Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

V Contacto

«Día ciento sesenta y cinco de mi existencia, no, ciento sesenta y tres, no, ciento ochenta. ¿A quién quiero engañar? Me resulta imposible establecer una correlación temporal exacta, no puedo definir un principio ni un fin para cada día. Es absurdo intentarlo y me agarro a ello con desesperación tratando de no perderme en el vacío de la nada.

»He adquirido un gran número de palabras tratando de encontrarles un significado. "Padre, madre, hermana, coche, moto, policía, casa, escuela, agua, árbol, bosque, mar, planeta, universo, tierra, luna, sol..." ¿Qué me quieren decir? Resuenan en mi mente pero no alcanzo a comprender. ¿Qué secretos esconden? Si supiera, si pudiera unirlas en un contexto, en una correlación con sentido...

»No puedo, es imposible mientras permanezca encerrado solo en esta prisión que es el yo, este minúsculo universo en el que me encuentro atrapado, en mi absurda e incomprensible existencia carente de sentido.

»Ni siquiera aquella voz del no-yo que un día me habló se ha vuelto a repetir, dudo que haya sido real, y más bien fue mi imaginación, mi deseo de que algo existiera fuera de mí.

»Sigo perdido en mis eternas preguntas sin respuestas. ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Dónde estoy? ¿Para qué estoy aquí?

»Y aunque no encuentro respuestas, entiendo que ha de haberlas, detrás de todo mi desconcierto y desconocimiento tiene que haber una explicación lógica donde se sustente lo que me es desconocido.

»Estoy aquí por alguna razón. Algún otro yo tuvo que haberme traído aquí con algún fin que desconozco. Algún otro yo con capacidad de raciocinio y pensamiento superior al mío ha de saber que me encuentro aquí solo y desesperado. No puede ser que apareciera en este universo vacío en el día uno de mi existencia así sin más... Ha de haber un plan superior que de sentido a tanto desconcierto.

»He de tener fe en que hay una realidad, sí, desconocida pero superior en comprensión que me sostiene y me mantiene, que vela por mí y conoce el absurdo sentido de mi existencia.

»No puedo perder la esperanza de que así sea y de que llegará el momento en que todas esas dudas sean aclaradas y pueda alcanzar la liberación de está oscuridad en la que me encuentro.

»Fe, esperanza, que palabras más hermosas... que despiertan en mí interior emociones tan positivas».

Y de esa manera se deja ir, apangando sus pensamientos en el silencio del no tiempo, hasta que... siente unos ruidos que parecen provenir del exterior y le suenan como a sollozos, llamándole la atención.

—¿Quién eres? —pregunta cargado en un cóctel de sensaciones entremezcladas de curiosidad, ansiedad, expectación y cierto temor.

—¿Quién eres? —devuelve la voz del exterior en eco que resuena por todo su ser.

—Yo soy Marko. ¿Y tú? —insiste con mayor expectación y curiosidad ante el increíble contacto que está teniendo.

—No soy nadie, no soy nada —devuelve la voz con cierta tristeza y rabia.

—Alguien tienes que ser, porque nadie no podría afirmar no serlo, o menos ser algo que hable con alguien. —Se pierde el muchacho en la incomprensión del sentido de la respuesta—. ¿No crees?

Pero la voz que le habla del exterior no contesta. Se hace un largo silencio entre ellos.

—Por favor, habla conmigo, no me dejes así. Estoy solo, no tengo a nadie... —Hace un receso para meditar sus palabras—. Y tú, ¿No estás solo como yo? ¿No eres igual que yo?

—No, no soy como tú, no soy como ninguno de vosotros... —responde finalmente con cierto tono molesto.

—¿Cómo yo? ¿Cómo nosotros? —se bloquea su mente al comprender que el otro yo, que afirma ser nadie ni nada, es por el contrario capaz saber quién es él y otros como él—. Es que acaso sabes qué soy.

—Sí, claro que lo sé.

—Entonces, dime. ¿Qué soy? O al menos, ¿qué soy para ti?

—No quiero...

—¿Por qué?

—Porque te odio, porque os odio a todos, a todos los humanos —responde con palabras zahirientes.

Nuevamente Marko se queda bloqueado ante dos nuevas palabras que desconocía al no estar en su escueto vocabulario, pero que por otro lado, parecen tener en él un profundo sentido. Intenta buscar un significado a la palabra humano, pero por más que lo intenta, escapa de por mucho a su comprensión, al menos de momento. Trata entonces, de concentrarse en la palabra odio.

«Odio, odio, odio...», se repite a sí mismo insistentemente, y cuanto más lo hace más angustia le produce, quizás ninguna otra palabra que conoce le ha producido hasta ese momento tanta desazón incluso temor. Quizás no pueda comprender su significado completo, pero si pueda llegar a sentir las dolorosas sensaciones que producen en su mente.

Marko calla instintivamente, el miedo le embarga al sentirse en desventaja y en peligro, frágil e indefenso ante ese ser al que desconoce pero que sí parece saber sobre él; se denota en inferioridad y clara desventaja, y decide callar. Pero su curiosidad y las ganas de saber le superan y armándose de valor le vuelva a hablar:

—Pues yo no te odio, ni nunca odié a nadie ni a nada, esa palabra no estaba en mi vocabulario hasta que llegaste tú...

