Capítulo 5🦋
El purgatorio era un sitio bastante peculiar y Jungkook se enteró de ello desde que despertó en aquella afable taberna. No era un mundo en donde los muertos parecieran preocupados por sus asuntos inconclusos, tampoco castigos autoimpuestos o sufrimiento perpetuo; por no tener claro si podrían irse al paraíso y prepararse para la reencarnación o sufrir la eternidad en las llamas del infierno.
No, nada de eso era el purgatorio que se presentaba ante sus ojos.
Partir de su pueblo, el mismo entorno poseedor de monótonos azules, sombríos y oscuros colores, era todo un contraste, al ver las calles del lugar en el que transitaba ahora con premura, gracias al rápido andar de su acompañante y quien no soltaba su mano en ningún momento.
Taehyung lo llevó consigo a buscar no sabe aún qué cosa y tampoco a quién, tan ensimismado en su propia emoción que, de manera muy atropellada, no pudo explicar muy bien lo que acontece de su plan «no ser un doncel tan recto por un día». Habían dejado a Seokjin confundido por tan repentino comportamiento y sin entender el por qué de su urgencia de ir a las calles de su inframundo -como solía nombrarlo Taehyung en ocasiones, para hacerlo ver interesante- pero éste poco o nada pudo opinar, pues el par ya había cruzado la puerta principal de la casa para perderse en sus propios asuntos.
— ¿Me repites por qué hacemos esto? —Jungkook indagó con cierto cansancio, no estaban corriendo, pero Taehyung caminaba demasiado rápido para su gusto y nunca deshizo el agarre entre sus dedos.
— Por ti, ya te lo dije. —el tono empleado delataba la felicidad en él. —Además, debes conocer mi hogar, hay muchas cosas aquí que te gustarán.
— ¿Y no crees que cuando muera podré verlas?
Taehyung redujo paulatinamente su velocidad hasta detenerse, volteando hacia Jungkook con seriedad y algo indescifrable en su rostro, el ánimo que había abarcado su cuerpo de repente drenándose ante esas palabras que no fueron agradables.
— Tú no vas a morir. —lo vio fijamente a sus ojos, como si estuviera declarando una ley inquebrantable, tan seguro de sus palabras y prácticamente dándole una orden.
— Eventualmente lo haré. —su mirada se convirtió en cierta timidez, interesado en su alrededor y encogiendo sus hombros con brevedad. —Es el ciclo natural de la vida.
— Pero no lo harás ahora. —dio un leve apretón en la mano de Jungkook, queriendo su atención total y sonriendo repentinamente, intentando transmitir confianza. —De todos modos, puedes tomarlo como un tour anticipado. Cuando mueras de viejito ya conocerás este lugar.
— ¿De viejito?
— Ajá, muy anciano. No autorizo que te mueras hasta que hayas vivido todo lo que puedas, cariño. ¿Lo prometes?
Jungkook permitió que Taehyung continuara jalando de él para seguir en sus andanzas, agradeciendo que éste le diera la espalda y no pudiera apreciar el rubor en sus mejillas ante esas palabras. No pasa por alto todos los motes cariñosos con los que el novio muerto se ha dirigido a él pero simplemente no sabe cómo reaccionar a ellos o qué responder, nadie le había hablado antes con tanta soltura y cero filtros en sus palabras. De pronto entiende por qué Taehyung se ve tan familiarizado con el purgatorio; es tan peculiar como él.
— Aguarda, no tan rápido, no acostumbro a caminar con velocidad. —jaloneó un poco el brazo de Taehyung; quién se fijó en lo ajetreado que lucía el doncel, musitó una risa y luego se disculpó con él.
— Está bien, y ya que iremos caminando muy despacio, entonces, cuéntame un poco más de ti. —dio un suspiro y se relajó para caminar junto a Jungkook, sonriendo para él. —Quiero conocer a mi esposo.
— Que no soy tu esposo.
— ¿Amabas a tu ex prometido?
Ante la pregunta, Jungkook cerró su boca rápidamente, pasando su saliva con dificultad a través de su garganta, de pronto el aire en sus pulmones también era pesado ante el recuerdo de tan desdichado hombre que tuvo que ser nombrado. Hizo una mueca extraña viendo al frente todo el tiempo.
— Mucho. Fueron dos años de relación. —respondió con simpleza pero un deje de tristeza había en él.
— ¿Cómo era? ¿Te trataba bien?
— Era... Un buen hombre... Claro que eso fue antes de humillarme ante todo el pueblo.
— Seguro el mocoso se acobardó. —Taehyung alzó sus hombros, no dándole importancia a sus propias palabras. —A tu edad es normal que muchos se asusten del compromiso, lo sé de sobra.
— Tiene cuarenta y cinco años. —Jungkook volteó asustado hacia Taehyung cuando lo escuchó toser con fuerza, parecía haberse atragantado con su propia saliva, si es que aún la producía. —¿Estás bien?
— S-sí. —se dio golpes en el pecho para intentar tranquilizar el pequeño ataque. —No te preocupes, no puedo morirme más de lo que estoy.
— Ajá... —Jungkook lo vio con duda pero le ayudó a enderezar su postura.
— ¿Te ibas a casar con alguien que podría ser tu papá? Porque si sabes que Seokjin tendría casi esa misma edad en el mundo de los vivos, ¿no?
— Pero no lo era, así que no hay problema.
— Si tú lo dices... —Taehyung lo vio con una ceja arqueada intentando ser empático en la idea del doncel pero prefirió no decir nada más y limitarse a escucharlo. Siguieron caminando con la misma tranquilidad que llevaban hasta ahora, con Jungkook viendo hacia la enorme luna que los acompañaba desde lo alto del cielo, rompiendo el silencio para verbalizar lo que transitaba en su mente.
— Era caballeroso, muy atento, me cuidaba siempre. Además, captó mi atención desde el primer momento que lo vi, tiene un buen porte y es atractivo para quien lo vea.
— Ja. —Taehyung resopló una risa, con una de sus comisuras alzadas. —¿Tan guapo era?
— Puedo afirmar que no existe nadie más guapo que él. —declaró con seguridad en sus palabras, incluso alzó levemente su barbilla.
— Seguro ese lord es guapo, pero no creo que lo sea más que yo cuando estaba vivo. —Taehyung se adelantó para detenerse justo frente a Jungkook sonriendo enorme mientras Jungkook perdía el aliento al tener tan cerca el rostro ajeno. —¿Te habrías fijado en mí, entonces? Porque tu ex y yo tenemos técnicamente la misma edad, eso si es que tienes algún gusto particular por los mayores.
