¿Te volveré a ver?
Mientras la noche cubre a todo el reino Champiñón, y el cielo estrellado lleva la calma al mismo, Mario tiene dificultades para dormir. Por más que lo intenta, por más fuerte que cierre los ojos, le es imposible conciliar el sueño. Constantemente da vueltas en su cama, sus pensamientos siendo interrumpidos únicamente por los ocasionales ronquidos de su hermano, a quien envidiaba en esos momentos. Su mente no paraba de recordar los últimos momentos de su aventura más reciente: la sensación de seguridad y triunfo por haber derrotado a Bowser, el desconcierto y sorpresa cuando todo el castillo de Peach comenzó a desmoronarse cerca de él al ser atraído al agujero negro masivo que se estaba formando, la impotencia y el miedo de no poder hacer nada para salvar a las personas que le importaban, la tristeza al ver como aquel joven destello que lo había acompañado toda la aventura daba su vida junto a sus hermanos para salvarlos a todos de una muerte segura. Ni siquiera tuvo tiempo de despedirse de Rosalina, con quien se había encariñado, y a quien estaba casi seguro de que no volvería a ver jamás, pues ella solo pasa cerca de la Tierra cada cien años. Todo pasó tan rápido, y eso puso muchas cosas en perspectiva. Todo lo que amaba estuvo en peligro, y fue incapaz de protejerlo por su propia cuenta. Aquel destello que Rosalina le confio, sabiendo que estaría a salvo con él, había dado su vida por todos. En parte, se sentía culpable por lo que había pasado.
Cansado de dar vueltas sin sentido en su cama, decidió levantarse y salir a dar una vuelta para despejar su mente. Se dirigió a su armario teniendo cuidado de no hacer mucho ruido, pues no quería despertar a su hermano. Se vistió con una camisa roja, un pantalón azul, zapatos cafés, y se colocó un sudadero rojo, pues hacía frío aún adentro de la casa. Ya listo para salir, tomó una pequeña linterna, bajó las gradas y se dirigió a la puerta de la casa, abriéndola y cerrándola con sumo cuidado. Una vez fuera de la casa, metió sus dos manos en sus bolsillos y comenzó a caminar hacia el bosque cerano a su casa. En silencio, Mario se la pasó viendo a los árboles y al suelo la mayor parte del tiempo, pues ver al cielo estrellado le recordaba aquello que quería olvidar. Rosalina le había dicho que este era el ciclo natural de los destellos, e incluso fue testigo del nacimiento de nuevas galaxias gracias a dichos destellos, pero aún así no podía quedarse en paz. Había algo dentro de él que lo hacía pensar que tal vez pudo haber hecho las cosas diferentes.
Mario (pensando) : 'Tal vez Luigi tenga razón ... creo que ... debo dejar de querer hacerme responsable de todo. Aún así ... en verdad me gustaría hablar con Rosalina una última vez, por lo menos."
Durante su caminata, comenzó a notar que el terreno se empinaba y comenzaba a ir hacia arriba. Pronto los árboles comenzaron a disminuir en número alrededor de él, y en cuestión de segundos, se encontraba en una colina desde donde podía ver toda la ciudad toad, y sobre la que no había nada más que un solitario árbol. Él se sentó cerca del árbol, recostando su espalda en el tronco para poder ver a la ciudad. Luego de suspirar, su mirada se desvió hacia el cielo estrellado. De repente, notó que una de las estrellas comenzó a brillar un poco más fuerte que el resto, pero también comenzó a hacerse más grande. Al inicio pensó que se trataba del cansancio jugándole una mala pasada, pero luego de restregarse los ojos notó que la estrella se seguía haciendo más y más grande. Parecía que se estaba acercando hacia él, y pronto pasó de una esfera luminosa a tener la forma de una estrellita gordita. Mario se levantó, y para cuando pudo hacerse a una idea de que era lo que estaba pasando, el objeto lo impactó en el pecho, sentándolo de nuevo.
