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hola, soy jeongguk ♡ parte 1 de 4.

advertencia;

autolesión, abuso sexual, muerte, horror, gore, drama, terror psicológico, subversión a las expectativas.

   Entró con las manos en los bolsillos, y con cada paso que dió, el ambiente se tornó más y más tenso, una oleada de frío recorriendo la parte baja del salón de clases, haciendo temblar a los temerosos presentes. La sensación de agobio comenzó a crecer de manera inexplicable conforme el atractivo muchacho se acomodaba frente a la clase, sonriendo. Sonriendo de una forma tan desentendida, falsa y extraña que los demás sólo hallaron un revoltijo de incomodidad en la parte baja de sus estómagos. La luz de la mañana calurosa entraba por las enormes ventanas de la sala de clases cuando el chico dio una reverencia, luego mirando a sus compañeros de clase.

   — Hola, soy JeongGuk. Tengo diecinueve años. Soy nuevo en la clase, espero poder llevarnos bien.

   Y la manera en que lo dijo fue incluso más extraña que su forma de mirar, como si lo estuviera actuando, como si lo hubiera practicado por días, con la sonrisa imborrable de sus labios finos, ausente en los grandes ojos oscuros que parecían no brillar en ningún momento. Pronunciando todo tan bien que nadie se creía lo que estaba escuchando, como si fuera una burla a lo que ellos pudieran entender. Como si le estuviera hablando a un grupo de niños pequeños. Hundido en su asiento, JiMin se sintió más intimidado que nunca cuando los ojos de su nuevo compañero se posaron en los de la persona a su lado, su mejor amigo. No entendía nada realmente.

   — Está bien, JeongGuk, puedes sentarte aquí en el asiento vacío. — le ofreció la profesora, y JeongGuk asintió con la cabeza educadamente, yendo al sitio que la mujer le había indicado. Ya nadie lo miraba demasiado, pero definitivamente había llamado la atención, y por ello es que JiMin no podía sacarle los ojos de encima, incluso el nuevo estando unos asientos más adelante de él.

   Cabello lacio, negro, cayendo sobre sus cejas y sienes, enmarcando el rostro angular y pálido con cierta elegancia. Los grandes ojos tétricos que parecían no tener vida, la nariz grande y atractiva, los labios pequeños que ahora no querían sonreír en absoluto, rojizos, brillantes. JeongGuk llevó su mano hacia el rostro, y los largos, anchos dedos callosos comenzaron a juguetear con su labio inferior, quizás como reflejo. JiMin tragó saliva, sonrojándose. A su lado, el chico que anteriormente había sido observado bufó por lo bajo, la profesora siguiendo con su explicación sobre la ética de las redes sociales o alguna tontería similar.

   — ¿Quién se cree que es, con esa jodida actitud altanera, como si nosotros fuéramos inferiores? — gruñó él con la mirada ácida, corrosiva, fija en los hombros anchos del compañero nuevo. JiMin le alzó una ceja, ni siquiera simuló estar prestando atención a la clase.— Qué puta rabia me acaba de dar éste maldito.

   — TaeHyung, calma. — lo reprendió JiMin mientras intentaba calmar su sonrojo, algo temeroso de su mejor amigo y sus problemas para controlar la rabia. Todo se sentía un poco confuso por alguna razón, como si nada tuviera justificación real.— Deberíamos estar concentrados en la fiesta, aún no hemos planeado nada. Ni siquiera tengo en mente a algún, eh, invitado especial.

   — Debería ser él. — le respondió de inmediato su amigo, observando aún con rabia y asco la figura de JeongGuk. Nadie los estaba escuchando, la profesora hablaba demasiado animadamente con los alumnos y la clase parecía ser un constante murmullo de alegría y de asentimientos, donde todos aprendían de alguna u otra forma.

   Entonces, ¿por qué de repente JeongGuk se dio media vuelta en su sitio para sonreírles a ambos?










