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Capítulo 3: Mi primer beso

*10 años*

Sunhee y Youngmi no dejaban de fastidiarme. De un día para otro les había entrado en la cabeza la odiosa idea del primer beso. Era repugnante, yo seguía creyendo que eso era sólo un método para traspasarse baba.

Youngmi nos había confesado que un chico de la escuela le pidió un beso y que ella se lo había dado. A la semana llegó Sunhee diciendo que consiguió que un niño la besara. Y ahora esperaban mi turno.

Mis labios estaban sellados, no besaría a nadie. No estaba dispuesta a correr ese riesgo, podría contagiarme alguna enfermedad, besarse era muy peligroso.

–Vamos, no tiene nada de malo. Es la mejor sensación del mundo, son como miles de mariposas en tu estómago...– argumentó Youngmi mientras comíamos helado en la terraza de mi casa.

–Y además te tiemblan las rodillas... es tan romántico– siguió Sunhee y ambas suspiraron a la vez. Yo resoplé y me llevé una gran cucharada de helado a la boca.

–No, gracias. Paso. Y aunque quisiera, jamás lograría que alguien me besara, soy ____ la descerebrada, ____ la torpe, ____ la inútil...– podría seguir nombrando los apodos que me ponían mis compañeros, pero no quería amargarme la tarde recordando lo cruel que podían ser los niños. Haneul me decía que no les prestará atención, que nuestro padre era el jefe de ellos y que si me apetecía podía hacer lo que quisiera. Haneul se estaba convirtiendo en una chica malvada con el correr de los años.

–Bueno, entonces con un niño que no vaya a nuestra escuela– me dijo Youngmi y algo se encendió en su mirada. Noté que Sunhee estaba con el mismo rostro cómplice, se miraron y sonrieron.

–Y que este cerca, te conozca y que se muera por ti. ¿Se te ocurre alguien Youngmi?– preguntó Sunhee. Me estaban asustando, sonreían de una manera amenazadora.

–Sea quien sea, no lo haré. Solo tengo diez años, quiero vivir mi infancia sin enredos amorosos.

–¡____, es normal!– exclamó Youngmi. Que testarudas eran mis amigas.

–¡No lo haré!– les grité –No besaré a nadie.

–Bien, su esa es tu decisión– Sunhee se cruzó de brazos y miró de soslayo a Youngmi, quien hizo lo mismo y se puso de pie – No beses a nadie, no te podemos obligar. Pero... nunca mencionaste algo sobre si un niño te besara.

–¡No, no, no, no!– les espeté.

Las corrí de mi casa y les dije con seriedad que me hablarán cuando pensaran racionalmente.

A la mañana siguiente, me encontré en el desayuno con Minhyun. Desde que se cambió de escuela se había vuelto más esquivo. Intenté hablarle y decirle que haría sufrir a Yon, pero él parecía estar en otro mundo, así que desistí y en semanas las cosas quedaron como antes.

Saludé a Elena, que me preparaba un tazón con cereales y pan tostado, y le dediqué una fría mirada a Minhyun como unos buenos días. Sin embargo, a diferencia de los otros días, él no se levantó de su silla y dejó su comida a medio terminar, sino que se quedó allí con la mirada perdida observando su cuchara.

–____, quiero hablar contigo– me dijo de repente. Elena nos miró y sonrió.

–Le llevaré el desayuno a tu madre, ____– tomó una bandeja con una taza de café y unos pastelitos de fresas y salió, dejándonos solos.

–¿Qué quieres?

Él se acomodó en su silla y presencié algo que nunca esperé por parte de él: inseguridad.

Abrí la boca como tonta. Minhyun el niño listo de todos los tiempos estaba nervioso. No pude evitar reírme.

–¿De qué te ríes?– me preguntó.

–De nada–le respondí, pero no pareció muy convencido. Jugó unos minutos más con la cuchara y se puso de pie con la cabeza gacha. Incliné mi cabeza para mirarlo a los ojos y me fijé que sus mejillas estaban encendidas.

–Minhyun, ¿qué te ocurre?– pero antes de responderme, se abalanzó sobre mí y chocó su boca contra mi ojo –¡¿Me quieres dejar ciega?!

¿Qué había intentado hacer? Casi asesina a mi pobre ojo.

