Capítulo Uno
"Todos los días brotan pensamientos sobre ti
Pequeñas emociones empiezan a germinar
De repente empezaste a crecer en mi interior
Solo mirarte no es suficiente, cuando nuestras manos se tocan
Floreces dentro de mi corazón"
—Blooming Days, EXO CBX.
Capítulo 1
Mierda, nuevamente se atrasó con el trabajo.
Cansado, suelta un largo suspiro cuando por fin puede apagar el ordenador, sacarse la molesta corbata y comenzar a guardar sus cosas en su maletín para largarse de allí. Y no es que no le guste su trabajo, todo lo contrario, Park ChanYeol estudió administración de empresas y terminó con un buen promedio, tanto así que logró ser contratado en el departamento de finanzas de una de las compañías más grandes del país, sólo gracias a su esfuerzo y no porque tuviera algún familiar en altos mandos como había sido el caso de casi la mitad de sus compañeros de carrera.
Llevaba sólo seis meses contratado en la oficina, y por fin tenía un poco de libertad por haber finalizado su periodo de entrenamiento (y lo agradecía, porque su encargado, el señor Kang, era muy amable, pero joder, no lo dejaba en paz, como si fuera un bebé), pero desgraciadamente la chica que entró junto con él no aprobó el periodo de prueba y, por ende, hubo que contratar nuevos reclutas.
¿Qué tiene eso que ver con él? Pues que ahora una de esas nuevas reclutas, Wendy, estaba a su cargo. Bien, la chica era genial, y muy buena en su trabajo, pero de todos modos era lenta debido a que le cuesta acostumbrarse al sistema, se pierde encontrando la sala de fotocopias, el baño o la cafetería, por lo que muchas veces tenía que dejar sus labores para ir a su rescate y eso significaba a la larga quedarse hasta un poco más tarde, o terminar al filo de la hora de salida.
Justamente hoy se había quedado hasta un poco más tarde ordenando unos papeles porque Wendy aún no terminaba de memorizar en qué carpeta iba qué cosa, ni tampoco estaba calificada aún para archivar presupuestos sin que alguien más se los revisara. Y eso lo ponía en un aprieto.
Todos los lunes, desde hace un par de meses, pasaba del trabajo a la casa de su madre que vive cerca de su empresa, para pasar el rato con ella y su hermana YooRa. La verdad siempre fue apegado a su madre, y la visitaba a menudo, pero desde que su hermana mayor volvió a casa y se mudó con ella tras haberse divorciado, se hizo rutinario. La mujer estaba destrozada, no sólo porque pasó 4 años de su vida con su ahora ex marido, sino porque, además, tenía un embarazo de dieciséis semanas del cual preocuparse, y una alta probabilidad de enfrentar una demanda por la custodia de la criatura.
Su hermana estaba sensible, necesitaba compañía y tenía unos antojos feroces, por lo que además de hacerle compañía y cuidarla (incluso quedándose a dormir allí), él era el encargado de pasar por una tienda de conveniencia, cafetería o panadería a la salida del trabajo para mantener a la mujer contenta. Sí, era una consentida, y no actuaba mucho como hermana mayor, pero no le importaba porque YooRa es su persona favorita.
En general, no tenía ningún problema en correr a casa, generalmente estaba ansioso por llegar y tener una linda tarde en familia, pero hoy no era el caso. Estaba inusualmente cansado debido a todo el estrés acumulado por su trabajo extra y tener que supervisar a alguien más, por eso le cayó como patada en las pelotas que apenas dos minutos fuera de la oficina, su cálida tarde de verano se transformara en un día lluvioso.
No tuvo tiempo ni para maldecir a su jodido teléfono por mentirle esa mañana y mostrarle que había 0% de probabilidades de lluvia, simplemente quedó empapado como si hubiese puesto su metro ochenta y seis bajo una cascada.
—Mierda.
Se quejó en voz alta, se sacó su saco y lo usó para tratar de cubrir en vano su maletín, que ya se había mojado. No quería tener que lidiar con sus documentos arruinados o su móvil averiado, y estar en camisa ya le daba igual si de todos modos sentía que era más agua que persona.
