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Despertar a tu lado

¡Hola! Primero que nada quisiera pedir disculpas a quienes me dieron sus ideas y aún no las he hecho. He tenido dificultad para pensar como llevarlas a cabo, y dentro de todo pues decidí publicar este pequeño fragmento que se me ocurrió para mientras. Sigo trabajando en las ideas, tenganme un poco más de paciencia 😁

Una vez dicho eso, solo decir que esto es +16 (más o menos) no hay nada explícito, pero si que habran momentos algo subidos de tono. Sin más que decir, alla va:

Narra Mario:

Un silencio abrumador es lo primero que llama mi atención al salir del mundo onírico. No vivo tan cerca de la ciudad como para despertar por el sonido de los carros en las calles, de la gente saludandose y hablando de sus quehaceres diarios, de los gritos en el tráfico matutino y los ayudantes de buses buscando clientes; pero el silencio total si que es algo nuevo. Ni siquiera el sonido del viento meciendo las hojas de los árboles, o el cantar de las aves; no hay nada, solo silencio.

Lo siguiente que captura mi atención es la suavidad de las sábanas bajo mi cuerpo, y bueno ... el hecho de que estoy desnudo ... espera ... ¿¡desnudo!?

Rápidamente abro los ojos, topandome con una especie de toldo morado con bordados dorados justo ensima de mi. Mientras más recupero mis sentidos, más cosas extrañas y familiares noto, bueno, familiares de una forma extraña, muy parecidas a un sueño que tuve ... o que creí tener. A este punto ya comienzo a cuestionarme muchas cosas.

Lo siguiente en captar mi atención fue un repentino movimiento a mi lado, algo aplanando lentamente las sábanas, lo que me hizo voltear, y fue entonces que caí en la cuenta de lo que estaba pasando. Recostada al lado mío, de lado como si me estuviera viendo fijamente, se encontraba Rosalina, durmiendo plácidamente. Tenía una mano apoyada en su almohada, y con la otra sostenía las sábanas, cubriendose. Tenía el pelo desordenado, algo que también note en mi persona, pero ahora ya sabía a que se debía. Una pequeña (y tal vez boba) sonrisa se formó de inmediato en mis labios. Rosalina lucía serena, como de costumbre, pero había algo que la hacía verse más guapa de lo normal estando dormida ... tal vez sean mis sentimientos, o el que acabo de despertarme, quien sabe.

Mi primera acción, casi por instinto, fue acercar mi mano derecha a ella, tocando suavemente su hombro desnudo, que sobresalía por entre las sábanas. Me acerqué un poco, intentando no despertarla, y pegué mi rostro al de ella, sintiendo su suave y pausada respiración en mi mejilla, dandome un poco de esa calidez que solo ella sabe darme. Mi rostro se calentó un poco al recordar lo que había pasado hace probablemente unas cuantas horas, aquello que al despertar me pareció un indecente sueño ahora me hacía sentir más cercano a ella, pero ¿acaso todo fue real? ¿O hubo partes que mi mente agregó? Solo recuerdo con certeza el sentirme mal, solo y destrozado, y de repente todo mejoró, todo eso quedó atrás. Solo espero, mas bien deseo, que las partes melosas no hallan sido producto de mi imaginación. Lo físico me da igual, pero ella diciendo que me ama es algo que necesito que sea real.

Mientras divagaba sobre como reaccionar cuando ella despertara, sobre las preguntas que hacerle sobre lo que había pasado, ella comenzó a moverse. Soltó un ligero quejido, como cuando te molesta el que tu mente se despierte y tu cuerpo aún tiene ganas de seguir haciendo nada. Me hice un poco hacia atrás, marcando espacio entre ambos, pero ella me tomó de la mano, deteniendome. Suspiró aliviada, y su rostro se iluminó, como si sentir mi mano le hubiera quitado un peso de ensima. Lentamente comenzó a abrir los ojos, dedicandome una dulce (y algo soñolienta) mirada con su único ojo visible, el cual parecía brillar de manera especial.

-Buenos días- Saludó en un tono suave y descansado, como arrullandome con su voz.

Sus palabras llegaron directo a mi cerebro, y consiguieron desconectarlo. Cualquier cosa que fuera a decir se quedó en una idea, y solo pude soltar la respuesta obvia en un tono algo estúpido y perdido.