Me tapé el ojo herido con la mano y lo observé. Estaba de pie frente a mí e incluso más Colorado que antes.

En eso, volvió Elena. Tenía una sonrisa en el rostro y tarareaba una canción alegre, pero quedó en silencio al vernos a nosotros.

–¿Qué te pasó en el ojo, ____– preguntó al darse cuenta que cubría mi ojo.

–Minhyun me golpeó– le contesté.

–¡No, yo solo trataba de... !– guardó silencio, no terminó de decir la frase.

–De asesinarme, eso querías– le dije, exagerando la situación.

–____, cariño. No creo que Minhyun haya querido asesinarte, ¿verdad, Minhyun?

–Por supuesto que no, yo jamás te haría daño– me calmé unos segundos y en ese preciso momento, apareció Chaerin en la puerta de la cocina.

–Chicos, ¿no me oyen? ____ el auto está esperándote y Minhyun, tu hermana se irá si no te apresuras.

Lo fulminé con el ojo bueno y me encaminé hasta el auto. Afuera se escuchaban los bocinazos que daba Haneul porque no me apuraba.

–¡¿Tienes los pies de lana, ____? Debo dar un examen muy importante y necesito llegar a tiempo!– gritaba a todo pulmón por la ventanilla. Me subí e ignoré las quejas de mi hermana. Las hormonas la estaban volviendo loca, era lo más seguro.

Cuando llegamos, Haneul se escapó a su clase para estudiar antes de su examen y yo tuve que ir a dejar a Suni a su salón. Este era su primer año y el castillo la aterraba.

Después de soportar el llanto de Suni, el berrinche que armó para que no la dejara, me fui finalmente a la primera clase del día: Literatura.

–____, ¿ya pensaste lo del beso?– me preguntó Youngmi cuando llegué. Yo le había advertido que no me hablara hasta que dejara de molestar con eso. Hice oídos sordos y me senté al lado de Yangmi como si nada hubiese sucedido.

–¿Qué pasó ahora?– inquirió mi prima.

–Nada– le respondí.

–¿Qué tienes en el ojo? Está hinchado–me dijo Yangmi, con cierto terror en la voz. Yo me toqué el ojo, y en efecto, estaba hinchado.

–Y morado– agregó Youngmi.

Mataría a Minhyun cuando volviera a casa.

Desde la torre más alta sonó la campana anunciando que las clases comenzarían. Sunhee llegó atrasada y la maestra le quitó una estrella.

Pasé toda la mañana ideando formas para torturar a Minhyun y quitarme a mis amigas de encima. Cuando la clase terminó, estaba guardando mis cosas hasta que la maestra me llamó.

–____, Ren ¿podrían venir un momento?– miré a Ren de reojo. Seguía sentado con Yon, pero ya no comía pegamento. Incluso se comportaba como un niño normal.

Caminamos hasta el escritorio de la maestra y le hice señas a Yangmi para que supiera que me esperara en el mismo sitio de siempre.

–Necesito que le entreguen esto a sus padres– nos dijo. Nos entregó un sobre blanco a cada uno y nos dedicó una mirada severa.

Ambos asentimos y yo guardé el sobre en mi mochila.

A la salida, la curiosidad por saber que decía el sobre me estaba desesperando.

–____, hoy vamos a tu casa– me dijeron Youngmi y Sunhee. Con el asunto del sobre, olvidé que estaba haciéndoles la ley del hielo y dejé que subieran al auto que me iba a recoger.

Yangmi se nos unió y junto con mis hermanas, nos marchamos.

Apenas pusieron un pie dentro de mi casa, Sunhee y Youngmi comenzaron a preguntar por Minhyun. No le di importancia y las dejé que lo buscarán. Yo tenía otros asuntos que tratar.

–¡Chaerin!– grité. Pero ella no respondió.

Mis padres nunca asistían a las reuniones de la escuela, así que la carta estaba dirigida para Chaerin.

Como no lo resistía más, saque el sobre de mi mochila y lo abrí.

–¿Qué es eso?– me preguntó Yangmi. Le dije que se acercara para leerla conmigo.

Pero fue un error, porque enseguida la vergüenza hizo que soltara el papel y me dieran ganas de llorar.

