6 ࿐𝑎 𝑠𝑤𝑒𝑒𝑡 𝑡ℎ𝑜𝑢𝑔ℎ𝑡
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—Ay no—murmuró al entrar con paso sigiloso al pequeño almacén—¿qué pasó?
Entre estantes de cosas variadas y en el piso se encontraba Morfeo. Inconsciente.
—Llegamos aquí en búsqueda de su rubí pero al tocarlo nos sacó volando. Desperté, él seguía aquí y el rubí se esfumó. ¿Qué hacemos?
Rosemary miró al ave quien giraba la cabeza con curiosidad. La verdad es que ella tampoco tenía idea de qué hacer. Se arrodilló frente a Morfeo quien parecía que dormía plácidamente, eso si, sin perder sus finos gestos que le parecían simplemente fascinantes. Lo cual tenía sentido al ser un Eterno. Movió con cuidado el cabello azabache de su rostro sin poder evitar rozar su piel blanca.
Casi al instante sus párpados presentaron movimiento haciendo que sus ojos se abrieran lentamente, con pesadez. El par de orbes claras se posaron sobre Rosemary sin creer del todo que estuviera allí.
—¿Rosemary?—pronunció levantándose a su ritmo del suelo.
—La misma—posó su mano sobre el hombro de Morfeo al verle tan débil. Gesto que no supo porqué hizo, el contacto físico nunca había sido de su agrado por lo que la retiró casi al instante—ten cuidado.
Finalmente pudo sentarse recargándose en las cajas caídas de detrás suyo, ella le siguió haciendo casi lo mismo a unos centímetros de distancia.
—¿Qué haces aquí?
—En realidad yo la llamé, señor—la atención de Morfeo fue al ave por un segundo antes de volver a la chica.
—¿Cómo...?
—Estaba soñando cuando Matthew apareció. Hablaremos de eso después, lo que importa ahora eres tú. ¿Estás bien?
Permaneció en silencio observándola. Era una mezcla extraña de palabras considerando qué pasó décadas atrapado sin que nadie se preocupara por él hasta que Rosemary apareció. No encontraba ninguna explicación a aquello más que su hermano Destino.
—Lo estoy. Alguien debió haber manipulado mi rubí para que pudiera actuar de esa manera en contra mía—intentó levantarse pero le fue difícil.
—Hey, creo que es mejor si descansas un momento—la miró—sé que eres un rey y todo eso pero no te vendría mal. Ni siquiera me había pasado por la cabeza que el encargado de hacernos soñar, terminase inconsciente. ¿Qué pasó por tu mente en ese momento?
—Si tu pregunta es que si tuve alguna especie de sueño, la respuesta es no—dijo obedeciéndole, sin energías para discutir sobre que no seguía órdenes—había sólo negro.
—Supongo que no todos tienen la dicha de soñar—añadió Matthew—y menos si se trata de aventuras con mujeres lindas como Johanna. Recuerdo que...
—¿Johanna? ¿Constantine?—no había duda en la curiosidad que denotaba su voz.
—Mi abuela tiene un horno lo suficientemente grande como para un cuervo. Sólo para aclarar—le sonrió cínicamente a Matthew quien retrocedió un par de brincos de ella—y si, Johanna Constantine.
—Eso explica tu reacción a cuando pronuncié su nombre la primera vez.
—Había tratado de no pensar en ella y me tomaste desprevenida.
—Conocí a sus antepasados. Los Constantine no son de fiar.
—Nope, para nada—suspiró mirando al suelo—¿alguna vez te has enamorado de alguien que aunque sabes que está mal? ¿Y que podría terminar en una catástrofe pero de todos modos sientes ese cosquilleo cuando escuchas su nombre y sabes que si te diesen a escoger, elegirías a esa persona por sobre todas las cosas?
Morfeo permaneció callado limitándose a observarla. La primera vez que se enamoró no terminó bien para ninguna de las dos partes e incluso llevó a la creación de una regla que comparte con sus hermanos: no relacionarse con mortales. Pero no podía evitar desear que Rosemary apareciese más seguido en su camino aunque fuera por un minuto. Era tan llamativa para él en mil maneras diferentes empezando por su manera de interesarse por la mitología, el miedo inexistente ante las cosas que no tenían mucha explicación y desde luego la dulce forma en que pronunciaba su nombre. Sin títulos agobiantes, simplemente su nombre. Morfeo.
Se enamoraba muy rápido, muy profundo y llegaba a ser un problema cada vez. Nada rompió su corazón al no aceptar ser su reina, Calliope le dejó cuando el hijo de ambos perdió el rumbo de su vida. ¿Qué le hacía pensar que con Rosemary sería diferente? Parecía ser que cada vez que se enamoraba no era suficiente.
—¿Porqué me miras así?—preguntó frunciendo el ceño sonriente ante los nervios.
Él desvió la mirada sin saber muy bien qué decir mientras Matthew observaba la interacción de ambos con suma curiosidad.
—Creo que es momento de que vaya tras mi rubí—habló finalmente mientras se levantaba aún con cierta molestia.
—¿Hay algo en que pueda ayudarte?—le tomó unos segundos pero también se puso de pie.
—No—se apresuró a aclarar—y si Matthew vuelve a buscarte, elige la otra puerta.
—¿Qué? Pero...
—Dulces sueños, Rosemary Starr—se despidió pasando una de sus manos sobre su rostro, algo típico de sus trucos.
En ese mismo instante volvió al callejón. La música del lugar a sus espaldas se lograba apreciar en el silencio del lugar. No entendía lo que había pasado más allá de que sin querer, se había topado con alguien más complicado que Johanna.
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