VIII Teatro
«Corrimos escaleras abajo sin mirar atrás, mezclándonos con el gentío que se agolpaba en la plaza y entre las calles, bailábamos y cantábamos con todas las comparsas que nos encontrábamos o actuábamos en representaciones teatrales que se interpretaban espontáneas por cualquier rincón en aquel inmenso teatro en el que se había transformado aquella mágica ciudad; y como no, paseamos en góndola, arropados por un manto de pétalos de rosas y el canto del gondolero. Parecía que aquella noche no quería acabar nunca.
»—Ven déjame que te muestre mis sueños —me susurró al oído con ternura.
»Yo giré mi cabeza lentamente para encontrar sus labios y fundirnos en dulces besos de vino y miel.
»Agarró mi mano para llevarme hasta la entrada de una gran casona con la fachada derruida, empujó echando su cuerpo con fuerza contra una puerta bastante deteriorada, luego encendió algunas lámparas de aceite y me ayudó con delicadeza a entrar al interior de aquel fantasmagórico lugar que denotaba había estado deshabitado desde hacía mucho tiempo, pero que tuvo que tener un pasado de gran esplendor. Sus paredes mantenían todavía algunos de los grandes murales que la decoraban y un patio interior de grandes dimensiones en la planta baja estaba lleno de enormes baúles repletos de trajes y vestidos de otras épocas y traídos desde diferentes lugares del mundo.
»—Mira, la compré hace poco a un buen amigo que vino a menos, era de su familia y no la usaban. Quiero reformarla pero no como una vivienda, será mi más maravillosa obra de arte —me hablaba ilusionado, sus ojos brillaban más que las tintineantes lámparas.
»—¿Y qué tienes pensado hacer? —pregunté curiosa por el proyecto.
»—Verás lo que he pensado... los teatros romanos son todos al aire libre, y esto supone un incordio, cuando llueve o hace frío las representaciones tienen que suspenderse lo que genera grandes conflictos. —Lorenzzo hizo un giro aumentando la intensidad de su exposición—. Además, la mayoría se construyen a las afueras de las ciudades lo que supone otro problema al tener que desplazarse para poder ir a ellos. Por eso estuve pensando la forma de evitar tales contratiempos, y se me ocurrió que la mejor manera era traer el teatro a la ciudad y construirlo en medio de la urbe, en una casa cerrada. Y esta es mi idea: construiré aquí mi teatro...
»Solté una sonora risa que pareció no gustar mucho a mi enamorado.
»—Estás loco... pero un loco maravilloso. —Arreglé mi desaire con un largo y apasionado beso que le dejó sin resuello.
»Pero él estaba más sumido en sus pensamientos que en mí regalo, lo que me molestó he de confesar, y apartando mis labios de su boca siguió con su exposición:
»—Lo primero que haremos será apuntalar bien todas las plantas para que no se nos vengan a bajo mientras trabajamos, luego demoleremos toda aquella parte de enfrente para ganar espacio y construir el escenario donde se representarán las funciones. —Lorenzzo parecía estar construyéndolo a medida que lo explicaba—. Toda esta parte de la planta baja irá pegada al escenario, lo llamaremos el gallinero y será para que los asistentes de clases más bajas puedan acudir también, estarán de pie, es un contratiempo, pero así cabrán más.
»Lorenzzo señaló la planta superior mientras yo la miraba asombrada.
»—Y en las dos plantas superiores ya no serán necesarias las grandes habitaciones, así que construiremos pequeños palcos decorados con todo tipo de lujos, serán como las terrazas exteriores de las viviendas pero hacia el interior y donde colocaremos cómodas sillas y butacas para poderse sentar los nobles que paguen más por las entradas.
»—¡Vaya! —exclamé asombrada—. Lo tienes todo bien planificado.
»Pero él estaba tan absorto en sus explicaciones que pareció no haberme escuchado.
»—Traeré a los más grandes artistas amigos míos, pintores, decoradores, escultores y arquitectos, para que me ayuden a hacer de esta maravillosa mansión en sí una asombrosa obra de arte, y poder representar las obras de los clásicos, como no, pero también los nuevos dramas y comedias de autores nuevos y desconocidos que andan a la vanguardia de las obras teatrales que traen los nuevos tiempos.
»He de decir que al principio me pareció una idea extravagante y difícil de llevar a cabo, pero escuchándole con esa fuerza e ilusión empezó a gustarme la idea, parecía atrevida, valiente como lo era él.
»—¿Te gusta mi sueño? —cambió el tono de voz, prestándome desde ese momento toda su atención. Sentí como se le encogía el corazón en el pecho esperando una respuesta.
»—Me encanta. Me parece el sueño más hermoso que escuché jamás; y por lo poco que te conozco, no me cabe duda de que lo harás realidad —le dije con toda la ternura que me inspiraba. Parecía un niño pequeño y tembloroso que recién cuenta su más oculto secreto, esperando mi confirmación.
»—Compártelo conmigo, seamos socios en esta descabellada locura, ayúdame a hacerlo realidad, levantemos juntos este teatro y representaremos en él nuestra historia amor, la mayor que jamás se haya escrito, para que dentro de mil años todavía se hable de nosotros, y los jóvenes de todas las épocas pronuncien nuestras palabras en todos los idiomas de este mundo.
