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steve rogers

              Permaneció un momento observando las fotografías pegadas en la pared de concreto, mientras gruesas lágrimas descendían por sus mejillas. Necesitaba desahogarse, librar sus pensamientos de las penas que se interponía y obstaculizaban el cumplimiento de sus objetivos.

              Apoyó su cabeza en un almohadón, acomodando una cobija alrededor de su cuerpo. Millares de indagaciones irrumpieron en su cerebro, desestabilizando aún más sus sentimientos.

               Sus lágrimas estrellaban contra sus prendas de vestir y las sábanas, humedeciéndolas.

               —¿Ellie? —su corazón se encogió al escuchar su nombre en labios del hombre.

              Inhaló profundamente, intentando recuperar la tranquilidad y la normalidad en su tonalidad de voz. De lo contrario, Steve ingresaría a la habitación y no estaba en condiciones para soportar un sermón por parte del soldado. Tampoco tenía excusas suficientes para deshacerse de él.

               —¿Qué quieres, Rogers? —esperaba que su pregunta mostrara firmeza, sea grotesca. Simplemente pareció un susurro— ¡Ve a pedirle ayuda a Romanoff, estoy ocupada en este momento!

              «Romanoff es mejor agente, comprende las necesidades de las misiones a la perfección y las ejecuta con una presión admirable, ¿por qué buscarías ayuda de una buena para nada?», pensó. Las palabras permanecieron atascadas en su garganta.

              La puerta de su habitación se abrió con delicadeza. Steve Rogers ingresó al interior, trayendo una agradable sensación de bienestar y familiaridad que causaron que las lágrimas de la muchacha se engrosaran.

              El soldado permaneció observándola de una conciderable distancia. Elliane siquiera le dirigió un suspiro. Mantenía su mirada en la llovizna que golpeaba contra el cristal de su ventana, el firmamento parecía en una situación semejante, acompañando sus inseguridades.

              Su corazón se sorprendió cuando él empleó sus habilidades para acunarla entre sus brazos y murmurarle palabras reconfortantes al oído.

            —¿Puedes informarme del motivo por el cual te permites llorar?

              Negó con un movimiento de cabeza.

            —¿Has recibido hostigamientos por parte del personal por tu incapacidad de manejar tus mutaciones genéticas? —cuestionó el hombre, insistiendo en averiguar el motivo. Elliane limpió con su puño los restos de líquido que permanecía en sus mejillas—. Deberías impedir que los comentarios de terceros afecten tus emociones, eres una persona demasiado capaz.

               —Es fácil pronunciar esas palabras vacías.

              No se encontraba en las condiciones óptimas para aceptar cualquier tipo de palabra de ánimo proveniente del capitán. Además, su extraña relación de enemistad, agrietada por los acontecimientos ocurridos durante las semanas
previas, no ayudaba en lo absoluto.

                El hombre permaneció unos minutos en silencio, analizando la situación. Elliane recuperó la normalidad en su respiración y logró reprimir sus lágrimas.

                —¿Puedes marcharte?

                —No.

                Observó asombrada la firmeza que presentaba Steve en aquellos momentos. Aunque proseguía manteniendo su ceño fruncido, señalando con su brazo la entrada a su habitación.

                 —Steve —masculló.

                  —¿Y dejarte aquí llorando en la soledad de tu habitación por no aceptar la realidad y dejarte manipular por los comentarios maliciosos de personas que pretenden quedarse con tu lugar? —Elliane no permitía que la mirada del hombre se cruzara en su campo de visión—. Entiendo que en ocasiones tenemos momentos de debilidad y vulnerabilidad frente a terceros, que dudamos de nuestras capacidades y que intentamos remediar esas imperfecciones que tanto nos señalan —Steve acarició los cabellos de la muchacha con suavidad.
 
                     Las lágrimas que tanto se había esmerado en reprimir, volvieron a recorrer sus mejillas y estrellarse contra las sábanas. Rodeó al capitán con sus brazos, apoyando su cabeza en su hombro.

                      —Estaré aquí contigo hasta que todo termine, Ellie —pronunció Steve, minutos después, cuando permanecían abrazados y escuchaban las gotas de lluvia golpear contra el cristal—. Siempre estaré aquí.

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erondaleNefilim espero que te guste ❤️

  ✨ Lamento estar tan desaparecida estas semanas, la universidad me consume más de la cuenta debido a que se percataron que no tendremos clases presenciales un buen rato...

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