Corrió cruzando la calle a penas el semáforo dio luz verde para peatones y buscó con dificultad algún lugar techado para espera que pasara un poco la lluvia y revisar sus cosas, a ver si algo se habría efectivamente estropeado. Fue así como divisó a mitad de cuadra, la fachada de una Florería. Se veía pequeña, tenía dos ventanales de vidrio, decorados con arreglos tanto desde dentro como por fuera, a cada lado de una puertecita del mismo material, un toldo que cubría toda la vereda, y el nombre de esta grabado en letras cursivas negras en la ventana de la izquierda.
"Blooming Days"
La verdad es que no lo pensó mucho, sólo quería estar en algún lugar seco para poder poner sus cosas en orden. Ni siquiera sabe qué fue lo que lo impulsó a entrar al local, siendo que con el toldo bastaba. Pero la verdad, es que se arrepintió un poco de haber sido tan impulsivo, porque allí estaba, parado sin saber que hacer o decir, con su cabello hecho un desastre, su camisa ceñida al cuerpo, sus pantalones de traje goteando a pesar de lo ceñidos que se sentían (dejando así en evidencia su inexistente trasero) y en general, su aspecto de haber caído al río.
No se esperó que al hacer sonar la campanilla que indicaba que alguien había entrado a la Florería, lo recibiera un par de ojos marrones brillantes mirándolo con mucho interés.
—¡Oh, por Dios!
Gritó el joven, saliendo desde el mostrador inmediatamente, y ChanYeol tuvo que tragar saliva porque ese chico no podía ser real. Era hermoso, mierda. Su piel se veía suave y bien cuidada, sus ojos eran marrones y con forma de almendra, su nariz delicada y sus labios rosados y brillantes como si los hubiesen usado para grabar el puto comercial de tintas labiales, como esos que filman los idols. De hecho, con su cabello rubio sedoso completando el look, perfectamente podría pasar por uno de esos tipos famosos que a veces contrataba su compañía para campañas publicitarias.
En resumen, era guapo, y además el estar usando jeans, una camiseta blanca y un delantal rosa sobre ella le daba un toque de lo más encantador.
—Está empapado.
—S-sí, yo...Lo siento mucho. - Dijo el alto sin saber cómo reaccionar. El chico guapo se acercó hasta él, haciéndole notar que era al menos diez centímetros más bajo que él. —No quería arruinar la tienda, es solo qu—
—¿Qué? Oh, no, no me preocupo por eso, me preocupa usted. ¡Puede pescar un resfriado! - Lo cortó, su voz sonando como una suave melodía pese al deje de preocupación que cargaba. — Venga, pase. Tengo una estufa detrás del mostrador.
No lo dejó responder, ni siquiera pareció pensar que el alto podría negarse, simplemente le hizo un gesto con la mano para que lo siguiera (dándole una buena vista de su trasero, que rellenaba bastante bien el pantalón).
—No será lo mejor, pero al menos puede servirle para secar su maletín y su saco. - Decía el rubio, desapareciendo bajo el mueble un segundo.
—Disculpe, de verdad no es necesario, yo sólo necesitaba...
—No me molesta, acérquese. - Le sonríe ampliamente, muy sincero, y luego deja la pequeña estufa eléctrica conectada y prendida, frente al mostrador. — Puede dejar sus cosas aquí, y pasar al baño. Está allí atrás, en el pequeño pasillo. Tiene un secador de manos, en caso de que quiera revisar que su móvil aún funcione.
ChanYeol, a pesar de su nerviosismo por estar haciendo el ridículo frente a un tipo caliente, asiente y deja su maletín allí, excusándose con una venia para dirigirse al baño. La verdad es que sabe que su móvil está bien, pues venía en el maletín. Su problema era la billetera que traía en el bolsillo trasero de su pantalón, porque si sentía mojadas hasta las bolas, la probabilidad de que la billetera estuviera rebosada de agua era muy alta.
Pasó sus buenos cinco minutos con la porquería bajo el secador, murmurando por lo bajo muchísimos improperios pues efectivamente se le había mojado la chequera y sus billetes en efectivo.
Cuando vuelve, se sorprende al encontrarse con el chico más bajo sentado detrás del mueble, y sus cosas al lado de la pequeña estufa, apoyadas en una silla. No tarda en notar que hay un café de sobre servido en el mesón, y que el chico ya tenía uno en sus manos.
—Toda esa lluvia debe haberle dado frío. – Le sonríe. —Puede tomarse un café mientras se secan sus pertenencias, es de sobre, pero no tiene tan mal sabor.
