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Dejame cuidar de ti

Este pequeño relato no comienza en el pacífico reino Champiñón, ni siquiera empieza en el planeta Tierra, sino que lo hace en el ajetreado reino de Star Road. Pero no nos adentraremos en la ciudad, sino en un pequeño espacio algo apartado de los frenéticos bocinazos y la gente vendiendo sus productos: el hospital de emergencias del reino. Conectado a toda la ciudad por conductos subterraneos propios del mismo, esta preparado para salvar vidas las 24 horas del día.

Dentro de una de las muchas habitaciones se encuentra una joven mujer en estado crítico. Operada cuando llegó de emergencia, los doctores no tenían esperanzas de que fuera a despertar. Estaba recostada en su camilla, la cual quedaba cerca de una ventana por donde entraba el sol y la brisa del exterior. La muchacha llevaba puesta una camisa y pantalones verdes, lo que usan todos los pacientes del hospital. Llena de vendas y con un suministro de oxígeno, suero, y monitor de ritmo cardiaco, la joven madre duerme plácidamente, aunque no por mucho tiempo más.

Una enfermera entró a su habitación dispuesta a revisar los monitores cuando notó que estaba moviendose. Al inicio se quedó quieta, pensando que lo que vio fue producto de su imaginación, pero luego de verla nuevamente pudo cerciorarse de que lo que estaba viendo era real. Entusiasmada, fue a llamar a los doctores para que orientaran a la joven al despertar. Mientras la enfermera regresaba, la paciente comenzó a abrir los ojos, tratando de volver a acostumbrarse a la luz. Después de parpadear un par de veces, ya podía verlo todo con un poco de claridad. Lo primero que notó fue que su cuerpo le dolía, y que no podía sentir la parte baja del mismo. Le dedico un vistazo al mismo, notando que tenía vendas por todos lados. Intentó levantar sus brazos, pero aún sentía mucho dolor al hacerlo, por lo que dio un vistazo a sus alrededores. Cerca de la ventana pudo ver varias cartas, regalos, globos y flores, acompañadas de mensajes de "recuperate pronto" y cosas por el estilo. La preocupación comenzó a apoderarse de ella pues no sabía cuanto tiempo llevaba aquí.

Entonces, un doctor entró a su habitación seguido por la enfermera, y al igual que esta, le costó creer lo que estaba vieno.

Doctor (acercandose) : Es ... increíble. En realidad ... estas despierta.

???? (esforzandose para hablar) : ¿Co ... como lle ... llegue aquí?

El doctor se acercó a ella y posó su mano sobre su frente.

Doctor : Shhhh ... no te esfuerces, aún tienes dificultad para respirar. Tus heridas son muy graves, cuando viniste aquí tuvimos que mandarte al quirofano de emergencia, me gustaría saber como te lastimaste tanto. En fin, un hombre te trajo en sus brazos, aunque él también estaba en un estado crítico, hoy lo dimos de baja y regresó a su casa, lo que fue difícil pues nunca dejó de preguntar por ti.

A la chica se le iluminaron los ojos momentaneamente.

???? : Ma ... Mario ... ¿esta ... bien?

Doctor : Claro que lo esta, sus heridas eran menos graves que las tuyas. Por ahora sera mejor que descances, y antes de que preguntes, ambos llegaron aquí hace un mes. Desde entonces toda tu familia y amigos te han visitado frecuentemente, ... Rosalina.

Unos días después:

Daisy se encontraba en su pequeña tienda de flores a la cual solía ir muy a menudo, pues no pasaba casi nada interesante en el reino por lo que no valia mucho la pena quedarse en su castillo todo el día. Además, la jardinería es su pasión.

Ella iba vestida con una camisa naranja de botones y una falda roja. Se encontraba en la parte de atras regando unas flores cuando sonó la campanita de la puerta frontal, indicando que habia llegado un nuevo cliente.

Daisy : ¡¡En un momento lo atiendo!!

