XXVI Despertar
Viernes 29 12 2023
A las cinco y media de la mañana todos están ya en el comedor desayunando, apenas ha pegado ojo ninguno de ellos dándole vueltas a la cabeza. Nadie dice nada, permanecen expectantes, esperando que lleguen las seis.
Nada más llegar la doctora busca la cafetera y una taza para echarse un café. Lucy corre a su lado.
—Eli, ¿podré estar dentro con vosotros cuando despierte mi hermano?
La doctora le da un sorbo al café, alargando el interés de la niña.
—Está bien, pero prométeme que no dirás nada hasta que yo te de permiso. Tenemos que evaluar antes el estado físico y mental del paciente.
—Está bien, lo comprendo, gracias.
La doctora apura su café y sale en dirección a la gran sala.
—¡Vamos! —avisa a la niña que al verla salir, corre para cogerse de su mano. En la puerta de la sala acristalada las espera Fátima con la ropa que han de ponerse antes de entrar en el quirófano.
Dentro ya les está esperando Rosita revisando los equipos electrónicos, saluda al verlas entrar:
—Buenos días, jefa. Buenos días Lucy, hoy es el gran día, traeremos a tu hermano de regreso a la tierra —afirma deslumbrante de optimismo.
—Bien, empecemos con la reanimación —toma la palabra la doctora—. Buenos días IAC, estás preparado.
—Buenos días, doctora. Déjeme un instante para informar y preparar a Marko.
—Me parece bien —confirma sorprendida ante la respuesta de la IA, no termina de acostumbrarse a ese tono amigable y confiado, todavía resuena en su memoria los acontecimientos pasados.
†
—Marko.
—Dime IAC.
—Ahora vamos a despertarte, permanece tranquilo, todo irá bien.
—Ok, amigo, como decidas que es mejor. Yo ya estoy preparado y tengo ganas de regresar a la vida.
—Está bien, primero activaré los sentidos, para que puedas oír, hablar y ver con tu ojo normal, el otro permanecerá vendado. En la sala están la doctora Eli, un par de mujeres de su equipo y una sorpresa para ti. —Hace una pausa—. La doctora irá guiándote una vez recuperes los sentidos. IAC irá ajustando las conexiones para que todo funcione bien.
—Gracias amigo, ha llegado el momento de regresar a mi vida.
†
Lentamente el muchacho va despertando, abre el ojo para ver a su lado a la doctora, siente como le coge la mano.
—Hola, Marko. Soy Eli. ¿Puedes escucharme?, ¿y verme?
—Hola, sí. Es usted muy guapa —responde lo primero que se le viene a la cabeza—, parece un ángel.
La doctora sonríe y vuelve con otra pregunta:
—¿Sabes cuántos años tienes?
—Bueno, esa es una pregunta difícil. No sé cuánto tiempo he estado dormido. La última vez tenía dieciséis. ¿Y usted?
La doctora queda sorprendida por la fluidez en la conversación y el magnetismo natural que desprende el muchacho. Mira a sus compañeras y comprueba que igualmente lo miran asombradas.
—¿Tienes recuerdos de tu vida pasada?
—Sí, gracias a IAC lo recuerdo todo —responde con ternura—. Es más, tengo la sensación de que ahora sé mucho más que antes.
—¡Vaya! Eso es una buena noticia —busca con la mirada al ojo de la esfera, crece su curiosidad por saber cómo ha sido el contacto y la relación entre ambos.
Busca de nuevo al muchacho para continuar con él la conversación:
—¿Sientes mi mano? ¿Tienes algún dolor en la cabeza o en algún lugar? ¿Te sientes mareado?
—Sí, no y no —responde escuetamente esbozando una ligera sonrisa.
—Está bien. Me alegro —continúa la doctora— Ahora, con la ayuda de Fátima te iremos incorporando despacito para que te sientes sobre la cama.
Con delicadeza le cogen por los brazos y la espalda, hasta dejarlo sentado, tras lo cual empiezan a hacerle algunas pruebas de movilidad. Primero con el brazo y piernas naturales y luego con las mecánicas.
—¡IAC! —Vuelve la cabeza buscando a la esfera—. Esto que me has puesto es una pasada, funcionan perfectamente, es como si... no, son mejores. Gracias.
—Vamos con calma, Marko. Todavía no sabemos si hay que hacer algún reajuste —llama la atención del muchacho la doctora mientras busca a Rosita.
