Jimin recontaba las cosas que había en su mochila una y otra vez, para asegurarse de que no se olvidaba nada.

Su madre le puso una bufanda alrededor del cuello y le besó en la frente antes de salir de casa cara a la escuela, donde ya muchos niños esperaban impacientes, con sus abrigos y mochilas el autobus que les llevaría al campo, en las afueras de la ciudad.

Jimin buscó a Yoongi con la mirada, pero este aún no había llegado. El autobus llegó, y su amigo no aparecía.

—Vamos Jimin, entra ya al bus y siéntate.

Jimin miraba a todas partes.

—Pero profe, falta Min Yoongi por llegar.

—Y lo siento de veras por él, pero no podemos esperar más. Sube.

Jimin subió al autobus cabizbajo, y este ya comenzaba a moverse, cuando por la ventana vió a Yoongi correr a lo lejos.

—¡Esperen esperen! Por ahí viene Yoongi!

El conductor bufó, pero aún así paró el vehículo, y Yoongi entró jadeando.

—Lo siento profe, había olvidado mi libreta y tuve que volver a casa.

Jimin palmeó entusiasmado el asiento libre junto a él, pero Yoongi hizo que no le había visto, girando su cabeza hacia el lado contrario y sentándose con otro chico de su clase.

Jimin sintió ganas de llorar en ese momento, y se volteó, mirando a la ventana, para que nadie viese lo triste que se encontraba en ese momento, pero a Ryuu, sentado detrás, no se le escapaba nada.

—¿Qué te pasa, mariquita? ¿Tu novio te ha dejado?

—Las mariquitas no tienen novio, Ryuu, solo pareja para reproducirse.

Dijo Jimin muy serio, orgulloso de sus recientes conocimientos.
Ryuu le golpeó la cabeza.

—¡Serás cerdo! ¡Además tú no puedes reproducirte con otro mariquita como tú!

—¡Auch!

Jimin frotó su cabeza dolorido y se enfurruñó aún más consigo mismo.

—Deja ya de llamarme distintos animales, Ryuu. Tan sólo soy yo.

—O sea, un mariquita.

—¿Sabes que lo halagas llamándole así? -intervino de pronto Yoongi- Las mariquitas son hermosas. ¿Acaso estás enamorado de Jimin, Ryuu?

Todo el autobus parecía estar pendiente, pues todos soltaron un gran "¡¡UOH!!" que hizo que Ryuu callase, rojo como un tomate.

Jimin miró a Yoongi y este volvió a girarle la mirada.

Ojalá no se hubiese apuntado para la acampada. Él sólo quería estar junto a Yoongi, sentirse protegido y respetado.

Pero si Yoongi lo ignoraba, ¿como disfrutaría de ver luciérnagas por primera vez?