Mientras intentaba recuperarse del golpe, sintió que aquel objeto se movía sobre su cuerpo, y luego que algo lo estaba intentando abrazar. Para cuando pudo ver lo que estaba sobre él, escuchó unos suaves sonidtos agudos proviniendo del objeto. Las pupilas de Mario se dilataron, sintiendo como si su corazón se parara por una fracción de segundo al reconocer al destello color crema que lo había acompañado abrazándolo con fuerza mientras lanzaba soniditos agudos, los cuales Mario había aprendido a identificar como una forma de expresar alegría.
Unas lágrimas de alegría comenzaron a rodar por las mejillas de Mario, y aún incapaz de terminar de creer lo que estaba pasando abrazó con alegría al destello, rodeándolo por completo con sus brazos. Aún se sentía triste por todos los demás destellos, pero al menos estaba feliz de saber que su compañero de aventuras seguía con vida. Unas cuantas lágrimas suyas comenzaron a caer sobre la cabeza del destello, quien se sacudió suavemente, viendo hacia arriba. Cuando vio a Mario llorando se preocupó, y con sus brazitos comenzó a secarlas del rostro del pequeño héroe. Al darse cuenta, él solo pudo sonreir, acariciando con ternura al destello.
Mario : No te preocupes pequeño, no estoy triste; al contrario, estoy alegre de que estés bien. Estas son lágrimas de felicidad.
Para intentar calmar al destello, Mario se secó las pocas lágrimas que quedaban en sus mejillas, y le sonrió al destello. Este soltó una suave risilla, y en ese momento otra esfera de luz comenzó a bajar del cielo hasta donde ellos estaban. Pero a diferencia del destello, esta venía despacio y con calma, y al estar frente a Mario lanzó un segador destello de luz, obligandolo a cerrar los ojos. Una vez que todo volvió a quedar casi a oscuras, Mario abrió los ojos de nuevo. Sus pupilas volvieron a dilatarse mientras abría los ojos por completo, quedándose paralizado al ver a Rosalina flotando ligeramente sobre el suelo frente a él. Ella comenzó a descender lentamente, y una vez que estaba parada sobre el césped, abrió los ojos, buscando a Mario con la mirada. El pequeño destello flotó fuera del regazo de Mario para acercarse a su mamá, quien rió suavemente y abrazó al destello, fijando su mirada en un emocionado Mario, quien estaba comenzando a dudar de si esto realmente estaba pasando.
Su mirada se topó con la de la princesa estelar, y pudo notar un brillo especial en ellos, el mismo que lo había cautivado desde la primera vez que la vio. Ver a sus ojos celestes era como ver hacia el cielo estrellado, casi podía jurar que constantemente su ojo emitía tenues brillos, como si tuviera pequeñas estrellas en este. Mario se puso lentamente de pie, pero aún era incapaz de hablar. Por ello, Rosalina tuvo que ser quien rompiera el hielo.
Rosalina (con el destello entre sus brazos) : Este pequeñín quería verte una última vez, para asegurarse de que tu supieras que estaba bien, y que sus hermanos, ahora convertidos en galaxias, también están bien, aunque ya no tengan su forma de destello. Me insistió bastante, y me contó como te preocupaste por él y hasta intentaste atraparlo antes de que se dirigiera al agujero negro.
Mario comenzó a sonreír poco a poco, sintiendo nuevamente ese ambiente de confianza que se había creado entre ambos.
Mario (al destello) : Gracias pequeño, realmente me alegraste la noche. Y Rosalina ... me alegra poder verte de nuevo, aunque sea ... por poco tiempo. Al menos así puedo despedirme de ti.
Rosalina desvió la mirada del rostro de Mario, levantando su cabeza para ver hacia el tronco del árbol. Sus mejillas se pusieron un poco rojas, y su voz dejó de ser tan profunda como antes, adquiriendo un tono un poco más agudo.
