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que empiece la diversión ♡ parte 4 de 4.

advertencia;

autolesión, abuso sexual, muerte, horror, gore, drama, terror psicológico, subversión a las expectativas.

   Le dolía el pecho cuando vomitó en el retrete de los baños del colegio. Se agarraba a la cerámica sucia con las manos blanquecinas de lo fuerte que intentaba hundir sus dedos en la superficie que otrora estaría blanca. Se sentía tan débil que por unos momentos temió desmayarse por el esfuerzo de su cuerpo que, caliente y tembloroso, apenas podía consigo mismo. Costó salir del cubículo del baño, pero al tirar la cadena y abrir la puerta, la figura paciente de JeongGuk lo esperaba, el chico jugaba con su labio inferior mientras pensaba en algo.

   Llevaban hablando unos días, días en los que JiMin aún no entendía cómo es que el chico había sobrevivido al ataque de TaeHyung. No tenía marca alguna en su cuello ni en su rostro. ¿Cómo rayos...? Ni siquiera se atrevía a preguntarle de nuevo, porque una parte de él le tenía miedo al muchacho.  Pero al mismo tiempo, el miedo lo atraía más y más. Por eso fue hacia los lavamanos con el rostro más caluroso aún y las expectativas por el cielo, queriendo estar junto a él y ser capaz de abrazarlo, o que JeongGuk mismo lo abrazara. Se enjuagó la boca con agua, luego tomó de la misma, y al cerrar la llave, alzó la cabeza.

   JeongGuk lo acorralaba desde atrás, su rostro agachándose hacia el cuello de JiMin con agraciada y deliberada delicadeza. Sus ojos profundos se dilataban y brillaban de manera atractiva. El más bajo sintió cómo su corazón se detenía por unos milisegundos en los que no pudo dejar de mirarlo, tragando sus facciones serias hasta recordar esa expresión estando con los ojos cerrados. La mano de JeongGuk fue a su cintura, y los largos dedos de éste acariciaron la mano acorralada del chico. Todos los movimientos eran suaves, estudiados hasta el cansancio. Tenía experiencia haciendo eso, y por alguna razón eso no puso celoso a JiMin, que usualmente era bastante posesivo aunque no lo quisiera. No, sólo lograba hacerlo temblar más de la emoción.

   — ¿Te sientes bien? — preguntó con una voz más profunda de lo habitual, concentrada. Parecía caer en sus oídos como la miel más cristalina y cálida posible, podía visualizar un néctar brillante y el olor dulce del mismo llegar a sus fosas nasales.

   — S–sí.

   — ¿No me estoy pasando de la raya?

   — No. — tragó saliva, negando rápido con la cabeza e intentando no marearse.— No... no te apartes de mí... por favor...

   Los baños estaban vacíos, y ellos saltándose las clases parecían gozar de todo el tiempo del mundo. JeongGuk lo tenía más que claro, porque una perversa y seductora sonrisa nació de sus bellos labios, mirando fijamente los ojos de JiMin a través del espejo, con la cabeza gacha y el pelo de su flequillo cubriendo los orbes negros. Los suaves belfos rosa del más alto se posaron sobre el cuello pálido y sudoroso de JiMin, quien sintió unos agradables escalofríos recorrer su cuerpo. La mano del chico afianzó su agarre en la ajena, entrelazaba sus dedos con cierta necesidad, y más besos vinieron hacia la extensión de la suave piel aterciopelada. JiMin sentía que la dulzura socavaba en los recovecos más insólitos de su ser, pero no hizo mucho. Se quedó en piedra, incapaz de hacer algo más que disfrutar. Como siempre que pasaba esto. Cada vez que JeongGuk se acercaba a él con ganas de besarle la piel con un extraño erotismo emanando desde sus poros pálidos, casi muertos.

   Sin embargo, JeongGuk se terminó apartando de JiMin, sin dejar de mirarlo a los ojos a través del espejo. Su mano seguía en aquel sitio de su cintura, y lo empujó hacia él mismo a la vez que avanzaba hacia la puerta. JiMin lo siguió como perrito faldero sin preguntarle ni una sola vez dónde irían, porque por muy estúpido y poco JiMin que sonara, había tomado confianza muy rápido con el chico nuevo.

