AREPAS VERSUS SOPAIPILLAS. ᡣ𐭩
Advertencia
Temas de racismo, xenofobia y sinofobia
Discriminación
Violencia física
Abundancia de dialectos chilenos y venezolanos
Casi todo está contado como si nada porque así se vive en el Chile poblacional perritssss
Jeongguk chileno
Jimin venezolano
Ambos tienen ascendencia surcoreana
Viva Chilezuela y q tanta gueaaaa 👿
Para el Kuko lo que lo hacía chileno era haber nacido en Chile y vivir experiencias siendo parte del país, así como cualquier otro ciudadano promedio de ese país de mierda (como lo llamaban cariñosamente). Eso no lo sabría cualquier persona que no lo conociera, porque tenía rasgos más ligeros y 'asiáticos' que el resto de sus compañeros de curso, tenía una forma diferente de hablar y cuando invitaba a gente a la casa ofrecía kimchi en el almuerzo en vez de marraqueta. No le solía molestar tanto porque de todas formas no era como si el trato de otras personas le hiciera darse cuenta repentinamente de que nació en Busan, Corea del Sur y no en Valparaíso, Chile. Pero sí que de vez en cuando... le resultaba imposible no reaccionar ante las palabras crueles del resto de las personas hacia sus padres, amigos de la comunidad coreana en Santiago (la capital, donde ahora vivía). La sangre le hervía al escuchar a gente decirles 'chinos de mierda', compararlos con animales, estirar sus ojos y burlarse de su acento e idioma.
El buen Kuko se solía acercar a ellos insultándolos con un acento indudablemente chileno, 'qué te pasa basura racista culiá, sinofóbico y la conchetumare, no soy chino soy surcoreano, hijo de la maraca culiá masturbaburro'. Varias veces terminó en el Hospital San Juan de Dios, con cortes y golpes por todo su cuerpo. Una vez intentaron apuñalarlo en el ojo con un cuchillo de punta roma, pero de suerte sólo le quedó una cicatriz en la zona del pómulo. Estuvo como dos años con terapia psicológica, con miedo a que nuevamente lo atacaran con violencia apenas saliera a la calle. De suerte fue la misma época en la que el pop coreano y los doramas se hicieron populares. Pasó de ser el chino culiao del cuarto B a ser el coreano minito de la generación en su liceo.
No le gustó nunca la manera en que la misma gente que lo trataba mal había cambiado de la noche a la mañana para llenarlo de elogios que antes eran insultos, y demás. Siempre se quedó con el círculo de amigos que ya conocía, algún que otro personaje se sumaba en el camino de la vida. Salió de la media, se metió a trabajar, rindió la PAES y entró a la universidad. No la pasaba bien, pero al menos estaba dándole orgullo a sus padres, quienes querían que su hijo fuera un profesional desde que descubrieron que en Chile había un par de universidades de buena calidad (a escala continental).
Resulta que el muchacho ahora estaba preparándose para ir de carrete al barrio Bellavista con sus amigos porque era la primera vez que sus compas de la U conocerían a sus amigos del liceo, así que la emoción era latente. Atinó a ponerse un poco de maquillaje encima y luego guardó las cosas básicas en sus bolsillos: el carnet, un par de tarjetas de débito, la BIP, el pase escolar, un poco de plata en efectivo. Se sacó una foto y la mandó al chat del grupo que había armado, donde todos sus amigos se estaban conociendo y mandaban actualizaciones de sus preparaciones respectivas.
'Pero tráiganse unos minitos' referenció Namjoon a su meme favorito, respondiendo a las imágenes del Anto con el Feña. Éste comenzó a dedicarle un discurso sobre la humildad y el perdón a través de varios mensajes de texto, pero el Kuko mandó la foto y Namjoon de inmediato ignoró al Feña para su beneficio personal. 'Por poco no me sabroseo a mi papu', 'erís gei?', 'sipo mi ñaña'.
Cuando el Kuko se pudo escapar de las garras de su madre (quien odiaba el estilo de vida chileno, pero de todas formas aceptaba que su hijo formara parte de éste) se encontró con el Namjoon y la Gabi en la plaza, ambos hablando de alguna cosa profunda que el Kuko no sería capaz de entender sin alguna sustancia alucinógena encima.