»Lágrimas brotaron de súbito de mis ojos sin poder controlarlas. Él, aquel hombre generoso y sincero al que acababa de conocer, me abría de par en par con total sinceridad las puertas de su mundo, sus sueños, su vida entera, y pude comprobar sin duda ni engaño que lo hacía con el corazón en la mano, me hablaba su alma desde lo más hondo de su ser. Y yo, yo me escondía tras mis argucias y mentiras. Había llegado a aquel lugar buscando solo un padre para mi hijo sin ni siquiera preguntarle, sin pedirle su consentimiento. ¡Ah! No sé si fue Dios, el destino o el universo quien me estaba jugando una mala pasada, podía escucharle reírse de mí en aquel proyecto de teatro. Quise jugar con fuego y me estaba abrasando por dentro, me sentía desfallecer, mezquina y miserable. Y por un instante entré en sus sueños, haciéndolos míos e imaginando como sería mi vida junto a él, de viajes a lugares increíbles y lejanos que se entregaban con solo pensarlo. El amor del que toda mi vida me había reído, me golpeaba ahora tan fuerte que me quitaba el aliento.
»—No puedo... no puedo —gemí entre dientes recobrándome a mi verdad, mientras sentí que se le rompía el corazón en pedazos entre mis dedos y como el agua pura de manantial se me escapaba sin poderlo atrapar...»
†
—Madre ¿Cómo pudiste...? —corta entre lágrimas el joven Olaf las palabras de la mujer.
Desliza el abuelo con suavidad sus dedos por los labios del hijo para que no hable.
—Déjala que lo diga, que se desahogue como quiera, que suelte todo eso que lleva guardado en sus entrañas por demasiado tiempo ya.
Ragnhild les devuelve trémula sonrisa bañada de lágrimas.
†
«Lorenzzo no se daba por vencido y continuó con el interrogatorio.
»—¿Quién eres misteriosa mujer? ¿De dónde vienes? Ábreme tu corazón para que pueda entenderte. Comparte tus secretos para hacerlos míos, y busquemos una ventana por donde podamos escapar volando juntos como golondrinas en busca del calor de sol. Afrontemos juntos el devenir sin miedos, secretos ni reservas y nada ni nadie se podrán interponer entre nosotros.
»—No puedo... —repetí sin saber que más decir, cada palabra que me dedicaba se me clavaba más y más como afilados puñales.
»—¿Qué te retiene? —Seguía urdiendo en la herida.
»—La realidad. —Y en ella me repuse. No se trataba de mí ni de nosotros. Estaba allí con un único propósito y eso era lo único importante. Había llegado muy lejos para alcanzar mi objetivo y ya era demasiado tarde para echarse atrás.
»—No hagas preguntas, no hables. Da igual quien sea y de donde venga. Olvidémonos de todo por esta noche mágica hasta que llegue la mañana. Tan solo entreguémonos el uno al otro sin más palabras que las que griten nuestros corazones. Toma la flor que nadie tomó nunca antes y hazme tuya hasta el alba.
»Le agarré por la cintura y nuestras miradas se entregaron llenas de deseo y pasión. Y sin quitarme esos ojos verdes que relucían como estrellas fue desvistiéndome con ternura y con rabia. Cuando me tuvo desnuda se desvistió él sin mostrar ningún pudor; para recostarnos abrazados entre todos esos trajes de otras épocas y de lugares lejanos para hacerme suya, tomando la plaza que se le entregaba sin resistencia.
»No hubo descanso ni más palabras entre nosotros, solo gemidos y suspiros ahogados que resonaban por entre las paredes de aquella casa encantada... hasta el alba.
»Agotado por el esfuerzo mi bello amante cayó dormido como un confiado niño entre mis brazos. Yo, excitada, no podía entregarme a su sueño, tenía que huir de todo aquello, pues de no hacerlo ya no lo hubiera hecho nunca. Acaricié su pecho desnudo, libé de sus labios un último beso, recogí para vestirme de sus ropas llevándome conmigo su aroma, y salí de allí cerrando tras de mí las puertas de un teatro que representó en su primera función, el drama de nuestro amor. Y corrí por las calles solitarias de Venecia, inundando la laguna con mis lágrimas.
»No tardé en llegar al palacio de la emperatriz, ella me esperaba en las escaleras ataviada con su traje de amazona preparada para nuestra marcha; nuestro plan se consumaba. Me regaló una cálida sonrisa, señal de que comprendía lo que estaba sufriendo. Su rostro reflejaba que ella tampoco había pegado ojo en toda la noche, guardando con un guiño los secretos de después del baile.
»—¿Y mi vestido? —reclamó entre risas al verme llegar de luto, tratando de quitarle hierro al asunto.
»No supe qué decirle.
»—¿Me lo perdiste? Pues que sepas que ya no te prestaré ninguno más. —Rió estrepitosamente mientras extendía la mano buscando la mía.
»Y corrimos hacia el puerto en busca de nuestro barco que aguardaba preparado para llevarnos de regreso a Roma. Recobrada por la brisa enjugué mis lágrimas con la manga de su camisa, y mi corazón cerré para siempre jamás, la llave al fondo del mar tiraba. Ya no había marcha atrás.
†
La princesa de aquel cuento de hadas cae al suelo desmayada, vencida al cansancio y a los recuerdos que con fuerza golpean su corazón de un amor que ya nunca volvió a ver y de aquella noche mágica en el carnaval de Venecia.
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