Capítulo 5: Hilos sanadores
Holiiis ~❤ *se esconde detrás de una pared para evitar que le tiren tomates* ¡POR FAVOR NO ME MATEN, YA SE QUE TARDÉ EN ACTUALIZAR PERO LA PASÉ MAL LA ÚLTIMA SEMANA DE CLASES! ¡TENÍA QUE DESCANSAR MI CABEZA DESPUÉS DE TANTO LEER Y ESCRIBIR! ;_;
Además empecé muy estresada el 2022...No tenía inspiración para nada. Pero bueno, estos días la inspiración regresó y tuve que aprovechar. No fue fácil por el tema de la ola de calor y los problemas que estoy teniendo en mí casa...Aún así decidí seguir por mí y por ustedes y traerles este capítulo largo para que se entretengan leyendo ;w;.
Gracias por seguir apoyando esta historia, espero que disfruten del capítulo! ❤❤
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Pasaron varias semanas desde que el grupo de piratas llegó a la Isla de las Marionetas. Foxy y Mangle se la habían pasado hablando con Mari y Puppet acerca de su vida en tierra pues las marionetas sentían mucha curiosidad por saber cómo les había ido. Los gemelos habían encontrado un gran salón en el templo, el cual Puppet les dijo que podrían usarlo para hacer lo que desearan; y así lo hicieron, Ben había decido llenar las paredes del mismo con muchas pinturas mientras su hermana mayor se dedicaba a leer y estudiar en uno de los sillones. Pero cuando ambos se aburrían de esas actividades, tomaban sus espadas, movían los muebles y el salón se convertía en un salón de entrenamiento.
Por otro lado, Freddy y Bonnie pasaban las tardes bebiendo juntos en la playa, Chica y Golden ayudaban a las marionetas a preparar las comidas. Toy Bonnie y Toy Freddy se quedaban leyendo en la gran biblioteca del templo para luego recorrer los jardines y disfrutar juntos de la paz que brindaba ese lugar.
La pareja de capitanes se sentía feliz al saber que los gemelos y su tripulación disfrutaban de la estadía a su modo. Pero...su felicidad no era tan plena como parecía. Aún había un pequeño problema y era que la relación entre su hija más pequeña y el futuro jefe de la aldea...seguía siendo-
–¡AHHHHHHHHHHHHHH! ¡ALEJA ESO DE MÍ JADE! ¡NO ME GUSTAN LAS RANAS!
–¿¡ME BESASTE LA MANO Y TIENES MIEDO DE BESAR A UNA RANITA?! ¡NO SEAS COBARDE ORIÓN! ¡SOLO UN BESITO!
–¡NO QUIERO Y YA DEJA DE PERSEGUIRME! ¡MAMAAAAAAAAAAAAAAAA!
Bueno...no había cambiado mucho que digamos.
...
–No creo que esto sea buena idea...
–¡Foxy, por favor, no es momento para tus celos paternales!
–¡No son celos Mangle, sólo me preocupo por nuestra hija!
Por desgracia para los capitanes, ese día no había empezado muy bien para ellos. Jade y Orión habían vuelto a pelearse durante la hora del amuerzo, utilizando como arma su propia comida. Por consecuencia, los dos pequeños terminaron acabando con la paciencia de sus padres, quienes los enviaron poco después a sus dormitorios como castigo.
En principio, se les había ordenado quedarse allí por el resto del día. Sin embargo, tras escuchar a su hijo sollozar desde la puerta, Puppet y Mari se arrepintieron al instante y tomaron la decisión de hablar con los capitanes para poder pensar en otra solución, una que sí resultara y que no dañara de ninguna manera a los niños.
Mientras Foxy y Mangle se dirigían juntos a la habitación de su hija, ambos discutían acerca de la idea que se les había ocurrido a la pareja de marionetas para lograr que las peleas entre sus hijos finalmente cesaran.
–¡Estás exagerando, sólo le besó la mano! ¡Tu besabas la mía cada vez que tú y tu padre venían a visitarnos, y jamás te reclamé eso!
–¿Porque no querías? ¿O porque no podías hacerlo?
Mangle se detuvo abruptamente a pocos metros de distancia de la habitación de Jade, Foxy se quedó detrás de ella, inmóvil y a espera de una respuesta. Sus orejas se movieron al escuchar un profundo suspiro escaparse de entre los labios de su esposa.
–Sabes muy bien que fue por ambas razones—murmuró la albina con voz temblorosa. Sus orejas se habían bajado levemente al pensar en aquellos días difíciles en los que sentía que el futuro de ella y su padre dependía mucho de su comportamiento frente a otras personas—. Desde siempre fuiste amable y respetuoso conmigo y mi padre, pero sobretodo conmigo. Nunca me juzgaste, ni siquiera cuando te hablé sobre mis sueños y la historia de mi familia. Antes sentía que era una obligación...ser una buena niña, aunque mi padre nunca me lo ordenara. Pero, después de pasar tiempo juntos sentí que podía confiar en ti...Por eso te dejaba hacerlo.
El rostro serio y alterado del capitán se suavizó al instante después de escuchar aquellas palabras.
–...Oh cariño—dijo suavemente y caminó hacia ella para luego abrazarla. Mangle colocó sus manos sobre su pecho y cerró los ojos sintiéndose segura en la calidez que le brindaban los brazos de su esposo—, realmente lo siento. Tienes razón, no debemos discutir por esto ahora...Mira no dudo acerca de la educación que Puppet y Mari le han dado a Orión, puede ser un buen chico pero sigue siendo una marioneta. No olvides lo que nos dijeron...aún no sabe controlar bien su magia, no quiero ni imaginar lo que podría haberle pasado a nuestra hija si...
Los ojos de la albina se abrieron con temor ante aquella posibilidad. Si bien Orión jamás había usado su magia frente a ellos, su falta de control sobre ella podía volverse un riesgo para Jade...
–Lo sé, yo también estoy preocupada por eso...Pero—sus ojos dorados buscaron la mirada de su esposo—, ¿recuerdas lo que me dijiste antes del viaje?...No podemos vivir con miedo toda nuestra vida. Ambos son buenos niños, creo que solo...necesitan hablar bien entre ellos y resolver sus diferencias de forma tranquila.
Mangle enredó los brazos alrededor de su cuello, ambos se miraron con cariño durante unos segundos hasta que una suave risa se escapó de sus labios.
–Es verdad, debemos confiar en ellos... después de todo, en unos diez años o más podría ser nuestro yerno.
En ese momento, Foxy se dio cuenta de lo que había dicho y la expresión en su rostro hizo reír mucho a Mangle.
–¿Entonces sí vas a dejar que un príncipe marioneta sea su amigo?—preguntó ella sonriendo inquisidora mientras alzaba una ceja. Foxy inclinó sus orejas con molestia—.
–Lo aceptaré...siempre y cuando no haya más peleas y nuestra hija esté feliz.
La albina sonrió enamorada al escucharlo. Al principio le molestaba que Foxy se comportara de esa forma respecto a la idea de que su hija fuera amiga de otro niño, pero eso no le importaba mucho, sabía que nunca dejaría de ser un gran padre y que siempre estaría allí para protegerlos.
–Ése es mi capitán...—le dijo sonriendo cariñosa mientras acariciaba una de sus mejillas—
Foxy tomó su mano depositando un suave beso sobre ella. Luego de realizar aquel gesto, ambos retomaron su camino.
...
Al hallarse frente a la puerta de la habitación donde dormía su hija, Mangle fue quien decidió avisarle sobre su presencia. Segundos después, la albina recibió el permiso para entrar. Tanto ella como su esposo se angustiaron al escuchar la debilidad en el tono de aquella respuesta. Al entrar en la habitación de su hija encontraron a la menor dibujando en el suelo a pocos metros de su cama. A su alrededor había varias hojas de papel usadas y pinceles salpicados de pintura. Las hojas estaban llenas de garabatos, siendo la mayoría una representación de ella en medio de alguna aventura en el mar.
La obra que estaba dibujando era nada más que otro producto de su imaginación, impulsada a la vez por su rechazo hacia el príncipe de las marionetas: se había pintado a sí misma, triunfante y con una gran sonrisa diabólica, lanzando a un aterrado Orión desde su barco hacia un mar azul lleno de tiburones...
Si bien en aquel dibujo la menor se veía feliz, fuera del mismo su rostro demostraba otra cosa. La mano con la que sostenía el pincel apenas se movía, sus orejas blancas se veían caídas y en sus labios había aparecido una mueca que dejaba a luz el aburrimiento y su disconformidad ante la decisión de sus padres al castigarla.
–¿Jade?
–Hola mamá—respondió desganada—...hola papi.
–¿Qué haces hija?—preguntó su padre—
–Nada...
La pareja de zorros se miró insegura durante un momento. Finalmente, Foxy fue quien decidió tomar la palabra.
–Hija, yo y tu madre, vinimos a relevarte del castigo.
En ese momento, las orejas de Jade se alzaron de golpe al igual que su rostro.
–¿¡Enserio?!—preguntó ella al correr hacia ellos muy emocionada—
–Así es,—contestó Mangle— pero sólo con una condición. Tú y Orión deberán pasar la tarde juntos.
–Sin pelearse—agregó Foxy—.
Al escuchar la condición impuesta por sus padres, la felicidad en el rostro de Jade se esfumó rápidamente.
–No gracias, prefiero seguir castigada—protestó la menor para luego sin más darles la espalda a ambos—.
Foxy le hizo una señal a Mangle con su mano, pidiéndole que le dejara intentar convencer a su hija, a lo que ella aceptó.
–Princesa, se que ambos empezaron con el pie izquierdo...Si te soy sincero, sentí muchas ganas de comermelo después de que te besó la mano-
–¡Steven!—lo reprendió Mangle casi gruñendo, obligándolo a corregirse y adoptar un tono de mayor seriedad. Asustado ante el llamado de atención, el pelirrojo se aclaró la garganta antes de volver a hablar—
–Sin embargo, tal vez, si lo intentaran, podrían hallar el modo de divertirse juntos...¿verdad?.
–¡Pero papá, Orión le tiene miedo a todo! ¡Incluso a mí!
–¿Y por qué será eso, Jade?—le preguntó la albina con cierto tono acusatorio alzando una de sus cejas. Al sentirse intimidada por la pregunta de su madre, Jade se limitó a gruñir por lo bajo y cruzar aún más los brazos contra su pecho—.
–Bueno hija,—continuó Foxy—es que tu naciste con una gran habilidad para intimidar que es...hereditaria. Pero no debes avergonzarte de ella, a veces puede ser muy útil. ¡Sólo mira a tu madre!
Tan pronto dijo esas palabras, el pelirrojo cerró la boca al instante y empezó a temblar, pues había cometido el error de ver el rostro enfurecido de su amada esposa. Mientras Mangle gruñía como una fiera sus bellos ojos dorados se clavaban sobre él como dos lanzas ardientes y afiladas. Si bien él admitía lo mucho que adoraba verla así a veces, en ese momento sólo deseaba salir de ahí corriendo.
Pero, al final lo único que hizo fue esconderse detrás de su hija, quien se mostró un poco confundida ante su reacción.
–...¿Ves?—le susurró con miedo intentando no mirar demasiado a la albina—.
–Humph...¡Aún así, no quiero ir!
Luego de decir esas palabras, Jade se alejó de ellos para sentarse en su cama. Sus manos buscaron su peluche favorito, el cual había decidido traer con ella para sentirse más segura durante el viaje. Foxy se incorporó sintiéndose un poco derrotado después de intentar convencerla sin ningún éxito. Por otro lado, Mangle suspiró tomándose algunos segundos para calmarse. Al sentirse mejor, fue hacia Jade y se sentó a su lado en la cama para hablar con ella.
Mientras tanto, la menor permanecía con sus orejas hacia abajo y su mirada desanimada, aunque un tanto indiferente, sobre el zorrito de ojos de botón que sostenía entre las manos
–Jade, escucha...Si Orión en verdad fuera un niño grosero y revoltoso entonces te diría que no te acercaras a él...Pero la verdad es que no creo que sea un niño tan malo.
–¡Pero mamá, él es un príncipe! ¡Ustedes siempre dijeron que ese tipo de personas no nos quieren!—replicó Jade mirándola con enojo—...¡ADEMÁS ME BESÓ LA MANO!
–Cariño, Orión y su familia no representan ningún peligro para nosotros. Son nuestros amigos...Y además, besar la mano a alguien no es algo malo,—explicó su madre con suavidad—es un gesto de profunda admiración y respeto.
Jade apretó el peluche con fuerza al recordar con algo de tristeza y resentimiento la reacción del príncipe luego de haber realizado aquel gesto.
–...¿Y limpiarse la boca con el brazo después de hacerlo también lo es?—preguntó ella dejando sorprendida a sus padres. La albina suspiró profundamente para después atraerla con sus brazos hacia ella. Si bien reconocía que Jade se había comportado mal al conocerlo no podía dejar pasar por alto esa reacción de parte de él por más que ella y sus padres fueran amigos—.
–No...ni a mí ni a tu padre nos pareció correcto que él hiciera eso...Por otro lado, debes reconocer tu también lo asustaste lo cuál fue innecesario.
–¡Pero yo me disculpé!
–Sí, pero luego te pusiste a pelear con él. Lo cual tampoco era necesario—le recordó su madre provocando que ella bajara sus orejas aún más—. Ambos deben disculparse bien esta vez y prometer que nunca más volverán a lastimarse. No es necesario que se vuelvan amigos si no es lo que quieren...pero sí que al menos traten de llevarse lo mejor posible, ¿lo entiendes?.
–Tu madre tiene razón Jade—le dijo su padre sentándose junto a ella...Puedes hacerlo, sólo piensa en darle una oportunidad.
Jade se quedó pensando un momento, realmente no le agradaba la idea de tener que pasar una tarde entera con el príncipe pero empezaba a aburrirse de estar encerrada su habitación.
–...¿Podemos ir a la playa?
–¡Sí, pero cuidado con los tiburones y las sirenas!—le advirtió su padre cariñosamente mientras revolvía su cabello provocando varias risas de parte de ella—
–Una cosa más Jade, Endo irá con ustedes—añadió Mangle—.
Y esa fue la segunda condición que hizo que la alegría de Jade desapareciera.
–...Rayos...
...
–¡Orión querido quédate quieto, tienes todo el cabello despeinado!
–¡Tú eres la que me lo despeina mamá! ¡Ya déjame!
Mientras Mari luchaba con el cabello de Orión, Puppet caminaba de un lado a otro frente a las puertas del templo tratando de calmar sus nervios. Esperaba que su idea funcionara pues habían tardado casi una hora y media para convencer a su hijo.
Por su parte, Orion aún rechazaba la idea de volver a encontrarse con Jade. Estaba muy molesto con ella. Sus padres nunca tuvieron la necesidad de castigarlo, creía que todo era su culpa y que ambos estaban siendo muy injustos con él.
–¡Mari, ahí vienen!—anunció su padre de pronto. Inmediatamente su madre dejó en paz su cabello y ambos se ubicaron detrás de él para recibir a Jade y a los capitanes—
Orión se paralizó del miedo al ver como los ojos brillantes de la pelirroja lo miraban fijamente mientras caminaba. Quienes lo rodeaban no veían malas intenciones detrás de ellos, pero él sentía que podría lanzarse a atacarlo en cualquier momento.
–Recuerda hijo, se un caballero—le susurró su padre sin quitar la vista del frente. El príncipe se cruzó de brazos y desvió la mirada muy enfadado—.
–Intenté ser uno—gruñó entre dientes—...y casi me arrancó la cabeza.
–Hijo, no vamos a discutir de nuevo por esto—le advirtió su madre suavemente a pesar de que en su rostro se notaba el cansancio que le generaba el tener que explicarle nuevamente lo mismo—. Jade pudo haberse comportado mal cuando se vieron por primera vez, pero ella no fue la única y creo que eso lo sabes muy bien.
–Tu madre tiene razón, ni yo ni ella te enseñamos a comportarte así, y no vamos a tolerar esa actitud. Eres un príncipe marioneta y debes actuar como tal.
Orión apretó sus ojos durante un momento, tratando de aguantar sus ganas de llorar por la frustración que le había generado el escuchar esa frase...Él no lo sabía, pero su padre también se sentía muy mal al tener que hablarle de forma tan severa.
El mayor suspiró profundamente y acercó su mano para acariciarle el cabello. Se alivió un poco al ver como los hombros de su hijo se relajaban bajo aquel gesto de cariño.
–Todo saldrá bien—le dijo regalándole una sonrisa en cuanto él se animó a mirarlo a los ojos—. Sólo recuerda hijo, los humanos a veces pueden ser complicados de entender pero no por ello debes rendirte. Se bueno con ella, verás que ella lo será también.
Mientras pensaba en las palabras de su padre, el príncipe no se percató de que Jade y los capitanes acababan de llegar frente a ellos.
–¡Bueno, ya estamos aquí!—anunció Mangle. La capitana llevaba de la mano a su hija, quien había decido traer con ella su peluche favorito—
De un momento a otro, las miradas de ambos niños quedaron enfrentadas. Tanto Jade como Orión parecían estar tranquilos aunque también algo incómodos. Sin embargo y debido al rechazo que aún sentían por el otro, rápidamente dejaron de mirarse. Sus padres suspiraron con pesadez y justo en ese momento las orejas de Mangle se movieron ya que habían captado el sonido de un aleteo acercándose a ellos.
–¡Capitana, aquí estoy! ¡Perdón si llegué tarde!
–Descuida Endo—dijo ella sonriendo amablemente—, llegas justo a tiempo.
–¡Excelente! ¿A dónde debo llevar a los niños?
–Ve con ellos a la playa, estoy segura de que se divertiran mucho ahí...Oh, y si algo llega a ocurrir avísanos de inmediato.
–¡A la orden, capitana!
Mientras Endo se alzaba al vuelo nuevamente, Mangle soltó la mano de Jade y se puso a su altura para hablar con ella una vez más antes de dejarla ir con él.
–Mucho cuidado Jade, y recuerda lo que hablamos. Si nos enteramos de que hubo otra pelea entre ustedes-
–¡Sí ya sé!—protestó su hija entornando los ojos con molestia. —...volveré a estar castigada.
–Y esta vez será por el resto del viaje—le recordó Foxy mirándola seriamente hasta que su expresión volvió a suavizarse—. Diviertanse hija, Endo los traerá aquí antes del anochecer.
Luego de que los niños se despidieran de sus padres, Endo voló hacia a ellos para pedirles que lo siguieran y así lo hicieron.
Mientras caminaban por la aldea ninguno de los dos decía una palabra, al menos hasta que Jade notó como algunas marionetas se detenían en sus actividades para mirarlos con asombro.
–...¿Por qué nos están mirando así?
–...Tal vez piensan que tu cara es fea.
Por un momento, Orión pensó que Jade no lo escucharía, pero no fue así.
–¿Qué dijiste?...—la mirada amenazante que le lanzó fue suficiente para hacerlo desear que la tierra se lo tragara en ese instante—
–...N-Nada.
...
Los niños siguieron a Endo a través de la jungla, caminando sobre un estrecho sendero de tierra oscura cuya hojarasca se conformaba mayormente de hojas secas de helechos y de palmeras. A su alrededor no había nada más que árboles y plantas, algunas de ellas casi irreconocibles para Jade quien observaba el lugar con los ojos llenos de asombro y curiosidad. Orión, por su parte, seguía conservando la misma expresión de molestia desde que los tres salieron de la aldea.
–¡Sigan adelante niños, la playa está justo al frente!
Ambos confirmaron la noticia al mirar hacia abajo. El suelo de tierra y hojas empezaba a adquirir un color más claro a medida que avanzaban. El suave sonido de las olas y los graznidos de las gaviotas hizo que Jade sacudiera sus orejas de la emoción. Minutos después, sus ojos divisaron entre los helechos el agua azul y cristalina del mar acariciando suavemente la arena.
–¡Ya llegamos!—anunció Endo al salir volando de entre los árboles. Se dirigió nuevamente a los niños una vez ambos tuvieron sus pies sobre la arena—Recuerden pequeños, si deciden ir al agua o explorar no más allá de donde yo pueda verlos.
–Si Endo...—respondieron ambos menores con aburrimiento—
–Y no olviden lo que sus padres dijeron, nada de peleas. ¡Ahora vayan y diviértanse!
Jade fue la primera en salir corriendo con alegría hacia el mar. Al llegar a la orilla se quitó sus botas y las dejó junto a su peluche sobre la arena. Mientras ella se divertía chapoteando en el agua, Orión prefería quedarse bajo la sombra de una palmera lo más lejos posible.
–¿Qué haces aquí Orión?—le preguntó Endo al posarse sobre su hombro—¿Por qué no vas a jugar con ella?
El príncipe abrazó aún más sus piernas. Las carcajadas que la pelirroja soltaba a lo lejos lo hicieron levantar su mirada con molestia y confusión. Jade se emocionaba al encontrar criaturas marinas como caracoles o cangrejos pequeños. También se reía mucho al sentir el agua fría del mar mojar su cabello y su ropa mientras ella rodaba sobre la arena mojada. Le parecía algo extraño, era como si el mar la hubiera transformado en otra niña.
–Prefiero quedarme aquí...
–¡Pero te volverás más pálido de lo que ya eres!—bromeó el pájaro—¡Un poco de sol no te haría mal!
–¡No, ella me morderá si me acerco!
–¡Oh vamos Orión, no digas eso! Puede que Jade sea mucho más..., eh, activa que tu, pero eso no la convierte en una bestia mortal, ¿o sí?
Orión volvió a escuchar risas de parte de Jade lo que provocó que sus ojos voltearan hacia ella. Se dio cuenta de que estaba un poco empapada y con algunas manchas de arena sobre su ropa. En ese momento, la pelirroja empezó sacudirse como si fuera un perro y cuando terminó tanto su cabello como el pelaje blanco que cubría sus orejas y su cola se esponjaron completamente.
Aunque lo intentó, el príncipe no pudo evitar reírse un poco al verla de esa forma. Sin embargo, se tapó la boca al instante para evitar que lo escuchara. Mientras ella se arreglaba, él trataba de procesar aquella imagen suya con su cabello y pelaje totalmente esponjado. Nunca pensó que Jade podría llegar a ser tan adorable.
Durante ese tiempo, Endo lo estuvo observando con atención y le pareció notar algo diferenre en él: sus mejillas pálidas se habían tornado de un suave color rojo.
–Ohhhh...creo que ya entendí.
Orión se asustó un poco al sentir las garras del pájaro aterrizar sobre su cabeza. Pero su susto fue mayor cuando el mismo estiró su cuello hacia abajo sólo para mirarlo a los ojos y preguntarle con una sonrisa traviesa:
–Te gusta, ¿verdad?.
Los ojos del príncipe lo observaron notablemente confundidos.
–...¿G-Gustarme?.
–¿No te parece una niña bonita y tierna?
En realidad, el príncipe nunca se había tomado un tiempo para observar mejor a Jade...y aunque lo negara con todas sus fuerzas sentía curiosidad por conocerla mejor. En su hogar no había nadie que se pareciera a ella y el hecho de ser una humana la hacían resaltar aún más entre las otras marionetas.
–...S-Supongo-—respondió desviando la mirada con incomodidad. ¿Por qué Endo le preguntaba esas cosas de repente?—
–¡Ajá, así que es por eso!. Te pone nervioso hablar con ella, ¿eh?
–¡No es eso! ¡Es solo que ella...e-está loca y me da miedo!
–¡Ahh no puedes engañarme pequeño! ¡Lo veo en tu rostro!
–¿¡Qué?! ¿¡Qué tiene?!—preguntó el príncipe desesperado llevando las manos a sus mejillas. Se asustó al darse cuenta de que le estaban ardiendo un poco—
Endo decidió bajarse de su cabeza para tratar de explicarle lo que le estaba pasando.
–Tienes las mejillas rojas, eso quiere decir que estás sonrojado.
–...¿¡Q-QUÉ?!
–Relájate Orión, es normal, eso siempre pasa cuando-...Ehh, ¿estás bien?
Debido a todo lo que estaba sintiendo en ese momento, Orión decidió cubrirse el rostro con el objeto más cercano a él, como en este caso: una hoja de palmera.
–N-No quiero que me vea así...
–Ohh no te preocupes Orión, no es algo malo que te sientas de esa forma. ¿Quién sabe? Tal vez tu también le gustes a ella.
Aquella frase le causó tanto miedo al príncipe que la hoja se le cayó de las manos dejando a la vista su rostro totalmente sonrojado.
–¿¡QUEEE?!
–¡Imagínate, tú, el poderoso jefe de una tribu de marionetas junto a la hija de los piratas más temidos en todo el mundo! ¡Sus padres estarían muy felices!...Bueno, quizás el capitán Foxy no lo aceptaría al principio, pero el ver a Jade enamorada de ti podría hacerlo cambiar de opinión! ¡Y así tal vez, cuando ambos sean mayores y confiesen su amor, quedarán comprometidos entre ustedes y entonces-
–¡OIGAN!—los llamó la pelirroja recostada sobre la arena, donde previamente había dejado sus pertenencias—¿¡PODRÍAN CALLARSE?! ¡ESTOY INTENTANDO DORMIR?!
Un silencio incómodo se generó entre el pájaro y el niño marioneta. Orión sentía que todo su cuerpo estaba temblando debido a los nervios. Sus mejillas ardían a causa de las palabras de Endo, las cuales se repetían en su cabeza una y otra vez.
En ese momento deseaba con todas sus fuerzas hacerse invisible o reaparecer en su habitación de un chasquido. Por desgracia, aún no sabía manejar bien sus poderes y era temprano para que él y Jade regresaran a la aldea...
Lo único que esperaba era que la pelirroja no hubiera escuchado nada de eso.
–¿Sabes Orión?...Me está dando algo de hambre. Iré a la aldea a buscar algo para comer, ¿quieres que te traiga algo?.
–¡No, Endo, por favor no les digas nada a mis padres, ni tampoco a los capitanes! ¡NI A JADE, EN ESPECIAL A ELLA! ¡POR FAVOR!—le suplicó el menor sacudiéndolo entre sus manos. Notó que Endo se sentía muy mareado por sus zarandeos y eso lo obligó a detenerse—
–¡T-Tranquilo pequeño, no les diré nada! ¡Sólo estaba bromeando!—le aseguró el pájaro—
–¡Hablo enserio Endo, promételo!
–¡Lo prometo, Orión! ¡Lo prometo! ¡No les diré nada, confía en mí!
Orión suspiró profundamente y luego lo soltó. Endo voló hacia Jade para preguntarle si tenía hambre pero la única respuesta que recibió de parte suya fue un simple ronquido. Conociendo de sobra a la hija de su capitana, el pájaro decidió no arriesgarse en despertarla. Tomando su respuesta como un "no", se alejó volando de la playa no sin antes recordarle a Orión que no se movieran de ese lugar hasta que él regresara y sobretodo...que no hubiera ninguna pelea entre ellos.
El príncipe lo observó marcharse hasta perderlo de vista. Se sintió incómodo al encontrarse solo junto al mar y los ronquidos de Jade. Quería reírse pues para ser una niña pequeña igual que él éstos eran algo fuertes. Sin embargo, no dejaba de pensar en su conversación con el pájaro y lo avergonzado que se había sentido durante la misma.
Vio como la pelirroja se removía sobre la arena para luego rascarse una de sus orejitas. Su cabello rojo y ondulado se veía brillante gracias a los pequeños granitos de arena que quedaron atrapados en él. La curiosidad aún presente en su interior lo llevó a levantarse del suelo y caminar lentamente hacia ella para no despertarla. Se detuvo a solo dos pasos de distancia y la miró con mucha atención...y miedo. En ese momento, una de las preguntas de Endo regresó a su cabeza mientras la observaba.
–"Cielos...—murmuró asombrado en su mente—en verdad es...bonita..."
Sus ojos se desviaron por un momento hacia el pequeño zorro de peluche que descansaba sobre la arena junto a las botas de la pelirroja. Lo tomó con curiosidad entre sus manos para después sentarase de espaldas a ella.
Todo estaba tranquilo...hasta que Jade despertó.
–¡Oye!
–¡AHHH!—gritó el príncipe levantándose de un salto con el peluche aún entre sus manos—
Jade se levantó del suelo, sus ojos dorados lo miraban amenazantes.
–¡Suelta eso ahora, es mío!—exigió enseñando sus colmillos—
Aterrado por su mirada, Orión retrocedió lentamente pero sus manos aún se negaban a soltar el peluche.
–¡Te dije que lo sueltes, CARA DE CALCETA!
Aquel sobrenombre se repitió como un fuerte eco en su cabeza al cual le siguieron las palabras de su padre: "Eres un príncipe marioneta y debes actuar como tal"...Estaba realmente molesto, él siempre fue un niño bueno y obediente. ¿Por qué tenía que ser bueno con Jade cuando ella lo trataba de esa forma?. Sentía que nada de eso era justo y que ya era su turno de tomar revancha.
Sí, sus padres le pidieron ser bueno, pero ellos no estaban ahí para detenerlo...
–Si lo quieres...¡Tendrás que atraparme!
Luego de ver como su tesoro se alejaba en manos de la marioneta, Jade se enfureció y comenzó a perseguirlo por toda la playa.
Minutos después, Endo regresó para ver cómo se encontraban.
–¡Niños, ya volví!. ¿Cómo han esta-AAAAAHHHHHH!
Por desgracia, las cosas no estaban yendo muy bien y eso se debía a que ambos niños estaban peleándose...de nuevo.
–¡Niños! ¡Niños, por favor deténganase!—les suplicó el pájaro desesperado al volar hacia ellos—¡Hablando se entiende la gente!
Esperaba que esas palabras fueran suficientes, pero ellos lo ignoraron completamente. No podía entender cómo era posible que dos niños se llevaran tan mal entre ellos y que ahora estuvieran peleando por un simple peluche.
–¡SUÉLTALO!
–¡NO, TÚ SUÉLTALO! ¡ES MÍO!
–¿¡POR QUÉ TIENES QUE SER TAN MOLESTA?!
–¿¡YO MOLESTA?! ¡TÚ ME BESASTE LA MANO!
–¡INTENTABA SER UN CABALLERO COMO ME ENSEÑÓ MI PAPÁ!
Ambos tiraban con tal fuerza de los brazos del peluche que mientras discutían no se daban cuenta de que las costuras del mismo empezaban a deshacerse...
–¡ERES UN TONTO!
–¡Y TÚ ESTÁS LOCA! ¡JAMÁS ME CASARÉ CONTIGO Y JAMÁS SERÁS MI AMIGA!
Mientras tiraban del peluche por última vez, Orión se percató de la dureza de sus palabras. Jade abrió los ojos dolida y desconcertada. Luego de escuchar el sonido de la tela rasgándose, ambos cayeron de espaldas al suelo. Orión cayó sobre la arena y Jade cerca del agua.
La pelirroja sacudió su cabeza después de la caída pues se había empapado de nuevo. Cuando miró hacia abajo, su rostro se llenó de tristeza y angustia al darse cuenta de que uno de los brazos de su querido peluche quedó atrapado entre sus dedos. Se levantó de un salto y buscó con la mirada el resto de su cuerpo. Segundos después, sus ojos dorados se detuvieron en un bulto rojo que yacía sobre la arena.
–No...No...—murmuró mientras corría hacia el regalo destrozado de su madre—
Recostado sobre la arena, Orión se quedó en silencio al verla caerse de rodillas frente al peluche. Gruesas lágrimas caían sobre sus mejillas mientras lo abrazaba.
De repente, Orión sintió algo suave y blando dentro de su mano derecha, al abrirla descubrió que se trataba del otro brazo del zorrito. Sus ojos negros se llenaron de lágrimas al volver a fijarse en Jade. Verla tan triste lo hizo darse cuenta del terrible error que había cometido al dejarse llevar por el enojo en su corazón. Sus padres siempre le recordaban que ese tipo de emoción, si no se controlaba adecuadamente, podía traer muy malas consecuencias.
El pequeño príncipe nunca se había enojado tanto hasta ese momento y eso lo asustaba. Sentía una profunda aflicción por todo lo que había sucedido...
–J-Jade—se acercó a ella temblando. La culpa en su interior le revolvía el estómago—...Yo-
Las manos de Jade soltaron el peluche luego de que se levantara para encararlo con todo el dolor de su mirada. Orión se sintió intimidado ante esos ojos dorados llenos de lágrimas.
–¡TODO ESTO ES TU CULPA!—sollozó la menor destrozada—
–¡L-Lo siento!
–¡MENTIROSO! ¡SOLO LO HICISTE PARA QUE ME ENFADARA! ¡ERA MI PELUCHE FAVORITO! ¡MAMÁ LO HIZO PARA MÍ!
–...Lo siento Jade, yo...no lo sabía...
–...¿Qué le voy a decir ahora?—se preguntó la pelirroja desconsolada mientras estrujaba el cuerpo del peluche dañado contra su pecho—
Orión se sentía tan mal que deseaba disculparse con ella de todas las formas posibles. Trató de acercarse para abrazarla pero Jade huyó de su vista al instante dejando el cuerpo de su amiguito caer pesadamente sobre la arena. El príncipe la siguió con la mirada hasta verla desaparecer entre la vegetación.
Fue entonces que el sonido de un aleteo cerca de él hizo que desviara su mirada hacia el suelo. Endo sacudió la cabeza lentamente antes de dirigirse a él.
–Estoy muy decepcionado de ti, jovencito...
–...Lo siento, Endo.
–Hmph, creo que es hora de que ambos vuelvan con sus padres...Iré a buscar a Jade, espérame aquí.
El menor no se atrevió a cuestionarlo, ni siquiera lo miró a los ojos. Por su parte, Endo solo suspiró con tristeza y sin decir más se alejó volando en busca de Jade.
Mientras tanto, Orión se quedó llorando allí durante un momento, mientras la brisa del mar hacía bailar su cabello oscuro. A su lado yacía el peluche abandonado sobre la arena junto a sus dos brazos descosidos.
–...¿Qué fue lo que hice?—se preguntó para luego de acercarse al mismo, arrodillarse y tomarlo entre sus manos—
Ver esos ojos de botón por un momento lo hicieron pensar en la tristeza de Jade y en lo mucho que deseaba arreglarlo. No estaba seguro de si sería capaz de hacerlo, pero decidió intentarlo de todas formas.
Luego de limpiarse las lágrimas, respiró profundamente y dejó el peluche en el suelo. Aunque tuviera que usar toda su magia, él no se movería de allí hasta que estuviera arreglado.
