta había sido su curiosidad por querer saber un poco más de aquella época que jamás se imaginó que en una noche aprendiera unos cuantos pasos de baile.

Era extraño ver que el salón que usaban en Bluegradd para los bailes estaba repleto de velas para poder iluminar el lugar, sin mencionar que está vez pudo sentirse como en los cuentos que lograba escuchar de vez en cuando que Hyoga le contaba a Isaac, aquellos relatos donde le decía sobre bailes de la realeza con principes, reinos y guerras de las épocas victorianas.

Al principio Camus creía que solo era imaginación de niños, pero no tuvo más remedio que aceptarlo por qué eran cuentos que alguna vez la madre de Hyoga le contaba a su pequeño hijo para que pudiera dormir tranquilo.

Ahora volviendo a su realidad no podía negar que se sentía como un aristócrato de la alta sociedad por las prendas que llevaba puestas sumando a ello que Dégel le enseñó algunos pasos sencillos dónde el porte era lo principal que relucía en ese tipo de festividades.

"Un paso a la derecha y luego regresas a la izquierda, uno, dos tres y giras"

Al principio le costaba darlos, era algo muy diferente a un entrenamiento, una batalla incluso muy diferente a las parrandas donde Milo lo invitaba para pasar noches de distracción y diversión.
Sin duda eran tiempos distintos.

Tuvo una noche tranquila, pero realmente extrañaba la privacidad a la cual estaba acostumbrado, si Dégel realmente contaba con una cabaña como él, eso le daría más tranquilidad, nadie más debía saber que era un caballero de la siguiente era.

- Veo que ya despertaste.

Aquella voz interrumpió sus pensamientos, aunque Camus seguía en la cama, era inevitable dejar de pensar en sus clases de baile que tuvo por parte de su predecesor.

- En realidad llevo un poco más de tiempo despierto - Habló Camus al ver que había entrado a la habitación el hijo del gobernante de Bluegradd, aquel que Dégel le presentó como su amigo.

- Siento interrumpir tu descanso pero me envió Dégel para que te presentes al comedor... Mi hermana acaba de regresar y quiere conocerte.

- Gracias... - Camus se quedó callado unos momentos al no recordar el nombre de ese joven de cabellos plateados, por más que lo intentaba en su mente solo figuraba los pasos de baile que Dégel le había enseñado en la pequeña cena.

- Me llamo Unity; joven caballero de la preciosa urna - Le contestó al ver el rostro de confusión de Camus, seguido de un acto de reverencia.

- Gracias por recordarme tu nombre pero no es necesario tanta formalidad, simplemente soy un guerrero al servicio del santuario y de la diosa Athena.

- Pero claro que es nuestro deber cuidarte y protegerte - Interrumpió Unity - no sé si en su tiempo aún exista mi amado Bluegradd pero al menos el tiempo que tú estancia sea en este lugar intentaremos darte las mejores atenciones... El hecho de que un caballero de la orden dorada viaje al pasado por una orden de algún dios, es algo que no se ve todos los días.

Camus enarcó una ceja incrédulo ante las palabras de Unity, desde que había llegado a esa era pudo darse cuenta que la relación entre el santuario y el mundo exterior era muy distinto al que vivió en su momento.
Los caballeros podían salir a disfrutar, a conocer un poco más su entorno a diferencia de la suya, una donde todos tenían la orden de estar en sus templos a todas horas sin mencionar lo difícil que era las constantes guardias de la noche.

Esperó a que Unity se fuera de la habitación, aprovechó para cambiarse sus prendas que había usado para dormir y se dirigió al comedor para comenzar otro nuevo día en aquel lugar.

- ¡Conocí lugares bellísmos donde podía sentir la calidez de los rayos del sol en mi piel!

Exclamó entusiasmada la joven Seraphina con una sonrisa enorme al recordar aquellos momentos en su largo viaje. Dégel la escuchaba con detenimiento mientras ella caminaba de un lado para otro dando vueltas sobre si misma como una niña pequeña que se mostraba contenta por algo que la reconfortaba.

- Te ves muy animada hermana.

De pronto la presencia de Unity se hizo presente en el lugar, la joven corrió a los brazos de su hermano.

- No tienes la menor idea de lo hermoso que es ver cómo el sol ilumina cada rincón de los lugares que visité.

- ¿Alguna novedad Seraphina?

- No, aún no encuentro la alianza que tanto anhelamos pero no desisto en mi búsqueda...

Sus palabras fueron interrumpidas por la llegada de Camus; al ver que había llegado al comedor, Dégel se acercó a él para poder ir aclarando dudas que le llegarán a presentar al joven de cabellos escarlata.

- Buenos días Camus, espero que hayas tenido una agradable noche en este lugar - Dégel colocó su mano sobre el hombro de su joven pupilo y lo fue guiando poco a poco ante la joven de cabellos plateados - Quiero presentarte a la hermana mayor de Unity, ella es la señorita Seraphina.

Para Camus aquella dama era idéntica al mismo joven que lo fue a despertar, con la diferencia que su cabello era largo, y sobre todo su sonrisa era capaz de derretir hasta los hielos más imponentes de ese lugar.

- ¿Y usted es? - Preguntó la fémina con curiosidad.

- Mi nombre es Camus...

Pero de inmediato Dégel fue quien interrumpió aquella presentación, después de todo podía confiar ciegamente en la señorita Seraphina.

- Mi alumno,

Seraphina dejó escapar una pequeña risa de lado, jamás se hubiera imaginado a Dégel cómo maestro de alguien más; aunque cualquier persona que pasara bajo las enseñanzas de Dégel sin duda tendrían al mejor mentor del santuario.

- Mucho gusto joven Camus - Seraphina dejó que Camus tomara su mano para estrecharla con la suya - Verás, soy la hija mayor del gobernante de este lugar, mi deber es pasar el tiempo buscando salvar a mi gente que se encuentra en estás tierras congeladas intentando negociar con otros países con la intención de trasladar a mi gente hacia tierras donde el sol aparece... Siempre hemos vivido soportando estos climas extremos de esta región. Pero cuéntame tambien un poco más de ti Camus, me pareces ser alguien frío y calculador pero creo que más allá en el fondo de tu ser se esconde una persona cálida dispuesta a dar todo por sus seres queridos.

- La historia por la cual yo estoy aquí es larga señorita Seraphina - La joven de cabellos plateados le hizo una señal a Camus para que la siguiera y así poder tomar asiento mientras lo escuchaba - Pero todo esto dependerá de mi regreso, necesito volverme más fuerte para regresar a donde pertenezco.

- Me alegra tener visitas en mi hogar - Contestó Seraphina, aunque en el fondo comenzaba a notar las miradas discretas que Dégel le daba a su nuevo alumno.

¿Acaso, a Dégel le gustaba Camus?

Si estaba en lo cierto, entonces...
¿Que haría ella con aquella atracción que comenzaba a albergar por Dégel?

No lo sabía, por el momento Camus no era un obstáculo, era simplemente el alumno de Dégel y ya, despues de todo el mismo lo dijo "Necesitaba regresar a su hogar"
Entonces no tenía razón alguna por la cual preocuparse.

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