–Eso no es posible, ____– exclamó Yangmi. Pero sí que lo era.

Ya no prestaba atención en clases, no hacía mis tareas, ni los proyectos. Era obvio que en algún momento esto ocurriría.

Había reprobado el año y tendría que repetirlo el que seguía.

Seguro que Ren también había repetido el año.

Chaerin iba a matarme cuando se enterara.

–¿Qué vas a hacer, ____?– me preguntó Yangmi, después de que la sorpresa se nos pasara.

–Convertirme en la mejor amiga de Ren, no pienso estar sola el próximo año.

Ella puso los ojos en blanco y supo que ya lo había superado.

¿De qué me serviría el colegio? De nada, sólo desperdiciaba años de mi vida encerrada en una habitación con niños estúpidos, cuando podría estar viendo televisión en mi casa.

–Ni una palabra a nadie, Yangmi. Si no se los cuento, no se enterarán.

Yangmi asintió e hicimos el juramento del dedito.

Fuimos hasta la terraza para encontrarnos con Youngmi y Sunhee, pero ellas no estaban allí.

–¿Dónde se metieron ahora?

Las buscamos por todas partes, pero no podíamos hallarlas. Hasta que recordé que estaban tras la pista de Minhyun.

Con Yangmi, fui hasta la habitación de Minhyun a ver si estaban allí mis amigas.

–Para la próxima, no seas tan precipitado...– escuché. La voz era de Youngmi y venía de adentro del cuarto. La puerta estaba entreabierta y alcanzaba a escuchar la conversación.

–No habrá próxima, ella cree que intenté asesinarla– decía Minhyun.

–Esa niña cada día está más loca– dijo Sunhee.

–¿De qué están hablando?– me susurró Yangmi. Le hice una señal para que guardará silencio.

–Tienes que besarla, Minhyun. Ahora, ya– exclamó Youngmi.

Me tapé la boca para no gritar y agarré a Yangmi del brazo para llevármela hasta mi habitación.

–Ese... ahhh... y ellas... todo era un plan... por eso en la mañana... debí sospecharlo– comencé a gritar en cuanto me tiré encima de mi cama.

–No se de que estas hablando– me dijo Yangmi.

Le expliqué todo y ella estuvo de acuerdo conmigo. Además, cuando yo besará a alguien, la siguiente víctima sería Yangmi, así que se unió a mi lucha.

–¿Y qué harás?

–No lo sé.

(...)

Había pasado una semana desde que descubrí que mis amigas le habían dicho a Minhyun que me besara. Aún pensaba en lo que ellas le dijeron para que él aceptara su propuesta.

Comencé a hacerme amiga de Ren, el me había dicho que sus padres le dieron una paliza cuando se enteraron que reprobó el año. Era un niño muy agradable y su cabello parecía encenderse cada vez que se colocaba bajo el sol.

–Ren, ¿quieres venir a mi casa a jugar?– le pregunté cuándo estábamos en Arte. Él aceptó encantado, me dijo que era la única persona de la escuela que le hablaba.

Ese día solo Ren fue a mi casa, y fue un alivio para mí.

Minhyun no lo saludó cuando lo vio.

Estaba segura de que lo recordaba, pero por alguna razón lo ignoraba.

Pasamos la tarde viendo películas y jugando videojuegos, mientras Minhyun nos miraba desde una mesa con cinco libros abiertos haciendo un trabajo para su escuela.

Entonces se me ocurrió una idea.

Conocía a la perfección a Sunhee y a Youngmi, y sabía de antemano que harían hasta lo imposible para que besara a Minhyun. Pero ellas querían que besará a alguien, al fin y al cabo.

–Ren.

–Dime...– y antes de que dijera algo más, lo besé.

Fue simple, corto y preciso. Me separé antes de que me dieran arcadas y le sonreí para no quedar en evidencia de que no me agradó para nada haberlo besado.

Él tenía los ojos como platos y comenzó a sonrojarse.

Miré disimuladamente a Minhyun, tenía la misma expresión que Ren, a diferencia de que sabía que su rostro no estaba rojo de vergüenza.

Dedicado a _carloca_ que me molesta por mensaje, en la escuela y en la casa para que actualice (es mi hermana) 😂😂😂

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