—Gracias.
No pensó que algo así pasara en la vida real, pero ahí está, sentado frente al tipo con sus brazos apoyados en el mostrados mientras hablan del clima.
—No entiendo cómo es que los celulares jamás le apuntan al pronóstico del tiempo. – Suelta el dueño del local, riéndose.
—Eso mismo pensé cuando salí del trabajo y me cayó el chapuzón. – Respondió ChanYeol ya más relajado, sobretodo porque su ropa ya no estaba tan pegada a su cuerpo, y comprobó que todo lo que venía dentro de su maletín estaba intacto.
—Como trabajo siempre aquí dentro, no me percaté que se había largado. Encima, hoy hizo mucho calor. Por eso de hecho, he puesto toldo. El sol está imposible desde hace unas semanas y arruina mis flores.
El alto entonces cae en cuenta que, si bien siempre camina por allí, y que sí tenía registrado en su memoria la existencia de la florería, siempre pasaba de ella, sobre todo cuando estaba apurado buscando alguna cosa que su hermana quisiera urgente, Yeollie, o me muero.
—Nunca había entrado, pero realmente es acogedor. Y huele bien.
—Muchas gracias, lo mejor de todo es que la fragancia es natural. - Dice orgulloso. —Aun yo creo que la cafetería de la esquina tiene mucho mejor aroma.- Bromea, y ChanYeol siente que su corazón se salta un latido porque se ve precioso, joder.
— ¿La cafetería de la señora Kim?
—Oh, ¿la conoce?
—Sí, he comprado un par de cosas allí, trabajo en una compañía cerca, cruzando la calle.
—Ya veo, tiene toda la pinta de ser oficinista. A mi me gustan los batidos de fresa de allí, son mis favoritos, pero como trabajo en general solo y en verano hay alta demanda de flores, no puedo darme el lujo de cerrar para ir a por uno cada que se me antoja.
—Debe ser duro trabajar solo.
—Pues a mi me parece más duro el trabajo de oficina, me lo imagino ruidosos y con muchos teléfonos sonando.
—Que va, no siempre es así.- Se ríe el contable de buena gana, pasando su mano por su cabello negro revuelto, que ahora que está más seco comienza a esponjarse y tener una textura cual nido de pájaro. Estúpida lluvia.—Pero volviendo a la cafetería, creo que jamás he comprado allí algo que no sea café, no me va tanto lo dulce. Pero de pastelería, probé su tarta de maracuyá y el cheesecake, en mi casa les gusta que lleve.
—Oh vaya, veo que es cliente frecuente.
A estas alturas, el rubio ya está interesado. No todos los días entra a su tienda pedazo de hombre, encima buen conversador.
Admite que esa tarde estaba siendo de lo más aburrida, no hallando ya la hora cerrar y largarse a su piso compartido a ver sus caricaturas comiendo lo que sea que hubiese preparado su compañero, KyungSoo (bendito sea él, que siempre le deja comida, aunque se vaya a pasar el día donde su novio), hasta que vio a semejante espécimen. Y nadie puede culparlo, carajo,nadie. Porque Dios sabe que el oficinista está como quiere. A pesar de que su cabello negro esta arruinado y su ropa tiesa, el tipo le saca fácil una cabeza, tiene unos ojos negros y grandes que lo atrapan, unas orejas grandes y muy cómicas, y unos labios gruesos y rosados que se le antoja morder.
Cuando entró, todo empapado, pudo notar que su cuerpo está tonificado, no sólo por la transparencia de su camisa blanca, sino por como esta se le ceñía al cuerpo como una maldita segunda piel, marcado sus hombros anchos y sus brazos trabajados. Realmente todo un bombón, uno que moría por probar.
—Sí bueno, a veces es jodido despertarse temprano, me sirve para reponer energías. Y además, mi mejor amigo está obsesionado con el Bubble Tea que venden allí, quizás debería probarlo, para variar un poco de la fresa.
Okay, joder, lo estaba pidiendo. El pelinegro estaba, a juicio del dueño de la florería, pidiendo a gritos que se lanzara a por él y le pidiera una cita en esa bendita cafetería.
—¿Sabe? Estaba pensando que quiz—
Suena la campana de la tienda, interrumpiéndolo.
—¡BaekHyunee, no sabes lo que me ha pasado!