Ella dejó la regadera a la par de las macetas y salió directo al mostrador de la tienda. Al llegar se sorprendió de ver a su cliente, pues Mario nunca antes se habia pasado por su tienda, y no por no conocerla precisamente. Él iba vestido con una camisa roja con un diseño de champiñón de vida extra tachado con el mensaje: "vida solo hay una, cumple tus sueños". Además llevaba un pantalón azul oscuro y su gorra, llevando un estuche negro de guitarra en su espalda. Él se encontraba viendo las macetas y las placas que tenian los nombres de las plantas en ellas. Daisy salió del mostrador y caminó lentamente hacia él.

Daisy (llegando) : ¿Buscando la manera de remodelar tu cuarto?

Mario (la voltea a ver) : No, soy malo cuidando de seres vivos. Una vez tuve unos peces de mascotas, me fui junto a Luigi para salvar a Peach y al regresar los encontré flotando ... de cabeza en la orilla del agua.

Daisy : Auch.

Mario (sonrie) : Lo se. Por eso, lo que vengo buscando es ... para alguien más.

Daisy : Nunca te vi buscando flores para Peach.

Mario : Nunca quise darle una.

Daisy : Eso tiene sentido. Como sea, es bueno verte por aquí, especialmente porque no hemos tenido mucho contacto desde que saliste del hospital.

Mario : Lo se, he estado algo ocupado ultimamente, pero prometo estar más activo.

Daisy : Eso espero, mis días no son lo mismo si no puedo fastidiarte.

Mario : Lo se, que sería de ambos sin nuestra fuente de desahogo.

Ambos rieron levemente, pues aunque son amigos suelen fastidiarse bastante entre ellos, pero todo de manera amistosa aunque a veces se pasen un poco de la ralla.

Mario : Pues, volviendo al tema ¿vas a atenderme? Porque si no, mi dinero y yo nos iremos a otro lado.

Daisy : Pues sigueme, eso si, te advierto que la comida no sabra más deliciosa si le regalas flores.

Mario : Y no tiene mucho sentido cultivar cosas a medio desierto, pero aquí estamos ¿no?

Daisy ya no respondió o se habrian quedado en esa pequeña pelea por varios minutos, por lo que comenzó a guiar a Mario por toda la tienda mostrandole todas las plantas. La curiosidad por saber a quien le daría la flor la estaba matando, pero estaba esperando el momento adecuado para entersarse sin que él lo supiera.

Ya iban llegando a las últimas flores cuando Mario centró su atención en una solitaria flor en una ventana. Esta era blanca con la orilla celeste y estaba metida en una pequeña maceta. Él caminó hasta la misma, notando que no tenía ninguna etiqueta.

Mario (la señala) : Oye Daisy, ¿como se llama esta?

Daisy (acercandose con curiosidad) : Es una lágrima de luna.

Mario : Bien, la quiero.

Daisy : ¿Disculpa?

Mario : La voy a comprar ¿cuanto cuesta?

Daisy : Mario, escucha, no quiero tener que recibirte en mi casa cuando a quien le vayas a regalar esta flor te mande a volar. Esta planta es ... muy poco práctica como regalo. Crece únicamente de noche con la luz de las estrellas, y es super común, pues puede sobrevivir incluso en los ambientes más hostiles.

Mario : Podrias decir que es una flor que a pesar de las circunstancias difíciles, puede florecer y traer alegría.

Daisy : Pues ... es una forma poética de verla, sí.

Mario : Pues entonces es perfecta.

Daisy vio a Mario a los ojos, notando que estaba totalmente convencido de su desición.

Daisy (suspira) : Esta bien (toma la maceta) solo llevatela.

Mario : ¿Disculpa?

Ella le pasó la maceta y él la sostuvo con sus dos manos.

Daisy : Llevatela como un regalo de mi parte, puedo encontrar más de esas en el desierto cuando quiera.

Mario : Em ... gracias. Fue bueno verte, hasta luego.

