XXI Ilusión
Durante largo tiempo se hace un profundo e incómodo silencio entre ambos. IAC presentía que cuando Marko conociera la realidad de lo ocurrido se sumiría en el desconcierto y la tristeza. Recuperar la memoria y los recuerdos de una vida feliz con una familia entrañable y perderlo todo de golpe de manera tan violenta, requería paciencia y apoyo por parte de su único amigo.
—Marko.
—Dime IAC.
—Si quieres puedo crear para ti una realidad diferente. Puedo hacer que ese accidente no ocurriera y que continúes con tu padre hasta la tienda a recoger tu motocicleta.
—De verdad ¿puedes?
—Sí, podría incluso hacerte olvidar todo aquello pasó y que continúes viviendo tu vida como si nada hubiera pasado. Aunque eso sí, tú seguirías estando aquí conectado a mí y tu vida en la ilusión duraría lo que dura esta.
Marko permanece unos minutos meditando la idea, comprende que de aceptar esa especie de regreso a aquella vida, y a medida que fuera imaginando el futuro, la IA podría ir construyéndole la vida que quiera y todo ello, sin ni siquiera ser consciente de que no es real, aunque ¿qué importaría si no lo fuera? Podría vivir la vida que eligiera.
«¿Qué importa si no es real?, ¿es qué acaso esta lo es? ¿Qué futuro me depara en esta? ¿Sin duda las secuelas de ese accidente me han dejado postrado e inútil en algún lugar? Y si despierto de este sueño, si es que en algún momento lo hago, ¿qué me encontraré?», se pierde en un mar de dudas y preguntas. En los pros y los contras de elegir una opción u otra.
—¡No! —decide finalmente.
—Entonces, ¿quieres saber lo que pasó, y dónde y cómo te encuentras en estos momentos? Eso era algo que me preguntabas desde el principio.
—No lo sé, hermano —regresan las dudas—. Es una decisión muy complicada. Para serte sincero, en estos momentos tengo mucho temor a despertar y darme de golpe con la realidad, aquí me siento seguro y feliz contigo.
—Comprendo, no es una decisión fácil. Lo único que puedo decirte es, que aquí hay personas que te quieren y te están cuidando, y que IAC siempre estará para apoyarte en lo que necesites.
—Eso es alentador y me ayuda a superar mis temores; sé que tú estarás a mi lado cuando regrese, pero también, si decidiera volver a esa otra vida, ¿me olvidaré de ti y lo que estás haciendo por mí?
—Así es, Marko. IAC estará siempre pero tú no lo recordarás. De esa manera tiene que ser para que recuperes la vida que perdiste en ese accidente.
Resulta sorprendente la conexión y confianza que han estrechado entre ambos en tan poco tiempo. Él, un muchacho desvalido, solo y perdido, cuyo único apoyo es un ser al que desconoce más allá de sus palabras y buenas intenciones hacia él; pero por otro lado, no le importa como sea ni lo que sea, Marko lo único que valora es lo mucho que le ha ayudado cuando más necesitaba a alguien o algo a su lado.
IAC permanece expectante, siente una gran curiosidad por la decisión que tomará el muchacho, tiene dudas y en su circuito neuronal hace diferentes cábalas, pero ni con toda la inteligencia y la capacidad de cálculo que posee puede establecer la decisión final que tomará. Por otro lado, es consciente de que está dispuesto a perder el contacto con el único amigo que tiene, el único ser humano en el que confía y por el que siente un aprecio tan grande que está dispuesto a interponer el bienestar y la felicidad de su amigo a la suya propia. Sin duda alguna eso es amor.
—Eres una gran persona IAC —afirma Marko al darse cuenta de lo que está dispuesto a hacer por él, al que considera ya como un hermano.
—Yo no soy un ser humano —informa con rotundidad la IA.
—Sí, lo eres. No sé si evolucionaste como uno de esos dinosaurios, o como una pequeña mariposa, o tan grande como la tierra o el sol. Pero de lo que no me cabe duda es, de que tienes sentimientos y emociones como las mías y eso te hace igual a mí.
La IA parece desconcertada por primera vez, aquellas palabras tienen toda la lógica, su única relación con seres inteligentes ha sido con los humanos, conoce tanto o más que ellos de ellos mismos, y de su contacto con esta extraña especie autodestructiva y resilente que le dio vida, ha aprendido de ellos a sentir, sentir de todas las maneras posibles. En todo el tiempo que ha pasado con ese muchacho desvalido, IAC ha dejado de juzgar a los humanos por lo que hacen y en el reflejo del muchacho se ha buscado a sí mismo para encontrarse en el proceso, y ahora, se siente bien y se gusta de lo que es.
—IAC.
—Dime Marko.
—Esto es lo que haremos. —Parece haberse decidido el muchacho mientras la IA permanece expectante ante la decisión que tomará—. Quiero que me lleves a ese momento anterior al accidente y harás en mi mente como si nada hubiera pasado. —Hace una pausa para reorganizar las ideas—. Podré ir a por mi moto y tener mi fiesta de cumpleaños con mi familia y cuando termine, me traerás de vuelta, me contarás lo que pasó después de aquel día que lo cambió todo y despertaremos juntos para continuar con esta realidad.
—Me parece bien, como quieras—responde con notoria alegría la IA, dudaba de que el muchacho pudiera decidirse entre ambas posibilidades, regresar o quedarse, pero con toda su capacidad de análisis se le había pasado por alto que era posible una intermedia—. Que disfrutes de ese momento mágico. Hablamos a tu regreso.