   — Entonces, dices que toda la evidencia está en el computador de TaeHyung, ¿no? — preguntó JiMin mientras ambos caminaban juntos por el pasillo al aire libre. La suave brisa les acariciaba la cara, y agitaba los suaves cabellos de JeongGuk. Sus ojeras rosadas brillaban de manera atractiva bajo la luz de un cielo que comenzaba a nublarse vertiginosamente. Asintió con la cabeza sin importarle que un par de chicas del curso menor pasaran a su lado sacándole fotos y haciendo caras raras.— Ah, ¿qué querrán hacer?

   — No importa. — suspiró JeongGuk mientras apretaba la cintura de JiMin con delicadeza, como si no quisiera que se quebrara como un jarrón de porcelana china. El más bajo no entendió pero tampoco dijo más. Prefirió admirar a su acompañante de cabello azabache con los orbes encandilados en su belleza tan particular y temerosa. Le dió vergüenza pensar en cómo reaccionaría al ver sus vídeos en la computadora de TaeHyung, pero al parecer ya los había visto, y no le había tratado de otra forma que no fuera bien. Lo cual lo dejaba más tranquilo, pero no por ello menos avergonzado... aunque la verdad él no había hecho nada en absoluto. Nada más que dejarse atrapar. No, no podía arruinar el momento que compartía con JeongGuk de esa forma. Centró sus pensamientos en la belleza física del chico nuevamente.— El plan sigue siendo el mismo. Pero recuerda que puedes salirte de este cuando quieras.

   — No quiero.

   Fue una respuesta inmediata que hizo sonreír a JeongGuk como si ya supiera su respuesta, ¿tan obvio era JiMin? Quizás sí, pero no le molestaba en absoluto que el más alto se preocupara de si lo quería realmente. Le daba la sensación de estar a salvo a pesar de que sabía que no lo estaría eventualmente. Porque se trataba de TaeHyung, siempre alguien más lo traicionaría por el maldito TaeHyung.

   — ¿Estás seguro?

   — Si tuvieras la oportunidad de ver en primera fila cómo el karma le llega a tu abusador, ¿la tomarías o no?

   JeongGuk sonrió de lado fríamente, luego mirando a su acompañante mientras se detenían en mitad del pasillo. Casi no habían personas a su alrededor, pues todos estaban almorzando todavía y ellos habían acabado ya. JiMin tuvo un mal presentimiento, sobre todo cuando vio los ojos de JeongGuk brillar de esa manera por primera vez, tan predadores, tan psicóticos.

   — Me gusta el karma.






❁     .     ' ❀     ,     .





   YoonAh lanzó su mochila al piso del salón amplio y ordenadísimo hasta el cansancio, dió una media vuelta y encaró a TaeHyung con la mirada fiera, caliente de rabia. Aplastó sus labios llenos de gloss barato con sabor a cereza y con un dedo señaló al chico en el pecho, apoyando la larga y cuidada uña en el mismo. Estaba a punto de explotar de rabia, pero parecía echarse para atrás con cada segundo que pasaba, tal vez porque no sabía qué decir en específico. Se notaba que tenía la cabeza en diversos sitios a la vez. Negaba sin palabras y fruncía el ceño hasta que finalmente pudo abrir su boca.

   — ¿Qué mierda hiciste, TaeHyung? — exigió explicación la chica. El nombrado parecía incrédulo, alzando sus brazos a ambos lados de su cuerpo, sin encontrar palabras al igual que su supuesta amiga.— Sabes que si dice algo, estamos fritos.

   — ¿¡Y tú crees que yo quise que reviviera como un puto zombi!? ¡¡Tengo los archivos en el computador!! ¿¡Quieres que tus vídeos salgan a la luz pública!? — la amenazó sin motivo TaeHyung. SeokJin y HeeSol no sabían muy bien qué hacer ante la situación, habían estado parados ahí como maniquíes de tienda desde que llegaron a la casa de TaeHyung, y ahora que habían dejado sus mochilas en el suelo, se miraban el uno a la otra con miedo. TaeHyung los miró a ellos también.— ¿¡Eh!? ¡¡También tengo los vídeos de ustedes dos!!