Rosalina : De hecho, yo ... quisiera poder hablar contigo un poco. Por eso vine, porque no tuvimos tiempo de hablar luego de que tu aventura terminó. Tal vez podríamos incluso caminar un poco mientras hablamos. Hace tiempo que no me doy un paseo por los bosques de la Tierra ... me agrada estar cerca de la naturaleza.
Mario (sonríe) : Lo sé, me di cuenta en el planetario. Y nada me gustaría más que dar un pequeño paseo contigo. Me ... me gusta tu compañía.
Mario se había puesto un poco rojo al igual que Rosalina, sintiéndose un poco avergonzado por lo que acababa de decir.
Rosalina : G~gracias ... a mí también me gusta tu compañía.
Rosalina soltó al pequeño destello, quien volvó hacia Mario para abrazarlo una última vez. Él correspondió al abrazo, y luego de unos segundos se separaron y el destello se fue volando hacia el cielo, regresando a su hogar. Una vez que héroe y princesa estuvieron solos, Mario pudo notar de mejor manera que el vestido de Rosalina parecía emitir una tenue luz que iluminaba el espacio a su alrededor. Debido a ello, Mario decidió apagar su lámpara.
Mario : Y dime ¿cómo me encontraste?
Rosalina : Bueno, tuvimos suerte de que estabas en el único lugar de la Tierra que conozco perfectamente bien.
Mario vio con más cuidado a su alrededor, identificando aquel lugar.
Mario : Oh ... ya veo. Em ... ¿está bien que esté aquí?
Rosalina rio suavemente, y aún con el mismo tono más agudo que lo usual, continuó hablando.
Rosalina : Tranquilo, no me molesta que estés aquí. Viniste a pensar, de la misma forma que yo lo hago. Estoy segura que a mi mamá no le molesta que busques algo de paz en este lugar.
Mario asintió, sintiéndose más cómodo. Sin decir nada, dio media vuelta para comenzar a bajar la colina, y Rosalina caminó hasta estar al lado de él.
Mario : ¿Vas a caminar?
Rosalina : Sí. Me gusta caminar de vez en cuando, y poder sentir el césped haciéndole cosquillas a mis pies.
Mario : De acuerdo.
Ambos comenzaron a descender por la colina, y nuevamente fue Rosalina la primera en hablar.
Rosalina : Aprecio que te hayas encariñado tanto con mis pequeños, y entiendo que es difícil verlos partir, especialmente en una situación tan extrema como la que viviste.
Mario no dijo nada, por lo que Rosalina continuó con su discurso.
Rosalina : Ellos son la única familia que tengo, y la única compañía que he tenido desde que era una niña. Cuando los primeros de ellos simplemente se iban para poder convertirse en estrellas, planetas o galaxias enteras, yo me ponía muy triste, y lloraba en secreto para que no me vieran. Pero con el tiempo aprendí que ese cambio no es muy distinto a cuando nosotros los humanos nos hacemos adultos: nos vamos de casa, y nuestros padres aceptan el hecho de que ya no estemos viviendo con ellos. Es parte de la vida, y cada vez que veo en lo que mis hijos se han convertido, no puedo evitar sonreír, atesorando los momentos que pasamos juntos.
Mario (sonriendo) : Sí ... creo que esa despedida es parte importante de ser mamá. (suspira) Creo que ... me siento un poco mejor. Aunque aún siento que pude haber hecho más.
Rosalina : Hiciste suficiente, Mario. No tenías forma de saber que la galaxia de ese monstruo iba a colapsar de esa forma. No te culpes por lo que pasó, yo no te culpo si eso te ayuda en algo.
Aunque no quisera aceptarlo, escuchar esas palabras de los labios de Rosalina lo ayudó a calmarse un poco. Hasta ese momento él sentía que ella lo consideraba responsable de lo que le sucediera a los destellos que lo acompañaban, así que era bueno saber que no habían malos sentimientos entre ambos.
Mario : Sí, sí me ayuda.