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   SeokJin los alcanzó apenas salieron de la clase. Nadie parecía esperarlo pero agradecieron su presencia con saludos cálidos y palmadas en su espalda. YoonAh parecía ser la más feliz, arrimada a su lado con la mirada fiera cada vez más oscura y brillante al mismo tiempo. El chico la abrazaba de lado de manera protectora, pero más allá de eso nadie le reclamó algo. Hablaban animadamente contra el barandal rojo, riendo, charlando de cosas varias y despreocupados por la vida en general, así como la gente fantasea con la adolescencia. HeeSol era la que menos sonreía del grupo, pero lejos de importarle a los demás, no fue tomada en cuenta puesto que no hablaba en absoluto, con la expresión enajenada e introspectiva.

   Como era de esperarse de ellos, eran ruidosos y no les importaba que desde abajo, a tres pisos de distancia, los observaran mal por el volumen de sus voces. Tiraban por encima del barandal los envoltorios de los dulces mágicos que se compartían entre ellos, y reían tan fuerte que más de una persona que pasaba se alarmó momentáneamente. Una chica salió corriendo con las manos en las orejas, bajando las escaleras con rapidez.

   — Bah, yo digo que invitemos a las tres divisiones y era. Total, la casa es gigante: cabe muchísima gente. En tropel, en manada. No lo sé. — exclamó TaeHyung mientras se comía un brownie envasado.— La cosa es que encontremos a nuestro invitado especial y logremos sacarle los rumores o algo así. A este punto me espero lo que sea de la gente, así que no puedo esperar al momento.

   — La otra vez escuché que ChaeYoung estaba diciendo por ahí cosas que nos pueden dejar con mala imagen. — aportó YoonAh. SeokJin bajaba su mano por la cadera de la chica, y ella se la golpeó con fuerza para apartarla de sí. Los demás no quisieron tomarlo en cuenta, porque realmente no les importaba lo que pasara entre los dos.— Decía algo del anterior, ¿ese de gafas? Vale, de ese estúpido. Algo de que era sospechoso y así. No me toques, bastardo. —le codeó con fuerza ahora el pecho, una fea expresión de asco adornando su rostro usualmente dulce de ojos pequeños.— En fin, un par de mierdas así. ¿Cómo preparamos su vídeo?

   — Quiero que consigan todo lo que ha dicho de nosotros, y ordenaremos todos los rumores en la lista: de ahí escogemos una venganza por cada uno de ellos.

   — Te dicen que no me toques, hijo de la gran puta.

   — Pero si tú te lo andas buscando.

   — Chicos, se acerca el nuevo.

   JiMin había dicho lo último, y HeeSol levantó la mirada por primera vez en el día hacia la figura que salía del salón de clases y le hacía una reverencia a la profesora, devolviéndole sus libros con una sonrisa vacía pero igualmente gentil. La mujer se alejó con autoridad por el lado contrario del pasillo, y el nuevo los miró sin la sonrisa que hacía apenas dos segundos decoraba su atractivo y pequeño rostro. Guardó las manos en sus bolsillos, JiMin notó que con los pulgares afuera, una ofensa para los que creían en supersticiones. Se acercó al grupo, que se había callado ante su presencia, con la mirada vacía igual que siempre. Y cuando llegó al frente de ellos, sonrió suavemente.

   — ¿Qué sucede, chicos? — su voz neutral y rasposa, casi profunda, la pronunciación cuidada y lenta, hicieron que JiMin se pusiera en piedra. Era como escuchar a un demonio, a un súcubo demencial, en tu oreja a las cuatro de la mañana. El grupo de amigos se miró entre sí, HeeSol parecía cabreada y YoonAh se intentaba alejar de SeokJin. TaeHyung había contorsionado su rostro en una expresión de ofensa con los ojos abiertos de par en par, y JiMin simplemente lo miraba encandilado, rojo como un tomate.— ¿Puedo acompañarles? No conozco a nadie aquí.

