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Capítulo 37.

De igual manera no es que podríamos ganarlo.

Sin embargo lo intentamos en el segundo round.

Volvemos a caer, la sangre recorre nuestra piel,

pero tu siendo un ángel vuelves a ponerte de pie.

¡Vamos ángel, lucha, gana este tercer round!

Pero por más que te anime vuelves a caer.

Round, Four Chips.

Vanessa Martin.

Algo estaba mal, Mark nunca me enviaría flores y chocolates con alguien más, conocía muy bien al hombre, él hubiese querido entregarlas por si mismo si las hubiera comprado. Además Mark sabe que odio las rosas. Sin embargo, Jean Luca parecía conocer muy bien a la mujer que está entrando por la puerta principal, pero la verdad es que Jean Luca conoce a todo el mundo.

—Hola, creo que no te conozco —saludo acercándome a ambos.

La mujer al notarme sonríe de oreja a oreja como si fuéramos intimas amigas. Por una razón no tenía muchas amistades mujeres, la mayoría eran unas arpías que buscarían la oportunidad para picotear tu cuerpo. Ojo, no todas son así, pero me había conseguido mi buena parte de arpías en la vida, se me hacia fácil reconocer a una y esta parecía ser una de ellas.

—Soy Tanya, es un placer finalmente conocerte, Vanessa—me extiende su mano y a regañadientes la estrecho.

No sé si estoy loca y todo este asunto de Trébol me está afectando de más pero noto que un escalofrío me recorre al estrechar nuestras manos. Sin embargo, guardo la calma y me fuerzo para embozar una pequeña sonrisa.

—Uh, la verdad es que nunca había escuchado hablar de ti.

Su sonrisa se congela por lo que su rostro en estos momentos de verdad asusta.

—Tanya es una de las estilistas de Four Chips, la favorita de ellos según Mark—me explica Luca mientras mira curioso la caja de chocolates, veo sus sucias intenciones—. ¿Puedo tomar uno, Vanessa?

—Adelante—no me quejo, Luca de por si es un glotón, era cuestión de tiempo que intentara comerse al menos uno de los bombones.

Tanya frunce un poco el ceño, pero rápidamente lo elimina volviendo su mirada en mí.

—Los chicos me aprecian porque no hago preguntas de más. No como Becca, es algo molesta cuando se pone en plan fanática loca—Al decir eso baja su mirada y emboza una sonrisa triste—. Me enteré de que ha estado acosándote, eso es horrible. Ojalá que pague por sus crímenes.

Alguno de los chicos tendría que haberle comentado eso porque estaba segura de que todo este incidente con Trébol se estaba manteniendo bajo la mesa. No queríamos que otros fans dementes de la banda salieran y replicaran a Trébol. Eso sería fatal.

Pero al parecer la mujer no estaba enterada de la nueva información.

—Becca no es mi acosadora. Se confirmó que tenía una coartada y además brindó información adicional que podría llevarnos con la real—le informo queriendo ver como reaccionaria. Pero ella se mantiene impasible, aun mirándome preocupada.

Tal vez exageraba y había lo mismo que Trébol estaba haciendo conmigo, juzgar sin conocer.

—¡Oh Dios! ¿Entonces esa loca sigue suelta?

—Lamentablemente sí. La policía y los chicos están haciendo todo lo posible para dar con ella.

—Ojalá la encuentren pronto, Vanessa. Sería desafortunado si algo te pasara.

De repente a mis espaldas escucho un gran estruendo, cuando me doy la vuelva veo como Luca esta sobre el suelo.

—¡Mierda! ¡¿Luca?! —Me acerco rápidamente a él y noto como el chico tiene los ojos cerrados, pareciera que estuviera durmiendo porque su respiración pausada se mantiene. Empiezo a dar unas palmadas en sus mejillas pero no reacciona—. ¿Luca? Por favor, Jean Luca despierta.