Ambos continuaron caminando, y Rosalina iba tocando ligeramente las ramas de los árboles con sus dedos, moviendo las ramas más bajas con su magia para que ella pudiera pasar, pues debido a su gran altura algunas ramas le podían botar la corona, jalarle el pelo, y hasta pasar raspándole la frente.
Mario : Oye Rosalina, me he dado cuenta de que todo este tiempo has estado hablando con un tono más agudo de lo usual ¿a qué se debe eso?
Rosalina se sonrojó levemente, y comenzó a jugar con el mechón de pelo que le cubría el ojo derecho, enrollando sus cabellos en el dedo índice de su mano derecha mientras le daba vueltas con delicadeza.
Rosalina : Bueno, es que ... no tengo motivos para seguir haciendo más grave mi voz con mi magia. Esta es mi voz normal, es solo que la hago más grave a propósito para ... infundir respeto. Tanto tiempo sin hablar con alguien que no sea un destello me ha hecho tímida y ... algo insegura, así que trato de mantener la distancia. Pero te has ganado mi confianza, así que no quiero seguir engañándote.
Mario : Vaya, no sabía eso. Aunque es bueno que te sientas en confianza conmigo, veo que sí pude cumplir otro de mis objetivos.
Rosalina (confundida) : ¿A qué te refieres?
Mario : A conseguir que no estés sola. Tener otras personas con las que hablar es bueno, y a mí me gusta hablar contigo. Quería demostrarte que puedes confiar en otras personas.
Rosalina simplemente sonrio, y ambos continuaron caminando hasta llegar a una parte del bosque que Mario jamás había visto, o al menos una parte que no suele visitar muy seguido, pues no se le hacía familiar. Estaban en un pequeño claro con un estanque en el mismo, con algunos arbustso en la orilla. Mario caminó hasta estar cerca de la orilla, dándose cuenta de que la luz que despedía el vestido de Rosalina se había quedado detrás de él. Al voltear, la notó pensativa, lo que picó su curiosidad.
Mario : ¿Pasa algo, Rosalina?
Rosalina : Ahora soy yo quién te quiere preguntar algo.
Mario : Claro.
Rosalina : Yo ... pude leer tu mente cuando estábamos a solas después de la explosión, ya sabes, cuando me hice gigante. Querías que todos estuvieran a salvo ... incluso el monstruo ¿por qué? ¿Por qué te importaba tanto después de todo lo que hizo? Yo pude ... yo quería dejarlo fuera de este nuevo universo, pero no lo hice por lo que estabas pensando.
Mario : Bueno, debo admitir que Bowser sí se pasó de la raya esta vez, pero no quiero cargar con el hecho de que dejé a su hijo sin la única familia que tiene ¿sabes? Incluso antes de saber que tenía un hijo, yo no tenía intenciones de matarlo. Nunca ... he sido de ese tipo de ideas. Yo ... sé que debe ser difícil para ti entenderlo, pues casi pierdes a tu familia por eso. Yo también estaría furioso con él si dejara a Luigi en estado crítico, o muy herido; pero aún así trataría de calmarme. No debes dejar que la ira, el odio y el deseo de venganza nublen tu juicio. No se pelea porque odies a quien te estás enfrentando, peleas porque amas a quienes estas defendiendo. Lo que me da curiosidad es el porque cambiaste de opinión al leerme la mente.
Rosalina : Cambié de opinión porque ... quiero seguir tu ejemplo. He leído cientos de libros a lo largo de mi vida, muchos de ellos acerca de personajes heroicos, pero todas esas ideas no eran más que ficción ... hasta que te conocí. Y aún ahora, me sigues dando motivos para querer ser como tú. Mi familia estuvo en peligro, y no fui capaz de hacer algo para evitarlo; pero no solo quiero aprender a defenderme, también quiero saber cómo actuar de mejor forma.
Mario (rasca su cabeza) : Vaya, em ... me siento halagado jeje. Pero no necesitas seguir mi ejemplo, tu ya eres una buena persona, el problema es que jamás te habías enfrentado a este tipo de problemas, por lo que nunca aprendiste a enfrentarlos
Rosalina : Y por eso quiero aprender de ti.
