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17. Fuego (1/3)

-Otra vez te está mirando-Mark no tenía que darse la vuelta para saber de quién estaba hablando Jungwoo.

La escuela no era muy grande, todos los alumnos se conocían y si no lo hacían, alguien conocía a cualquiera que si lo hiciera. Además el establecimiento no era muy grande así que no era difícil saber en qué club, deporte o que estaba cada persona que asistía, así como también se veían seguido al compartir el mismo gimnasio para sus prácticas.

-Ignóralo y concéntrate en la practica- Mark tomó un sorbo más de su botella de agua, el entrenador les había dado solo unos minutos para recuperar fuerzas. Un próximo encuentro se acercaba y si lo hacían bien, clasificarían para las semifinales.

-¿Algún día le hablaras?-Jungwoo volvió a insistir, el pelinegro lo miró de reojo con una advertencia.

-¿Por qué debería?- En ese momento sus ojos se desviaron al mucho del otro lado del gimnasio, justo a tiempo para verlo regresar la vista a su propia práctica.

-No sé. Es lindo y siempre hablas de él- A esas palabras no tuvo otra contestación. No era una mentira, el chico de cabello blanco era hermoso en todo sentido de la palabra, lo había visto sonreír y era lo más tierno del mundo.

Tampoco mentiría que lo había visto una o dos veces mientras levanta a sus compañeras de equipo hacía arriba, con sus músculos tensos.

Volvió a la práctica cuando sonó el silbato, su concentración debía estar única sobre el baloncesto y no en un sexi porrista en la otra punta del lugar. Como capitán, Mark debía dar todo de sí.

Las reglas eran fáciles y sencillas, primero terminaban ellos de practicar y podrían usar el vestuario todo lo que deseaban, siempre manteniendo un orden, y luego terminaría el siguiente grupo para poder utilizarlo sin problemas. Aunque claro, eran solo cuatro porristas en el equipo y el resto eran mujeres, aún así no querían problemas. Mark tomó sus pertenencias y antes de poder salir por la puerta, su mejor amigo lo esperaba en ella.

-Pensé que ya te habías ido- Renjun negó, sus brazos cruzados sobre su pecho.

-Es viernes, nos juntamos en la casa de Donghyuck- Levantó una de sus manos donde sostenía unas llaves, Mark supuso que serían de la casa del nombrado. Nunca preguntó por qué Renjun tenía una copia de esas.

-¿Y el imbécil?- El menor frente a él rió. El pelinegro se limitó a colocar bien su mochila en la espalda.

-Debía llevar a mi hija al veterinario, nada grave- Mark se mordió los labios para no soltar un comentario. Sus mejores amigos habían adoptado a una perrita en un refugio y la trataban como si fuera su hija, llendo y viendo en las dos casas.

-Le diré a Haechan que dijiste "Mi" y no "nuestra"-

-Callate-

Siguió su paso detrás, a veces olvidando que era su capitán, el mayor y quien terminaría llendo preso si los vieran cometer algún tipo de crimen.

Según Mark, la vida lo odiaba y era por eso que se encargaba de golpearlo una y otra vez sin misericordia. Justo a unos pasos estaba aquel chico, con su sonrisa de ojos y esa mirada que cambiaba al encontrarse con su cuerpo. Sentía que toda inocencia se evaporaba cuando posaba sus ojos sobre Mark, mirando sin disimulo.

-¿Vas a caminar o seguirás mirando a Jeno?- Mark cambio la dirección de su cabeza hacia la voz de su amigo. Quiso protestar por sus palabras, pero fue interrumpido -No empieces con tus excusas. Eres un cobarde-

Mark abrió la boca para responder esas palabras, para mantener su orgullo aún de pie y buscar los fundamentos para refutar la postura de Renjun. No era un cobarde, simplemente no encontraba la manera de comenzar una conversación. No podía ir y decirle "Oye, ¿Por qué me miras tanto? Por cierto, eres muy caliente" no tenía la confianza para hacerlo, algo totalmente diferente a no tener el valor.