Jungkook sacudió su cabeza luego de un rato, se había dejado llevar por los oscuros ojos que lo observaban anhelantes a una respuesta. Chasqueó su lengua y apartó con su mano a Taehyung del camino, escuchándolo reír a su lado.
— ¿Qué dices? Ya eras un hombre comprometido, habrías estado casado. ¿Siempre eres así de lanzado?
— Solamente aquí.
— ¿Aquí? ¿Te refieres al purgatorio? —frunció sus cejas al recibir una respuesta positiva. —Bueno... Mi papá me comentó que falleciste joven, ¿eso-
— ¡Oh, mira ahí está Yeonjun!
Ante esa interrupción Jungkook no dijo nada más, fue un mensaje muy directo a que ese era un tema que no debía tocar al menos por ahora. Asintió para sí mismo, esperaría a Taehyung para que él sea quién tome la iniciativa de comentarle cómo fue su vida en el otro lado. Por lo pronto, se limitó a caminar detrás de él, ya que había acelerado sus pasos para llegar al chico recién mencionado.
— ¡Yeonjun-ah! —Taehyung alzó sus brazos, preparado para darle un caluroso saludo a su amigo.
— ¡Tae! —Yeonjun dejó de lado las cajas en las que hurgaba y corrió para llegar al encuentro con Taehyung, correspondiendo a la muestra de afecto en el proceso. —Hace mucho no me visitas, ¿cómo te trata la muerte?
— Mejor que nunca. —soltó su abrazo con Yeonjun y acercó a Jungkook con ellos, tomándolo con suavidad de su mano. —Te presento a mi esposo, Jeon Jungkook, nos casamos hoy.
— Que no soy tu esposo. —repitió en voz baja y volteando sus ojos.
— ¡¿Te casaste y no me has invitado?! —Yeonjun llevó sus manos a su boca, asombrado y ofendido por tal confesión. —¿Te pudiste aprender los votos?
— No, pero él los recitó por mí. —alzó su mano izquierda para mostrar con orgullo su alianza de bodas. —¿No se ve bonito el anillo en mi dedo?
— Oye, ya devuélveme eso, no es tuyo. —Jungkook estiró ambos brazos para intentar tomar la mano de Taehyung y quitarle el anillo.
Comenzaron a forcejear, ya que Taehyung se negaba a entregar lo que le había sido obsequiado, mientras Yeonjun observaba todo, muy entretenido de ver a ambos en esa situación y no fue hasta que Jungkook tomó la muñeca de Taehyung y jaló de ella que todo se volvió un caos y éste perdió su sonrisa.
— ¿Qué demon- —Jungkook abrió sus ojos asustado.
— ¡Mi mano! ¡Me arrancó la mano! —Taehyung comenzó a gritar despavorido, Jungkook siguiéndole en los gritos al igual que Yeonjun.
— ¡Perdón, perdón! ¡Yo no quería! —estaba a punto de llorar y desmayarse por toda la impresión, fue entonces que Taehyung reemplazó los gritos con sonoras carcajadas.
— Debiste ver tu cara, fue divertido. —se acercó a Jungkook, quién aún mantenía su rostro con temor y tomó su mano extraviada para volver a pegarla al resto de su brazo, haciendo que tronara al girarla en varias direcciones. —Estoy muerto, cariño mío, me desarmo bien fácil así que no vuelvas a hacer eso.
— Eres un tonto. —susurró viendo a la nada, procesando el hecho de convivir con alguien que podía perder una extremidad y unirla de nuevo como si nada. —Mejor dime por qué estamos aquí.
— ¡Ah! Cierto, te prometí un día divertido y Yeonjun nos acompañará, ¿verdad? —Taehyung buscó a su amigo para esperar su confirmación pero grande fue su sorpresa al encontrarlo desmayado en el suelo. —Olvidé que nunca se acostumbró a ver gente mutilada.
Choi Yeonjun era un joven que probablemente había llegado, como mucho, a sus veinte años antes de fallecer. Proveniente de una familia humilde; fue criado por su abuela paterna cuando ella lo adoptó siendo un infante de cuatro años, luego de que sus padres le abandonaron a su suerte un día que pretendía ser como cualquier otro, con la diferencia de que, en esa ocasión, la visita en casa de la mujer mayor sería permanente. Ambos padres pretendían desligarse de una enorme responsabilidad como criar a un pequeño e inocente Yeonjun solo porque no se sentían listos para una travesía de esa magnitud y decidieron marcharse dejándolo atrás.
Aún recuerda el día en que su abuela chasqueó su lengua al analizar el panorama en el que se encontraba; prepararse nuevamente para criar a un niño, esperando no cometer el mismo error de formar a un cretino, como lo resultó siendo su propio hijo. Y ella no lo dudó, con plena seguridad se encargó de darle a su joven nieto todo el amor, educación y atención que merecía.
«Nunca necesitarás de tu padre o tu madre... Ni siquiera de mí. Tú eres fuerte, Yeonjun-ie, estás destinado a grandes cosas y mi deber en esta vida es demostrarte que puedes ser un gran hombre.»
Creció con los mejores valores y la mejor educación heredada por la mujer más sabia que pudo sacarlo adelante. Pero su lecho de rosas y su vida de ensueño por supuesto que no podría ser eterno, pues, a sus diecinueve años, la vejez azotó con fuerza a quién él consideró como su madre y fue ella, estando postrada en una cama, que le sonrió con cariño, pidiéndole que siguiera siendo el mismo joven sensato y humilde que tanto la había enorgullecido. Yeonjun recuerda haber besado su mano, extrañándose de no encontrar un anillo que le pertenecía desde siempre a su preciosa abuela.
«Fue hace mucho que debí empeñar el anillo de compromiso que tu abuelo me otorgó. Así fue como nunca nos faltó alimento en la mesa.»
Desde ese día, en el que ella pronunció sus últimas palabras y dio cristiana sepultura a su abuela, se prometió encontrar el dichoso objeto y honrar su memoria con él, convertirlo en una reliquia familiar y permitir que el espíritu de su abuela descansara en paz. No hacía falta encontrar la misma sortija, pues probablemente ya ni siquiera existía, era bien sabido que pasado un tiempo fundían el oro de las prendas empeñadas para crear unas nuevas.
Lo único que quería era tener esa piedra otra vez consigo.
Hizo su mayor esfuerzo por dos largos años, partió desde la tienda de empeño solo para encontrarse con que todos los objetos de valor en su sitio habían sido robados, viéndose en un callejón sin salida al ni siquiera contar con la piedra en ese lugar, fue como buscar una aguja en un pajar. Pero no se daría por vencido, barrería con todo el pueblo si le fuera posible, buscaría de rincón en rincón hasta dar con ella e incluso estudió la historia de la pequeña pero invaluable piedra que yacía en tan preciada argolla de oro y no fue hasta que descubrió su origen que planificó viajar al país donde muy seguramente la encontraría.
