XXII IAC
Mucho antes de que suene el gong para que los habitantes de la Cueva se levanten y comiencen una nueva jornada, Lucy ya se ha despertado, aseado y espera impaciente en la cocina. Joan y Joanna ya andan preparándolo todo para que el desayuno esté listo cuando empiecen a llegar el resto del equipo.
—Buenos días, amiga. Hoy has madrugado mucho —saluda el bueno de Joan a la pequeña que no deja de mirar hacia todos lados—. ¿Quieres uno de estos bollos que tanto te gusta y un zumo de naranja?
—Buenos días. Sí, por favor. Tengo mucha hambre.
El hombre le pone el desayuno y queda junto a ella mirándola.
—Te noto nerviosa. ¿Buscas a alguien?
—Sí —contesta casi de seguido la niña—. ¿Has visto a la doctora Eli?, ¿vino ya a desayunar?
—Sí, pasó unos minutos antes de que tú llegaras. Me parece que está en el centro de mando.
La niña come y se bebe el zumo a toda prisa y se prepara para salir corriendo.
—¡Espera! —avisa Joan—. Llévale este café, seguro que le gustará.
La niña coge el vaso con el café, agradece y sale a toda prisa en busca de su amiga. La puerta se abre automáticamente nada más llegar.
—Buenos días, Lucy. Cada día llegas antes. Espero que al menos hayas desayunado antes de venir —saluda en tono serio la doctora.
—Buenos días, Eli —devuelve el saludo mostrándose algo tímida mientras alarga el café con la mano—. Toma, me dijo Joan que te lo trajera.
—Vaya, muchas gracias. Muy amable por tu parte. —Hace un receso para coger el café y darle un sorbo—. Y ¿Qué te trae por aquí tan temprano?
—Es que, había pensado que hoy las clases podría darlas contigo... si te parece bien, claro está —solicita casi suplicante la niña.
—Me parece bien. Y de ¿qué materias quieres que estudiemos?
—Había pensado que podrías explicarme lo que paso en el segundo experimento con la IA. Me resulta un tema muy interesante y de mucha actualidad.
Eli no puede contenerse más y deja escapar una sincera sonrisa.
—Está bien como quieras.
Da un nuevo buche a su café, hace unas nuevas verificaciones en los monitores y comienza a relatar por donde lo dejó:
«Como te dije ayer, cuando conectamos la IA para el segundo ensayo, comenzó a comportarse de manera diferente, de alguna manera había sorteado las barreras de seguridad que le habíamos puesto y sin dificultad alguna controlaba como quería al resto de los ordenadores. Además, su conversación oral se fue haciendo más fluida, sobre todo conmigo, lo que provocó la suspicacia de los propietarios del resto de ordenadores, algunos de los cuales no veían con buenos ojos lo que estábamos haciendo y empezaron a poner trabas a la continuidad del proyecto.
»Cuando la información de los ensayos que estábamos realizando se filtró a la opinión pública, se armó un gran revuelo y comenzó un acalorado debate social entre grupos que estaban a favor de que se continuara con el proyecto y otros totalmente en contra, se oponían radicalmente, al considerar que estábamos creando un monstruo que se revelaría contra la humanidad y la esclavizaría».
—¿Es eso posible? —interrumpe la niña preocupada.
—Sí, lo es. Ten por seguro que antes o después la IA tomará consciencia de sí y del gran poder que puede llegar a tener, y siendo así...
—Mejor que lo hagamos nosotros que somos los buenos y no los malos. —Se adelanta Lucy con una sonrisa satisfecha.
—¡Eso es! —confirma sorprendida la doctora—. Si alguien desarrollara un prototipo parecido al nuestro e intentara inducir a la IA hacia el mal, la humanidad se enfrentaría a un problema mucho más grave de los que ya tiene.
—Bueno sigue, cuéntame lo que paso luego.
«Finalmente, intervino el Congreso e incluso el presidente salió a dar una rueda de prensa para expresar la opinión del Gobierno al respecto y decidieron que podíamos seguir adelante con nuestro trabajo, pero encargó al Comité de Relaciones Exteriores del Senado que supervisara el desarrollo del proyecto.
»La IA, que ya conocía las dificultades a las que se iba a tener que enfrentar en esta nueva ocasión por la oposición de diferentes sectores sociales virtuales y contando además con los datos que aportaban las estadísticas obtenidas tras el Covid-19, decidió, como primera medida, aligerar el impacto que la humanidad ejercía sobre el planeta, planificando y desarrollando una estrategia con la que iba a ir eliminando en diferentes etapas a grandes grupos de población, hasta dejar una cantidad de personas que consideraba óptima para la continuidad de su proyecto».
—Eso es terrible —interrumpe Mamí que recién llegaba en busca de la niña—. Solo Dios tiene la capacidad de decidir quién nace y quién muere.
—Hola, Mamí. Buenos días. Ven siéntate en la silla. —Invita con amabilidad la doctora antes de continuar con las explicaciones—. Basémonos en los datos y no en creencias, lo cierto es, que en la actualidad hay más de ocho mil millones de personas en el mundo, y que pronto, alcanzaremos según los datos con los que contamos más de once mil. Cada segundo nacen dos niños y cada dos segundos muere una persona.
