bucky barnes;
“Elevó su cuerpo de las mullidas sábanas, observando el desastre que era su habitación. Prendas de vestir, pinceles, acuarelas y lienzos desparramados en el suelo de madera, papeles arrugados sobre los muebles, manchas de pintura en las paredes. Rachel se preguntó cómo había sucedido aquello.
Sin tardar instante, comenzó a ordenar sus pertenencias en sus respectivos lugares.
—Bonito trasero, señorita Adams —una masculina, profunda y sensual voz sonó a sus espaldas.
Las mejillas de Rachel se tornaron se un intenso color carmesí. Había olvidado completamente cerrar la puerta de su habitación y lo único que traía puesto, además de su ropa interior, era una enorme camisa que apenas sobrepasaba la mitad de su trasero.
—¡JAMES, SAL SE AQUÍ! —exclamó, tratando de colocarse un tapado para cubrirse de la intensa mirada del castaño.
Unos segundos después, el soldado comenzó a reírse a carcajadas.
Rachel se abofeteó internamente. ¿Por qué tenía que ser Bucky quién la viera en aquellas condiciones? ¿Habría alguna oportunidad en la cual no se avergonzaría o no sería avergonzada frente a él?
Unas fuertes manos se posaron sobre sus hombro, devolviéndola a la realidad. El castaño se encontraba a unos escasos centímetros de distancia, provocando que el corazón de la muchacha comenzara a latir con mayor velocidad.
—Pareces un tomate, linda —comentó Bucky, acariciando una de sus mejillas con dulzura—. No debes avergonzarte. Agradece que fui yo quien te ha encontrado así y no Steve, podrías haberle dando un infarto.
—Probablemente ya estaría siendo enviada a un convento muy lejos de aquí.
Las carcajadas del joven volvieron a resonar en la habitación. Rachel trató de aprovechar esa situación para alejarse y sacarlo de su habitación, necesitaba vestirse apropiadamente antes de que su primo mayor asomara por el pasillo.
—Te ayudaré a ordenar —murmuró.
Rachel frunció sus labios al percatarse de que uno de los brazos del muchacho se encontraba en su cintura.
—¿QUÉ SUCEDE AQUÍ?
Asustados, ambos se separaron rápidamente. Steve se encontraba en el pasillo, mirándolos con cierta repugnancia.
—¡No puedo convivir con dos hombres! ¡Me rindo!
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les dejo esto 🌚
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