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030; pietro maximoff

              
          
                Su estómago se revolvió cuando sus pies se posaron sobre el asfalto. Observó a su alrededor: escombros obstaculizando las arterias principales de la ciudad, centenares de cuerpos inertes esparcidos por la zona y varios fragmentos metálicos que completaban la escena demostrado la brutalidad de la situación.

                Roseanne se adentró al laberinto de edificios destrozados. Su misión era encontrar el preciado objeto que devolvería la estabilidad al universo. Recordaba haberlo ocultado en algún lugar de Sokovia, aunque no lograba traer de regreso la ubicación exacta del escondite.

                  —¿Requiere de un descanso, señorita Smith?

                 Sus pies dieron un brinco al percatarse de la presencia del capitán. Sus labios se separaron unos milímetros, aunque se encontraba imposibilitada de emitir sonido alguno.

               Anthony había advertido de las posibilidades de la creación de un universo paralelo al encontrarse con algún personaje del pasado. Bruce le había mencionado que debía mantenerse alejada de su presencia del pasado, de lo contrario ocasionaría una agujero del tiempo que afectaría las diversas líneas a lo largo del universo.

                  —¿Cuándo obtuviste un momento de descanso para cambiarte? —indagó Natasha, sosteniendo el cráneo de un robot.

Roseanne descendió su mirada en dirección a su vestimenta: su traje de tonalidades rojizas contrastaba con sus auténticas prendas oscuras para misiones de alta complejidad.

                  —¿Perdona?

               Natasha observó a la muchacha por unos segundos, escaneando cada ínfimo detalle que presentaba el traje.

                 —Pensé que detestabas los colores cálidos, Smith.

               Su auricular empezó a emitir extraños sonidos, que se transformaron en voces tangibles al correr de los minutos. Aunque, la interferencia de las diversas ondas radiales dificultaban el armado de una oración.

               —¿Rose, me escuchas?

               —Necesitamos refuerzos en el sector siete. Rápido.

                 Su corazón se detuvo al escuchar la tonalidad de voz de Pietro Maximoff adentrarse por su sistema auditivo. Contuvo su respiración. Sus piernas se convirtieron en dos trozos de gelatinas que danzaban de aquí para allá.

                  Ignoró las plegarias de Anthony del presente y las exclamaciones de Steve del pasado, dirigiéndose al centro de la ciudad a la velocidad máxima que sus músculos permitieron.

                   —¿Qué demonios haces aquí, Rose?

                   Pellizcó su brazo con brusquedad.

                   Pietro Maximoff se localizaba a escasos metros de distancia, sosteniendo fragmentos metálicos entre sus manos que empleaba para arrojarle a los enemigos robóticos. Roseanne se abalanzó contra él, rodeando con sus brazos la musculosa anatomía del joven.

                   —¿Te encuentras bien, Rosie? —indagó el muchacho, acunando su rostro entre sus manos. Las delicadas caricias en sus mejillas causaron la acumulación de lágrimas en sus ojos— ¿Has venido a rescatarme?

             Su cerebro regresó a la normalidad, cayendo en entendimiento. El mecanismo no se encontraba en Sokovia, debido a que jamás había participado de la batalla librada en la ciudad. Su verdadero destino eran las instalaciones de SHIELD en Washington. El dispositivo había sido escondido en su antiguo departamento el año anterior, durante el ataque de la organización de inteligencia nazi.
          
                  Una oleada de culpabilidad sacudió su ser interno.

                  —¡Maldita sea, Roseanne! ¡Sal de ahí!

                  Las maldiciones de sus compañeros del presente regresaron a su auricular y golpearon contra su oído interno. Un conquilleo recorrió su estómago: había generado un universo paralelo, una realidad que necesitaban vencer previo a su encuentro con Thanos.
               
                 —Regresando —comunicó la inteligencia artificial.

               Sus piernas se sacudieron con fiereza, despegándose del suelo. Pietro cuestionó su nombre reiteradas veces, intentando averiguar qué estaba ocurriendo.

                 —Lo lamento —pronunció Roseanne, introduciéndose en el portal tridimensional que la regresaría a su presente.

                Lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas, a medida que vociferaba a diestra y siniestra para que la inteligencia artificial lo devolviera al pasado en búsqueda de su amado.

                  —¡Pietro! —exclamó, desplomándose de rodillas en medio del laboratorio.

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