Pero no llegó a concretarse.
Yeonjun murió una fría y solitaria noche en su pueblo, cuando unos ladrones le habían asaltado y él había forcejeado con ellos, negándose a entregar el poco dinero que le quedaba y emprender su viaje. Una filosa navaja en su cuello fue la responsable de poner fin a su vida, para luego despertar en la peculiar taberna del purgatorio.
Misma en la que solamente diez años después conocería a Taehyung.
— Mi abuela solía hablar mucho de piedras preciosas, a pesar de solamente poseer esa única en su anillo de compromiso, eran su más grande pasión. Esa piedra incluso cuenta con leyendas y beneficios espirituales; encontrarla era mi misión y por eso estoy en el purgatorio, este es un pendiente que creo me mantendrá anclado aquí por siempre. —Yeonjun finalizó su relato a la pareja que lo observaba con interés.
Cuando despertó de su desmayo, recibiendo disculpas por parte de su amigo ante el susto que le fue propinado, le llegó la invitación de ser parte de una aventura, de mostrarle al recién llegado la diversidad en el purgatorio y de todo lo que se ha perdido al continuar con vida. Sin embargo, Yeonjun había esbozado un rostro dudoso, no estando muy seguro de pausar su búsqueda por distracciones que no le traería ningún beneficio.
— ¿Tu abuela está aquí? —indagó Jungkook, curioso de escuchar más de su historia.
— No, ella trascendió en paz. Su objetivo de vida era criarme como un hombre de bien y lo consiguió. —sonrió con nostalgia y orgullo, agradecido eternamente con su mamá. —Por eso debo disculparme pero, aunque suelo pasarlo muy bien en los momentos que decido descansar y charlar un rato con Taehyung, sumergirme en un viaje que ocupe más tiempo no está en mis planes.
— ¿Y qué tal si te ayudamos a buscarla? —dijo Taehyung con una sonrisa, la propuesta obtuvo miradas de asombro en las dos personas presentes.
— P-pero eso nos tomará mucho tiempo, ¿no debo volver pronto? —Jungkook estaba preocupado, no sabe muy bien cómo funcionan las cosas en el purgatorio pero es claro que hay un buen motivo por el cual los vivos no cruzan a ese lugar solo porque sí.
— Yeonjun mencionó que hay un sitio en donde esa piedra se originó y, básicamente, el purgatorio es una réplica del mundo de los vivos solo que... Un poco mejorada y menos complicada de transitar. Así que sería más rápido si vamos allá.
— Espera. —Yeonjun se levantó de su asiento, continuaban conversando en una calle estrecha y con ningún alma rondando cerca. —¿Estás proponiendo que vayamos hasta... Ese lugar?
— La verdad no entiendo por qué aún no has ido. —Taehyung se alzó de hombros, pareciéndole la opción más obvia y rápida el ir a ese rincón del purgatorio y poder descansar en paz.
— E-es que... Los muertos de allá son más intensos y... M-me intimidan. —admitió con un poco de vergüenza. —Nunca quise ir solo.
— ¿Y Soobin?
— ¿¡Estás loco!? —abrió sus ojos al no dar crédito a tal propuesta. Recordando todas las ocasiones en las que su otro amigo lo había metido en problemas en el mundo de los muertos. —Con Soobin me habrían despedazado más rápido.
— Pues no se diga más, Jungkook y yo iremos contigo.
— Yo no he accedido a ir. —Jungkook arrugó su frente, extrañado por escuchar la planificación de una aventura en la que no se sentía del todo seguro.
— ¡Por favor...! —Taehyung le dio una súplica alargada, colocándose frente a él con un puchero pronunciado en sus labios para intentar convencerlo. —No puedes decirme que no, soy tu esposo y dijiste que me amas.
— ¡Yo no he dicho eso!
— ¡Anda...! —insistió una vez más, pero esta vez se puso de rodillas y tomó ambas manos del doncel, ocasionando que éste abriera sus ojos por tal acción. —Me tienes a tus pies, Jeon Jungkook, luego haré todo lo que tú me pidas.
— B-bueno, pero ya levántate, por favor. —Jungkook lo tomó de ambos brazos hasta que estuvieron a la misma altura. —No me hagas escenas así.
— Eres el mejor, cariño. —susurró Taehyung, tomando el rostro de Jungkook en sus manos y dejó un sonoro beso en su mejilla, sintiéndolo quejarse por la muestra de afecto y, además, cómo su rostro se calentaba más de lo usual, provocando que sonriera levemente.
— D-deja... —Jungkook se quedó sin aliento, sosteniéndose de los hombros ajenos para luego apartarse despacio. Taehyung solía ser muy lanzado, incluso se lo dijo hace nada pero extrañamente, aunque el contacto era inapropiado y repentino, la verdad fue que no le molestó tanto como creyó. Con disimulo, aprovechando una distracción de Taehyung, acarició despacio en la zona donde recibió el beso.
Fue frío... Pero cálido al mismo tiempo.
— ¡Entonces, nos vamos a...! —Taehyung bajó su entusiasmada sonrisa para reemplazarla por un rostro confuso, al no tener el dato completo. —Eh, Yeonjun, ¿cuál es el origen de la piedra con valor sentimental de tu abuela?
Yeonjun sonrió enormemente al verse en la necesidad de revelar la información.
— ¡México!
— El ópalo de fuego tiene muchas leyendas, como ya les comenté, pero hay una que es mi favorita. —Yeonjun le platicaba a Jungkook mientras caminaban con serenidad, alejándose poco a poco del sector que les correspondía para iniciar su rumbo a la tierra de los muertos en México.
No estaba prohibido cruzar de un lado a otro, tampoco traía consecuencia alguna pero si era poco usual que esto se hiciera debido a la enorme diferencia que existe entre un sector y el otro, por lo que prefirieron ejecutar su plan sin conversarlo con nadie más.
El viaje simplemente consistía en atravesar unas áreas que parecían bastante áridas, señaladas como las divisiones entre los distintos purgatorios que poseía cada país y cultura, respetando las costumbres de cada cual. Lo único que encontrarán en el rumbo serían algunas casas viejas e inhabitadas en ambos costados, además de postes que alumbraban con la luz de sus velas.
Taehyung caminaba detrás de ellos con ambas manos en sus bolsillos, cuidando la integridad física de Jungkook y permaneciendo alerta ante lo que pudiera acontecer una vez estuvieran más alejados porque sabe que Yeonjun tenía razón, en aquel lado del purgatorio los muertos solían ser más intensos.