Para la mala suerte del más bajito, entró a la tienda una mujer de mediana edad, con un delantal floreado, su rostro mostrando clara incomodidad.
La señora Jung es la dueña de la Panadería de la cuadra siguiente. Se conocen desde que el joven BaekHyun abrió su Florería un año y medio atrás, siendo la mujer un gran fuente de apoyo los primeros meses en los que el trabajo era duro, los clientes escaseaban y la comida del día se reducía a Ramen instantáneo y otras opciones poco saludables, pero económicas. Desde el primer día, la amable señora lo había abordado para darle la bienvenida, y no había dejado de llevarle comida deliciosa y de cuando en vez, acompañarlo con una buena conversación y un café porque BaekHyunee, me recuerdas a mi hijo que está sirviendo el servicio militar. Y bueno, el rubio no era quien para negarse, mucho menos cuando esas magdalenas que le traía eran de las más ricas que había probado en su vida, y la mujer le recordaba mucho a una de sus profesoras favoritas de la preparatoria.
Obviamente, y por mucho que tenía ganas de conseguir el número del pelinegro para pedirle una cita, decidió dirigir su atención a la dueña de la panadería y escucharla quejarse sobre el idiota de marido que por tercera vez en lo que llevaba de año había llegado borracho al local y había armado un alboroto que la obligó a cerrar por el día.
ChanYeol por su parte, decidió que estaba siendo un mal tercio, y que la recién llegada realmente necesitaba contención, por lo que se bebió lo que le restaba de café y comenzó a arreglar sus cosas en silencio, apagando de paso la estufa eléctrica. Su dinero se había mojado, aunque realmente tampoco cargaba con mucho efectivo, generalmente usaba su tarjeta para todo porque era más cómodo, pero muchos dueños de negocio no eran muy fanáticos del dinero plástico, sobretodo los que atendían público mayor o aquellos ubicados en zonas residenciales más alejadas del centro de la ciudad.
No sabía si el Florista sería de aquellos, y lo que menos quería era incomodarlo o algo así, no después de su amabilidad, así que escaneo el lugar con cuidado y encontró una Rosa roja grande, acompañada de pequeñas flores blancas que la hacían destacar aún más. El precio estaba acorde a lo que podía pagar, por lo que no dudó en tomarla, y mudamente pedirle al bajito que se la cobrara.
—Adelante, señora Jung, ya sabe dónde está el café.- Le sonrió a la mujer haciéndole una seña con las manos para que se adentrara en el local que ya conocía, y se pusiera cómoda.—Serían 1700 won.
— Gracias, por todo. Que tenga un buen día.
Se despidió son una sonrisa bonita, luego de recibirle la flor y darle el cambio justo y BaekHyun jura que lo vio sonrojarse, incluso sus orejas estaban rojas.
Quiso despedirse también, decirle alguna palabra de ánimo para el resto de su día pero su invitada lo llamó para preguntarle cuántas cucharadas le ponía de azúcar al café y para cuando se dio vuelta, la campana ya había dejado de sonar, indicando que el hombre se había marchado.
Al día siguiente, BaekHyun está aburrido haciendo un adorno para el bautizo de la hija de Kim JongDae, amigo de la universidad de KyungSoo y por consiguiente, parte de su grupo cercano. Y no, que esté aburrido no tiene nada que ver con ello, es sólo que no ha entrado una sola alma a su local y en la radio sólo hablan de la jodida lluvia del día anterior como si no hubiera nada más interesante pasando en Seúl.
JongDae es un joven de sonrisa felina, que además fue el eterno amor de MinSeok Hyung durante muchísimos años, siempre estuvo revoloteando alrededor de ellos, se juntaban no sólo por temas académicos, iban a de fiesta y celebraban festividades juntos, por lo que todos pensaron que quizás se daría una pareja en el grupo. Lástima que allí nada salió como esperaban puesto que un día como cualquier otro el hombre llegó a la cafetería de MinSeok para presentarles a su hermosa novia, con la cual finalmente se casó (y esa vez también se encargó del ramo de la novia y la decoración para la fiesta). Como era de esperar el tipo se mudó y perdió el contacto, retomándolo solo hasta hace un par de semanas cuando les llegó una linda invitación al bautizo de una hija que no sabían que el joven tenía.