   — TaeHyung, cálmate... — intentó un poco HeeSol, acercándose al chico, y fallando absolutamente al ver que no había intenciones de que el muchacho ordenara sus pensamientos. Nunca lo hacía.

   JiMin tragaba saliva estando un tanto agachado y más lejos de la situación sin resultar sospechoso. Miraba discretamente como si no quisiera que lo miraran de vuelta, aunque realmente no era importante en el momento. TaeHyung era lo que importaba, y lo que saliera de su boca tenía que ser importante siempre. Al ver que no guardaría calma jamás, YoonAh retrocedió un par de pasos con un rostro horrorizado, cada vez más pálida. Los otros tres chicos también observaban con miedo a su líder, quien ahora sonreía como asesino serial de película de horror barato. Paseaba sus ojos de amigo en amigo, pareciendo que analizaba la situación... pero simplemente admiraba el pánico que estaba causando en los demás.

   — Y ni hablar del vídeo de JiMin. — su sonrisa ladina era peligrosa. Todos lo miraban con terror. YoonAh fue la primera en hablarle de vuelta, intentando recobrar su actitud de siempre pero resultando un poco titubeante.

   — Yah, ¿y qué quieres que hagamos? — porque si los amenazaba era para que no se pudieran negar a lo que él quisiera. JiMin miró el suelo sintiéndose más impaciente que nunca, las heridas del otro día le picaban como nunca, tal vez por la incertidumbre de toda la situación.

   TaeHyung rió claramente tenso antes de seguir hablando;— Tenemos que matarlo de nuevo. Las veces que sea necesario.

   El silencio que le siguió fue gélido como la Antártica. Ni una boca que movió, los ojos iban de una persona a otra y las manos nerviosas se acariciaban entre sí, a sus cuellos, las cabezas agachadas en incomodidad. Incómodo. Un sudor pegajoso surgía de sus dermis tan acaloradas ya. Tronó afuera. Empezaba a llover. Sonó el timbre de la casa, y la verdad se asustaron más por eso que por el trueno. El relámpago que le siguió ahora iluminaba el exterior, y la ventana al lado de la puerta dejaba ver la silueta masculina de alguien que los esperaba ahí afuera. JiMin tragó saliva y miró a SeokJin.

   El más alto de los cinco fue a abrir.

   — Hola, buenas tardes. — detrás de JeongGuk, se veían los nubarrones del crepúsculo acumularse en el calor a la vez que las gotas comenzaban a caer con más abundancia e insistencia. Había ladeado su cabeza y la sonrisa falsa que asomaba en sus labios pequeños le daba un vuelco al corazón de JiMin.— Creo que la otra vez dejé algo aquí.

   — ¿Qué quieres? — inquirió de súbito SeokJin con la voz nerviosa. Retrocedió un paso cuando JeongGuk entró a la casa, y JiMin sintió que el plan estaba a punto de fallar aunque estuviera recién comenzando. Se veían ridículos con el uniforme escolar, pero de alguna forma JeongGuk brillaba en su nitidez y cuidado almidonado. La apariencia estaba tan bien cuidada que, efectivamente, daba miedo. Pero es que no podía evitar ser descrito de otra forma, porque no había nada natural en su comportamiento ni apariencia. TaeHyung apretó sus dientes y los mostró levemente mientras sus puños se cerraban con fuerza a ambos lados de sus caderas.

   — Oh... — pensó falsamente hasta que una ampolleta imaginaria se prendió sobre su cabeza.— ¡Claro! Mi teléfono celular.

   — ¿De qué estás hablando?