— ¿Cuál sería? —Jungkook encontró muy agradable hablar con Yeonjun, ya bastante familiarizado con el aspecto físico que poseían la mayoría de deudores en ese lugar, incluso restando importancia a la cicatriz que yacía en la garganta del nuevo acompañante.
— Antes de su independencia e incluso de su conquista, se dice que los mayas y aztecas consideraban al ópalo de fuego como un símbolo de poder. —intentó recordar los relatos de su amada abuela. —Según recuerdo, mi abuelo fue a una expedición en México, adentrándose en una de sus más grandes minas y encontrando varias de estas piedras. Fue así cómo consiguió una para mi abuela y la eligió como la joya con la que pediría unir sus vidas para siempre.
— Eso es tan romántico. —Jungkook soltó un leve suspiro, imaginando cómo se dio aquella propuesta y sonriendo levemente ante la idea.
— ¿Si me meto a una mina y te consigo una piedra también pensarás que soy romántico? —por supuesto que Taehyung tenía que reventar su burbuja de ensoñación con su pregunta, provocando en Jungkook una mueca de impaciencia.
— Calla, deja que Yeonjun nos siga contando. —respondió al ver sobre su hombro al que en ese momento parecía su centinela, quien le dedicó una sonrisa de labios cerrados sin replicar nada.
— Se le conoce como la piedra de la llama interior, por sus colores naranjas y rojizos. Además, existía la creencia de que podía ahuyentar a energías negativas, permitiendo que pudieras conectar mejor contigo mismo.
— ¿Y si crees que esa leyenda es cierta?
— Mi abuela era una mujer muy firme y decidida, así que, creo que sí.
— Yeonjun, lo que dices es tan bon- ¡Taehyung, deja de tocar mi espalda! —Jungkook se volteó abruptamente con el mencionado, encontrándolo varios pasos atrás de él y asustado ante el grito que recibió.
— Ni siquiera estoy cerca de ti. —respondió con tranquilidad, elevando ambas manos para demostrar su inocencia.
Jungkook frunció el ceño y cuando estaba a punto de replicar algo más selló sus labios y abrió sus ojos con miedo, cuando sintió unos dedos piquetear por debajo de su sacó formal.
— Jungkook... —susurró Yeonjun.
— Dime... —la voz de Jungkook salió demasiado pequeña.
— No te vayas a asustar pero...
— ¿Pero...?
— La mano de un muerto te está caminando por la espalda.
Jungkook, sin ser consciente de sus acciones y preso del pánico, corrió rápidamente a los brazos de Taehyung, quién lo recibió muy protector y encontró la mano que vagaba por la espalda ajena. La tomó sin titubeos y la arrojó lejos, escuchando cómo golpeaba con algo y esperando que Yeonjun no se desmaye otra vez cuando lo vio tambalearse.
— ¡Ahg, eso dolió!
— ¡Soobin! —Taehyung lo reprendió al escuchar su voz y reconocerla inmediatamente. De lo que no se enteró, es que el tono que utilizó asustó no solo al recién nombrado, sino también a Yeonjun y Jungkook, éste último refugiándose en su pecho por el repentino cambio de humor que adoptó Taehyung.
Sintió la necesidad de proteger a su doncel contra lo que fuera.
— ¡Perdón! Pero es que los escuché decir que iban a México y yo también quería. —Soobin salió de su escondite, adhiriendo a él la extremidad y con un reflejo de culpa en su mirada, misma que desapareció apenas encontró a Yeonjun. —¡Yeonjun-ie!
— Ay, no puede ser, ahora sí nos van a matar. —Yeonjun rodó sus ojos y dejó caer sus brazos cuando Soobin se acercó a envolverlo con los suyos.
— No digas tonterías, ya estamos tiesos. —Soobin solía ser muy afectivo y cariñoso con Yeonjun porque nunca se quejaba de ello, razón por la cual justo en ese momento no deshizo su abrazo con él.
Sin embargo, el sonido de una garganta aclarándose si lo obligó a tomar distancia y adoptar cierta postura de sumisión ante el hombre que portaba ahora una mirada bastante gélida hacia él.
— Si querías ir pudiste mencionarlo, no ocultar tu mano en la espalda de mi esposo y asustarlo así. —Taehyung tenía un tono de voz bastante severo, intimidando por completo a los chicos frente a él.
— E-estoy bien. —escuchó a Jungkook decir mientras salía de su escondite y lo encaraba con timidez. —N-no les hables tan fuerte, tú me asustaste más hace un momento.
Taehyung parpadeó algo confundido, como si hubiera despertado de algún trance y le dio su atención. Hizo una línea en sus labios y asintió lento, rendido ante la petición de Jungkook y dejándolo libre de su protección.
— Solo promete que no harás que nos metan en ningún problema. —le pidió Yeonjun a Soobin, observando cómo asentía como si fuera un cachorro regañado y, siendo inevitable no conmoverse, sonrió para él, tratando de mermar cualquier sentimiento negativo en su amigo. —Entonces, en marcha.
Jungkook y Taehyung iban unos pasos más atrás de ellos, dejando atrás lo ocurrido y enfocándose en continuar con sus planes, además, les era entretenido observar cómo los dos chicos reían por cualquiera fuera la plática que sostenían mientras, por su parte, iban admirando los colores y fantásticas vistas, permitiéndose acunar en la calma de ese instante.
— ¿No estás nervioso? —la voz profunda de Taehyung atrajo la atención de Jungkook, buscando su mano y enlazándola con ella.
Jungkook no opuso resistencia ni replicó nada ante el gesto, por el contrario, afianzó el agarre para tratar de tranquilizarse a sí mismo y pretendió que ya era un acto normal entre ellos.
— ¿Tú permitirías que alguien me lastime?
— Nunca.
— Entonces no tengo por qué estar nervioso. —Jungkook le sonrió a Taehyung, no estando seguro el por qué tomó ese rumbo de la conversación y tampoco alentarlo de esa manera pero probablemente la respuesta está en la sonrisa geométrica que recibió por sus palabras.
Taehyung era algo agradable... Solo algo.
— Yo no era nadie cuando viví, fui forzado a rodearme de un círculo social al que no pertenecí nunca y todos se encargaron de hacérmelo saber diario, sin falta alguna. —Taehyung soltó repentinamente ese comentario. —No valía nada, fui un perdedor desde que era un niño hasta la causa de mi muerte. ¿Qué tan patético es morir sólo, en medio de un bosque y que nadie hallara tu cuerpo?
Jungkook no dijo nada cuando lo vio esbozar una sonrisa muy triste y permitió que continuara desahogándose.