Ya casi marcaban las cinco de la tarde, un par de horas y cerraría, por lo que ni siquiera le entraban ganas de hacer más adornos para tener stock, y su teléfono se estaba quedando sin batería.
—No puedo creer que me olvidara de traer el tonto cargador.- Se quejó, pasando una de sus finas manos por su cabello rubio, quitando se flequillo de su campo de visión.
No se esperó que sonara la campana de la tienda, anunciando la entrada de un cliente justo cuando estaba realizando un paso crucial del diseño, por lo que sólo saludó un poco desganado.
—Bienvenido, puede mirar y hacer cualquier consulta, enseguida estaré con usted.
—Gracias.- Dijo una voz grave, haciéndole mirar inmediatamente hacia el frente, porque no pensó volver a escucharla, ni menos tan pronto.—La verdad venía a darle esto.
El rubio tuvo que dejar lo que estaba haciendo, y reunir toda su fuerza de voluntad para no suspirar como un idiota, porque frente a él, acercándose al mostrador con una tímida sonrisa, estaba el tipo alto de ayer, esta vez con el cabello peinado hacia atrás y luciendo un traje azul oscuro de dos piezas que lo hacía ver caliente como el mismísimo infierno. Venía con el mismo maletín del día anterior, y tampoco traía puesta la corbata esta vez, pero eso no le llamó la atención, más bien, lo que lo descolocó fue ver un batido color rosa alzado en su dirección.
—¿Es eso un batido de fresa?- Soltó incrédulo. El oficinista asiente sonrojando, sus orejas rojas de vergüenza delatándolo.
—Quería agradecerle por lo de ayer. Realmente fue un alivio poder secar mis cosas y entrar un poco en calor.
—No era necesario.- Le sonríe sincero el más bajito una vez que tiene al otro frente a él, siendo separados únicamente por el mostrador.—Además, sé que ayer se llevó una flor sólo por ser amable.
—Pero quería hacerlo, sentía que llevarme la rosa no era la mejor forma de mostrar mi gratitud- Dios, BaekHyun está seguro que eso que sintió en su estómago fueron mariposas.—Acéptemelo, por favor.- Pide extendiendo el brebaje.—Dejémoslo en que le estoy devolviendo la mano por el café.
—Vale, pero de verdad, no era necesario.- Sentencia finalmente aceptando, sus dedos rozándose y haciéndolo sentir un escalofrío que no sentía desde esa primera vez que se dio la mano con KyungSoo cuando aceptó ser su jodido novio, años atrás en la escuela secundaria.—Y no quiero beber sólo yo, si no te molesta, acerca esa silla de allí y te sirvo un café de sobre, pero de esos caros que tienen sabores exóticos ¿te gusta el Caramel Latte?
El pelinegro soltó una fuerte carcajada y asintió de buena gana, yendo a por la silla mientras el chico bajito sorbeteaba muy a gusto el batido mientras sacaba una taza, un sobrecito de café instantáneo y preparaba hábilmente la mezcla luego de ponerle agua hirviendo. No pudo evitar pensar que se vía como un cachorrito cada vez que le daba una probada a ese liquido rosa.
—¿Está bien el sabor del batido verdad?.- Preguntó aunque sabía la respuesta, sólo quería iniciar alguna conversación de forma casual ahora que estaba sentado frente al mesón.
—Sí, es mi favorito.
—Tuve miedo de recordarlo mal.
BaekHyun a estas alturas ya cree que eso definitivamente es coquetear. El tipo está básicamente diciendo que recuerda un detalle de una conversación totalmente insustancial del día anterior, sin mencionar que llegó sin ningún aviso para supuestamente agradecerle por su ayuda, cuando la verdad no era la gran cosa. Encima, había aceptado sentarse con el y platicar.
—Bueno, y dígame...-Comenzó, casi ronroneando aquella frase, revolviendo el contenido del vaso plástico que tenía en la mano con la pajilla.—¿Usted querr—
Por segunda vez en menos de veinticuatro horas, el destino se pone en su contra, esta vez siendo interrumpido el tono de llamada de un celular, que gracias a Dios no era el suyo, para el alivio de quien quiera que estuviese al otro lado de la línea. El alto por su parte dejó su café en la mesa, y se levantó excusándose con un gesto de cabeza, para luego alejarse un par de pasos y contestar la llamada.
