Sus párpados se abrieron abruptamente. Una oleada de terror sacudió la extensión de su columna vertebral. Lograba escuchar el murmuro de una voz masculina cercana, palabras ilegibles que rebotaban contra su sistema auditivo.

       Elevó su cuerpo, quitando las cobijas que habían sido colocadas encima para abrigarla. Agudizó su mirada, distinguiendo una presencia que se movilizaba en uno de los sillones.

       La única memoria que tenía en sus pensamientos era momentos previos a caer en los brazos de Morfeo. Todavía lograba distinguir los residuos de la cena y los artefactos metálicos que emitían un pequeño resplandor grisáceo. Sacudió su cabeza.

      Ordenó en un susurro al sistema de inteligencia que encendiera un par de luces del laboratorio. Minutos después, Elizabeth lograba distinguir su entorno: los diversos documentos esparcidos por sobre los muebles, los prototipos de diseño que demostraban las pantallas y, escondido detrás de unas prendas de abrigo, al millonario acostado.

       —¿Tony? —cuestionó, recibiendo en respuesta un par de palabras indescifrables.

         Levantó su cuerpo del asiento. Debió detenerse un instante, sosteniéndose de un mueble cercano para evitar caerse al suelo. Los analgésico que le habían suministrado desde la enfermería para intentar aplacar las diversas dolencias en sus músculos, continuaban haciendo afecto por sobre su anatomía.

      Acortó la distancia que los separaba, sacudiendo con suavidad el hombro del contrario, mientras pronunciaba con delicadeza el nombre del millonario.

      —¿Lizzie? —cuestionó el moreno, sacudiendo su cabeza de un lado al otro. Elizabeth se percató de que se encontraba sufriendo una pesadilla— ¡Lizzie!

       La mujer rodeó con sus brazos al millonario, evitando que acabara chocando contra una de las paredes de concreto. Quedó en una situación comprometida, cuando Anthony movilizó su ser y Elizabeth terminó cayendo sobre él.

        —¿Tony?

        No recibió respuesta alguna.

         Elizabeth intentó deshacerse del agarre, deslizándose lentamente a uno de los extremos. Su accionar ocasionó lo contrario, Anthony rodeó su cintura con sus brazos.

          Sus latidos aumentaron de velocidad, causando que sus mejillas se sonrojaran por la escasa distancia de separación entre ellos. Simplemente su cerebro no lograba descifrar qué estaba ocurriendo, horas atrás estaban discutiendo y maldiciéndose mutuamente, incluso llegando a no dirigirse la palabra y ocasionando que los miembros restantes del equipo fueran los mediadores de su tensa relación.

       —¿Tony?

       Un par de caricias se hicieron presentes en su espalda inferior. Las comisuras de sus labios se elevaron, llegando que una pequeña sonrisa iluminara sus facciones.

       —Shh, permanezcamos un momento así —murmuró el millonario, dejando escapar un suspiro. Elizabeth intentaba aplacarel nerviosismo que estremecía su estómago—. Merecemos un descanso, hemos empleado nuestro cerebro demasiado para terminar con los prototipos —Tony aplaudió, provocando que la iluminación de la habitación desapareciera.

      —¿Y los demás?

       Una suave carcajada llegó a su sistema auditivo. Elizabeth frunció su ceño, incapaz de descifrar qué estaba ocurriendo en aquellos momentos. ¿Acaso Anthony Stark estaba sido víctima de alguna extraña enfermedad? ¿O continuaba soñando?

        —¿Siempre te preocupas por lo que terceros puedan decir?

        El silencio de la habitación permitía que escucharan los sonidos provenientes del exterior del laboratorio: el funcionamiento de las maquinarias, incluso las vociferaciones de algunos agentes ante el cambio de los horarios de las actividades.

       Elizabeth permaneció callada. Sus párpados empezaron a hacerse cada vez más pesados. Un bostezo escapó de sus labios.

         —Duerme —los labios se Anthony se posaron sobre su cabello.

        El bullicio a su alrededor la despertó, además de unos cuantos flashes lumínicos que capturaron su atención. Además de escandalosas carcajadas que le resultaron familiares. Maldijo en su idioma natal y se permitió abrir sus párpados.

        —YA TENGO UNA FOTOGRAFÍA.

        Elizabeth empleó sus mutaciones genéticas para provocar que un gigantesco libro cayera sobre la cabeza del dios nórdico.

        —¿Qué demonios te pasa mujer?

         Anthony acentuó su abrazo, acomodando los cuerpos en una mejor posición y murmuró:
        —Bien hecho, Lizzie.

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harrynia espero que sea de tu agrado ❤️

   pd; pidan sus deseos, que acabo de publicar dos imaginas seguidos ✨