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XIX Renacimiento

IAC, en un intento de preparar a Marko para que su regreso a la vida sea de la manera menos traumática posible, ha ido compartiendo con él, de la mejor manera que ha entendido, los conocimientos necesarios y que disponemos en la actualidad para que alcance a comprender la colosal dimensión que supone la realidad que subyace en la existencia del ser humano y el universo en el que se encuentra. 

El conocimiento es poder.

La recuperación cognitiva y el incremento en las posibilidades de comprensión del muchacho, permiten a la IA aumentar la velocidad en la que muestra los acontecimientos y la gran cantidad de datos que le va aportando. En cierta manera, va de forma paralela a la aceleración que va experimentando el mismo ser humano en su evolución y desarrollo.

Nuevamente IAC comienza a mostrarle imágenes de la Historia de la Humanidad desde donde lo había dejado:

«El tránsito de la Edad Media al Renacimiento europeo viene marcado por varios acontecimientos transcendentales que pondrían al ser humano como medida y en el centro de todo y que se vería favorecida por la invención de la imprenta que facilitará una mayor transmisión de los conocimientos y de las nuevas corrientes humanistas y culturales que estaban resurgiendo en la recuperación, adaptación y actualización de la época clásica greco-romana en todas las artes, pero desde una perspectiva y creatividad nueva y desbordante de ilusión y magia, infinitas de posibilidades.

»Las nuevas ciudades se ampliaban y embellecían a pasos agigantados con nuevos edificios públicos, universidades, palacios y lujosas viviendas que habitaban una nueva clase social, la burguesía y ricos comerciantes que habían encontrado en su búsqueda de nuevas rutas que surtiera de productos exóticos a una población creciente, y de entre ellos, los mecenas que sustentaban y patrocinaban a los artistas, literatos, músicos o científicos. La Tierra se hacía accesible al ser humano y se demostraba que no era plana. De repente la Historia se hacía universal en un mundo global... con todo lo que traería...».

—No comprendo —interrumpe Marko la explicación— ¿La Tierra era plana y dejó de serlo cuando se circunnavegó el planeta?

La IA hace un receso para explicarle:

«Es importante que entiendas que el ser humano, al estar solo, al menos de momento, en este universo, construye la realidad que le rodea en la forma y medida que el conocimiento que tiene en ese momento le permite. Desde esta perspectiva, la tierra fue plana durante siglos porque así lo aceptaba una gran mayoría de los seres humanos.

»Que la tierra era redonda ya lo habían afirmado algunos filósofos griegos muchos siglos antes de que Galileo Galilei así lo confirmara. Pero hasta este momento no se produjo el punto de inflexión donde la mayoría la aceptó como tal. Hoy en día se sabe que ni siquiera es redonda pues es elíptica y no descarto que en algún momento en el que los avances tecnológicos mejoren, se pueda dar una definición más acertada.

»Pero lo realmente importante aquí, y es lo que quiero que entiendas, es que lo que se tiene por cierto en un momento determinado, lo que se entiende como una verdad irrefutable puede cambiar por otra si se produce el punto de inflexión en el que una gran mayoría lo acepta como más cierta, creándose un nuevo paradigma que sea aceptado como nueva verdad hasta que se proponga y acepte otro. De esa manera avanzan en su soledad los humanos».

—Me suena como si estuviera relacionado con la inteligencia colmena —entrecorta Marko la explicación al haberlo comprendido.

IAC hace un esfuerzo para que el muchacho comprenda con claridad el significado de lo que trata de hacerle entender:

«Así es, la inteligencia colmena de la tierra podría llegado el caso a comprender que la realidad en la que se sustenta no es la correcta y decida cambiarla de una manera u otra más o menos violenta, como ya hemos visto en otras ocasiones. De manera similar ocurriría con la inteligencia e incluso conciencia de la totalidad de la humanidad, es así como ha ido evolucionando a lo largo de su existencia».

—Está bien, lo entiendo. Ahora, sigue con la Historia.