─── Wena po, papu. ─── saludó el Namjoon, con un abrazo. Luego la Gabi lo abrazó, desordenado su cabello.─── Oe córtate las mechas, hermano, parecís cualquier cosa.
─── Quéate Yeison, pelao. ─── lo increpó la Gabi, pateándolo suavemente en el talón.─── Ya, nos fuimos. Tenemos que ir a Bellavista y luego de eso... ¿Sabes en qué local es?
─── Sí, el que abrió hace poco mi cuñada. ─── asintió el Kuko mientras caminaban los tres hacia la estación de metro más cercana. Ya era de noche, estaba todo más o menos vacío, y tendrían que apresurarse si es que no querían gastar dinero en un Uber.─── Es de comida coreana y todo lo que querai, pero también hacen como noches temáticas donde intentan servir comida de otros países de Latinoamérica. Parece que ahora hay comida mexicana porque empezaron con lo más amplio.
─── Wena, quiero probar tacos desde que vi al ratón ese en la tele con sombrero.
─── ¿De qué wea estai hablando, Gabriela López?
─── El Speedy González po, Namjoon. Ése de los Looney Tunes.
─── ¿No que ése es el productor de reggaetón?
─── Cacha que lindas las estrellas. ─── las señaló el Kuko. No se veía ninguna, era de noche pero estaban en la ciudad con más contaminación lumínica de Chile.
─── Ya, sorry broder. ¿En cuánto llegamos? ─── se disculpó el Namjoon con una sonrisa tensa. La Gabi le respondió alguna cosa, comenzaron a bajar por la estación de metro. Pocas personas esperaban al tren incluso cuando los tres ya hubieron cruzado los torniquetes (aunque los dos mayores al Kuko insistieron con que deberían saltárselos como en el 18 de octubre), pero esperaron tranquilos.
Las luces fluorescentes del lugar le daban un poco de dolor de cabeza al Kuko, pero sólo le quedaba esperar con las manos en los bolsillos y esperar a que pudiera llegar al antro de su cuñada en menos de cuarenta minutos. No le gustaba mucho salir en general, pero él mismo se propuso a hacerlo para unir a sus dos grupos de amigos al menos una vez en su vida, y algo que le gustaba a la mayoría de la gente de su edad eran los carretes, fiestas, mambos, rumbas. La wea que fuera. La Gabi era de nacionalidad argentina y encima vivía en Penco hasta hacía unos años, así que estaba emocionada por ir a un antro de Santiago, pero el Namjoon y el Kuko le decían que no valía la pena emocionarse, que en el fondo era lo mismo en todas partes. A la Gabi siempre le gustó molestar, dar jugo, así que insistió sólo para sacar de sus casillas a los dos hombres quienes aceptaron seguirle el juego porque les daba risa ser así de infantiles entre los tres a pesar de que fueran todos universitarios en sus últimos años de las carreras.
Como era costumbre del Kuko, comenzó a dejar que sus pensamientos flotaran hacia una dirección completamente diferente, distrayéndose con la musiquita que su cerebro le proporcionaba. Últimamente andaba repitiendo una y otra vez 'Favorite' de los NCT 127, especialmente la sección del coro con ese silbido molesto y gracioso, así que pensaba en el idol Haechan siendo un vampiro (peinado de una manera bastante ridícula) cuando escuchó que de un segundo a otro las pocas personas a su alrededor se alborotaban.
Insultos que le habían dicho a él en alguna situación se reiteraban a metros de distancia, y él fue de inmediato hacia el lugar, sin ver muy bien quienes eran los involucrados pero con su corazón de pollo ya metido en las emociones ajenas al cien por ciento. Eran tres figuras, dos personas más altas con camperas de Nike y Adidas insultando al tercero que era más bajo pero de todas formas no era un enano, de cabello rubio decolorado y encorvándose sin saber muy bien qué hacer. El Kuko se metió en medio, con una expresión amenazadora en su rostro, y adivinó que la Gabi y el Namjoon lo siguieron para ayudarlo, pero no soltaba a los dos flaites al frente suyo en ningún momento.