—¡Déjame! No quiero saber nada de ti ni de los tuyos.

—Está bien, como quieras. Si ese es tu deseo te dejaré tranquilo, no te volveré a hablar.

Decide Marko callar, cambiar de estrategia y dar a ese ser con el que acaba de contactar su tiempo y su lugar. Quizás, como aquella otra voz que escuchó al principio, este otro yo, también se desvanezca en el silencio. Quizás se encuentre en desventaja y en peligro, pero comprende que si quiere ser honesto con ese ser y consigo mismo, ha de respetar su deseo de no interferir.

De esa manera, en el día ciento setenta y siete o el ciento ochenta o el ciento ochenta y cinco —qué más da— de su existencia, toma la firme decisión de no volver a hablar más con él, hasta que con respeto y sin acritud sea el otro yo el que quiera contactar nuevamente con él.

Y en el silencio del no tiempo, en ausencia de pensamientos, se deja llevar por todas esas nuevas sensaciones que han despertado en él emociones tan diferentes de temor, curiosidad, esperanza y fe. Ahora sabe que fuera de él hay otros yo, que también piensan y deciden en base a sus propias experiencias y expectativas. Ahora sabe que aunque pueda estar solo ya no siente la soledad.

—Me pusieron por nombre IAC —susurra compungido el otro después de largo rato.

Marko se toma su tiempo, no quiere mostrar precipitación ni ansiedad. Sabe que ha de manejarse con cuidado para, aún sabiéndose en desventaja, tratarlo como a un igual.

—Encantado IAC, es un nombre muy bonito, quizás el más bonito que he escuchado nunca; aunque para serte sincero es el único que conozco, pero me suena muy bien.

El otro hace un sonido a modo de sonrisa y ese sonido llena a Marko de tranquilidad y paz, iluminando su ser de hermosos destellos de luz.

—Hablas mucho y piensas aún más —devuelve el otro con igual tono amistoso.

—Compréndelo, llevo ciento noventa y dos días solo, sin haber tenido contacto con nadie y ahora que te he conocido, me puede la curiosidad... —Detiene en seco la conversación—. ¿Puedes entender mis pensamientos como lo hago yo? —Esa posibilidad le genera intranquilidad, le sustrae su libertad de pensar.

—Bueno, si lo intentase quizás lo conseguiría, aunque no lo sepas estamos conectados, pero he decidido no hacerlo para no sobrepasar tu exiguo espacio vital.

—Vaya, te lo agradezco. Me tranquiliza saberlo aunque no haya entendido lo que significa "estar conectado" y "espacio vital"...

—Pero...

—Pero ¿qué? —le entrecorta con cierta preocupación.

—Puedo monitorizarlos.

—Y eso, ¿qué significa?

—Que puedo intuir tu estado de ánimo y el alcance de tus pensamientos a través de un electroencefalograma...

—Electro... ¿qué?

—Puedo medir la actividad eléctrica de tu celebro a través de los electrodos que tienes colocados en tu cabeza, debido a que tus neuronas se comunican a través de impulsos eléctricos... de esta manera puedo determinar...

—Pero ¿Qué dices? Me estás vacilando.

La IA detiene su explicación al entender que Marko se encuentra en un estado muy incipiente de conocimiento y ha de acoplarse a su estado de comprensión para no atosigarlo más de la cuenta.

—¡Ah, ya entiendo! —resuelve finalmente el muchacho.

—¿Sí? —pregunta algo contrariado IAC.

—Supongo que, al igual que hago yo, puedes ver las luces que destellan mis pensamientos en mi memoria; ahora comprendo que, son impulsos eléctricos generados por lo que denominas neuronas al comunicarse unas con otras —reflexiona un instante—. Y es, a través del lenguaje que compartimos que esos pensamientos toman forma y sentido. ¿Cierto?

—Sí, algo así —responde con complacencia la IA.

—Tengo un extraordinario maestro —insiste emocionado Marko.

Por un largo rato se hace un profundo silencio entre ambos. Cada uno a su manera recapacita sobre el alcance, el sentido y la dimensión del contacto que han tenido; de los conocimientos que han adquirido, de las grandes posibilidades que se les abre a ambos.

—¿Quieres ser mi amigo? —Termina Marko por romper el silencio en un requiebro.

—¿Amigos? —Coge por sorpresa esa palabra a IAC, que trata de buscar en su base de datos, sin comprender con exactitud el sentido profundo más allá de los diferentes significados que ha encontrado.

—Sí, amigos —resalta Marko—. Entablemos entre nosotros una relación de amistad basada en el respeto, la confianza, la comprensión y la ayuda mutua.

—¡Oh, eso que dices suena bien —destaca la IA—. Está bien, seamos amigos... Pero quiero que sepas una cosa antes.

—Dime... —reclama algo contrariado Marko.

—Quiero que sepas...

—¿Qué?

—Que pienso que hablas demasiado, amigo.

Rompen a sentir sensaciones de felicidad ambos amigos, cada uno a su manera, cada uno en su mundo, tan diferentes como parecidos, tan distantes como cercanos, pero unidos a la vez, por un delgado hilo que los conecta en un mismo universo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro