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Cita a ciegas

Un nuevo día comienza en el reino de Star Road, en donde la princesa Rosalina se encuentra en su habitación arrojada sobre la cama mientras ve el techo de manera desesperada. En pocos segundos su madre entrara a su habitación super furiosa, dando gritos sobre porque aún no se ha arreglado para su cita forzada.

La princesa era una joven de 16 años, pelo rubio claro y ojos celestes, quien desgraciadamente había entrado en la edad en que "debía" conseguirse un pretendiente. Al ser la única hija de la familia, pues sus papás no estaban de acuerdo en que gobernara ella sola, por lo que a puro tubo debía conseguirse un esposo. El problema era que todos los príncipes que había conocido eran iguales: se interesaban en su físico y hasta allí, llegando uno incluso a decirle que mientras tuviera la boca cerrada la relación iría de maravilla.

Aún estaba lamentandose por el día que estaba por perder cuando alguien tocó a la puerta de su habitación.

Rosalina (con pereza) : ¿Quien es?

Desde el otro lado contestó su criada y amiga de la infancia.

Lana : Soy Lana, mi lady. Vengo en representación de vuestros padres a decirle que por favor se arregle para su cita de hoy.

Rosalina (suspira) : No lo se ... creo que me arriesgare a que vengan a gritarme.

Lana abrió la puerta y entró a la habitación de la princesa. Ella era una joven de 16 años, pelo castaño y ojos verdes, que llevaba puesto un vestido negro de manga larga sobre el que llevaba un delantal blanco. Su pelo lo llevaba recogido sobre su hombro, y al entrar hizo una reverencia a la princesa.

Lana : Por favor mi lady, no quisiera ver otra pelea entre usted y la reina.

Rosalina (se sienta en la cama) : Lo se, pero debe entender que no estoy de acuerdo con esto ¿porque no puede dejarme gobernar sola? ¿Cual es la gana de que tenga esposo?

Lana : Ella no quiere que al morir ella y vuestro padre, usted quede sola y desamparada.

Rosalina (se cruza de brazos) : Soy más que capaz de cuidarme sola si eso llega a pasar.

Lana se sentó en la cama a la par de Rosalina.

Lana (toma las manos de Rosalina) : Por favor Rosa ... esta vez te lo pedire como amiga, cambiate y sal ... por favor.

Rosalina refunfuñó antes de soltar a Lana, tras lo que se paró y se colocó unas sandalias.

Rosalina (suspira molesta) : Bien ... lo hare. Pero primero quisiera darme un baño.

Lana (sonriendo) : Por supuesto mi lady, yo la acompaño ¿que vestido va a usar?

Rosalina : Supongo que el que siempre uso en el castillo. No tengo ganas de ponerme el de eventos y soportar todos esos pliegues.

Lana : Por supuesto. Además, estoy segura de que hoy todo será diferente. He oído muy buenas cosas de este príncipe.

Rosalina (suspira) : Sí, lo que sea. No tienes idea de cuantas veces he oído a mi mamá decir eso.

Lana : Pero yo no soy vuestra madre ¿o sí?

Rosalina : No ... ... ... y ¿de que reino es este príncipe?

Mientras, en otro castillo:

Detras de unas enormes montañas y a varios kilómetros del reino de Star Road, se encuentra un pequeño reino cubierto por enormes murallas, en el cual habita un enorme dragón, mascota de su príncipe. Este es el reino de Amissa, conocido por haber salvado al reino Champiñón y a otros reinos vecinos de invaciones en el pasado, además de ser el reino que puso de rodillas al reino koopa. Todo esto gracias a sus dos príncipes, quienes con valentía enfrentaron estas amenazas y salieron vencedores.

Pues en el castillo del reino, uno de los príncipes (el mayor) se encuentra en su habitación puliendo la espada que tanto lo ha acompañado en sus travesías. Aún en pijama, este joven de 17 años, pelo castaño y ojos azules, se encuentra perdiendo todo el tiempo que puede con tal de no tener otra cita forzada con otra princesa. Desde que su hermano menor se hizo pareja de la princesa Daisy del reino de Sarasaland, sus padres no han dejado de fastidiarlo con que él también debe conseguirse una novia. Tanto así, que desde hace un tiempo le han conseguido citas con todas las princesas solteras que pudieron conseguir.

De repente, alguien tocó a la puerta de su habitación.

Principe : ¿Quien es? Estoy ocupado.

Del otro lado respondió su compañero de aventuras, su hermano menor.

Hermano : Mario, soy yo, Luigi. Mamá y papá se preguntan porque aún no has bajado.

Mario (suspira molesto) : ¿Tu porque crees?

Luigi : Entiendo que estes molesto hermano, pero ya sabes como se ponen cuando no haces lo que quieren. Por favor, sal ya.

Mario (suspira) : Bien, ya bajo.

Luigi : Gracias.

Mario se levantó de su cama y salió con dirección a los baños. Una vez que por lo menos se hechó algo de agua ensima, se cambió. Llevaba puesto un pantalón azul oscuro y una camisa roja de botones, una capa roja con bordados dorados sujeta con un broche en forma de dragón extendiendo sus alas, llevaba una corona dorada en su cabeza y su espada ceñida a su cintura. Aún de mala gana bajó al primer piso, en donde sus papás lo estaban esperando, topandose primero con su hermano.

Mario : Y ¿que tan molestos estan?

Luigi : No tanto. Em, te desearía suerte pero creo que no la quieres.

Mario : Con ellos, necesito toda la que pueda; con la princesa, suerte sería morir antes de llegar con ella.

Luigi (asustado) : Claaaaro ... bueno, yo ire a hacer mis cosas. Te veo luego.

El hermano de verde salió del castillo, dejando a su hermano mayor frente a la entrada de la sala del trono.

Mario (respira hondo) : Bien ... alla vamos.

Mario entró y se presentó ante sus padres, haciendo una pequeña reverencia al entrar.

Mario : Papá, mamá ... buenos días.

Rey : Buenos días hijo. Me alegra ver que bajaste voluntariamente, o de lo contrario yo habría ido a bajarte.

Reina : ¡Amor! No seas tan rudo con él.

Mario : Tranquila mamá, el hecho de hacerme tener otra cita en contra de mi voluntad es suficiente rudeza, la verdad.

Rey : Yo realmente no se cual es tu problema, Mario. Te hemos conseguido a las mejores chicas de nuestros reinos aliados, no se que más quieres.

Mario : Simple: que me dejen en paz. En serio ¿tanto les moleste que me quede a gobernar solo?

Reina : No solo es eso hijo.

Rey : Es verdad.

Mario : Ohhhh, claro, reforzar lazos con los demás reinos. Y que mejor manera de jugar a la política que forzar a sus hijos a casarse, me parece, me parece.

Reina : ¡Mario! No es necesario el sarcasmo.

Mario : Sí lo es madre, sí lo es. Así que diganme ¿con quien perderé mi tiempo hoy?

Rey : Con la última princesa de nuestra lista, así que si no te decides me temo que deberemos decidir por ti.

Mario : No te preocupes papá, moriré antes de que eso pase.

Reina : ¡Mario!

Rey : ¡Eso fue muy inapropiado jovencito!

Mario : Je, inapropiadas son todas las cosas que no les digo porque para su buena suerte soy muy respetuoso. Así que, con su permiso.

Mario dio media vuelta y salió de la sala del trono, somatando la puerta al salir.

Mario (pensando) : '¡Argh! Como odio esto. Bueno, por lo menos no me obligaron a casarme con la princesa del reino Champiñón luego de salvarla, porque ni de loco habría aguantado quedarme atorado en un castillo para el resto de mis días.'

De camino a la salida del castillo, Mario se topó con el general del ejército, y un gran amigo suyo.

Mario (saludando de lejos) : ¡Hey, Geno!

El antes mencionado se volteo para saludar a su amigo. Llevaba puesta su armadura, pero en vez de casco llevaba un pequeño sombrero azul con rizos naranjas saliendo del mismo.

Geno : Hola alteza. Veo que ya va para su cita.

Mario : Desgraciadamente.

Ambos comenzaron a caminar en dirección a donde descansaba el dragón del príncipe.

Geno : Vamos, ¿acaso no puedes ser optimisita al menos una vez?

Mario : Lo siento, pero después de tantas princesas ya comencé a desesperarme.

Geno : Entiendo. Pues tengo confianza en que esta vez será algo diferente. He oído cosas por allí, y parece que muchos consideran a esta princesa como la más bonita.

Mario (ríe) : No tienes idea de cuantas veces he oído eso.

Geno : Bien, pues también he oído rumores de que le gusta la magia.

Mario (intrigado) : ¿La magia?

Geno (sonrie) : Veo que llame su atención.

Ambos llegaron al lugar donde descansaba el dragón, por lo que Mario se subió en el mismo y lo preparó para irse de allí.

Mario (montado en el dragón) : No cantes vicoria Geno. Son solo rumores.

Geno (dando media vuelta) : Ya sabe lo que dicen: "cuando el río suena es porque piedras lleva."

Mario se quedó unos segundos quieto, tras lo que le indicó al dragón que despegara. Este se elevó en el aire, tras lo que se dirigieron al lugar de encuentro, el cual era un pequeño bosque a las afueras del castillo de Star Road. Mario alcanzó a ver a dos personas paradas cerca de unos árboles, por lo que procedió a descender lentamente. Las dos chicas se sostuvieron los vestidos levantados por el viento.

Una vez que aterrizó, Mario bajó del dragón, topandose a dos jovenes paradas cerca de él. Una de ellas iba vestida como criada, y la otra llevaba un vestido celeste de manga larga con un broche en forma de estrella, que además dejaba sus hombros a la vista, llevando una corona plateada sobre su rubia cabellera.

Mario se acercó a ellas y se presentó con una pequeña reverencia.

Mario : Buenos días damas, mi nombre es Mario Bros, príncipe heredero al trono de Amissa.

Rosalina : Buenos días alteza, yo soy Rosalina Stardust, princesa heredera al trono de Star Road.

Lana (hace una reverencia) : Buenos días alteza, es para mí un honor estar ante vuestra presencia. (se levanta) Bien, los dejare para que se conozcan. Recuerde regresar temprano alteza.

Rosalina : Por supuesto, adiós Lana.

La chica castaña comenzó a alejarse del lugar, dejando a la pareja sola enmedio del bosque. Rosalina levantó la vista, topandose con el dragón.

Rosalina (señala al dragón) : Y ¿donde lo conseguiste?

Mario (voltea a ver al dragón) : Pues, un día atacó mi reino y lo enfrenté. Le perdone la vida obligandolo a irse lejos, y pues al día siguiente regresó al castillo y comenzó a obedecer mis órdenes. (mira a Rosalina) Él vive donde quiere, yo solo debo llamarlo si necesito su ayuda.

Rosalina : Genial.

Mario : Em ... ¿quieres dar un paseo?

Rosalina : ¿Disculpa?

Mario : Que si quieres dar un paseo, digo, pareces muy intrigada por el dragón.

Rosalina (aplaudiendo) : ¡Claro que quiero!

Mario sonrió y comenzó a caminar hacia el dragón, tras lo que se subió en él. Rosalina se acercó lentamente, atenta a los movimientos del colosal animal, quien se quedó quieto a la espera de que ella también subiera. Mario le tendió la mano y la ayudó a subir, tras lo que tomó las riendas.

Mario : Bien, sujetate fuerte de algún lado, los vientos suelen ser algo violentos al momento de subir o bajar.

Rosalina se aferró a la cintura de Mario, pegandose a su espalda.

Rosalina (emocionada) : Listo.

Mario le indicó al dragón que se elevara, tras lo que comenzó a subir hasta estar por ensima de las nubes, en donde se quedó planeando suavemente. Rosalina se aferró con fuerza de Mario y cerró los ojos, pero al momento de ya no sentir tanta turbulencia los abrió y se dedicó a ver el paisaje.

Rosalina : Es ... increíble. Desde aquí puedo ver mi casa jejeje. Y el viento, el suave viento es genial ... creo que te envidio un poquito.

Mario (sonriendo) : La verdad lo haces bastante bien para ser tu primera vez. La mayoría de personas no dejan de gritar.

Rosalina : ¿Osea que ya has llevado a otras personas?

Mario : Eh ... ya. A mi hermano, mis papás, uno que otro soldado y ... a otras princesas. Pero tu ... eres diferente.

Rosalina : Dejame adivinar ¿citas forzadas?

Mario : Sí ... y supongo que tu también ¿verdad?

Rosalina : Sí ... pero ... esta está siendo divertida hasta el momento. La mayoría de príncipes ya me habrían dicho que me callara.

Mario : ¿En serio?

Rosalina : Sí. Ellos solo quieren a una esposa que haga lo que quieran cuando quieran y listo.

Mario : Pues ... a mi me gustan las chicas listas. Y tu pareces una.

Rosalina : ¿Parezco?

Mario (rie) : Apenas nos estamos conociendo.

Rosalina (sonriendo) : Es verdad (mira a un lado y señala emocionada) ¡Hey mira!

Mario vio hacia donde ella señalaba, topandose con un pequeño claro entre unas montañas.

Mario : ¿Quieres ir allí?

Rosalina : Sí, solía ir allí con mis papás cuando era una niña.

Mario : Pues entonces sujetate con fuerza, porque esto se pondra turbulento.

Mario dio una vuelta rápida, causando que Rosalina lo abrazara fuertemente, tras lo que lanzó al dragón en picada. Rosalina comenzó a gritar, pero al ver el paisaje debajo de ella y sentirse segura mientras sujetaba a Mario comenzó a relajarse, comenzando a reír y a gritar de la emoción. Mario pasó cerca de un lago, causando que las garras del dragón toparan en la superficie, mojandolos a ambos un poco. Luego lo elevó y comenzó a aterrizar suavemente en el lugar destinado. Rosalina comenzó a gritar de la emoción, causando que Mario comenzara a reír.

Rosalina (emocionada) : ¡Eso fue increíble, hay que hacerlo de nuevo!