— Nunca fui alguien a quién los demás escogieran para algo. ¿Te dije que incluso debieron elegir a mi prometido? Mi vida entera iba a ser un chiste de mal gusto, nadie nunca me quiso y probablemente, estando aquí en el purgatorio, nadie nunca lo haga. —le dedicó una mirada apesarada y opaca a Jungkook. —Lo que ves aquí no es cómo fui en verdad. Al otro lado es seguro que ni siquiera hubiera tenido el valor de hablar con un doncel tan hermoso como tú por iniciativa propia.
— T-Taehyung... —Jungkook se ruborizó ante el comentario, intentando detenerlo porque sentía sus ojos picar por todas esas palabras y no entendía por qué.
— Hasta nuestra unión ha sido forzada, un accidente o acontecimiento que no debió ocurrir, ¿te das cuenta?
— Ya no sigas...
— Porque tú tampoco me habrías escogido, Jungkook, entre lord Min y yo, seguro que él hubiera sido la mejor opción sin importar las circunstancias.
Y no sabe por qué, pero eso último quebró algo dentro del doncel, consiguiendo que unas lágrimas viajaran por su rostro, descendiendo hasta su barbilla para caer al suelo y perderse en el olvido. ¿Por qué la historia de Taehyung le dolía tanto? ¿Por qué, de todas las casualidades de la vida, tuvo que cruzar camino con él y sentirse tan confundido?
Hace unas horas o un par de días, no estaba del todo atento al tiempo que lleva ahí pero, seguía amando al lord Min Yoongi. Y ahora se siente fragmentado, inseguro y tampoco sabe qué debe decidir una vez que regrese a su plano terrenal.
Apartó su rostro sin permitir que Taehyung se enterara que había comenzado a llorar pero fue inútil cuando sintió que sus pasos se detuvieron y una mano, helada pero con suma gentileza, se posaba en su mejilla para que viera el rostro de quien le hablaba en ese momento.
— No llores. —Jungkook sintió como el frío pulgar en su rostro limpiaba una lágrima perdida en él e inconscientemente se inclinó más hacia el tacto que lo reconfortaba, a pesar del contraste de temperaturas. —No te cuento esto para que estés así, sino para que entiendas el por qué no me siento cohibido en este sitio y... De cierto modo, la muerte fue un alivio para mí.
— ¿I-incluso si tuviste que morir joven? Porque no es justo, tenías tanto que vivir y... Perdiste esa oportunidad.
Aquellas palabras descolocaron a Taehyung, comprendiendo lo empático y frágil que Jungkook en realidad podía llegar a ser.
— ¿Sabes? Tal vez tengas razón y yo no sea nadie a quien debas prometerle nada. —le susurró de tal modo que esa conversación quedara entre ambos, permitiendo que el otro par fuera totalmente ajeno a lo que acontecía. —Pero cuando regreses al otro lado, dime que vas a vivir con plenitud, disfrutar de todo sin que nadie te limite, sin que te digan qué hacer, no te someterás nunca a otros y serás libre de todas las ataduras que intenten imponerte. Seguro no será fácil, pero no quiero que te vayas de aquí siendo la misma persona que entró... Al menos no con la mentalidad de ir a ser el sirviente de otro hombre.
— No sé cómo lograré eso.
— Para eso estamos aquí. —Taehyung le obsequió la sonrisa más grande y reconfortante que pudo, tratando de transmitir confianza con ella. —Promete que al menos lo intentarás.
— Lo prometo. —respondió en voz baja, observando fijamente los ojos contrarios, en un microsegundo había desviado su mirada en la profunda herida que Taehyung conservaba en su rostro, no le gustaba pensar en cómo pudieron ser sus últimos minutos en la tierra y tal vez, muy en el fondo, le habría gustado ayudarle en impedir que le hicieran tanto daño.
Taehyung disimuló un poco su apacible rostro y volvió a tomar su mano para alcanzar a la otra pareja que ya iban muchos pasos más adelantados a ellos.
Pasado un rato después, vieron que se iban aproximando al centro del purgatorio, ese lugar conocido como "La tierra de los recordados", según lo que Taehyung había leído tiempo atrás en un libro.
Llegaron a lo que parecía un risco bastante alto, obteniendo una visión panorámica de todo el paisaje, mismo que arrancó expresiones de asombro por los cuatro viajeros. Y es que no podían creer cuán colorido, fiestero y alegre podía llegar a verse el mundo de los muertos.
Con más entusiasmo y curiosidad, continuaron su camino hasta bajar más cerca de esas tierras y contemplar sus alrededores.
— Todo esto es tan... Increíble. —murmuró Jungkook, viendo en todas direcciones, sin decidir aún cuál era su parte favorita en todo ese lugar; desde los banderines multicolores adornando las calles de extremo a extremo, muchos esqueletos o personas vistiendo trajes coloridos y típicos de la zona, cargando consigo flores, instrumentos musicales como guitarras; algunos niños corrían con juguetes en sus manos o comida.
De repente, algo voló muy bajo y cerca de ellos, Taehyung cubrió a Jungkook de lo que él habría creído que era un águila pero al ver con mayor detalle descubrió de qué se trataba en realidad.
— ¡¿Eso es un perro volador?! —exclamó Soobin, asustado y maravillado a la misma vez. —¡Allá hay más!
— Alebrijes. —corrigió Taehyung, ganándose la atención de todos.
— ¿Qué son? —quiso saber nuevamente Soobin. —Son de diferentes especies y tamaños.
— Guías espirituales. —fue el turno de Yeonjun para aportar a la conversación con lo que recuerda haber leído en la biblioteca de Taehyung. —Es una creencia cultural en este lado del mundo. Se dice que cada persona tiene a su propio guardián de almas y es el encargado de traerlos hasta aquí.
— ¿A mí me trajo uno de esos? —Jungkook tenía sus ojos brillantes y soñadores al pensar que algo tan hermoso podría ser parte de él.
— No, tú viniste- —Yeonjun se calló al ver cómo Taehyung negaba repetidas veces en su dirección, tratando de impedir que revelara los detalles de ese viaje. —Eh, tú solo apareciste en el suelo de la taberna.
— Oh... —hizo un puchero, decepcionado de no ser parte de algo tan bonito como lo que ahora le rodeaba.
— ¡Amo estas flores! —Soobin se acercó al grupo con un ramo de flores naranjas, típicas de la zona. —Son flores de Xuchilipilco.
— ¿Xuchilipilco? —Yeonjun tomó una de las flores sin escuchar bien el nombre que le dio Soobin, mientras lo veía regalarle unas cuantas a Jungkook y Taehyung los veía con pánico al escucharlos hablar.