–Puedo hacerlo...¡Sé que puedo!
Luego de colocar los dos brazos del peluche a cada lado de su cuerpo, tomó algo de distancia de él y estiró sus manos hacia el frente. Seguidamente, cerró los ojos e intentó concentrarse para llevar toda su energía a ese lugar y dejar que su magia hiciera el resto.
–...Lo arreglaré...por ti Jade.
...
Endo miró hacia abajo mientras planeaba en el aire, Jade caminaba lentamente, con sus orejas caídas y la mirada perdida en el suelo. Varios minutos habían pasado desde que el pájaro dejó al príncipe para irse a buscarla y por suerte para él la pelirroja no se había ido tan lejos. Fue en medio de su vuelo cuando descubrió que estaba escondida y llorando debajo de una palmera. Jade le comunicó entre sollozos que ya no deseaba estar más tiempo afuera y que sólo quería volver con sus padres. Además, estaba muy preocupada por cómo reaccionaría la capitana cuando supiera lo que había pasado con el regalo que le fabricó. Fue muy difícil para él convencerla de acompañarlo nuevamente a la playa para que así los tres pudieran regresar pues ella no estaba para nada de acuerdo en tener que recorrer todo el camino de vuelta junto a Orión.
–Vamos Jade—la alentó suavemente desde arriba—, ya estamos cerca.
Jade sólo siguió caminando en silencio a través del sendero que habían estado siguiendo horas atrás. A pesar de lo incierto de su situación y la del príncipe, Endo aún tenía algo de esperanzas de que todos los problemas que hubo entre ellos se resolverían pronto.
–¡Orión, ya volvimos!—anunció una vez llegaron a la playa. Sus ojos divisaron enseguida al príncipe, quien estaba tirado sobre la arena...y no reaccionó para nada ante su llamado—Oh no...¡ORIÓN!
Voló rápidamente hacia él para saber qué le ocurría. No pensaba que fuera algo grave pero de todas formas debía asegurarse de que estuviera bien. Por su parte, Jade se había quedado paralizada del susto hasta que logró reaccionar y correr hacia ellos. En ese momento, la angustia se había apoderado de ella haciendo que se olvidara por un rato del enojo y la tristeza en su corazón.
–...¿E-Está bien, Endo?
El pájaro observó su rostro detenidamente, sus marcas se veían bien y su piel seguía teniendo la misma palidez de siempre. Sin embargo, descubrió que el menor respiraba de forma lenta y pausada.
–¡No sé que le pasa, no responde! ¡Orión, despierta!
Mientras Endo desesperadamente trataba de despertarlo golpeándolo con su pico en la cabeza, Jade observaba la situación sin saber qué hacer.
–¡Rayos, sus padres van a matarme!—exclamó el pájaro aterrado—
En ese momento, a la pelirroja se le ocurrió una idea. Corrió hacia el agua y tomó algo de ella con sus manos para luego arrojarla sobre su rostro. Esperaron por unos segundos hasta que notaron como sus cejas se contraían con incomodidad al despertarse.
–¿Q-Qué sucede?...¿Endo? ¿Eres tú?
–¡Ay Orión, nos diste un susto de muerte!—sollozó Endo mientras lo abrazaba—
–...Orión—el príncipe alzó la cabeza al escucharla pronunciar su nombre. Jade no podía creer lo que veía entre sus manos—.¿Tú...lo arreglaste?
Orión se levantó lentamente antes de inclinarse ante ella. Endo se quedó sorprendido ante su gesto.
–Lo siento, tenías razón, quería molestarte porque estaba enojado contigo. Por eso lo tomé...y fui un tonto al hacerlo. En verdad lo siento, Jade...
Las orejitas de Jade se habían levantado luego de escuchar esas palabras. Tras expresar su disculpa ante ella, el príncipe volvió a incorporarse.
–Y entenderé si ya no quieres ser mi amiga...o volver a verme.
Sintiéndose algo apenada, Jade volvió a bajar las orejas para luego mirar detenidamente a su peluche. Le llamaron mucho la atención los hilos blancos y brillantes que unían sus brazos al resto de su cuerpo. Aunque se sentía feliz de tenerlo de vuelta, para ella era difícil creer que Orión lo había arreglado y que su disculpa era sincera.
Orión no se movía ni tampoco se atrevía a decir nada debido a sus nervios. Lo único que podía hacer en ese momento era esperar una buena reacción de su parte. En su interior se sentía muy feliz de haber conseguido arreglar aquel objeto tan preciado para ella, pero se había esforzado tanto al tratar de usar su magia que su cuerpo terminó quedándose sin energía.
Pasaron segundos eternos en los que él sólo deseaba que la pelirroja dijera o hiciera algo que le demostrara su opinión al respecto.
Entonces, repentinamente, Jade se acercó a él y le dio lo que él jamás había esperado recibir de ella.
–...También lo siento—murmuró la menor sonriente mientras lo abrazaba—, no solo por llamarte cara de calceta sino...por todo lo demás.
Orión no podía hablar en ese momento, estaba paralizado y con el rostro tan rojo como un tomate. Tardó algo de tiempo en reaccionar pero al final él también decidió devolverle el abrazo. Una sonrisa llena de alivio y alegría se formó en sus labios mientras que ambos se abrazaban por primera vez.
Detrás de ellos, Endo contemplaba la escena con lágrimas orgullo y felicidad.
Cuando ambos niños se separaron, el príncipe sintió que sus mejillas le seguían ardiendo por lo que trató con todas sus fuerzas de evitar que la pelirroja se diera cuenta de ello. Jade, por su parte, no se percató de que sus mejillas se habían puesto algo rosadas luego de abrazarlo ni que su colita blanca y esponjada seguía moviéndose detrás de ella.
–Y-Ya no se romperá jamás,—comentó Orión tímidamente acabando con el silencio que se había formado entre los dos— la magia los mantendrá en su sitio.
