02
Cuando llegaron al lugar a Minho se le hizo agradable. Era de esos lugares típicos que veías en doramas cuando hacían una cita a ciegas o cuando dos familias se reunían y así. El lugar le parecía calmado, había vegetación exterior como árboles frutales, plantas verdes y vistosas, además bajo sus pies un camino de piedras blanquecinas le indicaba la entrada al recinto. Tuvieron que quitar sus zapatos una costumbre de su país, y cambiarlas por unas sandalias para andar en el interior.
Mi madre dictó el apellido Bang a la recepción y la chica que los atendió buscó enseguida en una hoja que supuso es donde estarían las reservaciones. Cuando dio con nuestro nombre ella misma nos dio entrada, guiándonos amablemente por el extenso pasillo de paredes de madera oscura, que tenía puertas deslizantes a ambos lados. Se empezaba a poner nervioso y eso no le gustaba, estaba más cerca de encontrarse con aquel señor, seco sus manos en el pantalón cuando la chica se paró frente a una puerta.
El deslizamiento de la puerta era una tortura no iba a mentir que tenía cierta curiosidad de cómo se vería el vejete. Y cuando finalmente el interior quedó expuesto ante sus ojos, Minho casi se atraganta por lo que vieron sus ojos. Un fornido y pálido hombre, de cabellos rizos y rubios los esperaba mientras tomaba de una taza de té. No se veía tan mayor, lucía espectacular, pero eso no le quitaba su desagrado ante las palabras "futuro esposo".
—Señor Bang, encantada de verle nuevamente. -saludó su madre, su tono de voz cambiando drásticamente sonando suave y amable ante el aparente empresario. Y es verdad, el señor Bang tenía puesto un traje, una camisa blanca desabotonada y arremangada hasta sus codos, su saco a un lado en el suelo y su corbata floja en su cuello.
"Ardiente" pensó Minho, el señor Bang era realmente muy apuesto, más como mismo llegaron los pensamientos así mismo los borró de su mente.
—Este es mi hijo Lee Minho, espero que lo recuerde, la pubertad le dio un estirón y ahora es todo un joven. -dijo su madre fingiendo agrado hacia su persona cuando claramente no era así. El señor Bang conectó miradas con él y le brindó una sonrisa mostrando sus pulcros y perfectos dientes.
—Por supuesto que lo recuerdo. Es el jovencito por quien he estado esperando desde hace 5 años. Su atractivo sigue siendo el mismo de antes, incluso aún más guapo.
Un coqueto guiño fue lanzado hacia el, Minho cruzó los brazos rodando sus ojos y fue detrás de su madre para sentarse en modo indio en los cojines del suelo. Esto era lo malo de los restaurantes típicos coreanos, que tenías que sentarte en el suelo y eso haría doler mi pobre espalda y estar más incómodo aún. Se mantuvo todo en silencio por unos minutos, pero entonces el empresario dirigió la palabra hacia mi, y extendiendo su mano por encima de la mesa.
—Soy Christopher Bang, espero que tu madre se haya tomado la molestia de explicar nuestro acuerdo. Encantado conocerte nuevamente joven Lee Minho. -asentí y de igual manera estiré mi mano para corresponder a su saludo formal, este dio un suave apretón y cuando nuestras manos se separaron, sus dedos rozaron lentamente contra mi palma en una suave caricia.
Atrevido.
Unos meseros entraron y dejaron la carta además de agua y té por la casa. No dude en tomar de la taza, estaba sediento e incómodo, un poco de agua fría quizás ayudaría. Cuando estos se fueron tanto mi madre como el señor Bang empezaron al leer el menú, yo imité sus acciones, en verdad era solo para distraer las miradas poco disimuladas del vejete. Estos decidieron en pocos minutos, más a mi me costó un poco decidir qué comer, hasta que el empresario me ofreció pedir lo mismo que él comería, no me negué por tal de no tener que pensar demasiado. Una vez hecho el pedido mi madre empezó a hablar de cosas que no entendía, ni quería entender con el señor Bang. Entonces este interrumpió a mi madre, y, de su maletín sacó lo que parecía ser dos regalos, uno se lo puso delante de mi madre y otro delante de mi.
—Traje estos obsequios para ustedes, espero que sean de su agrado.
Su madre enseguida abrió el paquete, encontrándose con un perfume Miss Dior, uno de los más caros del mundo; su madre estaba más que satisfecha con su regalo. A mi me daba igual todo lo que me regalara él, de todas formas no había modo que me comprara ni con lujos. Sin embargo, por no ser un maleducado tuve que abrir su regalo, encontrándome con una pulsera envuelta en plata fina, con un pequeño detalle de una piedra preciosa y verde esmeralda en el centro. Era hermosa, pero no quería mostrar mi agrado hacia nada que viniera de él. El señor parecía decepcionado ante su silencio, así que solo le mostró una sonrisa.
—Disculpe a mi hijo, no es muy expresivo.
—Ya veo... -murmuró, claramente mi acción había lastimado su ego.
La comida llegó poco después por lo que pude disfrutar de largos minutos de silencio. Los negociantes eran quienes discutían detalles de su casamiento,como se llevaría a cabo y el dinero que entraría para la familia Lee. Eso era lo que más le importaba a mi madre en estos momentos, el dinero. La reunión acabó con la culminación de la cena y Minho ya estaba apurado por llegar a su casa o irse a la casa de su amigo lo veía más atractivo. Pero esos pensamientos murieron con el pedido de ese viejo y la aceptación de su madre sin dejarle responder a él.