Y no, el no era de esas personas controladoras ni demasiado curiosas que espían llamadas ajenas, pero no pudo evitar poner atención a la conversación, quizás por que a voz del hombre se le hacía irresistible e imposible de ignorar.
—Sí, ya voy a casa.- Dijo el tipo, y BaekHyun sintió inmediatamente un malestar en la boca del estómago.- ¿Te gustó la rosa?
ChanYeol sonrió, una sonrisa tan amplia que movería el corazón de cualquiera, iluminaba hasta sus ojos.
—Si ChanYeollie, está preciosa y huele muy bien, quiero tener un ramo en mi habitación.- Respondió la voz femenina al otro lado de la línea.— Las flores me hacen sentir mejor, y quizás sería bueno empezar a buscar algo que no sea comida chatarra para levantarme el ánimo ¿no crees?
—Vale, te llevo más entonces.- Soltó una pequeña risita, y es que su hermana para ser mayor que él era una niña consentida.
—Eres el mejor, Yeollie~
El tipo rodó lo ojos, y comenzó a escanear con detención la tienda esta vez poniendo mucha atención en los ramos de rosas y los adornos florales.
—No tardes mucho, hoy tuve la decencia de cambiarle la pijama y cocinar Tteokbokki, ese que te gusta desde que eres crío.- Tuvo que reírse nuevamente al escuchar la voz de su madre al fondo, indicándole que no podría perderse aquello porque YooRa hasta se bañó, hijo. —No le hagas caso, siempre me baño, lo que pasa es que me vuelvo a poner ropa de estar en casa. En fin, te amo, no te tardes hermanito.
—También te amo.- Respondió, sus ojos reparando en un adorno en particular.—Nos vemos.
Eso fue lo último que dijo el tipo de piernas chuecas antes de cortar la llamada y devolver su atención hacia el bajito que aún no terminaba de beberse el batido. Caminó rápidamente hasta el asiento dispuesto para él y se sentó.
—Disculpe, era una llamada de mi casa. No esperó mucho ¿verdad?
—Oh, no se preocupe.- El florista estaba anonadado, tratando aún de digerir a información y buscando inconscientemente algún anillo o algo en las grandes manos del tipo frente a él.
A juzgar por las respuestas que daba el pelinegro, claramente tenía a alguien en casa, una pareja que amaba y a la que le llevaba rosas rojas, mierda. No quería pensar que estuvo apunto de coquetearle a un hombre emparejado, y buscar un anillo de pareja o de compromiso y no encontrarlo le trajo algo de paz mental. Al menos no estuvo a punto de convertirse en un potencial rompe-hogares sabiendo que el tipo no era soltero, porque anillo no había, no tenía como adivinarlo.
—Y entonces, antes de la llamada iba a decirme algo.
—Sólo...Bueno, quería pedirle disculpas también por el alboroto que se armó ayer antes que se fuera. Debe haber sido incómodo.
—Fue algo extraño, pero no se preocupe. ¿Está bien la mujer?
—Sí, ya está mejor.- Dijo dándole un sorbo a su bebida.- Yo creo que ya es hora de que se divorcie del inútil de su marido. Sólo sabe beber y causarle problemas, y ella definitivamente no merece eso.
—Se veía buena gente.- Respondió imitándolo y tomando un poco de su café. Estaba muy rico.
—Lo es, y además hace las mejores magdalenas.
Ese día no hablaron de mucho más, sólo conversaron sobre lo impredecible que era el clima, lo difíciles que son los días lunes, y que en general ese era un barrio, muy seguro a pesar de ser muy transitado.
Esa tarde, BaekHyun cierra su florería habiendo terminado el arreglo para el bautizo, cansado y sintiendo el corazón pesado cada que recuerda la hermosa sonrisa del hombre de cabello negro que se llevó un ramo de rosas rojas.
o-o-o-o
Bueno, sé que la historia inicialmente tendría un sólo capítulo largo, como me gustan a mi (suelo escribir entre 7.000 y 10.000 palabras por capítulo), pero un par de personitas participantes del Festival han tenido diversos problemas que van más allá de su control, por lo que decidí revisar mi propia historia y dividirla para que no queden días vacíos.
Espero que les esté gustando la trama, sé que es muy lento, pero se siente así por el corte que debí hacer, lo juro ;;
Nos leemos en un par de días 💖
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