Un agudo dolor se extendía por su extremidad derecha inferior: un trozo de metal desprendido de alguna estructura había acabado incrustado un dedo por encima de la rodilla. Aunque el tamaño del fragmento no era tan significativo, el punzante dolor le provocaba recurrentes alaridos.

—¿Y su seguro médico? —indagó una voz familiar, adentrándose en la enfermería.

   Sam parpadeó repetidas veces. ¿A partir de qué momento Maria Hill se había convertido en enfermera?

—En Narnia —respondió, conteniendo sus exclamaciones de dolor— Ahora, ¿puedes curarme, Maria?

     Señaló la herida repleta de sangre que parecía agravarse a cada segundo que transcurría.

     Maria depositó los documentos al final de la camilla y se inclinó para comprobar la gravedad de la situación. Luego, anotó los resultados en una tableta electrónica.

—No.

—¡Oh, vamos! ¿Qué hice para merecer tanta seriedad?

   Siquiera habían intercambiado un saludo cordial desde la mañana. Parecía que las caricias de la velada anterior no habían significado absolutamente nada.

—Escapaste de las instalaciones, rompiste una promesa y fuiste partícipe de una misión suicida donde casi es destruido el planeta tierra... —enumeró la agente, con su atención en la pantalla del artefacto tecnológico—¿A dónde crees que vas?

     Sam intentaba descender su cuerpo de la camilla. Maria se interpuso, interrumpiendo su accionar apoyando sus manos sobre las contrarias.

—A esperar un enfermero de verdad mencionó la herida, rompiendo el contacto inmediatamente.

—¿Qué?

—Maria, no me encuentro en condiciones de recibir un sermón por mi pésimo accionar, ¿si? —con delicadeza se encaminaba a la entrada de la enfermería. Cada paso se le asemejaba a un infierno— Lo lamento, te advertí desde el inicio que no servía para las relaciones amorosas.

    A Sam le era imposible acatar órdenes de quienes no eran sus superiores. Apenas Steve Rogers lograba que cumpliera con los requerimientos necesarios para que su integridad física no sufriera daños.

   Y no podía proseguir prometiendo palabras vacías a una persona que quería con cada célula de su anatomía.

—Sam...

—Sam, nada —masculló, frenando las intenciones de la agente—.Un tiempo, al menos hasta que todo termine.

—¿Así tan...?

—¿Apresurado? Así fue como comenzó todo.

    Su relación había surgido así, luego de una velada pasional en el departamento de la agente. Al principio, la reunión acordada serviría para intercambiar datos, pero acabó siendo un intercambio de besos y caricias.

—Está bien. Devolveré tus pertenencias.

    Aquella frase quebró su corazón en millares de pedazos. Pero no se retractaría, ella había ocasionado eso.

—Dejaré la caja en tu oficina.

      Sam estaba por cruzar el umbral de la entrada, cuando la quebrada voz de Maria detuvo sus movimientos.

—Sam, cuidate, ¿si?

—Tú también, Hill.

    Se marchó de la habitación con el corazón entre sus manos. En apenas unas horas había perdido lo más preciado que quedaba en su miserable rutina: el amor de Maria Hill.

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VoidBennet espero que te guste ❤

No, no están soñando. Ya voy publicando dos imaginas seguidos 7u7

*me tiran más ladrillos por desaparecida*