Capítulo 11
Ya había pasado un tiempo desde que se conocieron y empezaron a juntarse. Esta vez se encontraban almorzando en unos de los abandonados salones de la escuela, ya estaban en invierno y la lluvia mojaba todo a su alrededor, no podían salir al jardín porque terminarían completamente mojados y sucios.
Comían en un ambiente ameno, muy cómodos, sonriendo y mirándose con cariño. Jeongin en un descuido se embarró con salsa en sus labios, pero no se había dado cuenta de ello, no hasta que Chan se le quedó viendo, tan intensamente que logró ponerlo nervioso.
—¿Qué sucede? —preguntó Jeongin en voz baja, sintiéndose tan pequeño ante la mirada intensa de Chan.
Chan no respondió, solo lo miró. Jeongin sentía que su corazón saldría volando de su pecho cuando vio a Chan aproximarse, tan despacio, hasta que la distancia entre sus rostros era tan corta, casi nula.
Y, en medio de ese silencioso, viejo y abandonado salón, con las gotas de lluvia mojando las ventanas, oyéndose tan lejana y tranquila, Chan besó a Jeongin. Fue una corta unión, que hacía que ambos sintieran electricidad en sus cuerpos. Con sus respiraciones agitadas por todo lo que estaban sintiendo, se separaron, no tanto, sus frentes estaban juntas y sus ojos cerrados, sintiendo la respiración caliente del otro.
Segundos después, se miraron y con sus ojos brillantes de emoción se volvieron a besar, esta vez movieron lento sus labios, tan suave, tan placentero. Chan posó una de sus manos en la mejilla de Jeongin, dándole dulces caricias con su pulgar, caricias que Jeongin amó. Y con la otra mano tocó su cintura, sin hacer ningún otro movimiento con algo de miedo de incomodarlo, más al ver que Jeongin no reaccionó mal, también empezó a darle caricias por encima del uniforme. Mientras que Jeongin tenía sus manos en el pecho de Chan, agarrando su camisa en pequeños puños que temblaban ligeramente.
Jeongin se sentía flotar con ese contacto, sentía que tocaba las nubes del cielo, que volaba junto a las hermosas mariposas. Se sentía tan enamorado y Chan se sentía igual que él, completamente embobado.
Se separaron por falta de aire y nuevamente volvieron a unir sus labios, una y otra vez, no se cansaban. Ya tenían sus labios algo hinchados, rojizos y brillantes, pero continuaron besándose, hasta que la campana sonó, causando que se separaran y miraran, apenados y con sonrisas llenas de timidez.
—Nos vemos a la salida, tengo algo importante que decirte —susurró Jeongin, viéndole a los ojos. Chan solo asintió, mientras le acariciaba la mejilla, luego le dejó un besito en la nariz, Jeongin cerró sus ojos por mero instinto.
Después se levantaron, recogieron y guardaron todo lo que habían sacado de la lonchera de Jeongin. Luego antes de salir, Jeongin tomó a Chan de su camisa para besar sus labios de nuevo, sin importarle si llegaba tarde a clases.
Se separaron y con cuidado salieron del salón, esperando que nadie los haya visto. Empezaron a caminar con sus meñiques unidos y sonriendo, muy, muy felices porque se habían dado su primer beso.
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