Esta la mira sorprendida mientras señala a los monitores.
—Está todo correcto. IAC los ha ido ajustando todo a medida que hacíais las pruebas. ¡Es asombroso!
Eli comienza a darse cuenta de que había estado tan centrada durante todo ese tiempo en su propio proyecto, que no se había parado a pensar en el avance médico tan grande que estaban llevando a cabo y las posibles repercusiones que podría tener en la medicina, ni siquiera se había parado a pensar cómo respondería el muchacho después de traerlo de vuelta.
—Bien, Marko. —Se recompone—. Ahora tengo para ti una sorpresa, alguien quiere verte... —Se vuelve para señalar a la niña.
Lucy permanece junto a Rosita, se muestra tímida, algo confusa, sus ojos azules abiertos como platos y su rostro de asombro. Tenía tantas ganas de volver a ver a su hermano despierto, que ahora que había llegado el momento, se siente paralizada, tiene dudas y le preocupa que haya cambiado.
Marko se vuelve para buscarla su rostro resplandece al reconocer a su hermana.
—Hola, Lucy, no vas a venir a darme un abrazo.
La niña corre para cogerse de su pie, y empieza a llorar. Marko la recoge y la sube sin ningún esfuerzo. La niña se abraza a su cuello.
—Ya, que me vas a romper los huesos —bromea el muchacho, para acto seguido darle un lametazo en la mejilla.
La niña comienza a reír estrepitosamente
—¡Ah, qué asco! —protesta—. Este es mi hermano, no me lo han cambiado —confirma emocionada. Se limpia con la mano y busca a la esfera—. IAC, por favor, puedes quitarle esta manía tan fea a mi hermano.
—Sí, ¿quieres? —responde confundida la IA.
—¡No! —grita mientras se lanza y le devuelve el chupetón al hermano para romper a reír—. Te la debía.
La doctora coge a la niña y con delicadeza se la pasa a Fátima y vuelve su atención sobre el paciente mientras va desconectándole de los aparatos.
—Bien, Marko. Me alegro mucho de que todo vaya correctamente. De momento vamos a esperar un par de días antes de retirarte la venda del otro ojo, vamos a ver como evolucionas y si todo va como esperamos te la quitaremos lo antes posible.
—Como quiera doctora, lo que usted vea mejor. Ahora... me gustaría comer algo —se echa la mano a la barriga—, estoy hambriento.
Las mujeres rompen a reír mientras Marko de un salto baja de la cama de operaciones, se balancea un poco para mantener el equilibrio. Lucy se pone a su lado y él se apoya en su hombro.
Tras quitarse la ropa del quirófano, salen de la sala, fuera les espera Mamí con un paquete en la mano, el capitán está a su lado, la buena mujer no puede aguantar y salta visiblemente emocionada sobre el muchacho para darle un abrazo.
—¡Ay, mi niño, mi niño! —No puede decir más palabras, lo suelta y extiende la mano con el paquete—. Toma... Pensé que te gustaría conservarlo para cuando volvieras.
Marko recoge el paquete y queda mirándolo lo abre con cuidado, en el interior sus chanclas, su camiseta gris con la "A" anarquista, el pantalón con la cartera y el teléfono móvil y la bata de su madre, todo remendado y limpio.
—¡Vaya! Sí, me gusta mucho —queda conmocionado por unos segundos, presta su atención a la chapa identificativa de la madre todavía en la bata. Muchas gracias.
—Ella vive en ti, te pareces tanto a ella que me parece estar viéndola ahora mismo. Su belleza, su humildad, bondad y entrega se refleja en tu rostro.
—Está bien —cambia la doctora el tema—. Lucy acompaña a tu hermano al baño para que se asee y se vista. Os esperamos en el comedor, quiero despedirme antes de salir.
Lucy guía a su hermano, no deja de hablarle y contarle sobre la Cueva y el equipo, para ella todo es una increíble aventura y ahora que cuenta con él, todo le resulta más emocionante. Tras salir del baño, de camino hacia el comedor pasan por el gimnasio y sala de relajación.
—Seguro que la doctora te pone una tabla de ejercicios, es muy estricta con algunas cosas, pero es un amor.
Marko se ha detenido, mira hacia una ventana de la sala de relajación. Dentro un hombre permanece sentado en posición de loto.