   — Ándate... basura. — le espetó TaeHyung con asco. JiMin frunció el ceño y desvió la mirada, de repente muy nervioso y alterado por la reacción de su amigo. Recordó rápidamente la forma en que se refirió al chico nuevo apenas lo vió. De repente tuvo miedo, pero el nuevo simplemente ladeó la cabeza e hizo un puchero claramente falso y burlesco. Los demás se quedaron algo sorprendidos por su contestación, cosa que hizo a JiMin mirarle nuevamente. Ay, qué hermoso lo halló, a pesar de que fuera un tanto extraño. Como si estuviera loco.

   — ¿Acaso te olvidaste de mi nombre? Soy JeongGuk. — pronunció su nombre lento y doloroso, sonriendo al ver la rabia de TaeHyung florecer en su rostro enrojecido por la rabia. JiMin se hallaba entre los dos, y por un momento se le detuvo el corazón porque creía que su mejor amigo atacaría al nuevo (JeongGuk, lo recordaría desde siempre) sin mayor preámbulo. Pero no lo hizo, sólo apretó los dientes.

   — Sigues siendo basura para mí. ¿Qué te crees, sintiéndote superior a los demás y hablándonos como si fuéramos niños pequeños? Hijo de puta, trátame así de nuevo y te mato. ¡Te mato!

   JiMin sabía que TaeHyung sufría de un trastorno de ira generalizada, todo lo enojaba y le sacaba los colores más oscuros posibles, a veces llegando a actuar a través de ellos. No ayudaba la falta de conciencia que tenía del mundo que lo rodeaba, el más bajo quería creer que era por su adolescencia y no por un problema mental fuerte. De todas formas la expresión de JeongGuk fue parpadear con sorpresa, ¿sorpresa falsa?, y luego hizo un puchero más ligero y genuino con su rostro entero, los ojos llenándose de lágrimas. Miró hacia HeeSol con seriedad, luego a JiMin, y suspiró asintiendo con la cabeza.

   Se veía hermoso incluso estando a punto de llorar. ¿Serían aquellas lágrimas honestas? Se veían convincentes. Pero JiMin ya no sabía qué sentir respecto a JeongGuk.

   — Qué malo eres, TaeHyung. — le dijo con la voz estable, y luego sonrió como si nada hubiera pasado. Miró a JiMin y le guiñó un ojo antes de irse con las manos en los bolsillos, el pulgar afuera, caminando de una forma segura, ligera pero firme de todos modos. Como si fuera el fantasma de un militar.

   Cuando se hubo ido, bajando las escaleras del otro lado del pasillo y el grupo quedando solo completamente, TaeHyung arrugó el papel aluminio que envolvía su brownie y lo tiró hacia la cancha del piso cero, su rostro enrabiado, sus labios palideciendo por la forma en que los aplastaba. JiMin intentó tomarle la mano para calmarlo pero TaeHyung la apartó con fuerza mientras susurraba algo parecido a "puto maricón". Respiraba con fuerza y erráticamente, miraba ahora hacia el paisaje del otro lado del barandal rojo, la gente quejándose de él porque ni siquiera se había terminado el brownie, pero él ignorando, centrado en su mundo interno. HeeSol puso los ojos en blanco, fue cuando YoonAh se apartó de SeokJin por completo y le exclamó que parara, puesto que acababa de tocarle el trasero.

   — ¡Que no!

   — Pero si usas la falda corta. Aparte, si te volviste mujer eras consciente de que te iba a pasar esto.

— Mocoso de mierda. — gruñó la pálida chica mientras agarraba de la mano a HeeSol y la hacía alejarse de los chicos con las orejas rojas de vergüenza. SeokJin puso los ojos en blanco. JiMin aún estaba dolido por las palabras de TaeHyung pero... siempre las decía. No le quedaba de otra que acostumbrarse, porque la última vez que le había llevado la contraria terminó muy mal. Y no quería volver a pasar por eso por nada del mundo. Era por ello que se mantenía en silencio la mayoría del tiempo, al igual que YoonAh y HeeSol.

   Miró a TaeHyung sin decir nada, hasta que este habló con palabras cortantes y lentas, intentando copiarle la forma de hablar a JeongGuk y saliéndole terrorífica de otra forma, una más psicopática.

   — Deja a ChaeYoung para otro día; esa basura será nuestro invitado especial.

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