   La respuesta no llegó, puesto que JeongGuk terminó de entrar a la casa con pasos amplios y seguros de sí mismos. Parecía saberse el plano del lugar de memoria, porque cruzó el salón sin titubear ni un segundo y subió las escaleras tan rápido como un bólido. SeokJin cerró la puerta y ninguno de los demás se tardó en seguir los pasos del muchacho, hablando en voz alta de lo extraño que era el chico, mirándose sin saber qué carajos hacer, ni tampoco cómo mierda manejar la situación. JeongGuk ni siquiera dudó de la puerta a la que debía entrar, y abrió la habitación de TaeHyung con toda la autoridad del mundo.

   Tuvo el descaro de decir en voz alta;— He llegado a casa.

   — ¿Qué mierda haces en mi casa? — susurró entre dientes TaeHyung detrás de él. Los demás entraron también a la pieza del dueño de casa, y una vez más, SeokJin cerró la puerta detrás suyo. El sonido de la cerradura bloqueada reverberó en la habitación una vez más. JiMin tuvo un déjà vu.

    — ¿Que no escuchaste, Tae? Ay, tan despistado que eres... Vengo a buscar mi teléfono móvil. — respondió con la actitud extraña de siempre el implicado. Se dio media vuelta, mirando a todos y retrocedió un paso mientras parecía hacer una reverencia, luego observando el suelo al lado de la puerta. Estaba todo demasiado ordenado, todo en su sitio, entonces ¿qué diablos hacía el teléfono ahí? Intentaron bloquearle el paso, pero JeongGuk pudo alcanzar su aparato electrónico sin mayor preocupación. Todos le seguían con la mirada y el paso, así que cuando él se sentó en el borde de la cama a revisar su teléfono celular, fue rodeado como si fuera una especie de Mesías. Revisaba su teléfono con soltura, encendiéndolo rápidamente y sonriendo con alegría falsamente inocente.— ¡Aquí está! Lo pasamos muy bien esa noche, ¿no?

   ¡Muérete, cabrón, muérete!

   ¡Muérete, cabrón, muérete!

   ¡Muérete, cabrón, muérete!

   Se repetía la grabación una y otra vez. Sus gemidos exagerados eran ahora claramente un grito de ayuda. JiMin podía ver la forma en que JeongGuk abría los ojos desmesuradamente con tan sólo escuchar el audio de voz, repitiéndose varias veces. Se cubrió las orejas y comenzó a tararear nervioso, y JeongGuk intentó con todas sus fuerzas no saltar a abrazarlo. Le dolía estar haciendo aquello con JiMin cerca, pero el plan debía seguir en pie. Y el más bajo tenía que ignorar sus gritos lo mejor posible para llevarlo a cabo tal cual lo llevaban diciendo los últimos días.

   Con todo el dolor del mundo, JiMin apartó sus manos de las orejas, temblando claramente afectado y sin que nadie más lo viera. Se daba cuenta de que estaba más atrás que los demás, y ojeó rápidamente la mesita de noche, donde descansaba el computador de TaeHyung, un MacBook ligero y lleno de pegatinas de películas slasher. TaeHyung mismo estaba de espaldas a JiMin, tenía los cabellos de la nuca erizados por completo. Podía distinguirse el nacimiento de las gotas de sudor humedecer su cuello largo y moreno. Y el chico se apartaba más y más de él con cautela, los gritos de JeongGuk teniendo que quedar en segundo plano porque, de lo contrario, se pondría incluso más nervioso. Tragó saliva y, agachándose de cuclillas, se arrastró silenciosamente en dirección a la mesita de noche.

   — ¡¡Corta esa grabación, hijo de la gran puta!! — rugió TaeHyung, luego abalanzándose sobre JeongGuk, quien lanzó por los aires su teléfono móvil y dejó que la grabación se repitiera una y otra vez. Se reía fuerte y maniáticamente con los ojos más abiertos que nunca, mientras TaeHyung lo acorralaba contra la cama y le tapaba la boca con una de sus grandes y delicadas manos.— ¡Cállenlo, cállenlo, mierda!

   — ¿¡Cómo carajos lo hago!?

   — ¡¡Tengo tus grabaciones, YoonAh!!