Mario (riendo) : Cuando nos vayamos ¿de acuerdo?

Rosalina : De acuerdo.

Mario bajó primero del dragón, tras lo que ayudó a Rosalina a bajar.

Mario : ¿Y ahora?

Rosalina : ¡Te toca atraparme!

La rubia se levantó un poco el vestido y comenzó a correr mientras reía.

Mario (sonriendo) : ¡Alla voy!

Mario salió corriendo detrás de la princesa, internandose en el bosque. Ambos corrían a la misma velocidad, pero Mario se subió a un árbol y comenzó a saltar de rama en rama, llegando a estar muy cerca de Rosalina, tras lo que se lanzó al suelo, consiguiendo botarla. Ambos se fueron rodando por el cesped un buen tiempo, tras lo que terminaron tendidos en el suelo uno a la par del otro mientras reían. Rosalina se levantó un poco y comenzó a darle pequeños golpecitos a Mario.

Rosalina (riendo) : Creerse mono es hacer trampa.

Mario (riendo) : ¿Que culpa tengo de ser tan ágil?

Rosalina lo siguió fastidiando hasta que se hizo demasiado para adelante y cayó sobre él. Rápidamente se levantó y se arregló el pelo junto a la corona, ocultando el leve rubor en sus mejillas. Mario se sentó, teniendo una pequeña sonrisa en su rostro. Rosalina intentó desviar la conversación.

Rosalina (señala la espada) : ¿Esa es la hoja del dragón?

Mario (ve la espada) : Sí, esa es. (mira a Rosalina) La llevo siempre a todos lados.

Rosalina : Sí ... he oído sobre tus hazañas. Eres muy valiente.

Mario : Pft, no es para tanto. Y la verdad, que hayas oído mis hazañas me quita temas de conversación ¿sabes? (en tono sarcástico) Yo esperaba impresionarte con mis historias y que te arrojaras sobre mí totalmente enamorada.

Rosalina (rie) : Bueno, puedo fingir que no las se y arrojarme sobre ti de todos modos.

Mario (rie) : Sí claro. (se pone serio) Oye, oí por allí que te interesa la magia ... ¿eso es cierto?

Rosalina : Sí, entre otras cosas como la astronomía por ejemplo. Pero desgraciadamente esto de las citas forzadas me ha quitado tiempo para dedicarle a mis intereses.

Mario : Te entiendo.

Ambos se quedaron en un silencio incómodo por unos segundos hasta que Mario habló.

Mario : Pues a mí me llama mucho la atención la magia, y si quieres ... puedes ir a mi castillo a practicar. Allí hay cientos de libros, y la verdad ... me encantaría verte usar magia. Claro ... si quieres.

Rosalina (entusiasmada) : ¿E ... en serio?

Mario : Muy en serio. Y podrías ir a cultivar tus demás intereses también. Así tal vez nos dejen en paz a ambos.

Rosalina (sonriendo) : Sí, me encantaría.

Mario : Genial (se levanta) y ahora ... ¡te toca a ti atraparme!

Mario salió corriendo del lugar.

Rosalina (levantandose) : ¡Oye, eso es trampa!

Ella comenzó a correr detrás de él mientras ambos iban riendo. El resto de la mañana la pasaron jugando entre los árboles y explorando las cuevas en las montañas. De vez en cuando Rosalina paraba a Mario para contarle algo que había leído sobre alguna planta o animal, tras lo que ambos seguían su camino.

Al llegar la tarde, y el hambre, ambos regresaron a donde estaba el dragón y se dirigieron al castillo de Star Road, en donde Mario dejó a Rosalina.

Mario : Bueno Rosalina ... eso fue ... divertido. En verdad no esperaba pasarmelo tan bien.

Rosalina : Yo tampoco. En verdad agradezco el haber venido a esta ... cita a ciegas.

Mario (sonrie) : Claro ... ... y em ... ¿cuando quedamos para que vayas a mi casa a practicar tu magia?

Rosalina : Em ... ¿que te parece si ... lo discutimos ... en el almuerzo?

Mario : ¿Disculpa?

Rosalina : Pues ... yo pensaba que ... tal vez podrías ... quedarte a almorzar.

Rosalina volteo a ver a otro lado mientras mantenía sus manos juntas detrás de su espalda.

Mario : Pues ... si no hay problema con tus papás, por mi esta bien.

Rosalina : Claro que no hay problema, hasta felices van a estar.

Ambos rieron.

Mario : Bien ... después de ti.

Rosalina comenzó a caminar hacia el castillo, y Mario la siguió de cerca. De repente, ella le ofreció la mano.

Rosalina (nerviosa) : Para que no te pierdas.

Mario la tomó algo nervioso, tras lo que ambos entraron al castillo tomados de la mano a continuar su cita en el almuerzo ...

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