Mario : Bueno ... eso será difícil si ... no nos volvemos a ver.
Ambos se quedaron en silencio, y es que los comentarios de Rosalina hicieron que Mario recordara que esta podría ser la última vez que la veía. Juntando un poco de valor, y teniendo cierto miedo de la respuesta, Mario lanzó la pregunta que había estado rondando su mente gran parte de la noche.
Mario : ¿Te volveré a ver? ... porque ... solo pasas por la Tierra cada cien años.
Rosalina : Tienes razón, el único motivo por el que regresó a la Tierra es para estar más cerca de mi mamá, porque de lo contrario no siento que pertenezca aquí, ya no veo este planeta como mi hogar.
Mario comenzó a bajar la mirada, dejándola clavada en el suelo bajo sus pies.
Mario : En ese caso ... este es un adiós ... no, ... es un hasta nunca.
De repente, Rosalina se arrojó contra Mario, inclinándose para poder abrazarlo y poder rodear su cuello con sus brazos, recostando su cabeza en su hombro. Ambos se sonrojaron de inmediato, y Mario casi se va de espaldas hacia el estanque, incapaz de reaccionar.
Rosalina (en un tono dulce) : Pero ahora ... ahora tengo un motivo para desear venir más seguido. (En un suave susurro) Gracias, Mario. De no ser por ti habría perdido a toda mi familia, la única que me queda. Aunque no se me notara, estaba aterrada cuando nos conocimos, no sabía que hacer. Pero tu me ayudaste, incluso más de lo que debías, y por eso estoy eternamente agradecida contigo.
Rosalina, temblando ligeramente por los nervios, le dio un tierno beso a Mario en la mejilla. Fue entonces que él finalmente reaccionó, levantando sus brazos para abrazar a Rosalina. Ambos cerraron sus ojos y se quedaron abrazados por un par de segundos más, felices de haber encontrado un nuevo amigo, aunque para Rosalina esta sensación era más especial que para Mario. Ambos comenzaron a separarse, y Rosalina retrocedió un par de pasos para poder ver más fácilmente a Mario a los ojos. Él aún estaba algo sorprendido por el repentino abrazo, pero aún así consiguió responder a las palabras de su amiga durante el abrazo.
Mario : De nada jejeje. No tienes que sentirte obligada a agradecerme ... me gusta ayudar a los demás.
Rosalina (sonríe) : Lo sé, pero quiero que sientas el mismo alivio y alegría que yo sentí cuando me estabas ayudando. Así que ... supongo que te vere luego.
Mario (sonriendo) : Te estaré esperando. ¿El mismo lugar que hoy?
Rosalina : Sí. En la noche, a la misma hora que hoy la próxima semana.
Mario : Perfecto.
Rosalina levantó su varita, preparándose para volver al planetario, pero la voz de Mario la detuvo.
Mario : ¡Espera! ... si no te molesta ... quisiera tomarme una foto contigo.
Rosalina (confundida) : Una ¿foto?
Mario : Em, es como un dibujo, pero instantáneo. Vaya, tengo mucho que enseñarte, te has perdido de muchas cosas.
Mario, quien nunca sacab su teléfono del pants que llevaba puesto, lo sacó de este.
Mario : Acércate, por favor.
Rosalina se acercó a Mario mientras él levantaba el teléfono con su mano. Ella se agachó para que su cabeza quedara al mismo nivel que la de Mario, y pudo verse a si misma en la pantalla del teléfono
Mario (viendo a la cámara) : ¡Sonríe!
Mario esbozó una sonrisa de oreja a oreja, mientras que Rosalina sonrio levemente. Una vez que el teléfono de Mario emitió un sonidito, él dejó de sonreír y acercó el teléfono a él nuevamente, enseñándole con orgullo la foto a Rosalina.
Mario : ¡Listo! Así, aunque no te vea tan seguido como a otros de mis amigos, siempre tendré algo para recordarte.