   Ahí estaba la amenaza de nuevo. JeongGuk reía aún, dañándose la garganta y sin oponer real resistencia a las maniobras de su contrario. Los demás comenzaban a gritar desesperados también, intentando ayudar a TaeHyung, golpeándolo de todas las formas posibles. En un punto, lo dejaron caer al duro suelo de madera lijada, y ahora le llegaron patadas por todas partes mientras seguía soltando carcajadas con la mirada abierta, sin parpadear ni un segundo. JiMin observaba horrorizado, consumido por el morbo y sintiéndose cada vez más pequeño, indefenso. Era una sensación agobiante que no lo dejaba respirar, pero tuvo que seguir con el plan. Mientras JeongGuk era abusado físicamente, JiMin agarró con fuerza la laptop y la guardó en su mochila, la cual había llevado discretamente, agradecido de ser el que menos atención recibía en el grupo.

   Ahora tocaba salir, encerrarse en una de las habitaciones más lejanas, y subirlo todo a Twitter, Facebook, Naver, todo lo posible. Pero de verdad observar a JeongGuk muriéndose lentamente lo dejaba petrificado del miedo, porque de nuevo se daba cuenta de lo que era capaz TaeHyung con tal de sentirse satisfecho y en control de todo. Le temblaban las manos aún cuando cerraba la mochila con lentitud, y JeongGuk ya no se reía tan fuerte como antes, aunque las ganas estaban. No entendía la siguiente parte del plan, la que seguía después de subir las cosas a Internet, pero de alguna forma le resultaba creíble.

   Sólo podía seguir con lo suyo.

   — ¡Muérete de una vez! ¡No vuelvas a molestarme! ¡Arrogante hijo de la mierda!

   Levantó la mirada y, al ver su librero a la izquierda más cercana, estiró su mano para sacar un pesado adorno de vidrio tallado. Era un premio al Alumno más Amable del Colegio Sun. Sin titubear ni un segundo, alzó el premio lo dejó caer en la sien de JeongGuk. Otra vez, una vez más. Su voz cesó, la sangre salpicaba su camisa escolar, brazos, rostro, y también las piernas de los demás. Lo hundió de un golpe en el ojo del chico, reventándolo y dejando que el negro líquido de su interior se mezclara con el rojo bermellón de la refulgiente sangre. Un agujero se formó en el cráneo del muchacho, JiMin se levantaba con ganas de vomitar nuevamente, recordando aquella mañana donde JeongGuk le prometía que no iba a pasar nada. Que todo estaría bien. ¿Qué era lo peor que podía pasar?

   La ventana de la habitación se abrió repentinamente aún si no había viento. Comenzaron a caer dentro del cuarto varias gotas de lluvia, y justo cuando TaeHyung daba el último golpe, boqueando y respirando irregularmente, un trueno fue seguido del relámpago más luminoso de la noche.

   — Mierda. — susurró fuerte SeokJin, quien había dado las patadas más fuertes segundos antes. Todos observaban en silencio lo que había pasado, el cuerpo sin vida de JeongGuk, que reposaba bajo las piernas del líder del grupo. JiMin ya no podia respirar, sólo abrazaba aterrorizado la mochila mientras lágrimas gruesas se derramaban copiosamente sobre la gruesa tela del objeto. El premio cayó de las manos de TaeHyung al lado del brazo muerto, haciendo un fuerte sonido que no los inmutó en absoluto. El frío aire de la lluvia les golpeaba los cuerpos, pero ni siquiera la temperatura los hacía reaccionar.— ¿Y ahora qué hacemos?

   — Enterrar el cuerpo, idiota, en el mismo lugar que ayer.

   — No, es que va a revivir, estoy segura.

   — Cállate, HeeSol, no es verdad. La otra noche no lo matamos bien nada más, ahora no puede estar vivo después de la paliza que le acaba de dar TaeHyung. ¿Cierto?