Chasqueó la lengua, sacando valor de donde no sabía que tenía, dándose cuenta que una vez más estaba actuando de manera impulsiva. Su terapeuta estaría muy decepcionada de él, pero bueno.─── ¿Qué guea, compañero?
─── Tsha, otro chino culiao acá. ─── lo insultó uno de ellos, el que tenía uno de sus dientes cubierto en oro.─── Vírate, hermano, esta wea no es ná contigo.
─── ¿Vo me veís la cara de aweonao? Salta pal lao cochino conchetumare. ─── le chispeó los dedos, sacando al flaite interno que llevaba en su lado más oscuro, ese que se crió con sus amigos de La Pintana.─── No será la wea conmigo pero te estai pasando pa las pailas con tu weaita de 'chino culiao' y la wea. No sé si el amigo acá sea chino o no, pero vo no vai a insultar a alguien por su origen, cochino de mierda.
El flaite de al lado que tenía puesta la campera de Adidas, pareció gruñir estúpidamente. Quizás se creía alfa, pensó el Kuko, pero no le dio tiempo de seguir sacando conjeturas porque ahora los dos flaites se lanzaban encima suyo para pegarle y hacerle alguna cosa, pero el Kuko andaba de suerte con sus dos amigos porque los dos se metieron en la riña y apartaron a los flaites con griteríos y palabrerías insolentes. La Gabi andaba haciendo brillar su llave de la casa para que pareciera un cuchillo, y con eso los dos flaites se fueron como peo de la estación de metro, amenazando con volver a atacar y demás.
Ni siquiera pudieron terminar de retirarse porque ahora los cuatro se metían al tren que, gracias a lo que fuera, pudo llegar a tiempo. No había nadie dentro, así que no les dio vergüenza recobrar la respiración y bajar la guardia. El Namjoon no quería decir nada en específico, pero no miraba de buena manera al Kuko, y la Gabi sólo se intentaba abanicar con el dorso de su mano. El otro muchacho, el rubio, se sentó en el suelo con los ojos brillantes de lágrimas y el rostro enrojecido por la rabia.
El Kuko no pudo evitar admirar el perfil del rubio, elegante, de rostro pequeño y con unos labios carnosos que le despertaban un sentimiento emocionante. Vestía una polera blanca y unos pantalones de denim estándar, con zapatillas estilo Converse que parecían más sacadas del Líder que de una tienda de zapatos. Respiraba al mismo ritmo que él, pero tenía una expresión que lo diferenciaba del Kuko, como ajena a todo lo que estaba pasando a su alrededor, sorprendido y disgustado a la vez. Suspiró con los ojos en blanco, hastiado, enojado, aterrado.
─── Qué arrechera, marica. ─── se quejó con una voz pristina, ensombrecida claramente por las emociones del momento. Se pasó una mano por el rostro, chasqueando los dientes.─── Siempre me paralizo, nunca hago alguna maricada, no joda.
─── Amigo. ─── intentó llamar su atención el Kuko, acercándose a él pero evitando acorralarlo contra la pared del vagón, sólo inclinándose a su lado para darle más confianza.─── ¿Tenís a alguien pa que llamís y te sintai más seguro?
─── No. ─── negó el rubio, cada vez más molesto.
─── ¿Cómo puedo ayudarte?
─── Nagueboná, ¡ni yo sé!
Perplejo, el Kuko se sentó al lado suyo, cuidadoso, atento a él. Aún respiraba acelerado pero no iba a tranquilizarse hasta saber que el muchacho aquel estaba a salvo, era su alma de buena persona, o instinto de madre leona como decía el Namjoon. Los dos jóvenes estaban hombro a hombro ahora, respetando sus distancias y sus silencios pero con una clara urgencia de querer escucharse el uno al otro. El rubio necesitaba desesperadamente sacar toda esa mierda, y el Kuko no iba a despeciarle esas ganas cuando se notaba a kilómetros que lo requería de una vez por todas.
─── Vos creéis que yo llegué, marica, hace un par de días y conseguí una pieza, pero me tratan como si fuera un perro callejero... ¿Qué mondá hice yo pa que me traten así? Me dicen de todo y cuando abro la boca me tratan incluso peor, o por mi apariencia o por mi nacionalidad... Parce, que me patearon en la calle y yo no sabía qué hacer, me paralicé.