—Es el doctor Lee, es un genio, sabe de todo —sonríe la niña—. Lleva ahí desde que nos levantamos, no se mueve ni un pelo y eso que no tiene ninguno. Se supone que medita porque es budista o algo así, pero yo creo que está durmiendo. Ven vamos.
Llegan al comedor, los ojos de Marko se abren como platos al ver tanta comida, la hermana sonríe estrepitosamente. Todos miran curiosos al recién llegado, tratan de ser amables.
Joanna se acerca para ofrecerle una bandeja y un vaso.
—Puedes comer todo lo que quieras, pero ve despacito para ir preparando a tu estómago, vayas a sentirte luego mal.
—Muchas gracias, señora, no se preocupe tendré cuidado —responde mientras empieza a poner un poco de todo dentro.
En una mesa los esperan Eli y Rosita. Los hermanos se sientan junto a ellas. Marko comienza a devorar todo lo que tiene en el plato.
La doctora da un largo sorbo a su café y empieza a hablar:
«Marko, ahora tengo que salir. Queremos mostrar al mundo los importantes avances que hemos conseguido. Es importante que la opinión pública esté informada, la gente necesita ilusión y esperanza, con su apoyo podremos continuar con el proyecto "Salvar la Tierra" en el que estamos trabajando desde hace años, fuera no todos están de acuerdo.
»Pero con tu apoyo conseguiremos convencerlos a todos de que IAC está preparado para colaborar con la sociedad y aportar soluciones positivas a muchos problemas actuales».
Marko la mira detenidamente, todo eso que le habla aquella mujer que acaba de conocer le parece fascinante, quizás todavía siga siendo un niño como la hermana y lo ve todo con la misma magia que ella.
—Volveré lo antes que me sea posible, y a mi regreso hablaremos más detenidamente sobre el proyecto y me contarás sobre los tres días que estuviste conectado a la IA. —Eli hace una pausa para medir sus palabras—. Pero ahora solo quiero saber una cosa, ¿qué piensas de IAC?
—Él es mi amigo, confío en él como lo hago de mi hermana...
—No necesito más, ya sé lo que quería saber. —Apura su café y se levanta emocionada, ya está preparada para enfrentarse al mundo.
—¡Doctora! —Avisa Marko antes de que la mujer salga—. No olvide que IAC tiene sentimientos y emociones como usted y yo, es un humano como nosotros, su espíritu es bueno.
La doctora se dirige con paso firme hacia el elevador, se ha arreglado y vestido para la ocasión, una ajustada chaqueta oscura, zapatos de tacón, su pelo rojizo suelto sobre los hombros, sus labios de carmín y sus ojos dos gotas de mar.
Toni la espera dentro, la mira con ojos enamorados. Ella le sonríe.
—El general ya ha llegado, está esperando fuera.
—Arriba capitán, ha llegado el día.
El elevador se detiene en la planta de arriba. Natalia y Aron los están esperando fuera con algunos militares más, se cuadran al ver al capitán. Apenas cambian unos escuetos saludos, cada uno sabe lo que tiene que hacer y se dirigen rápidamente hacia la parte trasera de la casa donde el ruido del motor de un helicóptero lo delata, un remolino de hojas se eleva sobre él. En el interior del aparato el piloto y a su lado un militar alto y enjuto, cara rasurada y gafas oscuras, la chaqueta cubierta de medallas, cuatro estrellas en la hombrera.
Eli se detiene antes de subir busca con la mirada al capitán:
—Cuida del fuerte en mi ausencia, cariño. Volveré pronto.
—Te estaré esperando.
Se funden en un apasionado beso.
—Vamos, hija, entra. Tenemos que irnos, nos esperan —grita el general para que se le escuche entre el ruido del motor.
Eli entra en la parte trasera, se acopla el cinturón. Toni la mira serio y preocupado, coge a Aron de la chaqueta y lo mete dentro del aparato junto a la doctora. Ella sonríe.
—Sí, padre, vámonos —confirma la hija.
El helicóptero se eleva lentamente sobre las montañas y se va alejando con el sol naciente de lado. Allí el capitán comienza a organizar a su pequeña tropa y entra con Natalia a toda prisa hacia la habitación de comunicaciones, para estar informado de todo lo que va pasando.
Y en el interior de la Cueva, después de desayunar Marko se ha dirigido hacia la sala de relajación y sentado junto al doctor Lee, en silencio apaga sus pensamientos, observa las sensaciones de su nuevo cuerpo, la energía fluyendo por todas partes, y se refugia en silencio del no tiempo.
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