Sin embargo, el asistente del entrenador lo llamó para que lo acompañe a hablar con el encargado de las actividades deportivas de la escuela. Su corazón corrió como loco al ver que también llamaban a Jeno para que los siguiera.

La reunión exprés fue más bien un aviso para los grupos, Mark descubrió que el chico no era nada más y nada menos que el capitán de los porristas.

El campeonato de los porristas era tres días antes que el próximo enfrentamiento del equipo de basquetbol y los lugares tenían a penas unos kilómetros de distancia. Es por eso que la escuela pensó en llevar a los dos equipos en un mismo viaje y ahorrar costos. A demás sería buen momento para hacer que se unieran y se conocieran, los profesores vivían con la ilusión de que entre los alumnos no se conocían.

-Eso es todo. Jeno puedes ir a cambiarte y Mark puedes ir a casa- y con su mano extendida hacia la puerta, los dejo retirarse.

Salieron en silencio, uno detrás del otro y en una ola de Valentina o de locura, abrió la boca para hablarle al peliblanco.

-Tu nombre es Jeno ¿verdad?- Quiso golpearse por ser tan idiota a veces. Jeno simplemente sonrió y le asintió.

-Supongo que tú eres Mark- Fue su turno de sonreír complacido. La voz de Jeno era melodiosa y tranquilizante. -Al fin puedo ponerle un nombre a ese lindo rostro-

Mark mentiría si dijera que en ese momento no sentía como podría caerse si una pequeña brisa lo golpeara, o como su corazón llegaba a sus oídos, mucho menos si dijera que no sentía como sus mejillas se enrojecía en un rojo intenso. El chico lo pensó y dejando sus sentidos en tercer plano y su conciencia escondida en algún lugar, entonces le pregunto.

-¿Me das tu número?- Jeno lo miró un poco confuso, al darse cuenta de esto. El pelinegro intento explicarse rápidamente -Quiero decir, es para poder. Ya sabes- Ningúna idea pasaba por su mente en ese momento. Miró a los lados y se lamentó -Eso-

-Te lo escribiré en una nota- A pesar de sus precarias excusas, Jeno corrió hasta donde estaban sus pertenencias y le entrego una nota que quitó de un block en su mochila y se lo entrego.

-Nos vemos- Mark se despidió sin saber cómo realmente hacerlo.

Pero Jeno si sabía.

-Llámame cuando quieras- Y dejando un dulce beso en la mejilla de Mark, se retiró dirigiéndose hasta el vestuario donde lo esperaban sus compañeros.

_________

-¡Llámalo!- Renjun volvió a gritarle cuando entraban a la casa de Donghyuck, era la tercera vez en todo el camino. Mark se arrepintió de contarle lo que había sucedido mientras lo esperaba fuera.

La madre de Donghyuck los observó un momento, sus cejas fruncidas de ver a dos chicos entrar a su casa sin su hijo. Suspiro con fuerza y se dirigió a ellos para enfrentarlos.

-Renjun podrías no gritar cuando entras a mi casa- El nombrado la miró unos segundos antes de ignorarla y seguir con la conversación que estaban teniendo hace ya más de diez minutos.

-Te dijo que lo llames ¿Por qué lo diría si no lo quisiera?- La señora Lee lo miró disgustada y un poco cansada.

-¿Y mi hijo?- Esa vez, el chino si se giró a mirarla. -Pensé que llevarían a Mimi al veterinario. La adoptaron juntos-

-Fue el solo. Con Mark debemos adelantar deberes- El pelinegro lo miró confuso. No recordaba que tenían un trabajo para entregar o tareas atrasadas, luego recordó que ni siquiera compartía clases con el par.

-No me mientas Huang-

-Entonces no pregunte Lee- se sostuvieron unos momentos la mirada -Era en el horario de la práctica, no podemos faltar ambos a la vez. Piénselo- Y siguiendo su camino como si fuera su propia casa, camino hasta la habitación del chico que faltaba en el grupo de amigos. Mark hizo una reverencia como disculpa y siguió al castaño por el pasillo.