El héroe de rojo dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida, siendo interrumpido por Daisy.

Daisy : ¡Hey bigote de brocha!

Mario (se voltea) : ¿¡Que!?

Daisy (camina hacia él) : La curiosidad ya no me deja tranquila ... ¿para quien es?

Mario : Para alguien que es como esta flor ... solo que ella es única en el universo.

Daisy entendió de inmediato a quien se refería Mario.

Daisy : Pues en ese caso, saluda a Rosa por mí ¿esta bien?

Mario : Por supuesto.

Él salió de la tienda y comenzó a caminar hacia su casa, en donde Polari y otro destello lo estaban esperando para dirigirse al observatorio. Una vez allí todos se dirigieron al hospital. Y es que la razón por la que Mario no se habia comunicado mucho con los demás es porque se comprometió a cuidar de los destellos en la ausencia de Rosalina.

Una vez que la nave llegó a Star Road, Mario dejó que los destellos fueran primero, pues ellos estaban ansiosos de ver a su mamá despierta por primera vez. Una vez que el último grupo regresó, Mario respiró hondo y comenzó a caminar hacia el hospital. Al llegar buscó la camilla de Rosalina, y antes de llegar vio a un hombre vestido como un príncipe saliendo de la habitación, el cual pasó topandose con él a propósito. Mario lo vio de reojo y no le prestó mayor atención, pero al entrar y ver la habitación de Rosalina no pudo evitar sentirse algo triste. A la par de su camilla habian macetas enormes con varias flores, y muchos otros regalos, probablemente de príncipes y personas con mucho dinero alrededor del universo. El héroe vio tristemente a la solitaria flor que traía, la cual hasta le pareció que se marchitó un poco.

Algo apenado, comenzó a caminar lentamente hacia la camilla tratando de ocultar la maceta. Estando cerca de ella, Rosalina lo vio de reojo y una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Ella ya estaba mejor, sin vendajes ni respirador.

Rosalina : ¡Mario, viniste!

Mario tomó una silla y se sentó cerca de ella.

Mario : Y habria venido antes, pero estaba un poco ocupado. Por nada del mundo iba a dejar de visitarte en tu primer día estando despierta y estable. Me alegra ver que ya estas mejor.

Rosalina : Bueno, mi magia aún no regresa y el doctor dice que quedé paralítica de las piernas.

Mario (preocupado) : ¿E ... en serio?

Rosalina : Sí ... estare así hasta que recupere mi magia. (mira la maceta en las manos de Mario) ¿Eso que llevas es una maceta?

Mario (levanta la maceta tímidamente) : Em ... sí. Es para ti.

Rosalina tomó la maceta muy emocionada y olió la flor.

Rosalina : Es una lágrima de luna ... ¿como sabías que es mi favorita?

Mario : Creo que te conozco muy bien. Se que no es la gran cosa pero...

Rosalina (lo interrumpe) : Me encanta, (toma la mano de Mario) realmente eres muy dulce.

Mario se sonrojó al sentir la suave mano de Rosalina sosteniendo la de él. Ella retiró su mano y colocó la maceta en la cornisa de la ventana, quitando de enmedio todo lo que le impidiera verla.

Rosalina : La pondre allí, y así sera lo primero que vea cada vez que despierte.

Mario le dio un vistazo nuevamente a Rosalina y unas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Triste y apenado, tomó una de las manos de Rosalina y bajó la mirada, evitando así el contacto visual.

Mario (triste y arrepentido) : Lo siento ... lo siento mucho Rosa. Esto es mi culpa ... debí ... ser más fuerte.

Él sintio la otra mano de Rosalina posarse en su rostro, la cual lo llenó de una calidez que no podía describir. Él levantó la vista, topandose con el radiante rostro de su amiga, quien no dejaba de sonreir.

Rosalina : No debes disculparte por nada Mario, y por favor no te culpes por lo que pasó.