— Sí, algo así se llama creo. Xuquilipilco.
— Son las flores de Xochimilco. —Yeonjun dijo con obviedad.
— Ese no es su nombre, Yeonjun-ah. —Soobin replicó de nuevo, demostrando tener la razón. —Espabila un poco, ni que anduviéramos en trajineras.
— No puedo creer que de los dos ustedes no salga ninguno bueno, ¡son las flores de cempasúchil! —corrigió Taehyung ya harto de escuchar tantos errores.
— Mira, hice una corona para Jungkook. —Soobin intentó despistarlo con inocencia para que calmara su enojo, pero Taehyung solamente suspiró con impaciencia.
Taehyung tomó en sus manos la corona de flores de cempasúchil que le fue extendida y volteó a ver a Jungkook, quien ya tenía sus mejillas enrojecidas de ver lo hermosas que eran.
— ¿Me permites? —Taehyung quiso obtener antes la autorización de Jungkook para colocar el objeto sobre su cabello, obteniendo una afirmación leve con su cabeza.
Una vez que reposó la corona sobre Jungkook, los tres sonrieron de ver al doncel tan perfecto con ese adorno.
— Si te maquillamos podrías verte como una catrina. —propuso Soobin.
— ¡Es una magnífica idea! —Yeonjun tomó del brazo a Soobin y tiró de él para llevarlo a buscar algo a unos pasos de donde se encontraban.
— ¿Qué es una catrina? —Jungkook se dirigió a Taehyung, quién se había perdido un momento en la belleza del doncel, mismo que lo trajo de vuelta ante la pregunta que le hizo.
— S-son un símbolo de igualdad, cariño. —tragó con dificultad, intentando aterrizar sus ideas correctamente. —Hace poco, en el mundo terrenal, las personificaron como una crítica para las clases sociales privilegiadas pero aquí son un recordatorio que en el mundo de los muertos todos somos iguales.
— Me encanta este lugar y sus costumbres. —le brindó una sonrisa tranquilizadora. —¿Cómo sabes tanto?
— Bueno, no sé si lo has notado pero estando aquí las opciones de un pasatiempo son limitadas, no cae mal leer unos cuantos libros si tu biblioteca es enorme. —Taehyung señaló su propio brazo para que Jungkook lo tomara y siguieran caminando de esa manera.
— Ese es un gusto que compartes con papá, recuerdo que a él le gustaba mucho leer.
— Aún lo hace, él me contagió ese hábito. —Taehyung escuchó la suave risa de Jungkook, era verdaderamente fácil tomarle cariño a alguien como él, quien se daba a querer con cada gesto o comentario.
— ¡Miren lo que traemos aquí! —Yeonjun atrajo la atención de la pareja al aparecer sonriente frente a ellos con pinceles y pinturas en sus manos.
— Jungkook-ah, debes vestirte también para la ocasión. —Soobin apareció con un traje bastante particular, mismo que ya había visto portar en algunos cadáveres que rondaban cerca.
— Yo... No estoy seguro. ¿Es buena idea? —volteó hacia Taehyung, tal vez en espera de algún tipo de autorización de su parte.
— Es tu decisión. Si no lo quieres usar no pasa nada.
Jungkook lo meditó por un rato, Taehyung le estaba ofreciendo alternativas, lo cual agradeció. Pero los chicos, muy entusiasmados frente a él, parece que calaban en su interior y no pudo negarse a su petición. Asintió para ellos, viéndolos festejar emocionados por prepararlo.
— ¡Vamos! —Soobin extendió su mano hacia él, quien la tomó con una sonrisa bastante apenada y tomaron rumbo a lo que parecía una pequeña casa desocupada.
Taehyung había hecho el amago de seguirlos y entrar con ellos pero Yeonjun lo detuvo colocando una mano en su pecho.
— Tú espera aquí por tu catrina.
— Estás loco, no dejaré que ustedes estén a solas con él. —le dedicó una mala mirada, misma que no sirvió para nada cuando Yeonjun le dio leves empujones para que se alejara de la entrada.
— Confía en nosotros, será una sorpresa agradable, lo prometo.
— Lo mismo dijiste cuando fuiste al purgatorio de Grecia y apareciste con un perro de tres cabezas persiguiéndote.
— E-esta vez es diferente. —y con los nervios de recordar aquel incidente nada agradable cerró la puerta en el rostro de Taehyung. Es que nunca pensó que el perro fuera el mismísimo guardián del inframundo griego y además tan territorial.
Taehyung mordía sus uñas con ansiedad, no sabe cuánto tiempo ha pasado Jungkook con Soobin y Yeonjun dentro de esa casa pero siente que la espera ha sido eterna. En muchas ocasiones se vio en la necesidad de aventar esa ridícula puerta de madera y sacar de ahí al doncel pero se contuvo porque, al menos esta vez, quería creer en que prepararían una agradable sorpresa.
— ¡Taehyung! —gritó Soobin desde la entrada, obteniendo inmediatamente la atención del nombrado. —Esto te va a encantar. Permíteme presentarte a tu esposo en versión catrina.
Taehyung rodó los ojos ante la falta de creatividad de su amigo, por no escoger un nombre como tal para el doncel. Pero eso pasó en segundo plano cuando de la puerta emergió Jungkook con un impecable maquillaje blanco en su rostro y figuras negras adornando el contorno de sus ojos, su frente, sus pómulos y barbilla; Soobin le había conseguido un traje de mariachi en tono azul oscuro, adornado por una rosa en su pecho y un moño muy bien hecho en su cuello.
Era surreal. Tanto así, que Taehyung se quedó sin habla y con la boca abierta durante un tiempo prolongado, dejando al doncel comerse en ansías por no obtener algún veredicto de su parte.
— Te dije que lo dejaríamos sin aliento. —Yeonjun se mofó orgulloso al lado de Jungkook, feliz con los resultados obtenidos. —¿Qué les parece si vamos a la fiesta del centro y luego a buscar la piedra? No podemos perdernos de ese desfile.
Sin decir ninguna palabra, ni cambiar la expresión de su rostro, Taehyung asintió, no despegando su atención de Jungkook en ningún momento.
— ¿Me dirás cómo me veo? —Jungkook no pudo más con la incertidumbre y preguntó directamente lo que necesitaba saber, siendo testigo del repentino susto que tuvo Taehyung al caer a la consciencia nuevamente y carraspear su garganta.
Tal acto provocó una pequeña sonrisa en Jungkook.
— Te ves precioso, muñeco. —sonrió igual para él, pronunciando esas palabras sin titubeos ni filtro alguno, jamás se guardaría para sí mismo ningún elogio que pudiera darle a Jungkook porque es lo que él provocaba. —¿Nos vamos?