Esas palabras le dieron una patada al Kuko en el pecho, siniendo demasiada empatía con el rubio a su lado: él al menos podía hablar y tendría la certeza de que se disculparían con él, lo entendieran, le dieran algo de comodidad porque se darían cuenta de que todo éste tiempo era chileno. El rubio no. Era un extranjero de pies a cabeza, de seguro con un pasado complejo al que ya le costaba dar sentido. Con todos los estereotipos que existían de los venezolanos era como meterse en la boca del lobo. Desde el gobierno siempre prometieron al resto del mundo que Chile era el oasis de Latinoamérica, con un grado de corrupción menor, bonanza económica, un estado benefactor. Y ahora el rubio, que lo más probable era que venía en busca de una mejor vida, tenía una probada de lo que estaba sucediendo realmente en el país.
─── Sé que tengo que echarle pichón para poder conseguir chamba, pero chamo... Estoy pelabola. No tengo ni una luca. No ayuda que soy tremendo marisco... ─── se quejó el rubio, cada vez hablando con la garganta más apretada. El Kuko suspiró, sin poder evitar sentir todas las ansiedades del venezolano a su lado. No sabía cómo confortarlo, ni tampoco cómo preguntarle por más referencias de ayuda, sólo permanecía sentado a su lado con los ojos ansiosos, preocupados.─── Perdón... Verdad que probablemente vos no sabéis de qué estoy hablando.
El Kuko soltó una risotada avergonzada.─── Sé algo, tuve un compa de curso que era venezolano. Yo también soy gay.
─── Ah. ─── asintió el rubio.
─── Por eso sé qué significa 'marisco'. Me lo decía mucho, el José María.
─── Ajá.
─── Perdón que insista, es que te veiai muy en la caca, hermano. ─── jugueteó con sus propios dedos el Kuko. Probablemente ya habían pasado una estación, pero la verdad es que estaba demasiado metido en escuchar al rubio.─── ¿Seguro que no podís llamar a alguien, aunque sea a un familiar lejano?
─── ¡Cómo hicieras vos!
Confundido por la exclamación, el más alto de los dos se quedó en silencio, mirando al rubio con una expectativa latente en su rostro. Lamió sus labios, sentía que acababa de insultar al contrario sin saber bien por qué resultó en eso. Carraspeó.─── Me llamo Jeongguk. Pero me dicen el Kuko, o Kukito. Si querís te llevo a tu casa.
─── ¿Cómo? ─── frunció el ceño el rubio, confundido.─── ¿Para qué o qué?
─── No, porque mi mami me enseñó a ser buena persona po. ─── se encogió el Kuko.─── Si no querís está bien, pero si necesitai ayuda, estoy en un dos por tres pa tí. No me hago drama. Si querís te invito ahora a carretear. Digo, pa que te sintai más seguro de lo que seguro te sentís viajando solo de vuelta a tu casa. Santiago de noche es peligroso pa todo el mundo. Ando listo pal mambo con mis amigos, el Namu y la Gabi.
Señaló al Namjoon y a la Gabi, quienes estaban sentados en los asientos del vagón y hablaban en susurros sin dejar de mirar a sus contrarios, como criticándolos. Al menos eso parecería si no los conociera, porque lo más probable era que estuvieran analizando la situación y si el Kuko estaba siendo demasiado homosexual. Era algo que hacían en grupo cada vez que uno de ellos se ponía a hacer cosas cuir. El rubio apretó sus labios, y al Kuko le dió lo gay porque se sonrojó con esa expresión del chiquillo ese, tuvo que desviar un momento la mirada porque no quería que se notara lo que estaba sintiendo.─── No creo que les guste mucho que esté ahí.
─── De más que no, yo creo que entienden y comparten toda la situación contigo, pana.
─── ¿Vos decís?
El Kuko asintió con muchas energías.─── La mayoría del grupo somos inmigrantes, o de familias de inmigrantes. Mis taitas son coreanos, los del Namjoon también, y la Gabi es de Argentina. Se vino a vivir aquí cuando tenía como 2 años.
Sonriendo, el rubio pareció entrar en confianza: bajó sus hombros, suspiró, la mirada se le ablandó. Y las mejillas empezaron a brillarle en un rosa bonito, suave.─── ¿Vos sos coreano? Mi mai también lo es, de Busan.