Rosalina : Awww, gracias. Yo ... necesito uno de esos.
Mario : Si quieres podemos ir un día a un centro comercial a conseguirte unos. He oído que están construyendo uno nuevo cerca de la ciudad. Con este teléfono no podras tomar fotos, sino que podremos comunicarnos a distancia.
Rosalina : Suena bien para mí. Aunque ... preferiría que comenzaramos viendonos solos por un rato antes de ... ir a lugares con mucha gente.
Mario : Claro, eres tímida. Cuando quieras, me dices y te llevo.
Rosalina : Claro. Y por cierto, este adiós no es un hasta nunca ... es un hasta luego.
Rosalina levantó su varita y le comenzó a dar vueltas sobre su cabeza, rodeándose de una cegadora luz que causó que Mario tuviera que cerrar los ojos. Para cuando los pudo abrir, la madre de los destellos ya había desaparecido. Él volvió a sacar su linterna, y luego de ver a la foto una vez más, guardó su teléfono y comenzó a caminar de regreso a su casa. De más esta decir que el resto de la noche durmió de maravilla, sabiendo que pronto volvería a ver a los destellos, pero más importante aún, que pronto vería de nuevo a Rosalina.
Al cabo de unos días:
Rosalina se encontraba dentro de la biblioteca, sentada frente a un escritorio de madera. Se podía ver una caja de crayones pastel a la par de ella, mientras parecía estar dibujando algo en un libro de pasta café, abierto frente a ella. Estaba concentrada en su tarea, tanto que no notó cuando un par de destellos entraron a buscarla. Estos la llamaron, pues estaban algo preocupados de que hubiera pasado tanto tiempo dentro de la biblioteca. Ella también se sorprendió, pues para nada sintió el tiempo que había dedicado a su pequeña obra. Le dijo a los destellos que estaba bien y que solo estaba trabajando en una nueva historia, lo que dejó a los pequeños intrigados y emocionados. Ella les sonrió de forma cariñosa, indicándoles que ya casi había terminado y que solo le faltaban los últimos detalles. Sin embargo, ella accedió a salir a jugar con los destellos, pues ya había dedicado suficiente tiempo a esta nueva historia.
Los pequeños salieron de la biblioteca, hablando emocionados entre ellos sobre de qué podría tratar la nueva historia de su mamá. Rosalina le hechó un vistazo a lo que estaba dibujando antes de cerrar el libro. La página de la izquierda estaba vacía, pero la de la derecha tenía dibujada una enorme maxi estrella en el centro, la cual irradiaba luz sobre todo el espacio alrededor de esta. Rodeándola se encontraban varios destellos sentados en un suelo de cesped, tomados de las manos, y al frente de la estrella se encontraban dos niños observándola, y un destello de color crema. Uno de ellos era una niña de color rubio claro que le llegaba hasta la cintura, iba vestida con un vestido blanco y en su mano izquierda estaba sosteniendo un peluche en forma de conejo. A la par de ella se encontraba un niño de pelo café, camisa roja y pantalones azules, quien con su mano derecha sostenía al destello color crema, quien llevaba una gorra roja sobre su cabeza. Finalmente, los dos niños estaban dandose la mano, y aunque no se podía ver sus caras, Rosalina sabía que la niña estaba sonriendo. Al lado del libro se encontraba un pedazo de papel recortado con una frase en él, la cual Rosalina iba a incluir en la historia, y era dicha por el niño de camisa roja:
Te dije que te devolvería todas las estrellas que perdiste...
Comentario random: ¿Saben? En su momento no le puso mucha atención, pero ahora me he dado cuenta de que Mario Galaxy 2, en cuanto a trama, es más una manera de recontar la historia del 1 que una verdadera secuela. Digo, Mario ni reconoce al destello maestro (o al menos esa impresión me da a mí), aunque parece que este si lo reconoce a él, pues la escena dice que "parece sentirse cómodo bajo su gorra." No sé, me habrían gustado un par más de interacciones entre ellos al inicio.
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