Cuando Jungkook intentó acercarse a Taehyung, Soobin lo detuvo, aún sosteniendo todo el maquillaje que habían utilizado.
— No-oh. —Soobin alzó su índice hacia Taehyung para negar, quien lo vio con reproche.
— ¿Ahora qué?
— La catrina debe ir con su catrín, es una tradición.
— ¡Eso no es exigido! Y en todo caso, Jungkook también es un catrín.
— Para mí sí es una catrina y a él le gusta. —sentenció Soobin con su barbilla en alto. —O te maquillas también o no vas a su lado.
— Dame eso. —Taehyung arrebató de sus brazos la pintura y se encaminó a colocársela también en su rostro.
Jungkook no pudo hacer más que reír ante la interacción de ambos. Podía comprender cómo es que funcionaban los tres amigos, además de parecerle tierno el vínculo que parecían haber formado.
Se perdió en sus pensamientos, analizando que estaba rodeado de gente que ya había fallecido hace tiempo y sus tres acompañantes tenían la coincidencia de haber muerto asesinados tan jóvenes pero en distintas épocas porque, según ellos mismos le habían comentado, Soobin también fue asesinado por proteger a su hermana pequeña de unos asaltantes.
No sabe qué le seguirá cuando regrese al mundo de los vivos, tampoco sabe los caminos que deberá escoger una vez se vea en la necesidad de ser él quien imponga las decisiones que lo llevarán a su futuro. Pero lo que sí sabe es que visitará las tumbas en las que descansan esas tres divertidas personas que están con él y honrará sus memorias de la mejor manera, el primer paso sería construir algo digno para Taehyung.
— Pensé que no podía verme más muerto de lo que estoy pero me equivoqué. —la voz de Taehyung lo sacó de su ensoñación, buscándolo desde el lugar que lo escuchó hablar y abriendo sus ojos con asombro.
Taehyung había aparecido con el mismo maquillaje en su rostro y un traje de mariachi que se ceñía muy bien a su cuerpo. No supo qué sintió en sus adentros cuando lo vio sonreír con altanería, similar a la misma sonrisa que le brindó cuando recién había llegado a ese lugar pero esta vez, lejos de molestarse, algo revoloteaba en su interior y podría jurar que eso no era nada bueno... Porque se sintió bien.
— ¡Entonces nos vamos! —el entusiasmo de Yeonjun y Soobin desbordaba y contagiaba a quien estuviera cerca.
Corrieron hacia donde el ambiente festivo se veía más fuerte y dónde la música resonaba con vigor y algarabía.
Taehyung extendió su mano para su doncel, quien lo observó con sus ojos brillantes.
— Mi catrina, hay a divertirnos.
Jungkook no lo dudó, enlazando su mano una vez más con el hombre que se había ya auto proclamado como su esposo y siguiéndolo con expectativa; olvidando que tan solo un corto tiempo atrás estuvo a punto de jurarle amor eterno a un cínico que se atrevió a dejarlo plantado, olvidando que su corazón supuestamente le pertenecía a otro y viviría el resto de su vida a su lado, enterrando una parte del recato que debía guardar en una festividad y con el que siempre fue educado para caer en gracia a su futuro esposo.
Por primera vez, Jungkook estaba viviendo, celebrando lo magnífico que era existir aún si, irónicamente, lo hacía rodeado de gente que ya no pertenecía al mundo de los vivos.
Entre festejos, risas con sus compañeros y bailes observó a las catrinas reales caminando con elegancia y portando sus vistosos trajes, altas coronas o flores en sus negras cabelleras, alebrijes revoloteando de un lado a otro y deslumbrando por doquier gracias a sus colores tan únicos, mariachis cantando con voces espectaculares para amenizar todo el lugar.
Los muertos celebraban en medio de lo que parecía una calle infinita y a sus laterales otros más parecían recoger, de lo que intuía eran altares, pequeñas ofrendas para ellos, obsequios del mundo de los vivos. Tampoco perdió el detalle de ver a Soobin y Yeonjun brincando emocionados de un lado a otro, tomados de las manos y completamente ambientados al lugar.
Miró a Taehyung, quien permanecía siempre a su lado y, para su sorpresa, éste ya se encontraba viéndolo de vuelta, consiguiendo que se sonrojara pero no bajó su amplia sonrisa.
— Este sitio es enorme, ¿cómo está distribuido?
— En donde estamos ahora es la tierra de aquellos muertos que constantemente son recordados por su familia en la tierra de los vivos. —entrelazó sus dedos con los ajenos mientras caminaban en medio de todos. Y luego Taehyung le señaló hacia un pasillo de flores de cempasúchil que parecía infinito, con pétalos esparcidos por el viento, de manera muy hermosa en todo lo que abarcaba ese sitio. —Ahí es por dónde verás a los alebrijes más seguido, porque es de donde traen las almas de sus fallecidos.
Jungkook no podía estar más contento, Taehyung sabía mucho sobre todo lo que le preguntaba, era una excelente compañía para conocer mejor lo que involucra permanecer en donde se encuentran.
— Y de aquel lado verás a los Xoloitzcuintles. —apuntó con su dedo en dirección contraria, Jungkook abrió sus ojos con atención al observar canes bastante peculiares y diferentes a los que acostumbró haber conocido. —La diferencia con los alebrijes es que ellos no son guías del plano de vida al plano de muerte, si no que son guardianes de las almas en todo el Mictlán.
— ¿Parecido a Cerbero con el inframundo de los griegos?
— Sí, solo que, en lugar de un imponente perro de tres cabezas, estos son como perros chiquitos y calvos. —Taehyung se encogió de hombros pero le fue inevitable no elevar la comisura de sus labios al escuchar una carcajada de Jungkook.
Se disponían a seguir recorriendo todo el espacio en medio de tanto festejo pero uno de los muertos se aproximó a ellos con mucha euforia y espíritu festivo.
— ¿Un chupito de tequila, jóvenes? —ofreció, primero sirviendo un vaso para él mismo y bebiendo el contenido. Jungkook no pudo ocultar su sorpresa y asco al ver que al hombre le faltaba un pedazo de carne en su pecho y la bebida se deslizó por ese hueco como una cascada.
Como si nada hubiera pasado, el hombre sacó dos vasos tequileros más y empezó a servir la bebida sin siquiera haber recibido respuesta alguna de la pareja frente a él.
— ¿E-eso es alcohol? —la inocencia de Jungkook salió a relucir al sentir el fuerte aroma del trago picar en su nariz y viendo a Taehyung recibir las bebidas sin más, mientras el hombre se retiraba muy feliz a seguir ofreciendo tequila a los demás muertos.
