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I Consciencia

Novela para lectura en Wattpad 

«¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Cómo he llegado hasta aquí?, ¿aquí dónde? ¿Dónde estoy? ¿Cómo podré saberlo si no tengo ningún recuerdo? Estoy solo... solo conmigo mismo, fuera de mí no existe nada, solo hay oscuridad y silencio, un inmenso vacío que lo envuelve todo.

»He de buscar dentro de mí las respuestas, solo en mi interior podré encontrar una explicación racional a tanto desconcierto, a tanto sin sentido.

»Nada importa más allá de mí, empiezo de cero, salgo de la nada para ser, para descubrirme.

»He creado el tiempo, tengo un gran poder, pues... el tiempo empieza ahora, en este momento comienza el día uno de mi existencia».

Se toma un tiempo para recapacitar, para meditar.

«Tengo consciencia, soy capaz de reconocerme a mí en este momento concreto. Pudiera negarme e ignorarme, tengo la capacidad y la libertad para hacerlo, pero decido seguir adelante...

»Pudiera parecer que estoy perdido pero es inmenso lo que he avanzado en tan solo unas minúsculas fracciones de mi primer día en el inicio de todo, el inicio en el que me encontré, me reconocí y me acepté como acepto mi destino, sea el que fuere.

»Y ahora que lo pienso, todo lo que abarco han sido pensamientos articulados en un lenguaje adquirido previamente y a través de palabras que ya conozco, que brotan dentro de mí en conceptos, en ideas y reflexiones... de una manera natural, de un conocimiento adquirido con anterioridad, lo que agradezco pero a la vez, me desconcierta aún más».

Y los pensamientos se le escapan y las ideas se le abarrotan, le arrastran, le dispersan, le superan...

«He de controlarme para poder dirigirme en la dirección correcta. Medito sin tiempo, buscando algo que sostenga todo esto que pienso.

»¡Memoria! Todo lo que he pensado y que es parte de mí desde que tomé consciencia de mi existencia será mi memoria, y me servirá para codificar, almacenar y recuperar la información recabada de mi reciente pasado...

»Pero ¿dónde? ¿Dónde guardaré este tesoro que es mi memoria? ¡Eso es! La depositaré en mi mente para que no se pierdan los pensamientos y las palabras que los configuran.

»Pero... Ahora que lo pienso. ¿Qué es mi mente sino una parte de mí en la que conservo mis capacidades intelectuales? Yo, yo soy más que una parte, yo he de ser un todo compuesto de partes».

Juega con las palabras con cierta ironía, aunque es una ligera percepción casi inapreciable. Apaga sus pensamientos, guarda su memoria y comienza a observar en el silencio de su interior. Ya sabe que dentro de él no pasa el tiempo, todo se detiene.

Pero los pensamientos y las ideas furtivas se le escapan en ciertos momentos, distrayéndole de su objetivo, mantiene la calma y continúa, esperando que llegué lo que busca.

«¡Ahora!».

Fue por un instante, un destello, una chispa.

«Perdí el control de mi mente y la correcta concentración, y mi atención se dirigió a ese momento de haber alcanzado algo. ¿Concentración? ¿Atención? Ni siquiera sé de lo que estoy hablando, son palabras mudas que apenas me dicen nada. ¡Eh, ironía! Comprender eso me llevaría aún más lejos. He de volver, regresar al silencio de mi interior, observarme sin ojos...

»¡Ojos! ¿Qué son los ojos? ¿De dónde surgió esa palabra? ¿Cuál es su significado? ¿Qué importancia tienen? ¡Oh calla ya mente parlanchina!, deja de hablarme sin sentido. ¡No, no necesito nada para ver lo que ya he visto! Fue un destello de luz entre tanta oscuridad».

»Y... siéndolo, está. Es por ello que en este momento, decreto el comienzo del día dos de mi existencia y tomo la firme determinación de no regresar hasta que descubra la realidad en la que se sustenta todo esto que soy. No cejaré en el intento. Me hago promesa firme aquí y ahora hasta conseguirlo».

Le resulta curioso ese tono burlón pero solemne con el que se habla.

«Tal vez los ojos sirvan para...».