─── ¿La dura? ¡Mis viejos también!
─── Mirá vos, ay perdón que no me haya presentado; me llamo Jimin. Soy maracucho, o sea, de Maracaibo. Venezuela.
Estrecharon sus manos con sonrisas que no pudieron evitar dedicarse más segundos de los que serían normales. La Gabi se les acercó en eso y empezaron a hablar los tres. Luego se les unió el Namjoon, y cuando tuvieron que bajar de la estación no hubo ningún problema en integrarlo al plan de ir a carretear a Bellavista. Le contaron a Jimin sobre cosas que podía hacer para estar seguro por cuenta propia, que generalmente ni los propios chilenos andaban seguros en las calles de un barrio periférico y que había un montón de inmigrantes en Santiago, de Haití, Colombia, Venezuela, y en Patronato estaban los de fuera de Latinoamérica como los indios, los coreanos y los chinos. Ahí vivían el Namjoon y la Gabi, de hecho. El Jimin les dijo que se había conseguido una pieza en Providencia, y la Gabi le rogó que cuidara muy bien su piecita porque era difícil conseguir algo a buen precio en Provi.
Cuando entraron al barrio en sí, y el viento helado los recibió, tuvieron que saludar al Javi y al Feña, que esperaban desde hace un buen rato afuera. El Feña les dijo que el Anto ya había entrado hacía un buen rato, junto con la Jiwoo, la Eva, el Yoongi y la Jennie. El Kuko no podía con la alegría de hacer que sus amigos se conocieran de una buena vez, los quería mucho y sabía que entre ellos se llevarían bien. Solía tener buena intuición en cuanto a eso, por eso es que pudo presentar a la Gabi y a la Eva, quienes al parecer tenían una amistad demasiado unida para ser heterosexual. No era impensado, porque de todas formas la mayoría de los amigos del Kuko eran parte de la mafia gay.
Cuando pudieron entrar todos, y sólo quedaba el Jimin por mostrar su cédula de identidad, lo incluyeron sin muchas preguntas, porque 'entre extranjeros nos conocemos, mi rey'. La guardia de entrada les guiñó un ojo con un acento ecuatoriano muy marcado, dejando pasar al Jimin y luego preguntándole hacía cuántos años había salido de la prepa ('hace casi cinco años, no se preocupe, gua... guachimán'). Adentro la fiesta ya había empezado hacía un buen rato, y tenían puesta la del cumpleaños de Martha mientras todos saltaban y gritaban a coro el ritmo de la canción, como si fuera el cumpleaños real de la pobre Martha. El Anto y el Feña se fueron a jotear por el bar, buscando a alguna minita que les llamara la atención, y la Gabi se pegó a la Eva y la Jiwoo, quienes ya habían establecido una conversación con el Jimin. Se hablaban a gritos y el Jimin estaba en confianza súper rápido, aunque siempre estaba mirando hacia los puntos de salida, como queriendo recordarlos por si pasaba algo. El Namjoon y el Feña sacaron de sus calcetines unas Becker medias tibias que de todas formas se tomaron entre ellos, y la Jiwoo le dio una Heineken al Jimin para que probara.
─── ¿Es birra? ¿Colaste birra?
─── Quédate piola, Yeison, Yesenia. ─── le respondió con risotadas alegres la Eva, quien ahora arrastraba todas sus palabras porque solía distraerse mucho con las luces de los antros. La Gabi y la Jiwoo se fueron a bailar entre ellas a la pista, dejando al Jimin con la Heineken en la mano y abriéndola lo más rápido posible, intentando que no lo vieran desde la barra para que no se metieran con él. El Kuko vio todo eso y se fue altiro a la barra para comprar cerveza legal.
Le costó más barato de lo que pensaba, por lo que llegó con sus buenas pilsen para todo el grupo de amigos que no había ido a bailar, y entre todos se sirvieron con un brindis bien cagón porque lo que menos les interesaba era hablar entre todos. El Jimin andaba bailando en su sitio, así que el Kuko no pudo resistirse y lo invitó a bailar, y los dos se fueron a la pista para saltar y moverse de manera ridícula, intentando conocerse dentro del ambiente.