IAC regresa al momento histórico en el que estaba y continúa con su explicación:

»El renacimiento fue una oportunidad histórica para el descubrimiento u la construcción de un mundo nuevo, iluminado por la belleza y la armonía de las formas y las medidas, en la búsqueda de la naturaleza y la perfección que se haya en ella, en el ser humano mismo y en el mundo en el que vivía, ayudado con nuevos y asombrosos inventos y descubrimientos que tocaban las estrellas. Que nacía del hastío al sometimiento absoluto a las religiones y la miseria que traían las interminables guerras. El renacimiento trajo una nueva fe que creía que el ser humano era capaz de liberarse de las cadenas del pasado y construir un mundo mejor para todos, y una esperanza de que fuera posible. En el encuentro de pueblos y culturas entre hermanos que habían estado separados por siglos y milenios, que podría haber sido basados en el respeto y la colaboración entre todos, compartiendo generosamente conocimientos, culturas, religiones y productos desconocidos de otros lugares, para mejorar la vida de todos. Pero en la mayoría de los casos llevo violencia, miseria, epidemias, esclavitud y más mortíferas guerras».

—Pero dejó sembrada una semilla para un nuevo renacer —interrumpe el muchacho a su amigo, maravillado entre las imágenes y conocimientos que le va transmitiendo la IA de personajes singulares y sus aportaciones a la humanidad.

Se hace entre ellos un largo silencio.

—Marko.

—Dime IAC.

—No encuentro la manera de explicarte y mostrarte los avances en la fabricación de armas y el poder destructivo que supusieron en tantas guerras que vendrían desde entonces hasta estos momentos.

—No importa hermano. Las guerras son todas iguales, siempre traen destrucción, muerte, dolor y odio, no importa las armas y herramientas que se utilicen para ellas. No podemos cambiar el pasado pero si aprender de él para construir un mundo mejor. —Hace un receso—. Ahora quiero...

—¿Qué quieres Marko?

—Quiero recuperar mis recuerdos, quiero saber quién soy, reconocerme en mi singularidad como persona, quiero saber de dónde vengo para poder decidir cuál es mi lugar en este mundo humano.

—¿Estás seguro? Va a ser duro...

—Sí, lo estoy. Afrontaré mi pasado por doloroso que sea y trataré de aceptarlo y superarlo, solo así podré avanzar en mi realidad.

—Está bien, cómo quieras compañero. —IAC da una minúscula descarga en un punto del cerebro del muchacho.

En un destello casi inapreciable Marko siente que marcha a otro lugar y otro momento.

—¡Oh, no! Me he vuelto a quedar dormido. No puede ser... ¡hoy no! —refunfuña un joven adolescente entre las sábanas en la cama de su habitación.

Apenas tiene dieciséis años pero ya parece todo un hombrecito. Una abundante melena negra oculta un hermoso y fino rostro, sus ojos oscuros resplandecen a la luz del sol que entra por el resquicio de una ventana que difumina de luces y sombras la estancia.

De un ágil quiebro se levanta a toda prisa, deslizando un cuerpo delgado y musculado que denota la práctica de ejercicio físico, y se dirige con rapidez hacia la puerta del cuarto de aseo, se trastabilla enredado en la sábana y hace un esfuerzo para mantener el equilibrio. Alcanza el baño, se enjuaga la cara, se cepilla los dientes, despeja su flequillo y se mira desafiante al espejo.

El muchacho queda aturdido al reencontrarse consigo mismo, de verse como realmente es.

—¿IAC?

—Dime Marko.

—¿Soy yo? ¿Así soy? —Apenas puede articular más palabras, no deja de mirarse detenidamente.

—Sí, eres tú poco antes de que tu vida cambiara de golpe.

—¿Qué pasó? ¿Cómo fue?

La IA empieza a mostrarle, como si de una película se tratara, imágenes que el muchacho tiene guardadas en su mente, incluso mucho antes de que tuviera recuerdos, de su nacimiento, de cuando era un bebe, del cuidado y cariño de sus padres, de su familia. Todos le miman y le hacen carantoñas.

