Capítulo 31.
Debo decir que me gusta verte sobre mí,
tus pechos rebotando al ritmo de la música.
Oh bebé, eres caliente, no puedo parar de pensar en ti.
Oh bebé, quiero beber todo de ti.
Debo decirte que me gusta verte sobre mí,
pero no sabes cuánto deseo también verte debajo de mí.
— Posiciones, Four Chips.
Vanessa Martin.
Estaba nerviosa y la ansiedad me ganaba por completo en estos momentos. La siguientes horas serian decisivas para mí y para Trébol, si las teoría eran correctas y la chica del club de fans de Four chips, Taloula y su prima, la ex asistente de Austin, Kippling, eran alguna de las dos Trébol entonces caerían con esta trampa. Trébol ardería en furia si se enteraba de que me había mudado con Mark, como si lo que hubiese hecho en mi casa no me importara.
Sin embargo me preocupaba que Trébol considerada esto como una trampa, era inteligente, por lo que podría descubrirlo en un santiamén. Sin embargo también podría pensar otra cosa, esperaba que tuviera un cerebro como el mío, que pensara que no iba a casa de Mark solo para estar con él sino que a su lado me sentía segura de los ataques de la chica. Por eso era primordial que Mark actuara como si estuviera afligido, como si se sintiera mal por mi yéndome a vivir con él. Lo habíamos practicado, había pocas probabilidades de que Mark fallara. ¿Y los chicos? Eran excelente actores, el único que me preocupaba era Austin, aparte de estar enojado el hombre era súper imprudente, cualquier cosa o gesto que hiciera podría ser usado en nuestra contra.
Poco después recibí un mensaje de Mark indicándome que Kippling había mordido el cebo y que para él había surgido otra sospechosa. Una tal Becca Sanders, una de las estilistas encargadas de Four Chips, dijo que había actuado de manera extraña y que todos lo habían notado, por lo que también estaría en la revisión del detective Conrad.
Mis manos sudaban, no me concentraba en mi trabajo porque mi cerebro en estos momentos era un revoltillo mental por agregar a alguien más a la lista de sospechosas. La pregunta era, ¿Quién de ellas sería? ¿Taloula la chica que amenazó a una asesinada Janicka unos años atrás que la mataría si no renunciaba a su puesto en el club de fans? ¿Kippling también implicada en conjunto con su prima? O no tendría nada que ver y la chica solo le estaba dando información inconscientemente a un familiar. ¿Podría ser Becca la estilista fanática de los chicos que no había reaccionado bien cuando Mark habló sobre mí? ¿Quizás las tres juntas? Trébol trabajaba muy bien, al final no habían encontrado muchas pistas en la caja con la muñeca, más que la sangre utilizada era de cerdo. En mi casa tampoco encontraron nada más, solo que las cámaras de seguridad y la alarma habían sido desinstaladas con una especie de virus.
Aunque me moría de nervios y estaba asustada yo misma quería meterme solita en este paquete. Como había dicho era hora de arriesgar todo o nada.
Termino de apagar las luces y cerrar con llave la galería. Por fin iría a casa—que se traduce como el apartamento de Mark—, después de una larga jornada. Estaba agotada mentalmente y solo quería dormir.
Justo al frente de la galería estaba el auto con Simon y Oz, mis guardaespaldas/choferes que Mark había asignado para mí. Después de haber pasado por toda la situación de mi casa con Simon había aprendido a confiar un poco más en él, también me había armado de valor para preguntar un poco más de su vida. Oz por su parte lo habían asignado una vez ocurrió el incidente en mi casa. A diferencia de Simon, Oz era más joven y más parlanchín, por lo que conocí la mitad de su vida el primer día que tuvo que empezar a hacer mi sombra.
—Buenas noches, chicos—Saludo al subir al auto. Simon está detrás del volante mientras Oz se encuentra en el asiento del copiloto.
—Señorita Martin—Es todo lo que dice Simon.
—Hola, Vanessa. ¿Qué tal el trabajo? —Oz se voltea un poco mientras Simon empieza a conducir. Como dije, Oz era mucho más parlanchín que Simon.
—Todo bien, ya sabes, Benedict fue un asno como todos los días pero puedo vivir con ello.
—De verdad me extraña que no hayas renunciado, si el ambiente de trabajo es malo yo buscaría otro lugar.
—Lo sé, pero ese trabajo me da más oportunidades en mi área—Le explico, si fuera por mí ya hubiese abandonado ese lugar, pero podía hacer contactos y no olvidemos lo mucho que infla mi curriculum—. No es sencillo conseguir un trabajo en una galería de importancia. Y Benedict, aunque sea un dolor en el trasero confía en mí.
—Si desea puedo darle un buen susto para que la trate mejor.
—Haces eso y estás despedido—murmulla Simon amenazantemente. Oz por su parte se ríe de su amenaza.
—Me vas a decir que tu no lo harías, Simon. Estoy seguro de que el tipo te lanzó una mirada de asco esta mañana. No soporta tu presencia.
—Es posible—les digo—. A Benedict no le agrada nadie, solo aquellas personas que tienen una billetera muy inflada y que compran sus cuadros por grandes sumas de dinero.
—Tal vez use los ahorros de mi vida en uno de sus cuadros. ¿Hay alguno de Mozart?
Me rio del chico, de verdad que no conocía nada de arte.
—Mozart no es un pintor—le manifiesto entre risas, Oz por su parte se sonroja.