De fondo tenían ahora una de las tantas canciones que las drag queen usaban para hacer lipsync en RuPaul, y los dos las gritaban a coro, el Jimin diciendo que era la Trixie y el Kuko diciendo que era la Katya, los dos cagados de la risa por lo poco que se entendían a través de todo el griterío, el coreo, las canciones con bajos profundos que retumbaban y los sintetizadores que alentaban a todo el mundo a seguir moviéndose, meneándose graciosamente. El DJ se estaba luciendo, metiendo entre medio remixes phonk de la Cucaracha y el himno nacional de México. Algunos mexicanos que estaban bailando gritaron las letras de las canciones más fuerte que nadie, después todos decían cosas en diferentes idiomas, comentando lo divertida que era la situación.
La Gabi y la Jiwoo chocaron con el Jimin y el Kuko en algún momento y se pusieron a bailar entre los cuatro, saltando, perreando sin mucho ritmo por lo divertido que era estar descoordinado, y luego tomándose de las manos para saltar en una ronda mientras tenían un remix de Julieta Venegas de fondo, como si fuera Tomorrowland en vez de un antro de Bellavista. El Kuko se puso a perrear mientras gritaba la letra de Limón y Sal, y la Gabi le siguió con un beatbox que no se escuchaba, pero era suficiente para hacer que la Jiwoo y el Jimin se murieran de la risa.
Cuando pudieron arrastrarse de vuelta al sector de las mesas y sillas, pusieron una versión brazilian phonk de Into The New World, de las SNSD, por lo que el Jimin se puso a llorar, diciendo que la letra de la canción lo ponía muy sensible porque hacía poco pudo entrar de manera legal a Chile y no podía esperar a comenzar un nuevo mundo para él, para su familia, fuera como fuere. Estaba llorando así que el Kuko no pudo evitar llorar con él, diciendo que lo admiraba un montón, que era muy bonito lo que estaba haciendo y que no le importara lo que dijeran las personas sobre los inmigrantes, porque ellos jamás se pondrían en sus zapatos y por lo tanto no tenían derecho a criticar. El Jimin echó más lágrima para afuera, se agarró de la camisa del Kuko mientras se quejaba de que el cabro era muy buen mozo y de buen corazón, que lo habían criado bien, que no era justo porque le estaba gustando mucho. El Namjoon se unió al llanto porque era todo muy ridículamente bonito y no podía evitar apoyarlos, les daba bendiciones e intentaba dedicarles varios brindis que no pudieron concretarse porque él solito se ahogaba con su propia saliva, cosa que hacía llorar aún más al Jimin y al Kuko, pero de la risa.
Tuvieron que salir ellos dos porque querían calmarse, y de suerte estaban a un lado de la plaza al frente de la Universidad San Sebastián, por lo que cruzaron la calle medio vacía y se sentaron en la vereda de al frente, llorando sin parar.
─── Discúlpeme, chamo, que soy sensible. ─── habló de inmediato Jimin, mientras reía y se limpiaba los ojos y la cara enrojecida por las lágrimas.─── No pensé que mi día terminaría así de bien, está Mundial Zulia.
El Kuko sacó una risotada, luego suspirando con una sonrisa amplia que no se veía capaz de esconder.─── No sé qué significa eso, sorri pana.
─── Que está todo muy bueno.
─── Ooh, aquí se dice 'bacán'. Mundial Zulia suena a que es una wea globalmente wena.
Ambos rieron, luego admiraron el paisaje de noche con sonrisas amplias y tímidas al mismo tiempo. La brisa helada era un buen contraste con el clima caluroso que solía haber durante los otoños santiaguinos, que ahora parecían congelarse con más rapidez de la usual. Encogidos, se acercaron el uno al otro, como acurrucándose.
─── Entro en confianza con la birra. ─── susurró con un acento que salía más fuerte y cerrado que nunca, como si ahora no se lo guardara para nada.
─── Ta bien, Jimincito. Yo también me pongo así con una chelita, aunque ahora igual estoy medio tonto con tantas luces.