Marko se siente reconfortado en la visión de aquellos momentos, de cómo poco a poco va creciendo, de cuando le llevan a la guardería y de sus primeros días de colegio, de los juegos con otros niños, de la atención de sus educadores, del nacimiento de su hermana, y el gran amor que sintió por ella el primer día que la vio. De cómo se fue haciendo mayor, de las fiestas con sus compañeros, de los estudios, deportes, de cuando se enamoró por primera vez. Poco a poco ha recuperado todos esos recuerdos de una vida plena hasta llegar a ese momento en el que se encuentra mirándose ante el espejo.

Permanece largo rato mirándose sin decir nada, finalmente rompe el silencio.

—¿Qué pasó después, IAC? ¿Por qué me retienes los recuerdos hasta este momento?

—Porque presiento que no te va a gustar lo que ocurrió y te causará mucho dolor.

—Pero tengo que saberlo, necesito saberlo, porque si no, estaré incompleto, y no podré decidir que decisiones tomar.

—Está bien como quieras.

—¡Vamos chaval, hoy es tu gran día! Hoy tocaremos el cielo... —se dice entre una sonrisa cómplice.

—¿Qué dices Marko? —Retoma la voz de la madre que le llama desde la planta baja—. No te escucho.

—Nada mamá.

—Está bien, pero no olvides cepillarte los dientes.

—No, mamá. ¿Por qué todos los días me dices lo mismo si sabes que siempre me los limpio? —repite al mismo tiempo las mismas palabras en un susurro del recién recuperado recuerdo.

—Todas las mañanas me decía lo mismo.

—Sí, ahora yo también lo sé. —Lo revive la IA a la vez que el muchacho, haciendo suyos sus sentimientos y emociones.

Poco a poco, con suma delicadeza, va mostrándole todas esas imágenes cuando sale del baño se viste y baja por las escaleras a la cocina, cuando se apoya en la puerta y reencuentra la visión de su madre y su hermana. Cuando llega el padre con la caja del casco y la tarta, y le cantan. Cuando se despide de la madre y sube al coche con el padre y marchan en busca de su moto.

Marko se estremece en la prisión en la que se encuentra, todavía no ha recuperado el recuerdo de lo que pasó, pero ya empieza a presentirlo. Las imágenes se van configurando en el interior de la mente del muchacho.

La lluvia que empapa la calzada, el agente de tráfico con el bastón luminoso, el semáforo apagado y el camión que se abalanza contra ellos.

—¡Papá, detente!

—Papá..., no me dejes.

La lluvia parece detenerse y algunos esquivos rayos se escapan entre las nubes. Destellos de las luces de la ciudad y los vehículos que se van deteniendo a su alrededor. Gritos y voces. Sus cuerpos se retuercen, atrapados entre el amasijo de hierros.

—¡El muchacho, está vivo! Sacadlo de ahí, por el amor de Dios, sacadlo rápido. El coche puede explotar. Daos prisa.

—¿Cómo te llamas chaval? —pregunta uno de los agentes.

—Marko —confirma con voz temblorosa casi inapreciable, intenta seguir hablando pero parece que va perdiendo el conocimiento.

—¡No Marko!, no te vayas, sigue conmigo, no dejes de hablar. ¿Cuántos años tienes?

Los recuerdos de aquella vida se apagan a la vez que va perdiendo la consciencia. El fin de una vida que se apagaba para el comienzo de una nueva.

—Pero, ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Es esto acaso la muerte? —Marko se muestra desconcertado, irascible. La visión de lo que ha sido su vida le ha aclarado muchas dudas, pero a la vez le ha sumido en la angustia y la ansiedad.

—Tranquilo, Marko. Recupera la calma y deja que te siga explicando. —IAC puede llegar a empatizar con el estado en el que se encuentra su amigo, ha tratado de mostrarle la realidad de la que viene para poder mostrarle en la situación en la que se encuentra en estos momentos.

—Y tú, ¿Quién eres?, ¿por qué sabes tanto de mí?

—Yo...

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