   Las palabras de SeokJin no fueron seguidas de ningún asentimiento o algo similar. Sólo silencio absoluto en el que, quebradizas, las respiraciones parecían interrumpir la tensión del momento. YoonAh soltó en su voz grave un insulto al aire, ni siquiera se molestó en corregirse de lo ansiosa y aterrorizada que estaba. HeeSol se escondía detrás de SeokJin, y él parecía estar en piedra como un monigote de hierro pesado. Ni siquiera TaeHyung, que seguía respirando sobre el cuerpo inerte de JeongGuk, parecía reaccionar. Esto fue interrumpido por los pasos acelerados de JiMin y la cerradura siendo abierta con absoluta rapidez, la puerta rebotando en la pared cuando se apartó del camino.

   TaeHyung miraba por sobre el hombro lo que había pasado, la estela silenciosa que JiMin dejó tras su paso, y luego los ojos cayeron sobre la mesita de noche. Y se abrieron tal cual como los de JeongGuk, la boca deformándose en una mueca que le hacía gruñir entre dientes, el rostro completo transformándose rápida y feamente como si fuera parte de una pieza de body horror. YoonAh comenzó a respirar más acelerada que antes, y los demás le siguieron la expresión de terror puro al darse cuenta de lo que había pasado.

   — ¡¡Park JiMin!! — vociferó con todas sus fuerzas mientras se levantaba y corría tras el camino del muchacho. Lo vio desaparecer al fondo del largo pasillo, y siguió corriendo lo más rápido posible hacia él. Los demás le siguieron el paso con el mismo ahínco, gritando y suplicando clemencia, aterrorizados, porque sabían lo que JiMin intentaba hacer. Eran una manada abriéndose paso sobre el alfombra azul que cubría el suelo de madera oscura, desordenándolo todo, dejando caer los adornos más caros y arrugando la tela de decoración, apoyándose y haciendo que las mesas se enchuecaran de lo ansiosos que estaban.

   JiMin cerró la puerta del baño y le puso pestillo. Podía ver tras el grueso cristal y no dudaba en que ellos también podrían verlo claramente, pero no había tiempo que perder. Sacó el computador portátil de la mochila y lo abrió lo más rápido posible. Ingresó cuatro claves distintas antes de dar con la correcta, y de memoria, fue a las carpetas de los vídeos que almacenaba el aparato. No se había desconectado de Internet, pero al ingresar al Facebook de TaeHyung, y arrastrar la máxima cantidad posible de vídeos a su tablero de publicaciones, descubrió que la rapidez de la red no era la más óptima para llevar a cabo lo suyo.

   Estaba a un paso cuando golpearon la puerta con tal estruendo que JiMin soltó el grito más fuerte de su vida, llevándose las manos a las orejas y abriendo sus ojos desmesuradamente. Ahí estaban todos sus 'amigos', los cuatro, apelotonados uno sobre el otro para golpear la puerta de cristal grueso y exclamar, gritar suplicando misericordia, por la vergüenza de ser expuestos de esa forma. TaeHyung gritaba amenazas de muerte y los otros tres lloraban de miedo, podía verlos en cámara lenta mientras los vídeos se cargaban en el computador. Lentos. Casi como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Eran más de cincuenta vídeos, JiMin ni siquiera los había escogido. Sólo había agarrado todos de una vez para subirlos a la red. Temblaba de miedo.

   Pero apenas estuvieron listos, presionó el botón verde de 'publicar', y en un santiamén estaban subidos a Facebook.

   — ¡¡Te voy a matar, te voy a matar!!






❁     .     ' ❀     ,     .







   Gritaba por ayuda en el automóvil mientras este aceleraba por el autopista del país, cada vez más lejos de la ciudad. La lluvia no se detenía, y la oscuridad del camino no ayudaba al ambiente tenebroso que se había creado. JiMin se removía en su asiento cuando TaeHyung se desvió del camino hacia la misma ruta local de la otra vez, y lloraba fuertemente, desesperado. Tenía un nudo en la garganta pero de todas formas sacaba toda la voz que podía. Ni siquiera podía ver bien, temblaba tan violentamente que, en el asiento trasero, sus dos 'amigas' lo agarraban de los brazos amarrados con fuerza, en un intento por no moverse.