-B~buenos días.-

Ella me sonrió de forma algo tímida, y comenzó a acariciar suavemente mi mano, frotando las delicadas llemas de sus dedos contra mi piel, cuidando de no rozarme con sus uñas. Pude ver como se sonrojaba levemente, quedando sus mejillas teñidas con un suave tono carmesí, que le daba una mirada tímida y tierna, como de una adolescente enamorada por primera vez. Pude sentir su mano temblar levemente, y abrió ligeramente la boca solo para cerrarla de inmediato. Lo que fuera a decir no llegó a salir de sus labios, tal vez por pena.

Yo me sentía igual, pero alguien debía dar el primer paso. Y tal y como yo lo había hecho en aquel recuerdo mezcla de realidad y sueño, decidí romper la tensión entre ambos y dar el primer paso.

-Oye- comence, fingiendo seguridad -dime ¿que tal dormiste?

Decidí iniciar la conversación con un tema sencillo, algo cotidiando y que le preguntaría incluso sin haber despertado junto a ella en la cama. Y lo siguiente que hizo me tomó por sorpresa: se abalanzó sobre mi y me abrazó con firmeza pero de forma amorosa, como si tuviera miedo de que me fuera a ir en cualquier momento. Recostó su rostro en mi pecho y juntó sus manos detrás de mi espalda, dejandome sentir el calor de su cuerpo sobre el mío, la suave piel de su busto desnudo y sus piernas rozando la mía. Lucía como una niña que se refugia en los brazos de su padre, y fue entonces que lo supe: todas las dudas en mi cabeza se disiparon y obtuve todas las respuestas. Nada había sido un sueño.

Feliz, la rodee con mis brazos, acariciando su cabeza mientras la sostenía cerca de mí. Su desordenada melena rubia se sentía algo húmeda, tal vez por toda la acción de hace unas horas. Lentamente habló, sin verme al rostro, y dejando su cálido aliento sobre mi pecho con cada palabra.

-Dormí de maravilla, por saber que estabas a mi lado- Comentó de forma tranquila, pero entrecortada. Levantó su rostro, viendome a los ojos, y de forma cortés me devolvió la pregunta. -¿Y tu?

Como respuesta le sonreí y me incline un poco para darle un beso en la cabeza, susurrandole suavemente.

-Igual, porque sabía que al día siguiente ya no despertaría solo, sino a la par tuya.-

Pude escucharla soltar una risita, sintiendo como su cuerpo soltaba las últimas tensiones que la agobiaban.

-Si soy honesta ... tenía miedo.-

-¿Porque?- Respondí con curiosidad.

Ella desvió la mirada de mi rostro, bajando el suyo un poco.

-Porque temía que al despertar, tal vez ya te habrías ido ... luego de sentirte mejor.- Comentó con algo de tristeza.

En respuesta, tome su mentón con delicadeza y la hice verme al rostro. Sin decir palabra, me acerque a ella y en un rápido movimiento uní mis labios con los suyos, deseoso de volver a probarlos. Sentí sus manos moverse por toda mi espalda hasta mi cuello, en donde los juntó detrás de mi cabeza. Movido por mis sentimientos, me hice hacia adelante, recostandola en la cama y quedandome de lado pegado a ella, manteniendo mi entrepierna lejos de su cuerpo, pues no quería que mis hormonas arruinaran este precioso momento. Y así, cubiertos por las sábanas, nos besamos tiernamente por lo que pareció un suspiro, separando mis labios lentamente de los de ella para poder jalar aire. Sentía mi rostro caliente, y el sonrojo en el de ella era ahora más notorio que antes, así como su preciosa sonrisa.

-Cuando te confese mis sentimientos fui honesto, Rosy- comente de forma tranquila- lo que pasó entre nosotros no fue un simple consuelo para mí y ya, una aventura de una sola noche, no, yo no soy así. Tu no eres una consolación momentanea, eres todo por lo que quiero pelear a partir de ahora.

Me quedé callado por unos segundos, esperando a que ella me respondiera, pero al ver que solo me observaba decidí intentar hablar, solo para ser silenciado por sus dulces labios. Un pequeño roze, como para tentarme, y luego se hizo hacia atras nuevamente.

-Ya no hay nada más que decir entonces.- Dijo de forma alegre.