El rubio se rió una vez más.─── Tiene sentido. El remix de la Cucaracha... Incluso si la mamagueva no tenía las patas de atrás igual se ponía a bailar. Con esas luces, naguara, yo estaba por tener una crisis epiléptica, y ni epilepsia tengo. No me imagino cómo estaría mi primo TEA ahí metido, pobre chamo... Ah, vos tenéis unas gomas bonicas, mira las mías...
─── Te las regalo. Erís terrible de simpático, Jimin. Hasta me estai gustando.
─── Pero... pero si yo soy un rabúo, ─── respondió entre sorprendido e indignado Jimin, frunciendo el ceño con esa carita bonita que le gustaba al Kuko. Eso decía él al día siguiente, que parecía un gatito bonito con su carita bonita.─── ¿tenés fogaje o qué?
─── No sé qué es eso, pero estoy cuerdo. ─── se rió el Kuko, sacándose las zapatillas Nike. A regañadientes el Jimin se las aceptó, ambos algo idos por tanta algarabía y la diferencia entre el interior del antro y afuera en la plaza. Se cambiaron de zapatillas, y el más alto se miró las patas, que ahora tenían puestas las zapatillas de lona que parecían ser del Líder. Y le gustaban más que las Nike que le había dado al Jimin. Sonreía mientras se agitaba como una colegiala de catorce años que se enamora por vez primera, y luego abrazó al Jimin como si lo conociera de toda la vida.─── Ay estoy más feliz que perro con dos colas.
El rubio se rió también, lo abrazaba de vuelta.─── ¡Qué molleja!
─── Te voy a dar mi WhatsApp. ¿Lo querís? Es que no uso tanto el Instagram, igual que lo puedo pasar. ¿Cuál es tu Insta? ¿Usai más Twitter?
Se terminaron intercambiando los números de teléfono y los usuarios de Instagram, y se sacaron muchas selfies para poder consolidar el primer día que se vieron, su primer día juntos. El Jimin no dejaba de agradecerle después por ser tan buena onda, pero poco a poco se le fue quitando el efecto de la alegría y comenzó a retraerse, se le notó sobre todo cuando entraron de nuevo a seguir bailando y ahora el Kuko bailaba alguna rola de los NCT junto al Namjoon y el Feña. Se unió al grupo pero le dio más vergüenza que antes interactuar con su amigo, y poco a poco se alejó más hasta que terminó sentado en la mesa, tomando una de las pilsen que les había comprado el Kuko a sus amigos.
Cuando llegaron las tres de la mañana, el Kuko se sentó al lado del Jimin, buscando agua en todos los vasos posibles. Ellos dos eran los únicos que estaban en ese lado del local, los demás saltaban y comían en la barra, en la pista de baile. Hasta era más fácil hablarse, por lo que de inmediato el más alto le metió conversación. El rubio respondía con la cara colorada, y lo miraba con los ojos abiertos de par en par, como intentando batallar contra sí mismo para no ponerse en evidencia y fallando rotundamente.
─── ¿Qué pasa, rucio? ─── le preguntó de repente el Kuko, inclinándose hacia él con más soltura, más confianza en sí mismo.
─── Chamo, que me gustas. Y me da culillo que todo esto termine y no vuelva a saber de vos, ni de tus amigos.
Ambos se miraron a los ojos, y se lanzaron a besarse como si lo llevaran guardando durante años, como si tuvieran una conexión profunda desde la infancia. La tensión había alcanzado su punto cúlmine por la noche, por eso es que se apegaban como si fueran a ser separados de un momento a otro, agarrándose del cabello, de la espalda, del rostro. Con la piel caliente del bochorno y las bocas sonriendo alegres, buscando conexión humana y sencilla, pero igualmente socavando en lo inevitable.
Una vez que se separaron, el Kuko se rió sin soltarlo de la camisa.─── Mañana vamos a comer sopaipillas.
─── Son mejores las arepas.
─── Invítame, y así tenemos dos citas aseguradas.
Se sonreían sin parar, y el rubio terminó cediendo con una risita torpe.─── Bersia, sí.
Holaaa soy yo 😎
Feliz san Valentín a mi bella hermosa señora esposa de mi profundo corazón, la Alisoooon Saraíiiii el best GG de la industriaaaaa ella ws la idnustdia
Vamos carajoooo
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