–¿¡De verdad?!—preguntó ella con los ojos brillantes. El príncipe asintió a aquella duda sonriendo apenado—...Gracias, lo hiciste muy bien.
Luego de escucharla agradecerle por su trabajo, Orión empezó a sentir que su corazón le latía más rápido de lo normal...
–D-De nada...
–Por cierto...yo tampoco quiero casarme contigo.
Aquella oración lo tomó por sorpresa. Tal fue el susto que casi se cayó de espaldas sobre la arena.
–¿¡EH?! ¿¡T-Tu escuchaste eso?!
–Si, y lo que dijo Endo antes también—respondió Jade dejándolo más aterrado que antes. Luego de recibir una mirada muy fea de su parte, Endo decidió hundir su cabeza en la arena—, pero no importa. ¡Yo sé lo que haré cuando sea mayor!
–¿E-Enserio?
–¡Sí, seré una gran pirata, tendré mi propio barco, un montón de marineros leales y fuertes y un traje y sombrero de plumas bonitos como los de mis papás!
Orión se sorprendió mucho al saber que la pelirroja ya había planeado el resto de su vida. Sus ojos miraron el mar durante un momento, el agua ya no estaba tan calmada como antes. Sabía que el mismo conducía a muchos lugares en el mundo, lugares donde había más humanos y marionetas, lugares que muchos de su especie, incluyendo su padre, pudieron visitar gracias al uso de su magia. El nunca había salido de la isla. Sin embargo, a veces se preguntaba si podría llegar a hacerlo algún día igual que todos los demás.
–¿No te dará miedo estar allá?. Papá me dijo una vez que el mar puede ser peligroso...
–¡Estaré bien, para entonces seré toda una capitana!—contestó Jade sonriendo con seguridad—¡Y adivina qué, tú vendrás conmigo!
–¿¡Qué?! ¿¡Ir contigo?!
–¡Sí, viajaremos juntos, descubriremos tesoros y lucharemos con monstruos marinos! ¡Tú con tu magia y yo con la espada de mi mamá!
Aunque le parecía una idea emocionante, Orión no muy estaba seguro de si podría hacer algo así. No se veía a sí mismo luchando contra monstruos marinos o descubriendo tesoros...
De hecho, le costaba imaginar cómo sería su vida en un futuro...ni siquiera sabía si llegaría ser un buen príncipe como todos en la aldea deseaban.
–Yo...no lo sé Jade.
–¡Confía en mí Orión, será increíble! ¡Yo misma te enseñaré todo lo que debes saber sobre ser pirata cuando termine mi entrenamiento! ¡Lo prometo!
–¿Enserio? ¿Significa que...somos amigos ahora?
Mientras Orión la miraba con ojos esperanzados, Jade se puso a pensar durante un momento. Por un lado reconocía que ambos se habían disculpado y que ahora se estaban llevando bien. Sin embargo, aún no estaba segura de si podría considerar al príncipe como su amigo, aunque en fondo sí quería hacerlo.
–Humm...Aún no—respondió de repente dejando a Orión desconcertado—.
–¿Qué? ¡Pero-
–¡Primero debes hacerme una promesa!
–¿Una...promesa?
–¡Sí, debes prometerme que nunca volverás a besarme la mano otra vez!¡Ni aunque tus padres te obliguen!
Orión estaba algo confundido al tener que hacer aquella promesa. Por un lado no quería hacer enojar a sus padres y por el otro deseaba que Jade no se molestara otra vez con él. No era decisión sencilla...
Sin embargo, pese a lo energética e impulsiva que podía llegar a ser la pelirroja a veces, a él le llegó a parecer una niña adorable y divertida. Si olvidarse de aquel gesto caballeroso era suficiente para tener la oportunidad de ser su amigo entonces cumpliría esa promesa y la mantendría hasta el final de los tiempos.
–...Está bien, lo prometo.
Jade sonrió satisfecha al saber que podía confiar en él. Luego de que ambos se apretaran las manos amistosamente, un nuevo silencio se formó entre ellos. Orión se atrevió a romperlo una vez más haciendo la misma pregunta.
–Entonces...¿Ahora sí somos amigos?
–...No.
Orión se quedó helado ante su respuesta tan seria. Sin embargo, Jade al poco tiempo cambió su expresión y sus labios se curvearon en una sonrisa rebelde. Detrás de ellos, él sol había empezado a ocultarse y varias las estrellas decidieron salir para iluminar el atardecer.
Justo cuando un tivio rayo del sol se posó cerca de sus ojos, la pelirroja se paró de puntitas y le plantó un corto beso al príncipe en una de sus mejillas.
–Ahora sí—sonrió ella inocente para luego alejarse de él caminando. Orión se quedó paralizado y con el rostro totalmente enrojecido—. ¿¡Endo, nos llevas a casa?!
–¡C-Claro que sí Jade!—respondió el pájaro luego de sacar su cabeza fuera de la arena—. ¡Vámonos Orión!
–¿E-Eh? ¡Sí, ya voy!
Fue así que los tres emprendieron el camino de regreso la aldea. Endo se sorprendió al escuchar como Jade y Orión se reían y conversaban muy animados. Estaba muy feliz pues claramente se había formado una tierna amistad entre ellos...
Una amistad tan fuerte que si seguía creciendo con el paso de los años tal vez, solo tal vez, podría volverse algo mucho más grande.
Continuará
Uff...no esperaba que fuera tan largo ;w; pero bueno aquí está! Espero que lo hayan disfrutado mucho, realmente quería desarrollar un buen comienzo a la amistad entre Jade y Orión ya que será algo importante para más adelante en la historia. Me emocioné mucho al escribir pero no se si lo logré...¿Qué opinan ustedes?
En fin, los debo dejar ahora porque la batería de mi celu y mi cerebro se están acabando y mañana Me tengo que levantar temprano...
Buenas noches, y gracias por leer ❤❤
Bye❤❤
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