Jeongin siempre fue muy despistado con lo que pasaba a su alrededor, siempre tan metido en su mundo y alejado de lo demás. Cursaba su último año de secundaria, pronto se graduaría e iría a la universidad. Jeongin amaba el arte y quería estudiar en la universidad de arte en Seúl, sin embargo, no tenía los suficientes recursos para pagarla, por eso toda su concentración estaba en sacar las mejores calificaciones y conseguir una beca.

Estaba tan sumergido en sus objetivos que jamás había notado a Bang Chan, así era como se llamaba el chico del árbol que se lanzó sobre él. Jeongin agradecía tanto ser el presidente estudiantil y poder tener acceso a cierta información, porque si no, no hubiese conocido el nombre del chico que le robaba los suspiros, además de que también descubrió que Chan es alumno de último año al igual que él y que siempre andaba sin compañía en lugares silenciosos y tranquilos.

Aunque a veces lo veía con un chico unos centímetros más alto que él, de cabellos morados y rostro serio y que, además, pertenecía al grupo de los populares. Jeongin reconocía a ese chico como Lee Minho, el chico deseado por muchos, pero que ignoraba a todos. Al único que no trataba mal era a su novio, Han Jisung, un lindo chico de cabellos azulados y de mejillas adorables.

Al siguiente día, después de ese encuentro, volvió a pasar por ese lado del jardín, esperando encontrarlo, fue unos minutos más temprano tampoco quería volver a llegar tarde a clases. Esa mañana lo encontró trepado en el árbol con un cuaderno y lápiz, Jeongin no podía definir si estaba escribiendo o dibujando, debido a que solamente pudo verlos por unos segundos y después pasar de largo, tampoco quería llamar su atención.

Los posteriores días Jeongin hizo lo mismo, iba más temprano para poder observarlo. Algunas veces lo encontraba trepado en el árbol, leyendo, escuchando música o simplemente con su cuaderno y lápiz. Otras ocasiones lo hallaba acostado en el césped con sus ojos cerrados, en esas ocasiones Jeongin se acercaba muy sigiloso a verlo más de cerca, admirando su bello rostro y también aprovechando para sacarle algunas fotos, obviamente sin flash y sonido, Jeongin no era tan estúpido como para exponerse de tal manera.

Y en los pasillos también le miraba, lo más disimulado posible, Jeongin se sentía feliz cuando le veía sonreír, cuando le escuchaba hablar y reír, cuando olía su deliciosa fragancia, cuando tenía la oportunidad de caminar cerca suyo, Jeongin era feliz.

Estaba enamorado, de eso no había duda, Chan le hacía nacer tantas cosas en él, cosas que Jeongin amaba sentir.

Lamentablemente, Jeongin solo se mantenía observándolo desde lejos, con mucho temor de acercarse, no tenía la valentía para hacerlo y eso lo deprimía, porque le gustaría tanto poder hablar con él y ver cada una de sus expresiones desde cerca.

Jeongin a veces odiaba ser un nerd feo y miedoso, muy miedoso. Tenía muchas inseguridades con respecto a él mismo, creía que él jamás viviría un amor tan hermoso como el de las historias que le contaba su madre.

Sentía que él no era merecedor de experimentar un bonito amor, era muy desafortunado y por eso nadie se enamoraría de él, ni siquiera ese precioso chico, cuyo nombre era Bang Chan lo haría.