A mis espaldas Tanya empieza a reír, el escalofrío que antes había sentido se intensifica en mi columna vertebral haciendo que también los vellos de mi nuca se ericen. Me doy vuelta lentamente observando como la mujer todavía se ríe sin parar como si lo que estuviera viendo fuera la cosa más graciosa del mundo, tanto así que algunas lágrimas se deslizan por sus mejillas.

—Eres Trébol—digo con voz trémula.

Sabía que algo estaba mal desde que esa mujer había entrado al apartamento de Mark con aquellas flores y chocolates. Había traído rosas, esa era la gran pista. Mark sabe que odio las rosas. Los chocolates tampoco son mi gran vicio, hubiese preferido donas glaseadas antes que bombones. Además él no mandaría a alguna chica para darme un regalo, les habría pedido ayuda a sus amigos para eso, incluso a Jean Luca.

—¿Disculpa?

—Tú eres Trébol.

—Siempre vi ridículo aquel apodo, pero Janicka no tenía mucha imaginación—Finalmente detiene sus risas pero mantiene una sonrisa maliciosa en sus labios—. Debo admitir que todo salió mejor de lo planeado, pensé que debía matar al primo de Mark para poder llegar a ti.

—Estás demente.

—¿Yo estoy demente? Tal vez si lo estoy, tienes razón—Hace una pausa caminando hacia mí, yo retrocedo mientras ella se acerca—. Me prometí un día que haría cualquier cosa para proteger a los que me importan, si tengo que perder la cordura que así sea entonces.

—¿Te parece proteger lastimar a alguien que le importa mucho a Mark?

—Mark está confundido—Choco con el ventanal por lo que la mujer me atrapa con su cuerpo. Podría empujarla y salir corriendo, ¿pero luego qué? —. Debiste quedarte como su enemiga.

En ese momento mi teléfono empieza a sonar, está sobre el sofá. Una carga de adrenalina me llena y perdiendo mis cabales empujo a la mujer con todas mis fuerzas para correr hasta donde mi teléfono se encuentra. Cuando lo tomo, mis manos temblorosas están a punto de contestar, pero algo duro y frio es colocado detrás de mi cabeza. Me congelo, el teléfono suena y vibra en mi mano una y otra vez, veo que dice Mark, estoy tan cerca pero a la vez tan lejos. No lo tengo que pensar, si contesto estoy muerta.

—Vanessita se sigue portando mal—masculla para después chasquear con la lengua—. Umm, parece que se me acaba el tiempo, tal vez no voy a poder disfrutar contigo como lo hice con Janicka.

—¿Por qué haces esto? —susurro con un hilo de voz cuando las primeras lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas.

No quiero morir, no quiero, me rehúso a terminar de esta manera.

—Four Chips siempre fue mi vida, han sido todo para mí. Estuvieron cuando mis padres murieron, me ayudaron a superar mi depresión, me hicieron dar cuenta de que era muy especial, que no era invisible. Cada canción que ellos sacaban eran como un remedio para mí, una droga a la cual era adicta—Mi teléfono deja de sonar pero de inmediato empieza a sonar el de Luca sobre la mesa de centro—. Siempre los quise para mí, pero sabía que en algún momento ellos harían sus vidas, solo debían escoger buenas mujeres para estar con ellos, ¿verdad? No podían estar con cualquiera. Fue cuando Janicka llegó a la vida de mis chicos, era una mujer sucia, no podía permitir que ella estuviera junto a ellos, por eso le di sus advertencias. Logré que ellos se alejaran de esa mujer, pero Frankie siguió ahí y Janicka ignoró mis advertencias. Por eso la maté, no era digna de mis chicos.

—¿Qué hay con todas las mujeres que ha salido Dustin? ¿O Miranda? Ella le hizo mucho daño a Mark.