-Podrías tratarla mejor- Cerrando la puerta, dejó caer los bolsos a un costado. Ya acostumbrados a estar en esa casa, esa habitación se había convertido en el refugio para todos. -Si quisiera ella, podría sacarte de la casa- Mark recordó ese día en el que terminaron en la calle con Donghyuck incluído, porque habían colmado la paciencia de la mujer.

-Sabes que me odia- el otro no respondió nada, no era novedad que no se llevaban bien y era mutuo. Ninguno de los dos parecía querer hacer las pases -Y ahora mucho mas que antes- Él lo miró. Acomodando su cuerpo en la silla giratoria del escrito, viendo al castaño dejarse caer sobre la cama.

-¿Por qué lo dices?- antes de abrir la boca. La puerta se abrió y dejó paso a Donghyuck entrar, con su cachorra corriendo por toda la habitación luego de ser liberado.

Mark no pudo evitar reír al ver como tanto como la perra y Haechan se subían a la cama para saludar a Renjun con entusiasmo. No sabría decir cuál de los dos era el adorable cachorro. A pesar de ser un poco amargado y reacio a las muestras de cariño, el chico se dejó abrazar y que le lamiera la cara.

-¿Peleaste con mamá?- Escuchó decir a Donghyuck.

-No diría pelear. Lo mismo de siempre, tonterías- El chico sobre él afirmó con un sonido de su boca.
-Pero no hablemos de eso. Mark tiene el número de Jeno- El pelirrojo se levantó de un salto para mirar con emoción al muchacho en su silla.

-¿Lo llamaste?-

________

No hace falta decir que pasaron todo el viernes y parte del fin de semana discutiendo si debía o no llamar a Jeno. Mark sostenía que no tenía una razón para hacerlo y lo tonto que había quedado cuando intento buscar alguna historia para pedirle el número, terminando quedando como un idiota frente a él. Sus amigos le decían que recuerde que le dió su número a pesar de sus miserables esfuerzos. Cabe destacar que el lunes escuchaba las mismas palabras pero salían de la boca de Jungwoo en el almuerzo.

-El chico se muere por ti- Mark lo escuchaba hablar mientras comía en silencio -¿Y tú? No te quedas atrás-

-Tal vez- Suspiro fuerte -¡Es que no sé qué decirle!- Grito exasperado.

Sus ojos viajaron por el salón del comedor, buscando miradas que le indiquen que lo habían escuchado. En su lugar, encontró unos ojos cálidos que reía con sus amigos. Si Jeno tenía una especie de radar, seguramente se había encendido en ese momento. Levantó sus ojos y miró directamente en dirección de él, Mark le regaló una tímida sonrisa para volver su atención a su amigo.

-Tan tiernos- se burló Jungwoo
-Debes hacer algo o la llama se apagará- Mark lo miró confundido.

-¿De que estas hablando?-

-Jeno es como una fogata, ardiendo de pasión- Jungwoo exagero sus expresiones, haciendo que Mark riera fuerte por las locuras que decía -Si no la mantienes viva se apagará. Así que debes hacer algo con ese fuego- El pelinegro dejo de reír, tal vez aquello no era tan descabellado.

-Me voy a volver loco- En ese momento unas voces alegres llamaron su atención. Riendo entre ellos, venían caminando Renjun y Haechan. Mark llamo levantó su mano para que los vean.

Espero en silencio, aprovechando el tiempo para volver a pensar en que poder hacer con Jeno. Cómo debería hablar, actuar y poder tener algún avance con ese muchacho. El par llegó hasta la mesa, los saludaron rápido y con una sonrisa. Jungwoo con una más grande de lo normal.

-¡Felicidades!- Abrió sus brazos hacia el par que lo miraba nerviosos.

-¿Cómo lo sabes?- Le pregunto el castaño.

-Tu hermano me lo dijo-

-Ese idiota- Renjun se quejó de su hermano mayor. -Queriamos dar nosotros la noticia- Mark los miró sin entender ninguna palabra.