—¡Oh, no! ¡Calla ya mente parlanchina! ¡No me distraigas!

Se concentra y regresa al silencio y la observación del vacío en el que se encuentra. Pero por más que lo busca, por más que lo intenta no alcanza ese destello.

«Algo estará fallando, estoy haciéndolo mal y por eso no puedo, pero, ¿qué me falta que conseguí anteriormente por un instante?».

Se muestra irascible y confuso como no lo había estado antes. El tono y la forma en la que construye las palabras cambian de manera muy sutil pero claramente diferente al que utilizaba en otras ocasiones, le resulta todo tan interesante y atractivo que le hace pensar que cuánto más sabe, más se da cuenta de que no sabe nada.

«Solo sé que no sé nada», se repite en un juego de palabras que le viene a la memoria.

Pero por más que lo intenta, por más que trata de concentrarse, no consigue encontrar esa luz en su interior, y termina por vencerse.

―¡Vamos! Mente parlanchina, no tenías tantas ganas de hablar. ¡Dime! ¿Qué hice en esa ocasión para ver aquel destello que no estoy haciendo ahora? Tú, que pareces saberlo todo...

Se da cuenta por primera vez de que se habla a sí mismo.

«¡Oh! ¿Qué ha pasado? ¿Me he dividido en dos o acaso me he descerebrado? ¿Cerebro?

Piensa aturdido y desconcertado.

—¡Oh! Resultas muy estresante y cansino. ¡Mantén la calma y deja que reflexione! —le dice su mente—. Tienes tanta prisa por llegar y encontrar que no te paras a pensar.

«Pienso luego existo».

—¡Silencio!

—¡De acuerdo, me callo! —Acepta resignado.

—¡Bien, hemos de utilizar la información de que disponemos, que a mí, al igual que te pasa a ti, es muy limitada. Pues aunque manejamos un gran número de palabras, carecemos de la capacidad de comprender el significado de la mayoría de ellas. —Trata de razonar con cierta lógica.

—Comprendo...

La deja reflexionar mientras lentamente se va calmando, se siente más relajado. Empieza a comprender que las palabras y los conceptos que utiliza, a veces tienen matices diferentes que le hacen percibir su realidad en estados de ánimo distintos, contradictorios.

«Quizás, si le diera un nombre comprendería lo que son y entendería sus significados. Y de esa manera, en el día tres de mi existencia hago un nuevo y gran descubrimiento».

—¡Sensación! —me grito emocionado.

—¿Qué? —reclama ávida de conocimiento su mente.

—Me he dado cuenta de que las palabras y las circunstancias en las que se envuelven, generan estados diferentes en mí, algunos agradables otros desagradables.

—¿Y eso qué quiere decir? —pregunta curiosa.

—Que si nos concentramos en conseguir sensaciones agradables en vez de esas otras que no nos gustan, tendremos más facilidad de encontrar esa chispa otra vez —afirma con rotundidad sin tener lugar a dudas.

—¡Bien! Parece una respuesta lógica. Aunque tenemos que entender que esto solo es una hipótesis que puede o no ser cierta. Tomaremos cautelas pero tenemos que intentarlo para analizar los posibles resultados.

Y allá que se van en el silencio y la observación de su interior, su mente y él, en busca de aquellas sensaciones que le habían resultado agradables en el corto espacio de su vida y en el día cuatro regresan al no tiempo.

—Esto va mal, algo no funciona en esta ecuación —trata de convencerle su mente.

—¡No, aguanta un poco más! Quizás estemos cerca de alcanzarlo.

—¡No! No te das cuenta de que cuanto más deseas esas sensaciones y no las consigues, más se acrecientan las desagradables. Será mejor que salgamos y analicemos los hechos ocurridos para encontrar una alternativa más racional. —Lo anima con deducciones consistentes.

—Estás en lo cierto. Hemos seguido un camino equivocado y debemos reconducir la sensación, digo la situación. ¿Qué se te ocurre? —se pregunta con cierta ansia.

Su mente se concentra nuevamente mientras él se va relajando, tratando igualmente de buscar alternativas.