Ya más calmados, y seguros de que lo que había pasado significaba mucho para ambos, ella me tomó de la espalda y me pegó a ella, recostando mi rostro sobre su busto. Inmediatamente comenzó a acariciar mi cabeza, y yo cerre los ojos.

-No te sientas apenado, cualquier reacción que tengas es normal y no puedes controlarla.- Comentó ella de forma amable, refiriendose a mi amigo que comenzaba a emocionarse en mi entrepierna.

Dejé escapar una risa ahogada, tapada por sus pechos, lo que tal vez le hizo un poco de cosquillas porque sentí como se movió un poco, riendo también. Saque mi cabeza de su prisión y la vi a los ojos.

-Oye, me siento algo sucio luego de ... bueno ... hacerlo, tal vez por el sudor, así que pensaba que tal vez podríamos bañarnos juntos.-Sugerí.

-Me parece bien, yo también me siento algo sucia.-

-Bien.-

Yo comence a levantarme, saliendo de la cama, y aproveche para estirarme un poco. Al momento de voltear, vi a Rosalina flotando a la par mía, y sin que pudiera decir nada me tomó de la mano y me guió hasta su baño. Cuando entramos, lo primero que llamó mi atención fue que tenía una tina.

-Vaya, no me habías dicho que tenías una tina.- Comente algo sorprendido.

-Bueno, a veces me gusta bañarme allí cuando quiero relajarme. Y dime ¿te gustaría usar la tina?- Preguntó de forma tímida.

-Claro.-

Ella comenzó a flotar hacia la tina y abrió el grifo, tras lo que me pidió que entrara primero. Así lo hice, y me recosté en la orilla de la misma, estirando mis piernas todo lo que pude. El contacto del agua con mi piel me pareció mágico, y todo mejoró cuando Rosalina decidió entrar, sentandose frente a mí, dandome la espalda. El agua comenzó a subir más, y ella comenzó a hacerse hacia atras hasta que estuvo sentada directamente frente a mí, recostandose en mi pecho. Coloqué mis manos a los lados de su cintura, juntandolas sobre su estómago, y bese su espalda.

Ella cerró la llave del agua y se orilló a mi derecha, dejandose caer un poco en la tina para poder verme a los ojos.

-Espero que no te moleste ayudarme a limpiarme.- Comentó de forma juguetona, pero tímida.

-Claro que no, siempre y cuando a ti no te moleste lavarme la espalda. Haga lo que haga no creo llegar hasta allí. Y lamento si sientes algo rozando tu espalda.- Comente algo avergonzado.

-Tranquilo, ya te dije que no me molesta.-

-Aunque si usas agua fría tal vez se me pase.-

-Lo dudo, calentariamos el agua en segundos.-

-¿Eso crees? Vaya imagen tienes de mí.-

-De nosotros ... juntos.-

Esa última palabra la dijo con más peso, acentuandola.

-Sí ... de nosotros. Y hablando de todo un poco ¿que te gustaría desayunar?-

-Creo que yo debería hacerte esa pregunta.-

-Oye, ayer me recibiste, me hiciste el almuerzo, me escuchaste y apoyaste, y me diste una inmensa alegría al hacerme ver los sentimientos que nos tenemos. Y bueno, luego me entregaste tu inocencia y pureza en un momento bastante intenso, lo que me recuerda que habrá que lavar las sábanas. Pero en fin, hacer el desayuno es lo menos que puedo hacer por ti ahora.-

Rosalina suspira -Bueno, acepto, todo sea por evitar peleas innecesarias. Ahora, y no es por no querer seguir aquí, pero creo que deberíamos apurarnos.-

-Lo se.-

Rosalina se hizo hacia adelante y tomó una barra de jabón, comenzando a limpiarse los brazos y la parte de enfrente del cuerpo, tras lo que me pasó el jabón para que enjuagara su espalda. De buena gana me acerce a ella y comence a limpiar su espalda, y en un descuido la abrace por la espalda, pegandome a ella. Esto la hizo soltar una pequeña risa, para luego tomar mis manos e intentar separarlas, todo en un humor juguetón. El agua comenzó a salir de la tina mientras nos moviamos en ella, empujandonos mientras reiamos, tocando nuestros cuerpos desnudos en juguetones empujones y abrazos.


Y así fue como comenzó aquel día, el primero en el que pude despertar a tu lado ... Rosy.

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