-Pero sus padres lo saben ¿No?-
Asintieron.

-¿De que están hablando?- Los presentes lo miraron.

Donghyuck abrió la boca para responder, pero fue interrumpido por la voz del asistente del entrenador. Doyoung estaba parado al lado de Jeno y ambos lo esperaban en la puerta del salón.

Se despidió con sus manos del grupo de amigos y camino despacio hacía quienes lo llamaban.

________

Doyoung les encargo que repartieran los permisos a todos los miembros de ambos equipos así agilizar las cosas y tener todo listo para el viaje que sería en muy poco tiempo. Mark estaba nervioso, tenían un importante partido, vería por primera vez una competencia de porristas y a Jeno luciendoce en lo que hace. Además tendrían más tiempo para conocerse más entre sí.

En el camino, charlaron juntos, aprovechando la excusa de no entrar a sus respectivas clases y terminar todo más rápido haciendo el trabajo juntos. O tal vez solo era una excusa para pasar el rato y hablar de todo y a la vez de nada. Descubrió que Jeno tenía un sentido del humor muy peculiar y lo hacía reírse con facilidad, podrían hablar de cualquier cosa sin aburrirse.

-Eres único- Dijo Mark al calmar su risa. Ambos salían de entregar un permiso a una de las chicas del grupo de Jeno.

-Lo dices para no hacerme sentir mal- El chico negó.

-En serio. De lejos siempre fuiste etéreo, al hablarte me di cuenta que eres aún más perfecto de lo que pensé- El chico a su lado sonrió, sus mejillas sonrojadas. Mark se dió cuenta de sus palabras cuando lo vio decir ninguna palabra -¡Lo siento! Eso fue extraño-

-No. Fue lindo- Se encogió de brazos. Ambos miraron sus manos, donde solo faltaban cuatro permisos restantes. Dos de eran de ellos y el otro par de Renjun y Donghyuck.

-Estos son de mis dos mejores amigos. Puedo entregarlas yo mismo, para no seguir molestando-

-Esta bien- Estaba por irse cuando Jeno volvió a hablar -Espere tu llamada- El muchacho sintió que se caería en el lugar. Se apoyó sobre el barandal de la escalera para evitarlo.

-No sabía que decirte- llevo una de sus manos hasta la parte trasera de su cuello. Nervioso.

-Tal vez, no sé. ¿invitarme a tomar un café?- El chico sonrió. Jeno era más de lo que imaginaba.

-Lo tendré en cuenta-

Escucho nuevamente las voces del par inseparable, ambos caminaban por el pasillo de abajo y se dirigían a la escalera donde estaba Mark. Se giró para verlos desde la baranda y se preguntó por qué últimamente andaban más juntos de lo normal, se sintió un poco excluido. Recordó que las prácticas individuales se extendieron y la última vez que se juntaron fue en la casa de Haechan, básicamente Renjun lo arrastró hasta allí. Se anotó mentalmente que los invitaría a su casa a pasar una noche antes del encuentro.

Al darse la vuelta, los ojos de Jeno subieron rápidamente por su cuerpo. Tardó en reaccionar donde había estado mirando el muchacho cuando el estaba de espaldas. Abrió grande su boca, impresionado por lo atrevido que había sido.

-¿Estabas viendo mi?- El pelinegro apunto hacia abajo donde se dirigían sus sospechas.

-Si- Asintió sin problemas -Nos vemos pronto-

Quiso darse la vuelta pero el niño se le acercó como si temiera hacer un mal movimiento. Lo miró atento a sus movimientos, cuando lo acorraló sobre la escalera. Sus ojos ardieron cuando lo miró despacio, viajando hasta sus labios. Se rozaron unos segundos, palpando la tensión entre ambos, para unir sus labios en un beso profundo desde el momento en que tocaron sus labios.

Mark podía sentir cada sensación en su cuerpo, contó cada latido de su corazón y sintió como poco a poco se quemaba. Todo con un beso.

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