—Para mí mala suerte cometí un error con una de las tantas novias de Dustin. La verdad ellas no duraban más de tres meses, mientras que esta ya tenía demasiado tiempo con él y de verdad le rompió el corazón. Dustin no la veía como un juego como a las demás, le di un primer strike, pero lo hice en persona, porque estaba furiosa—Esta vez es el teléfono del apartamento el que suena, pero de nuevo ella lo ignora por completo—. Filtré fotos íntimas de aquella perra y ella me señaló a mi luego de que Frankie le hubiese jurado que no había sido él. Para ese entonces no sabía que ellos ya habían terminado y solo tenían una relación casual. Caí de manera estúpida y me llevaron a prisión. Por eso no pude hacer nada contra la perra de Miranda. Por eso decepcioné a mis chicos. Hasta mi hermano se decepcionó de mí.

Su mano empieza a temblar, está furiosa, pero se recompone cuando escucha como el teléfono del apartamento vuelve a sonar insistentemente.

—Se me acaba el tiempo, he hablado demasiado.

—¡Espera! —exclamo queriendo que siga hablando, todavía estaba la seguridad abajo, tal vez Mark se preocuparía y los enviaría aquí—. ¿Por qué no soy digna de Mark? ¿Qué hace falta para que pueda estar con él?

—¿Qué te hace falta para estar con él? —Camina a mí alrededor para ponerse frente a mí, sus ojos están rojos y la sonrisa que muestra es aterradora. Le encanta tenerme así, a su merced—. Lo único que te falta es ser yo, Vanessa.

Después de eso todo pasa muy rápido, la puerta del apartamento es abierta por el equipo de seguridad, noto como Simon tiene un arma en su mano y apunta directamente a la espalda de Tanya. En poco tiempo más hombres se unen a Simon, rodeando a la mujer que todavía me apunta con su pistola.

—¡Tanya, baja el arma! ¡Estas rodeada, no hay manera de salir de aquí!

Ella está tranquila, como si no le importara que estuviera rodeada por hombres apuntándole con pistolas. Ella solo seguía ahí de pie, mirándome impasible y todavía con esa sonrisa de psicópata que estaba segura no olvidaría tan rápido como querría.

—No tengo nada que perder, ¿verdad Vanessa? Al final, estoy protegiendo a mis chicos.

—¡Tanya, baja el arma!

—Seré inmortal para ellos a partir de ahora, ¿no lo crees? —Sigue teniendo una conversación unidireccional conmigo—. Los podré proteger para siempre, aunque no esté aquí, lo lograré.

—¿Caitlyn? Princesa por favor baja el arma.

Tanya se congela en su posición, poco a poco se da la vuelta olvidándose de mí. Simon sostiene en sus manos un teléfono, está en una llamada, pero al parecer la persona que estaba al otro lado era importante para Tanya... ¿O Caitlyn?

—¿Johnny?

—Caitlyn, estoy a punto de llegar para recogerte. Por favor hermanita, no hagas una locura—Era el hermano de Tanya, otra de las personas importantes para ella de las que me había hablado—. Iremos a casa, ¿sí? No permitiré que nadie te haga daño, pero debes prometerme que va a dejar a esa chica en paz.

Noto como Oz me hace señas desde mi lado izquierdo para que me acerque a él aprovechando que Tanya estaba distraída.

—Lo siento, Johnny, pero quiero ser inmortal para ustedes, quiero que siempre me recuerden.

Sin más, coloca el cañón de su pistola debajo de su mandíbula y voltea a mirarme por un momento.

—Ellos nunca me olvidaran y tú tampoco—y aprieta el gatillo.

La sangre salpica en mi cara como si de lluvia se tratara. No podía moverme, solo podía escuchar los gritos desesperados del hermano de Tanya por el teléfono y como todos se movilizaban para acercarse a mí, pero yo solo podía verla sobre el suelo y como la sangre manchaba rápidamente la alfombra del apartamento de Mark que alguna vez había sido de color beige, en segundos se tiñe de rojo.

Hola, Hola!!!!! Aquí estamos de nuevo con un nuevo capítulo :)

¿Qué les pareció? Cuéntenme, quiero saber sus opiniones.

Este capitulo esta dedicado a Jesusolarte14 :) Si había tiempo para dedicarte un capitulo jajajajaja

En unos minutos estaré subiendo el capitulo 38 asi que atentos.

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