—Señorito Lee, si me lo permites, había planeado ir a un lugar contigo después de esto. Y así conocernos mejor.
Lo miré a los ojos, aunque no quitaba la molestia que sentía de saber que me tendría que casar con el por obligación; pude ver en su expresión el cuidado que tenía al pedirlo y la súplica de que le acompañara. Bien... quizás no sería tan malo después de todo.
—Por supuesto que acepta. -dictó su madre mirándole fulminante y luego con una sonrisa al señor Bang - el estaría encantado de acompañarlo.
Odiaba a su madre, no era una noticia nueva ni sorprendente, pero era algo que se auto recalcaba todo el tiempo. El silencio en el auto era tenso, mi molestia siendo la principal causa de esto. Podía sentirlo mirando de reojo tratando de romper el hielo conmigo y casi quise reír, al menos el viejo era amable y respetuoso, un caballero.
Simplemente molesto.
El auto avanzaba por la carretera hacia quien sabe donde, porque supuestamente quería darle una sorpresa o algo parecido. Los colores naranjas teñían el cielo y eso hacia distraerme perdiéndome entre las nubes y el sol que bajaba y desaparecía poco a poco. Sacó su teléfono de su bolsillo y decidió enviarle un mensaje de S.O.S a Jisung, tal vez eso le ayudaría a liberar su tensión.
No hubo respuesta, lo cual le extrañó. ¿Que estarías haciendo Jisung? No creía que estuviera durmiendo aún, aunque era capaz.
—Minho... -llamó el señor a su lado con la mirada fija en la carretera.- ¿Cursas algún grado actualmente? Supongo que debes estar en la universidad o algo así...
Reí, al perecer mi madre no le había contado mucho sobre mi.
—No señor -respondí- Como puede notar, somos muy pobres y mi escolaridad quedó en la secundaria, ni siquiera tengo escolaridad superior.
El asintió y pareció pensarlo demasiado.
—Entiendo... y, ¿Te hubiera gustado estudiar alguna carrera en específico?
Suspiré. Quizás... era algo que no sabía, estar muy desvinculado del estudio por mucho tiempo, no sabía cómo saldría. Tampoco tenía un gusto en particular por alguna carrera, pero si seguí estudiando podría ver todos los horizontes que había.
—Tal vez... es algo que no sabré, realmente no me encuentro interesado en ningún mundo en general. Quizás porque no conozco demasiado.
Nuestra conversación murió como mismo empezó, fugazmente. Volvimos al mismo silencio infinito. Tiempo después el auto paró y dobló hacia un parqueo libre. A la lejanía se podía ver una torre no tan alta.
—Es un mirador, explicó él, no es la Torre de Namsan pero funciona igual.
Le sonreí mínimamente, al menos no quería hacerlo incómodo yendo a un lugar popular para parejas. Bajamos del auto y nos dirigimos al edificio, subimos en el ascensor en un ambiente calmado. No se acercaba demasiado a mi y mantenía una distancia perfecta. En realidad pensaba que sería peor, más el viejo ha sido bastante agradable.
Cuando llegaron a la cima, Minho se acercó rápidamente hacia los ventanales, tirando algunas fotos y enviándole algunas a su amigo. Esta vez si leyó el mensaje y pronto recibió una respuesta.
<< Ya veo que lo estás disfrutando con el vejete>>
Sonrió, tan solo desearía que fuera él quien estuviera aquí y no con otra persona. Suspiró y volvió a guardar su teléfono, sintió al contrario acercarse por detrás y posarse a su lado.
—¿Estás bien? -preguntó, con un tono suave en su voz y asentí de mala gana.
—Si... no te preocupes... -lo miré y vi su perfil, tenía una piel demasiado perfecta y blanquecina. Tenía curiosidad sobre su edad desde el momento que si madre le mencionó sobre este asunto. - Por cierto... se ve que eres mayor, sin embargo luces bastante bien...
Él soltó una carcajada, y cuando calmó su risa volvió su vista a mí.
—Digamos que unos diez años mayor que tú.
Lo mire mirándolo con los ojos entrecerrados.
—¿Entonces estás en tus treinta? -le asintió sonriente - Vaya... no eres tan viejo después de todo, pero eres un señor.
Volvió a reír negando con su cabeza, y posó su mano en mi hombro.
—Todos dicen lo mismo, que luzco como una persona mucho mayor, pero bien cuidada -soltó un suspiro y me observó fijamente, sus ojos expresando la sinceridad a través de ellos.- Minho... se que la idea de casamiento tan repentino te incómoda, y lo entiendo. Si quieres podemos usar un tiempo para conocernos antes de casarnos, y que tú mismo decidas sobre nuestra boda. Tampoco quiero que sea como un negocio, y darte lo mejor, que puedas disfrutarlo.
Minho se quedó callado. ¿Tan fácil mostraba sus emociones? Cruzó sus brazos y exhaló hondo.
—Es un negocio, señor Bang, aunque quiera ocultarlo es algo notable. Sin embargo, no es algo que pueda evitar si ya esté trato está cerrado hace años. Mi madre no estaría muy contenta si declinara al casamiento. Aceptaré lo de conocernos, pero no creo que cambie de opinión sobre esto.
El señor Bang asintió entendiendo su respuesta. Más en sus ojos Minho veía un poco de decepción, y se preguntaba porque luciría tan desanimado.
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