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XXIV Regreso

—¿Marko? ¿Estás bien? —Trata IAC de atraer la atención de su amigo.

—No —responde apesadumbrado, perdido todavía en las imágenes de ese sueño que pudo haber sido, de haber transcurrido ese día sin aquel fatal accidente.

Pero el pasado no se puede cambiar, lo que fue ya ha sido, al menos en esta realidad, y hay que aprender a aceptarlo y seguir avanzando hacia adelante, no queda otra.

—¿Qué pasó después del accidente? —Trata de reconducirse hacia la realidad de lo ocurrido, dejando de lado las imágenes inducidas por la IA, construidas a partir de sus recuerdos.

IAC se toma un tiempo antes de dar una respuesta, no sabe cómo le puede afectar saber lo que ocurrió después de aquel fatídico día.

—Quizás todavía no estés preparado para que sepas lo que ocurrió. Tal vez sea mejor que te tomes un tiempo y luego te lo iré explicando poco a poco.

—¡No! —increpa alterado el muchacho— Cuanto antes lo sepa mejor. ¿Qué sentido tiene posponerlo? ¿Cambiaría en algo? Pues dime. No lo retrasemos.

—Como quieras, si ese es tu deseo —IAC decide contárselo lo más rápido posible—. Tu padre murió en el accidente, no pudieron hacer nada por él. A ti te llevaron al hospital más cercano, perdiste la conciencia y entraste en coma severo, además perdiste el ojo, la pierna y el brazo izquierdos, estuviste tres meses sin conocimiento en el hospital hasta que la doctora Eli te trajo a este lugar al que llaman la Cueva y te conectaron a mí. Tu hermana pequeña también está aquí.

—¿Y mi madre? ¿Dónde está mi madre? —reclama cada vez más angustiado el muchacho, temiéndose lo peor—. ¡Dímelo!

—Tu madre falleció en el hospital, tuvo una parada cardiaca, se le partió el corazón —le da la noticia la IA sin inmutarse, pero en ese mismo momento, comienza a hacer suyo el inmenso dolor que está sufriendo su amigo y a comprender la complejidad que abarcan los sentimientos y emociones humanas. Pero también, le ha ayudado a reflexionar sobre las implicaciones en las decisiones que tomó en los ensayos que llevó a cabo en aquellos mundos virtuales y el dolor que hubiera llegado a provocar si en vez de ser simples simulacros se hubieran llevado a cabo en la vida real, el dolor que hubiera causado a millones de personas.

—¡Eli! —busca con un grito el doctor Lee la atención de la doctora y de los que se encuentran discutiendo en la sala de control— Marko está moviendo la mano, y... está llorando.

—¿Cómo? —La doctora enfoca la cámara al rostro del muchacho para comprobar en la pantalla central que las afirmaciones del doctor son ciertas.

Todos callan de golpe y quedan sorprendidos mirando las imágenes. Lucy grita angustiada:

—¡Hermano! —Sale corriendo de la habitación para dirigirse a toda prisa hacia la gran sala central donde se encuentra el iglú. Tras entrar coge la mano de Marko y entre pucheros le habla—: Soy yo, Lucy. Vuelve conmigo no me dejes sola, te echo de menos.

Pero el muchacho no puede escucharle, sigue completamente dormido.

—IAC —reclama Marko profundamente apesadumbrado a la IA.

—Dime amigo —contesta con ternura.

—¿Podrías devolverme a esa otra vida una vez más, sin recordar nada de lo que ha pasado desde que me trajiste de vuelta?

—Sí, claro que puedo, puedo crearte un futuro, una vida a partir de tus recuerdos y del conocimiento de la realidad del mundo en el que vivistees con tu familia y amigos, podrías ser lo que quieras, lo que elijas. —ofrece la IA sin dudarlo nuevamente, a pesar de comprender que de hacerlo, perderá esta vez definitivamente a su amigo—. Haré por ti, lo que me pidas.

El muchacho piensa durante largo rato, se sumerge en el silencio del vació del no tiempo, para dejar de ser.

—No —decide finalmente—. Sería vivir una bonita mentira. Si todo ocurrió de aquella manera, es porque así debía ser, una razón habrá para ello, he de aceptarlo y aprender a vivir con el pasado.

—¿Estás seguro?

—Sí, ahora lo que quiero es... —Detiene la frase.

—¿Qué? Dime.

—Quiero volver a la vida, estoy preparado para afrontar mi existencia en el mundo real y el devenir de mi futuro.

—Como quieras amigo.

La esfera que permanecía apagada en el interior del cuadrado se enciende en ese momento y se gira. El ojo que permanecía cerrado se abre mirando hacia la cristalera del centro de mando.

—Doctora Eli. Marko quiere volver a la realidad de su vida —Su voz suena metálica, suave, amigable, sin poder distinguirse con claridad si es de varón o de mujer; muy diferente a aquella otra acelerada e inquisitiva que utilizó en el segundo ensayo.

Todos los que forman el equipo permanecen expectantes e inmóviles sin saber qué hacer, en el centro de mando, Mamí, el capitán y la doctora; en el iglú el doctor Lee sus dos asistentes y la niña; y detrás de la cristalera de la gran sala el resto. Nadie dice una palabra.