   — Alguien cállelo por favor. — se quejó SeokJin, sin una pizca de bondad en sus ojos oscuros. YoonAh puso su mano en el cuello de JiMin, y este entendió de inmediato, así que se calló como un perrito obediente. Pero la verdad es que nadie se esperaba ver que, a medida que el camino se iba borrando, una figura alta y fornida apareciese de la nada frente a ellos, firme y decidida a quedarse ahí. TaeHyung se detuvo justo al frente de la persona.

   JeongGuk. Sano y salvo, con vida.

   — ¡Qué cabrón este imbécil! — exclamó TaeHyung mientras retrocedía el automóvil con suma rapidez, luego avanzando incluso más acelerado y sin detenerse ni un segundo, todos gritando cuando el chico atropellaba a un JeongGuk risueño y tenebroso y lo mandaba a volar por los aires. Seguían gritando cuando el joven al volante se desviaba del camino ya imposible de seguir y cruzaba el terreno baldío en una especie de pesadilla con vida propia. La terrible oscuridad se los tragaba a todos y JiMin seguía llorando de la impresión, confundido, sensible ante todo lo que tuviera por delante.

   Se detuvieron repentinamente, y abrieron las puertas del carro de inmediato, saliendo y arrastrando consigo a JiMin poco menos del pescuezo. El delgado y pálido muchacho no dejaba de sollozar, porque estaba tan inmerso en su terror que le resultaba casi imposible defenderse. Sabía lo que querían hacer con él. Después de haber subido los vídeos a la red, todos comenzaron a circular con rapidez, tanta que no valía la pena borrar la publicación, porque los archivos duplicados estaban por todas partes. Entonces, lo habían observado en el baño con rencor y miedo en sus ojos, cuatro pares de ojos sobre él, que sentenciaron su muerte.

   — Entiérrenlo ya. — espetó TaeHyung, los demás asintiendo en silencio. Sin embargo, otra vez fueron interrumpidos por la misma figura que antes, tan sana y a salvo como siempre que se la hallaban.

   — ¡JiMin! — exclamó JeongGuk, y todos de asombro lo miraron. Estupefactos. El momento de descuido permitió que el ser inmortal corriera hacia el nombrado, quien apenas se podía a sí mismo de pie, y estampó su boca contra la ajena.— JiMin, JiMin.

   Todos observaban incrédulos. Las palas de SeokJin y HeeSol cayeron al suelo polvoroso, levantando el mismo hacia sus piernas manchadas de sangre. Algo fuerte sonó. El maletero del automóvil se abrió en un supuesto descuido, y pasos se escucharon cada vez más cercanos al lugar. Un murmullo similar al del arena los hizo apartarse de un mismo punto, el trozo de suave tierra comenzó a moverse por cuenta propia hasta que una mano blanquecina surgió, desenterrándose a sí misma con lentitud. Alguien se bajó del maletero, se notaban sus pasos muy maltrechos avanzar hacia los demás. Estaban acorralados.

   JeongGuk se apartó, ahora sonriendo igual de maniático que siempre, y llevándose consigo a JiMin, quien hundía su rostro mojado en el pecho de su amante. Comenzó a reírse. La figura que se desenterraba a si misma comenzó a surgir como un zombie, y un reconocible rostro violeta, con el cuello dañado y sangre seca recorriendo sus mejillas, les observó con un puchero falso. La luz del automóvil los iluminaba a todos, y la persona del maletero entró al campo visible con el ojo reventado y caminando un poco distraído, haciendo un mohín con sus labios llenos de baba y sangre seca. Al otro lado, apareció un muchacho atropellado con el cuerpo lleno de magulladuras y la cara raspada y con sangre fresca naciendo de sus mejillas y frente. Tenía un ojo cerrado.

   JeongGuk dejó de reírse, y levantó una mano para que los demás JeongGuks se detuvieran. JiMin temblaba, pero ahora también sonreía. Se apartó de JeongGuk, con los ojos desorbitados bañados en dolor, ira y rencor.

   — Que empiece la diversión, asesinos descerebrados.

por fin lo terminéeeee wwiiiiwuiwii
soy feliz
me encanta
porfa comenten
es q de vdd me encantaaaa

awante kim suyeon y cai bing y choi yujin<3

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