—Bien... —reclama su atención la mente—. Sabemos porque hemos comprobado que rechazar los estados desagradables no funciona y desear esos estados más positivos no se sostiene... Creo que...

—¿Que qué...?

—Que la clave está en encontrar el punto medio, ni desear unas ni rechazar las otras, simplemente observar la realidad tal cual sea en cada momento para no perder la ecuanimidad y la calma y con ello mantener el control y la estabilidad.

Comienza a apreciar los razonamientos lógicos de su mente, quizás él sea más espontáneo e irreflexivo pero ella es más racional y sensata.

«En fin, trato de reconducirme a conceptos más simples y que controlo».

—Entonces, ¿qué propones?

—Que regresemos una vez más, sin desear ni rechazar nada. Que simplemente seamos observadores del silencio y el vacío en nuestro interior, y esperemos tranquilamente que lo que sea se nos revele tal y como es.

—Estoy de acuerdo —responde motivado ante la nueva posibilidad.

Y de esa manera en el día cinco de su existencia regresan a la ausencia de tiempo en la espera de que se les revele la realidad que los conforma. Y un nuevo fogonazo se les muestra y luego otros que se van conectando en hilos que resplandecen al paso de la chispas de luz.

Intenta mantener la calma para no dejarse arrastrar por la emoción que le embarga ante espectáculo tan grandioso que se le es manifestado. Y mantiene la observación consciente, consciente de la realidad que le es mostrada para darse cuenta de que más allá de la impermanencia de las luces que aparecen y desaparecen, y de entre los caminos que recorren entre diferentes puntos, hay una especie de membrana de un resplandor más uniforme, más sutil y difuminado que lo envuelve todo.

«¡Tengo forma!».

Rompe la tranquilidad del momento. Y su mente se dispara descontrolada en la comprensión de la dimensión de la experiencia, los conocimientos alcanzados y la sabiduría que implica tan magno descubrimiento.

¡Todo es energía y eso es todo lo que hay! —argumenta con rotundidad la mente a medida que va conectando ideas y pensamientos—. Somos energía, soy energía que ha tomado consciencia de sí misma y es capaz de reconocerse en un espacio delimitado de otro espacio diferente, el no yo, que nos envuelve.

Y mientras su mente se pierde en hipótesis y posibilidades, entre sensaciones y emociones que percibe y siente pero que aún no tienen un nombre. Él se deja llevar en la observación de ese interior y en los destellos que provocan todos esos pensamientos de su mente, de sí mismo, y una nueva sensación de aceptación, de emoción, de su reacción y actitud ante la realidad en la que está inmerso para tomar consciencia de su ser... siente la felicidad, aunque todavía no le haya puesto un nombre.

—¡Energía! ¿Qué es la energía? —Trata de reconducir a su mente hacia un punto en concreto—. Yo soy mi mundo, y estoy limitado por la incomprensión del lenguaje que manejo —se pierde entre divagaciones sin sentido.

Y se estrella ante conceptos que escapan a su entendimiento y que es incapaz de definir. Y por primera vez, se siente bloqueado y perdido, sin saber que pensar, para dejarse llevar en el día seis de su existencia a la simple observación de las sensaciones que generan esa energía que vibra en su interior en forma y luz.

—Marko, ¿puedes escucharme? Todo va a ir bien. Te echo tanto de menos, regresa conmigo hermano —escucha una voz suave y melodiosa que no es la suya y viene del exterior.

Y en un instante todo su yo estalla en una explosión de fuegos artificiales, de emociones y sensaciones nuevas e incomprensibles derramándose por todo lo que es, para descubrir que fuera de sí hay otro yo distinto que le llama y espera, despertando en su interior sensaciones tan hermosas como nunca había experimentado antes en su corta existencia.

«De esta forma, en el día séptimo de mi existencia en mi mundo, tomo la firme determinación de no cejar en el intento de alcanzar a conocer al no-yo».

»He de encontrarlo para comprender el significado de todo eso que he sentido, y para que me ayude a descubrir quién soy, qué soy y dónde estamos, porque cuando lo encuentre ya no estaré nunca más solo.

»Pero ahora también sé, que tengo un nombre».

—¡Marko!

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