Mario (conteniendo el llanto) : Pero ... pero sí es mi culpa que estes así. Me ofrecí a ayudarte, y a la hora de la verdad ... solo fui un estorbo. Terminaste así por tratar de defenderme, y cuando caíste sobre mí luego de recibir el ataque yo ... yo tuve miedo, miedo de perderte. Jamás me perdonaría si morías por mi culpa, porque soy débil ... porque no merezco llamarme héroe.

Rosalina movió la mano que Mario estaba sosteniendo, y también la colocó en su rostro. Ella lo tomó y lo acercó al de ella, dandole un beso en la frente y secando las pocas lágrimas de su rostro con sus manos.

Rosalina (en un tono dulce) : Por favor, no te culpes y no estes triste. Después de todo, tu me trajiste hasta aquí a pesar de tus heridas. Podías caminar y estabas consciente, pudiste llegar hasta el hospital solo tu; pero en vez de eso decidiste cargarme y llevarme en tus brazos soportando todo el dolor de tus heridas. Pudiste haber muerto, pero eso no te detuvo. Si eso no te hace fuerte y un héroe ... no se que lo haga.

Mario la vio fijamente a los ojos, notando paz y tranquilidad en ellos.

Mario : Entonces ... ¿no estas molesta conmigo?

Rosalina : Claro que no, y me alegra que estes bien, porque ... yo también tengo miedo de perderte.

Mario comenzó a separarse poco a poco de ella, quien soltó su rostro. Una vez que volvió a sentarse en la silla, habló sin pensar.

Mario : Dejame cuidarte.

Ella lo vio fijamente, sorprendida por sus palabras.

Mario : Según lo que me dijiste no podras caminar en un buen tiempo, así que dejame cuidarte en ese tiempo, por favor.

Rosalina : Mario, yo ... yo no podría pedirte que gastaras tu tiempo así.

Mario : No me lo estas pidiendo, yo me estoy ofreciendo.

Ella lo vio a los ojos, notando las buenas intenciones de su corazón, notando que aún quería reparar lo que él consideraba habia sido consecuencia de un error suyo. Además, Rosalina sabía que él se habia encargado de cuidar a los destellos, pues ellos se lo dijeron.

Rosalina : Esta bien. Una vez que regrese a casa tu podras cuidarme.

Mario sonrió ante la respuesta de Rosalina, quien centró su atención en el estuche que él llevaba en su espalda.

Rosalina : Em, Mario ... ¿ese estuche para que es?

Mario (voltea a ver) : ¿Este? Pues, es el estuche de mi guitarra.

Rosalina : ¿Tocas guitarra?

Mario : Sí, de hecho mande a repararla y hoy la fui a recoger, pero no quise perder tiempo en guardarla.

Rosalina : Y ... ¿podrias tocar algo para mí?

Mario se quedó en silencio ante la petición de ella.

Mario : Bueno ...

Rosalina : Por favor ... toca lo que sea, yo solo quiero oírte.

Mario no respondió, sino que se quitó el estuche de la espalda y sacó la guitarra del mismo. Esta era una guitarra acústica de color rojo un poco oscuro. Una vez que se acomodó en la silla comenzó a tocar una suave melodía, como si fuera a cantar una balada. Tensaba las cuerdas con las puntas de sus dedos o simplemente las tocaba, usando así dos técnicas distintas. Rosalina, por su parte, se recostó en la camilla y cerró los ojos, dejando que la música se apoderara de ella....

Una vez que pudo salir del hospital, Mario fue a recogerla junto a Polari y al destello maestro. Ella tenía que usar silla de ruedas de momento, por lo que Mario y los destellos tendrían que ayudarla en lo que ella necesitara. Los destellos, por ejemplo, la ayudaban a vestirse y a bañarse; mientras que Mario la llevaba de un lado a otro en su silla de ruedas.

Para poder ayudarla de mejor manera, él se mudó una temporada al observatorio, quedandose a dormir en una habitación improvisada en la sala, en donde colocó una tienda de campaña.