—¿Son muchos? —pregunta perdida en las cantidades la niña.
—El problema no estriba tanto en la cantidad, sino en el impacto que estamos provocando en el planeta, el gran incremento en el consumo de materias primas y de energía para procesarlos, así como los residuos que provocamos, todo ello está afectando gravemente al planeta y la vida de otros seres en él. —Da un último sorbo apurando la taza de café—. Estamos consumiendo al equivalente de casi dos planetas al año.
—Pues es muy sencillo de solucionar —afirma la niña—. Es como si fuera una familia, si fueran tres miembros y hay tres kilos de comida, cada uno come un kilo, si hay seis personas a cada una le toca medio.
—Ese es el problema que todos queremos seis kilos —se lamenta Mamí. Como dijo Gandhi: En la tierra hay para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos.
La doctora afirma moviendo la cabeza y continúa con la historia de IAC:
«Así es, a esa conclusión tuvo que llegar la IA en el primer ensayo, en el que, tras llevar a cabo diferentes propuestas de cambios para optimizar la producción y distribución de alimentos y productos, de intentar estabilizar y controlar el crecimiento de la natalidad por el grave impacto que estaba provocando en su mundo virtual, y la oposición que encontró a toda sus medidas, decidió en el segundo ensayo cortar por lo sano y eliminó a más de la mitad de la población mundial antes de comenzar a aplicar nuevas medidas.
»El Comité de ética, incluso yo misma, fuimos conscientes de la brutalidad de la medida propuesta, y aunque la IA trataba de justificarla, sabíamos que no era una solución viable y aplicable a la situación actual de la humanidad, aún así, decidimos permitirle continuar con el experimento para evaluar el desarrollo y las consecuencias de las medidas en ese mundo virtual».
—¿Cómo lo hizo? —pregunta Mamí visiblemente escandalizada por la solución.
—Mejor no te lo cuento, hay una menor delante. Solo te diré, que no tuvo ninguna dificultad para alcanzar el fin que se había propuesto, que fue lo menos doloroso posible para los diferentes grupos que iba suprimiendo y que la eliminación de los "difuntos" se hizo de manera ordenada y respetuosa.
La niña se echa sobre el cristal, sus ojos brillan al resplandor de unas incipientes lágrimas. Se muestra desconcertada y pensativa, por un lado entiendo la brutalidad que supone suprimir a tantas personas, pero por otro lado comprende la motivación por la necesidad de la IA de dar respuesta al problema que se le planteaba. Había sido un juego y el jugador tenía que jugar sus cartas.
—Continúa Eli. ¿Qué pasó luego?
La doctora se levanta apoyándose sobre la mesa para mirar igualmente por el cristal a la esfera que aparece apagada.
«El impacto psicológico que provocó en los humanos virtuales que sobrevivieron a la "Gran Purga", como así lo llamamos, fue tremendo, los sobrevivientes se volvieron menos agresivos y exigentes, aceptaron sin oposición alguna las medidas que iba tomando IAC, como así empezaron a llamarla algunos de los técnicos que trabajaban en el proyecto, poco a poco se fue generalizando ese nombre.
»El mundo virtual avanzaba rápida y pacíficamente hacia la resolución de los graves conflictos a los que se había enfrentado la humanidad, la gran ecuación matemática que se había planteado en un principio, y que parecía imposible de resolver, parecía alcanzar un fin posible posible».
—¿Es esa la solución a los problemas que estamos viviendo actualmente? —reclama Mamí con rostro molesto y preocupado.
—No —sentencia la doctora sin dejar espacio a dudas.
—¿Entonces...?
La doctora clava la mirada en Mamí y se toma unos segundos antes dar la respuesta:
«Aunque no se puede negar que la IA actuó de una manera racional y consiguió dar solución a la ecuación que se le había planteado, no podíamos considerarla como satisfactoria. Mientras la población mundial se mostraba sumisa y aceptaba sin cuestionar todas las medidas impuestas, IAC adquiría, cada vez con mayor intensidad, mayores sesgos autoritarios; se había convertido en un dictador frío y distante que imponía sus decisiones sin importarle lo que tuviera que hacer ni las repercusiones que tenía que tomar, eliminando cualquier posible oposición mediante un grupo militar de fanáticos seguidores al que denominó: los Guardianes del orden y la paz mundial.
»El fin no siempre justifica los medios, ni se puede sacrificar la vida de muchos para salvar a la Humanidad».
—¿No? Pero, y si al final morimos todos No es mejor... —insiste Lucy en el tema.
—No, no es una solución aceptable. Hay que buscar una alternativa viable donde todos tengamos cabida en el mundo.
—Estoy de acurdo con la doctora —sentencia Mamí y añade—: Curioso nombre el que le puso Ese Anticristo que creasteis a su guarda pretoriana —se muestra Mamí indignada y asustada—. ¿Y ese es el monstruo que habéis conectado a Marko? Dios le proteja y a nosotros también.
—Bueno, la cosa no quedó ahí —responde la doctora esbozando una forzada sonrisa—. Todo se complicó aún más, al menos en nuestra realidad.
—Entonces, ¿qué pasó? —reclama Lucy abrumada ante aquella historia.
—Luego...
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