El despertador sonó, como siempre, a las siete de la mañana, me vestí y me coloqué mi típica gorra de siempre.

Baje encontrándome con Ford desayunando.

-Buenos días Dipper -me saludo con una sonrisa, estaba a punto de preguntarle qué haríamos hoy cuando empezó a hablar -voy a salir, es algo importante y estaré varios días fuera, pero te he preparado algo que creo te encantará.

-¿Qué? - dije con emoción, sus sorpresas solían ser increíbles, por lo menos para mí.

-Verás, al otro lado del bosque hay una colina a la cual yo me he acercado bastante poco, todos los lugareños decían que es una zona maldita y...

-¿Y quieres que vaya? -pregunte cortando la frase, con muchísima ilusión.

-Bueno, como ya casi tienes veinte años pensé que podrías ir solo, pero si ves que no puedes...

-Claro que puedo -dije con decisión.

-Genial -me observó un instante -Y casi se me olvida, toma -dijo sacando algo de su chaqueta, me lo ofreció y yo lo cogí con cuidado, lo observe quedándome sin palabras, como un niño que abre sus regalos de Navidad, en mis manos estaba un diario rojo como los que mi tío solía usar pero en vez de tener en la portada una mano de seis dedos tenía un pino y un número uno -Veo que te encanta -dijo al notar que estaba sin palabras sumado a mi expresión de completo asombro.

-Y-yo- pensé un momento en lo que iba a decir- es increíble.

-Otra cosa Dipper, tu hermana llega mañana, no lo olvides.

-Pero Stan si se quedará aquí ¿no?

-No, él viene conmigo.

-Vale, voy a prepararme para salir.

Sali de allí y subí a mi habitación donde prepare una pequeña mochila con agua, el diario, un par de bolígrafos (por si me quedo sin tinta en uno), una linterna y el diario tres de mi tío que siempre llevaba conmigo.

Me despedí de mi tío Ford justo antes de salir por la puerta, tenía claro que hoy sería un gran día.

Anduve durante un par de horas sin mucha novedad hasta que por fin llegué a la colina, en su base encontré una cueva que parecía bastante pequeña.

cogí la linterna de mi mochila y me adentré con algo de nerviosismo, el interior era más grande de lo que parecía desde fuera.

Diversos dibujos decoraban las paredes, algunos representaban a un chico rubio con llamas azules en las manos, otros un triángulo amarillo con un solo ojo y en el fondo había una pared completamente lisa con una ''x" en rojo, nada mejor que eso para llamar la atención de cualquiera.

Pase mis dedos por la pared buscando Alguna marca o letra grabada en la piedra, llegué al centro de la x roja, justo donde las dos líneas se unían para luego separarse, allí había un pequeño saliente, lo acaricie y presione hasta que repentinamente se hundió en la piedra.

Toda la cueva empezó a temblar, me separe rápidamente de aquella pared y cuando estuve suficientemente lejos la observe, la x estaba a medio hundir, pero aun así no podía ver que había tras esa pared pues se había levantado una gran capa de polvo y tierra que me hicieron toser, seguí observando como bajaba la pared hasta el suelo.

Me acerqué y de la nada un chico más o menos de mi edad calló sobre mí, estaba completamente inconsciente, decidí dejar la cueva y llevarlo a la cabaña, tal vez necesite primeros auxilios y la cueva no se movería, podría continuar investigando más adelante. Lo cargué a mi espalda y atravesé todo el bosque.

Cuando llegue a la cabaña mis tíos ya se habían ido (menos mal), lo tumbe en mi cama y allí me pare a observarlo.

Era rubio y de piel morena, llevaba un parche en uno de sus ojos, me sorprendió descubrir en este diversos dibujos, su ropa era amarilla y bastante extraña, las preguntas empezaron a florecer en mi mente ¿Qué hacía en aquella cueva? ¿Por qué estaba allí encerrado? ¿Quién era?

Decidí relajar mi mente y esperar a que el chico despertase para responderme sin saber que acababa de despertar al ser más malvado que alguna vez pisó este mundo... o eso se suponía que era