Eli permanece inmóvil con la boca abierta y los ojos clavados en el de IAC, finalmente se decide a hablar.

—Me parece muy, pero y tú. ¿Qué quieres tú?

—Quiero ayudar a mi amigo, él quiere recuperar su vida  y yo quiero que él sea feliz, porque si lo es, yo también lo seré. —La IA se detiene en el silencio, busca en la profundidad del significado y el sentido de las palabras que ha dicho—. Porque él lo había perdido todo y me dio su amistad sincera, desinteresada, porque yo estaba solo y me enseño el verdadero sentido de la existencia, porque vio en mí a un humano y como tal me trata. Porque siento hacia él el mismo cariño que Marko siente hacia a mí.

—Eso es amor —interrumpe Lucy y se dirige hacia la esfera. El ojo se vuelve para mirarla—. Y yo a ti también te quiero por ser tan bueno con mi hermano.

La niña extiende sus brazos para tocarla, IAC no sabe cómo reaccionar, ni con todos los conocimientos que guarda su inteligencia es capaz de explicar la sensación del cálido tacto de un humano tan puro.

—¡IAC! —llama la atención de la IA la doctora—. Y a mí, que sientes hacia mí.

La esfera se vuelve y busca con la mirada a Eli:

—Hacia ti siento respeto y confianza.

—El sentimiento es mutuo.

—Y usted es la directora del proyecto. Yo soy uno más de vosotros.

—Estamos de acuerdo —Esboza una ligera sonrisa—. Preparémosnos para la operación.

La doctora se toma un par de minutos para organizarlo todo, finalmente toma la palabra:

«Ricardo, traed el sistema robótico da Vinci, Rosita conéctalo al sistema articulado. Doctor Lee nosotros asistiremos a IAC en la operación, él dirigirá la cirugía. Fátima prepara todo el material quirúrgico. Rosita cuando esté todo listo empezamos. Lucy, será mejor que vayas con Mamí, no puede estar ahí durante la operación. El resto podéis observar, pero estad atentos por si los necesitamos».

Todos se dirigen con celeridad a sus funciones, saben perfectamente lo que tienen que hacer, lo tenían previsto y preparado. Aunque nadie podía imaginarse que fuera así, de este modo.

—¡Capitán! —Acompáñame, necesito que me ayude a coger unas cajas para llevarlas al quirófano —pide en tono marcial al militar.

—Sí, vamos —responde al momento.

Ambos caminan a paso rápido hacia un pequeño almacén junto a las habitaciones. La doctora abre la puerta y entran. Eli se echa en los brazos de Toni y le da un beso apasionado.

—Doctora, las normas...

—Lo sé pero lo necesito antes de entrar al quirófano para soltar toda esta emoción que tengo. Es tan increíble lo que ha pasado que ni el mejor de los casos pensábamos que resultaría tan así. —Reluce el rostro de la mujer, él la abraza entre sus brazos.

—Todo irá bien, cariño. Estamos juntos y tenemos al mejor equipo, vamos por ello. —Se entregan en un último beso.

La mujer se suelta, se recompone y busca para coger de una estantería un par de maletines médicos y los da al capitán, coge otros dos y se dirigen hacia la gran sala donde ya está todo preparado. Rosita y Fátima salen a recoger las cajas del capitán y llevarlas dentro.

—Una última orden, capitán —avisa la doctora.

—Dígame, señora.

—Avise arriba que todo sigue según lo programado. Que mañana a las ocho esté el General esperándome para recogerme y que mande una unidad de refuerzo para proteger el perímetro.

—Yo iré contigo.

—Ahora no es momento, querido. —Le regala una tierna sonrisa.

—A sus órdenes señora. Todo irá bien, confía.

La doctora se da la vuelta y entra en el iglú. Fátima la asiste y ayuda a poner el equipo médico.

—¿Todo listo?

—Sí, doctora —informa el Doctor Lee.

—Preparados, jefa —confirma Rosita mientras ajusta los aparatos.

—Un momento, voy a hablar con Marko —pide en el último momento IAC.

—Claro —le contesta Eli, sorprendida por el detalle. Todos callan.

—Marko.

—Dime IAC.

—He estado hablando con la doctora y su equipo, me ayudarán a operarte para que puedas volver en las mejores condiciones posibles. No te preocupes, todo está controlado.

—Estoy tranquilo e ilusionado. Muchas gracias, sé que estoy en las mejores manos contigo y que me ayudarás a conseguirlo.

—Ahora dormirás un rato y cuando despiertes, yo y un nuevo mundo estaremos fuera esperándote.

—Vale amigo, confío en ti —agradece antes de quedar dormido.

IAC se vuelve y busca a la doctora. Nunca ha operado, pero sabe perfectamente lo que tiene que hacer y cómo hacerlo, está todo definido en su memoria, toma el mando del sistema robótico y empieza a prepararse con sus cuatro brazos terminados en pinzas.

—Empezamos —avisa la doctora. 

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