Debido a la poca movilidad de Rosalina, ella comenzó a dedicarse a varios hobbies, entre ellos la música. Le pidió a Mario que le enseñara a tocar guitarra, y él aceptó gustoso. Una vez que ella se compró su propia guitarra (una acústica a la que le puso un pequeño stiker de una maxiestrella en la parte frontal), ambos comenzaron a prácticar juntos casi todas las tardes. Los destellos solían asistir a las sesiones, pues les encataba oirlos tocar. Con el tiempo, Rosalina fue creando su propio estilo, muy diferente al de Mario. Ella tocaba melodías suaves, tocando las cuerdas; mientras que Mario solía golpearlas con su pulgar, tocando melodías más agresivas, con notas más cortas y rápidas pero sin dejar de ser melódicas. Al oírlo tocar daban ganas de mover la cabeza al ritmo de la canción, ya que además usaba la guitarra como un tambor, rasgando la madera o golpeandola con sus dedos o la palma de sus manos para marcar el ritmo.

Con el tiempo, Rosalina comenzó a recuperar la movilidad de sus piernas, y Mario la ayudó con eso. Pusieron unas barandas algo cerca una de la otra y ella intentaba caminar de un lado a otro. Al inicio se caía bastante, pero Mario siempre estaba atento para atraparla. Él la ayudaba además con ciertos ejercicios de movilidad, recostandola en el suelo y moviendo sus piernas por ella para ver si recuperaba ciertas sensaciones.

Con el tiempo, ella fue recuperandose hasta que finalmente recuperó por completo su magia y su movilidad. En señal de agradecimiento por haberla ayudado, ella le pidió a Mario que la viera en la sala antes de regresar a su casa. Una vez que entró la vio con su guitarra sentada en uno de los sillones.

Mario : Veo que aún sigues practicando.

Rosalina : Claro, esto se convirtió en una pequeña pasión para mí.

Mario se sentó en uno de los sillones mientras ella terminaba de afinar su guitarra.

Rosalina : Mario, cuidaste de mi durante todo este tiempo y me ayudaste a recuperarme. Yo ... no creo llegar a ser capaz de agradecertelo o pagartelo como te lo mereces ... pero espero que esto que voy a darte te guste. Yo ... escribí una canción para ti.

Mario : ¿En serio?

Rosalina : Sí.

Mario (halagado) : Guau, em ... no tenías que hacerlo Rosa, sabes que esto lo hago con gusto, no debes darme nada a cambio.

Rosalina : Sí debo ... y como dije ... espero que te guste.

Ella comenzó a tocar las cuerdas de la guitarra y con suave voz comenzó a cantar. Ella se sonrojó un poco a medida que avanzaba la canción, pues se hacia evidente que era una canción romántica, en donde ella declaraba su amor por él y el como quería estar junto a él el resto de su vida. Mario colocó ambas manos en su boca mientras la escuchaba, ruborizandose también. Una vez que ella terminó, estaba temblando y aún seguia sonrojada. Mario se quedó en silencio.

Rosalina (nerviosa) : Y ... ¿que tal?

Mario : ...

Rosalina (cabizbaja) : Entiendo ... yo ... lamento si te incomodé.

De repente, Rosalina sintió como los brazos de Mario la rodeaban, abrazandola. Ella dejó su guitarra a un lado, y se quedó disfrutando del abrazo. Debido a que era más alta que él, al estar sentada y él parado sus cabezas quedaban más o menos a la misma altura, por lo que ella apoyó su cabeza en su hombro. Mario no dijo nada, simplemente movió sus brazos y tomó el rostro de Rosalina entre sus manos, para pegar el suyo al de ella. Lo que siguió ya te lo podras imaginar: ambos se besaron. Ella lo abrazó y lo pegó lo más que pudo mientras lágrimas de felicidad salían de sus ojos. Y mientras ellos se besaban amorosamente, podía verse una flor roja y la lágrima de luna juntas en una misma maceta, puestas en la ventana de la sala muy cerca de ellos.

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