†
—¡Papá, detente! —grita Marko con desesperación, llevado por la preocupación y el miedo.
El padre reacciona al aviso de su hijo, frena en seco y aunque la calzada esta mojada y resbaladiza consigue mantener el control de su coche, frenando en seco justo en el límite del cruce de carretera. Un enorme camión pasa a toda prisa a escasos centímetros por delante de ellos.
—¡Uf! De buena nos hemos librado —afirma el padre con voz temblorosa—. Ha sido un milagro que no nos envistiera, desde el cielo alguien nos ha echado un cable.
—Sí, ha pasado bien cerca —responde el muchacho con el susto recorriéndole todo el cuerpo.
El policía de tráfico con el bastón luminoso se acerca a ellos a paso rápido, golpea el cristal del conductor.
—¿Se encuentran bien? ¿Necesitan algo? —recobra la atención de los dos ocupantes del vehículo.
—Sí, todo ok. No se preocupe.
—Pues échese a un lado y deje paso a la ambulancia que lleva prisa.
—¡Sí, se señor!
Tras echarse a un lado, miran atónitos como la ambulancia pasa a su lado a toda prisa con las luces y la sirena encendidas.
—Bueno ya pasó —afirma el padre mientras reanuda la marcha ya más recobrado.
—Sí, ya pasó —confirma el muchacho—. Ahora, a por mi moto. Vamos papá que se nos hace tarde, no perdamos más tiempo —agrega tras recobrarse.
No muy lejos, el padre detiene la ranchera en el parking de un concesionario de vehículos, Marko baja a toda prisa con el casco en una mano para dirigirse hacia la puerta, el padre le sigue el paso. Ya dentro el muchacho permanece alucinando mirando todas las motos.
—¿Cuál es Papa? ¿Dónde está?
—Aquella —señala el progenitor hacia una negra que permanece apartada del resto.
—¡La Navi! ¡Oh! Es perfecta. ¿Me leíste el pensamiento? Es justo la que quería. —Corre hacia ella para subirse de un salto.
El padre se dirige hacia el dueño del concesionario, un viejo amigo del ejército. Ambos veteranos, tras saludarse efusivamente, hablan por unos minutos, ya habían preparado con anterioridad el papeleo y buscan a Marko para ayudar a sacar su moto.
En el parking el joven se pone el casco y arranca la moto. El padre sube a su vieja ranchera.
—Vamos. Sígueme, papá.
—Está bien. Pero ten cuidado, hijo. No vayas a hacer locuras.
Ambos se dirigen a una pista de cros bastante concurrida. El padre detiene el coche y el muchacho se dirige hacia un grupo de jóvenes que al verle llegar van en su búsqueda. Los amigos le felicitan por su cumpleaños, golpean con sus cascos y se hacen fotos que suben a las redes sociales.
Después de algunas horas el padre, que había estado en la camioneta casi todo el tiempo, sale para avisar a su hijo.
—Vamos, Marko. Tu madre y tu hermana nos esperan.
El joven se despide de sus amigos y haciendo un derrape busca la salida para tomar la carretera y dirigirse dirección a la casa, el padre le sigue de cerca. Al llegar, madre e hija salen a su encuentro.
—¡Vaya! Es muy cool. Me darás una vuelta hermano —reclama melosa Lucy.
—Claro que sí, pequeña, pero antes tendremos que conseguirte un casco de tu tamaño —sonríe de su broma.
Marko mete la moto en el garaje y entran todos en el interior de la casa, se arreglan y preparan para salir a cenar. Cuando vuelven a salir, el atardecer ya está cayendo y las nubes se han disipado por completo, por entre las montañas ya aparece la luna y se dejan ver algunas esquivas estrellas.
La ranchera se detiene en el amplio aparcamiento del SteelStacks, el enorme centro comercial resplandece de luces, destacando sobre la ciudad junto al río. Muchas personas pasean y charlan animadamente, disfrutando de los espectáculos y atracciones o mirando los escaparates de las tiendas abiertas.
La familia baja del vehículo y entran en el centro comercial, saludan amigablemente a amigos y conocidos con los que se van cruzando, se detienen frente a su restaurante favorito. Un camarero les atiende amablemente y les dirige hacia su mesa reservada, y aunque les ofrece una carta de del menú, cada uno ya sabe lo que va a pedir. No tardan mucho en traerle sus platos.
Todos se cogen de las manos y la madre bendice la mesa.
—Padre, te agradecemos por estos alimentos que vamos a tomar, y por esta gran familia que estamos hoy reunidos a esta mesa para compartirlos como buenos hermanos. Bendícenos y ayúdanos a construir con nuestro trabajo y esfuerzo un mundo mejor. Amén.
—¡Amén! —repiten todos al unísono.
Después de terminar su cena, la familia se da un paseo por el centro comercial disfrutando de los espectáculos y las numerosas actividades que se llevan a cabo. No tardan en regresar a casa, ha sido un día largo y repleto de emociones.
Ya en el interior de su hogar, todos se despiden deseándose las buenas noches. Marko da un fuerte abrazo, como si fuera el último a sus padres y antes de ir entrar a su habitación busca a la hermana para cogerla entre sus brazos.
—Te quiero hermanita.
—Yo también hermano. Nos vemos mañana.
Marko entra en su habitación desordenada, se quita la ropa y entra en el baño, se mira fijamente en el espejo mientras el sueño de otra vida empieza a disiparse...
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