—Umm yo... lo sé, solo umm... quería hacerte reír, Vanessa—Trata de excusarse pero falla fatalmente.
Simon no dice nada, está en silencio, no es que me sorprenda pero había algo extraño en el hombre.
—¡Señorita Martin, el cinturón!—grita de repente sobresaltándome.
No me da tiempo de reaccionar cuando siento el choque detrás del auto. El golpe hizo que mi cuerpo casi impactara con el vidrio delantero. Muy asustada, me recompongo y me coloco el cinturón como puedo.
—¡Vanessa, baja tu cabeza! —grita Oz sosteniéndose del techo del auto, de repente, otro golpe impacta sobre nosotros. Estoy congelada, no puedo creer que esto está pasando—. ¿Hola? ¡Nos están atacando! Estamos a diez minutos de la residencia del señor Zugadi.
—¡Ah! —grito al sentir otro impacto. Oz no dice más nada, pero noto su tensión en la parte de atrás.
—No se preocupe señorita Martin, ya vienen refuerzos por nosotros—Dice Simon muy calmado intentando no perder el control del auto.
En estos momentos quería golpear a Simon, nunca pensé que alguien pudiera estar tan tranquilo en una situación como esa.
—No logro ver una jodida placa y los vidrios están tintados—menciona Oz, mirando por el espejo del retrovisor—. Mierda, ¡viene otro impacto!
Inmediatamente después otra vez el auto nos choca, solo que este es mucho más fuerte tanto que me golpeo la cabeza con la ventana. La adrenalina es tan grande que no siento nada.
—Esto es malo, esto es jodidamente malo—susurra Oz peor logro escucharlo—. ¡Acelera, Simon!
—No me digas que hacer—porfía con el rostro tan duro como el granito.
—¡Quiere impactarnos por el lado derecho, cabrón! ¡Acelera!
Cuando veo por mi ventana noto que el auto que nos está siguiendo es el mismo que estaba a unas cuadras de mi casa hace unos días. Los vidrios están tintados, pero logro ver la silueta del conductor. Para sorpresa de todos la ventana de la puerta del conductor se baja lentamente mostrándonos a una mujer de pelo rubio con una máscara de color negro cubriendo su rostro, en el centro de ella hay un dibujo de un trébol de color blanco.
Dejo de estar asustada, estoy enojada. Bien estoy mintiendo, sigo asustada pero también la furia me llena. Está tan cerca pero su a vez tan lejos, quiero que pague.
Trébol extiende dos dedos en dirección de nuestro auto, después frena bruscamente haciendo que dejemos la camioneta negra atrás.
—¿Vanessa estas bien? —Escucho a Oz a lo lejos pero no logro conectar ninguna palabra.
Sabía muy bien lo que significaban esos dos dedos: Segundo strike.
—Estamos de suerte, fue muy imprudente—declara Simon conduciendo sin detenerse—. Se nota que está enojada, reveló una parte primordial de su aspecto, eso puede reducir la lista de sospechosos.
—Vanessa está sangrando en la frente—le informa Oz a Simon ignorando su anterior comentario.
—Ya la ayuda llegó, ellos podrán curarla.
Empiezan a sonar las sirenas y las luces rojas y azules se filtran por los cristales. Simon baja la velocidad hasta detenerse. Mi puerta es abierta pero por el shock de lo sucedido no me percato de quien es.
—¿Señorita Martin? —El desconocido llama varias veces hasta que despierto. Es un paramédico. Me sonríe brindándome la confianza de que estoy a salvo—. Voy a curar su herida, ¿de acuerdo?
—¿Herida?
—Se golpeó fuerte con la ventana lo que hizo que se formara un pequeño corte en su frente—Antes de posar el algodón en la herida anuncia que dolerá un poco.
Lo necesitaba, de verdad era necesario el dolor para finalmente despertar.
Escucho un alboroto detrás del paramédico, agudizo mis sentidos y noto que es Mark. Empujo un poco al paramédico yendo tras aquella voz. Cuando veo a Mark corro hasta él quien me recibe con un fuerte abrazo. Estoy segura con él, nada ni nadie puede hacerme daño si tengo a Mark junto a mí. Empiezo a sollozar finalmente liberando todo el estrés que desde hace días tenía en mi interior. Dejo que todo fluya queriendo descansar de una vez por todas. Quería que Trébol se fuera a la mierda. ¿Ella de verdad creía que me alejaría de la seguridad de los brazos de Mark? ¿De verdad creía que podría separar a dos corazones que estaban unidos desde el día uno en que nuestras miradas chocaron?
La atraparíamos, eso es seguro.
—Es rubia—susurro casi sin escucharme, así que me alejo de Mark y lo repito—. Trébol es rubia.
Mark se congela. Besa mi frente y me conduce con él hasta llegar al detective Conrad quien le estaba haciendo algunas preguntas a mi equipo de seguridad.
—Es Becca—dice Mark seguro.
—Iremos a por ella ahora, Mark. Pero lo más importante en este momento es que lleves a Vanessa a casa para descansar.
—¿Podría llamarme cuando la capturen?
—Lo haremos, ahora vayan a casa.
Casa, ya estoy en casa, estoy con Mark.
Jijijijiji no diré nada, solo que ya estamos entrando en la recta final de la historia :) Kemoción, ya vamos a terminar.
Este capítulo está dedicado a sothingreal <3 Espero que te haya gustado :)
Voy a tratar de subir otro capítulo hoy, vamos a ver si lo logro.
Nos estamos leyendo.
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