Apartó los ejemplares y los dividió según su color de portada. Se sorprendió de la singular cantidad de libros que tenía en su posesión, incluso de algunos títulos que imaginaba que había dado a sus vecinos al momento de haber efectuado su última mudanza.

   —¿Qué haces, Jade?

     La habitación estaba patas arriba: libros desparramados por la alfombra, las figuras de colección sobre los añejos muebles y decena de productos de maquillaje esparcidos sobre la litera de la muchacha.

      Ignoró completamente al hombre de cabellos rubios. Necesitaba su máxima concentración en adivinar a qué saga le pertenecía esa página perdida.

       —Jade.

        Su cerebro descartaba posibilidades. La única palabra clave que había hallado entre el cúmulo de diálogos era "Edward".

       —¡Jade!

      Sacudió sus pensamientos, fijando su mirada en el capitán América. Lo inspeccionó por un par de segundos con detenimiento, como si supiera que el soldado resguardaba la respuesta en algún lugar.

        —Edward, Edward —repitió, chasqueando sus dedos— ¡Edward!

       —¿De qué habla? —cuestionó Steve, sin entender en lo más mínimo el comportamiento que presentaba la joven—. Me llamo Steve, Steve Rogers.

         Ignoró la segunda presencia en su habitación, simplemente se dirigió a la biblioteca y comenzó a sacar los ejemplares que aún quedaban atascados entre el polvo y el olvido.

         Jade señaló al capitán con su dedo acusador.

         —¿Dónde están?

         Aturdido por la acusación, Steve retrocedió un par de pasos. El semblante de la muchacha se había transformado en instantes, incluso parecía que su mirada era más oscura y perturbadora de lo habitual.

         —¿Dónde están mis libros, Rogers?

         —¿Qué libros?

         La paciencia de Jade parecía agotarse a cada segundo que transcurría. El confinamiento obligatorio estaba acabando con su cordura y empeoraba sus reacciones a determinadas situaciones.

        —La saga de "Crepúsculo".

        —¿Qué? —la indagación brotó de los labios del hombre luego de un incómodo silenció.

        —¿Recuerdas la historia de la muchacha que se enamora del vampiro y que su mejor amigo es un hombre lobo y que después aparecen unos villanos que viven en Italia? 

       Steve asintió con un movimiento de cabeza, confundido.

        —Sam dijo que era una película.

        —Sí —pronunció, acortando la distancia que los separaba— Pero necesito los libros.

        El silencio regresó por unos minutos. Jade empleaba todas sus fuerzas psíquicas para recordar dónde había colocado los ejemplares o a quién se los había prestado.

        —Disculpe, pero, ¿por qué me entromete en este embrollo? —preguntó el hombre con suavidad, temiendo de enfadar a su compañera. Jade frunció su ceño—Si los ejemplares viejos los ha colocado en el ático.

       Su cerebro hizo un "click". Había colocado sus objetos de esa época en una caja en el ático, escondida de los burlones comentarios de Sam y Tony. 

       —¡Eres un maldito genio!

        La felicidad inundó su anatomía, causándole que se avalanse sobre el capitán y coloque sus labios sobre los ajenos.

       Sus mejillas se tiñeron de un pálido color carmesí al percatarse de su error, pero Steve impidió que la unión de sus bocas finalizara, rodeando la cintura de la joven con sus brazos.
       
      —Es una agradable manera de agradecer un gesto.

       
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oihanevivas5  espero que te guste ❤️