— No te puedes ir de aquí sin antes probarlo. —extendió un chupito hacia Jungkook, quien lo tomó en sus manos sin saber exactamente qué hacer con él.
— Nunca he bebido alcohol si no viene en una botella de vino. No puedo hacerlo. —intentó devolver el trago a Taehyung pero este lo empujó de nuevo hacia él.
— Lo haré contigo. —ofreció contento, levantando su vaso frente a Jungkook. —No lo dejes en tu boca para saborearlo, traga de un golpe, ¿sí?
— ¿Por qué voy a beber algo que no sabe bien?
— Te va a gustar, lo prometo, aguanta aire en tu garganta cuando des el trago, ¿listo?
— No...
— ¡Ya! —Taehyung empinó el trago en su boca tal como le había explicado a Jungkook, pasando el líquido y arrugando levemente el rostro al sentir como su garganta escocía por el alcohol. —Si está algo fuerte.
— No puedo hacerlo, Taehyung. —Jungkook estaba a punto de bajar la mirada al suelo por sentir que le había fallado a su compañero pero Taehyung no permitió que se consumiera en esa idea.
— Estoy aquí para ti, te lo dije. —lo sostuvo del mentón y de uno de sus hombros. —Anímate, cariño, la única forma de saber si te gusta o no es probándolo.
Jungkook formó una delgada línea en sus labios debido a su inseguridad pero al sentir esos ojos de Taehyung, apagados por una desdichada tragedia pero contemplándolos con anhelo, era imposible negarse. Y confió en él una vez más, al colocar el vaso en sus labios y beber el contenido tal y como le fue instruido, comenzando a toser y arrugar su rostro por lo fuerte que se sintió.
— Me quema la garganta. —dijo con dificultad y dando golpes en su pecho mientras Taehyung le daba unas palmadas suaves en la espalda para acto seguido guardar silencio entre ambos y estallar a carcajadas. Ciertamente, con un vaso de tequila fue suficiente para alivianar un poco su cuerpo y mente.
— ¿Te gusta todo esto? —Taehyung se acercó a él, paseando sus ojos por todo el rostro del doncel y recibiendo una efusiva respuesta afirmativa, lo cual provocó que su corazón se hinchara de orgullo al haber conseguido su objetivo principal.
— Nunca había estado en algo así, todo esto es una locura; la fiesta, la gente vestida tan bonita y contenta. ¿Lo hacen los vivos en México?
— Creo que no, pero no estaría mal que hicieran algo parecido para sus difuntos, ¿qué piensas?
— Sería bastante divertido. —Jungkook sonrió enorme para él, arrugando las esquinas de sus ojos y un poco su nariz. Definitivamente lo más tierno que Taehyung había visto jamás.
Y estuvo a punto de elogiar tal expresión, de hacerle saber cuán hermoso y adorable es sin necesidad de verse como un muñeco de porcelana que solo cumple órdenes de su madre o de un prometido que no lo valora como la joya que es. Pero Yeonjun y Soobin interrumpieron abruptamente el momento al aparecer agitados y corriendo hacia ellos.
— ¡Conseguí el ópalo de fuego! —gritó Yeonjun pero no fue con emoción, sino con... ¿Miedo?
Taehyung frunció el ceño y tomó la mano de Jungkook para jalar de él, no tenía un buen presentimiento.
— ¿Por qué creo que te metiste en problemas?
— ¡Porque no le gustó nada al señor que entráramos a su mina! —Soobin venía detrás de él y en persecución un señor que se veía bastante mayor, con un traje de minero y muy iracundo, sostenía un pico de cavar empuñado en sus manos. —¡Corran!
Jungkook y Taehyung abrieron sus ojos con miedo para empezar a acatar la recomendación y alejarse a toda prisa del lugar, huyendo lo más rápido que se les permitía del mal humor del hombre.
— ¡¿Cómo demonios hallaron una mina en medio de una fiesta?! —Taehyung corría con todas sus fuerzas, no por él, sino por proteger a Jungkook, quien probablemente debía ir agotado pero no podía detenerse.
— ¡No sé si te has percatado que todo en este lugar se encuentra en un mismo sitio! —Yeonjun corría liderando la marcha, el detalle que ninguno pudo apreciar es que éste se encontraba con una enorme sonrisa y lágrimas de realización cayendo en él. Lo había conseguido, por fin había obtenido su boleto al descanso eterno.
Una vez el peligro había desaparecido, al haberse alejado de la zona lo suficiente para ya no ser detectado por otros muertos, se permitieron detenerse, con un corto suspiro cada uno pero con un Jungkook muerto en jadeos por la infinita persecución.
— Muñeco, ¿estás bien? —Taehyung se aproximó a tomarlo de ambas mejillas para conectar sus miradas, siendo consciente del peligro al que lo expuso hace nada, y grande fue su sorpresa cuando Jungkook estalló en carcajadas. Se sintió un poco aturdido ante tal gesto.
— ¡Eso fue genial! —exclamó con euforia, la adrenalina aún corriendo por sus venas y bombeando en su corazón a mil, tomó ambas manos de Taehyung para sacudirlas con diversión. —Hay que repetirlo.
— ¡Sí! —Yeonjun y Soobin gritaron al unísono, estando de acuerdo y chocando los cinco entre ellos.
— No más tequila para ti, cariño. —Taehyung revolvió la cabellera negra de Jungkook, apreciando el sonrojo en sus mejillas. De verdad, era imposible no tomarle aprecio a su doncel si se comportaba así siempre.
— Bueno. —Yeonjun intervino para no alargar el momento. —Odio ser aguafiestas pero debemos regresar a nuestro purgatorio y ver qué decide hacer la balanza conmigo.
Soobin asintió cabizbajo, al igual que Taehyung. Eran conscientes que una vez las almas expían sus pecados y purgaban sus penas, el momento de trascender llegaría y no volverían a ver a su amigo nunca más.
Yeonjun tomó la mano de Soobin, en un intento de consolar a su amigo en los últimos instantes que le quedarían de compartir a su lado.
Taehyung y Jungkook pretendían seguirles el paso con cierta distancia, pero Jungkook detuvo a su acompañante, quién no entendió el por qué de su comportamiento.
— Habrías sido tú. —susurró Jungkook para Taehyung, quien aún permanecía muy cerca de él y frunciendo el ceño al ser ajeno a tales palabras.
— ¿El qué?
Jungkook simplemente negó con una sonrisa y siguió caminando a su lado, dejando ese tema para después, o para un día que tuviera más claro qué ocurría dentro de él.
«Te habría escogido a ti.»
Feliz casi calaverita. Los quiero🐁
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