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Capítulo 3

—Buenos días, estudiantes —saludó el profesor de matemáticas al entrar el salón, recibiendo el saludo en unísono de sus estudiantes—. Ya califiqué la última lección, solamente a muy pocos les fue bien, mientras que a la mayoría les fue pésimo, estoy decepcionado de ese grupo.

Los murmullos de los estudiantes se escucharon de fondo, algunos quejándose de lo difícil que fue la lección, mientras que otros estaban preocupados por reprobar la materia e incluso el año.

—Hoy en la primera hora de clases haremos la corrección de los ejercicios.

El ruido en el salón seguía, sin embargo, el profesor no los calló como siempre solía hacerlo, puesto que estaba buscando en el interior de su maletín aquella carpeta de color azul en donde estaban guardados los aportes calificados.

—Joven Yang —lo llamó su profesor.

—Sí, dígame.

—Vaya al salón de profesores y traiga la carpeta azul que está encima de mi escritorio, ahí están los aportes. No se tarde, hasta mientras tomaré lista y calificaré la tarea que dejé la semana pasada.

—De acuerdo, profesor.

Jeongin asistió, levantándose de su asiento para salir de salón, luego avanzó a pasos rápidos hacia la oficina de profesores. La oficina estaba en la planta baja, un tanto lejos de su salón, por lo que tenía que bajar por las escaleras.

Iba bajando con prisa, pues no quería que el profesor lo regañara por haberse tardado demasiado, cuando su pie se tuerce a cinco escalones de distancia con el suelo del segundo piso, haciendo que sintiera que se iba a dar un fuerte golpe en su cabeza.

Jeongin cerró sus ojos con fuerza, preparándose para el golpe que recibiría, sin embargo, sintió cómo alguien lo había sostenido de su cintura para evitar que cayera.

—Dios, disculpa, no era mi intención —dijo Jeongin a la persona que había apaciguado su caída—. Yo me tropecé y no...

—No te preocupes —le interrumpió sus palabras—. Estamos a mano.

Esa voz...

Jeongin miró de mejor forma a la persona debajo de él y su corazón latió con fuerza. Era Chan... Chan estaba debajo de él y había impedido que se diera un fuerte golpe.

—Uhm... ¿Estás bien? —preguntó Chan.

—Sí, ahora que te veo estoy mucho mejor —soltó con una tonta sonrisa, nublado por los hermosos ojos verdes de Chan.

—¿Qué?

—¿Ah?

—¿Qué dijiste?

—¿Qué dije?

Entonces Chan volvió a soltar ese cautivante sonido. Se rio suavemente y eso llenó de calidez al alma de Jeongin, quien quería capturar ese sonido de por vida en su mente.

—Bueno, no importa —dijo con una sonrisa—. Solamente... ¿Podrías levantarte? Alguien podría pasar por aquí, malinterpretar la situación, y eso nos meteríamos en grandes problemas.

—Oh, es cierto. Disculpa —contestó, posteriormente se levantó de encima de Chan.

Luego Chan se levantó para quedar casi a la altura de Jeongin.

—Me alegra que no te hayas hecho daño —dijo Chan, rascándose detrás de su oreja.

—Sí, a mí igual...

—Ten más cuidado a la próxima, ¿sí?

—Por supuesto, lo tendré.

La boba sonrisa no se esfumaba del rostro de Jeongin, y es que no podía evitarlo, ver a Chan le hacía sentir tantas mariposas y una enorme alegría en su interior.

—Uhm, bueno, yo debo irme. Hasta luego.

Chan se despidió de Jeongin, empezando a subir las escaleras mientras que Jeongin lo observaba sin quitar esa sonrisa de su cara, hasta que recordó por qué casi se caía de las escaleras.

—¡La carpeta! —expresó para sí mismo, empezando a correr para llegar a la oficina de profesores y buscar esa carpeta azul.

Cuando llegó a la oficina, visualizó lo que buscaba, la tomó y se apresuró en regresar a su salón. Por suerte, no recibió un regaño de parte de su profesor por haberse tardado.

Se sentó de nuevo en su asiento y esperó a que el profesor le entregara su aporte, mientras tanto en su mente pasaba el precioso rostro de Bang Chan.

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