Gnomos
—¿Sabes a dónde vamos?—preguntó el castaño después de un rato al cuestionarse el hecho de cómo llegarían si todo estaba oscuro y apenas era visible. El otro paró en seco. El otro solo avanzó un par de pasos más y luego se detuvo. —¿Bill?—se extrañó. El aludido miró hacia distintas direcciones. Y por último se acercó hasta un pequeño tronco cortado solo para arrodillarse a su lado.
—Se lo que hago, Pino.—exclamó mientras golpeaba un poco aquel abandonado e inerte tronco. Ciertamente, esta era una manera muy distinta de las veces en las que había venido por Mabel y con ella. Solo tenían que entrar a cierto sitio y se encontraban con el jefe de los Gnomos. Era muy extraño hacia dónde lo estaba llevando el rubio el cual parecía muy confiado en lo que hacía. Aunque de cierta manera confiaba en sus acciones, puesto que había leído el diario del tío Ford. Sin embargo, ahora que pensaba mejor las cosas, tenía una duda.
—Todavía no entiendo como conseguiste mi diario...—expresó de repente mientras se igualaba en altura al de los ojos afilados. El rubio dejó lo que estaba haciendo y le miró con una sonrisa, una que solo él sabía hacer.
—¿Te acuerdas de esa repisa que no alcanzas donde Stan pone el diario de vez en cuando?—pregunta. Dipper asistió.—De allí.
—Pero, ¿cómo...?—empieza el joven Pines.
—No es por presumir,—interrumpe Bill.—pero soy más alto que tú, Pino. —dijo con una sonrisa más que triunfante. El de ojos redondos hizo un puchero adorable sabiendo que no podía replicar siquiera. Era verdad. Era una persona baja en estatura. Apenas media 1.60 cm. Y el rubio le rebasaba por unos 10 o 12 cm. Para romper un poco el silencio, el rubio dio un golpe certero en el tronco. Este cedió y el de los ojos afilados soltó una risita. Desde su posición abrió del todo aquel lugar. Dio a conocer un túnel profundo el cual no revelaba hacia dónde se dirigía.—Damas y niños primero.—Bromeó.
—¡Oye!—se quejó muy avergonzado y rojo. A pesar de la oscuridad, Bill logró apreciar aquella cara den todo su esplendor. Una carcajada fue inevitable. Dipper solo se enojó un poco más y se dirigió hacia el túnel con la clara intención de dejar de ver y oír las carcajadas del rubio. Entró por el túnel todavía escuchando aquella risa. Siguió avanzando, el túnel era más o menos pequeño, pero el de ojos redondos cabía perfectamente. Cuando llegó al final, se vio encantado por una luz de faroles que alumbraban tenuemente el lugar. Salió del todo y se paró para admirar el lugar sin notar los cordones sueltos de sus zapatos. Vaya que estaba asombrado. Nada esto había sido escrito en el diario, ¿cómo hizo Bill entonces para saber cómo llegar?
—Auch—se oyó de repente aquel quejido. Dipper se volvió había el túnel. Bill estaba sobándose la cabeza después de un golpe contra el borde del camino.
—¿Cómo sabías que existía este lugar?—preguntó sin poder contenerse.
—Cuando te pierdes en el bosque aprendes muchas cosas—dijo con una sonrisa.
—Pero si apenas te perdiste por un rato, ¿no?—cuestionó.
—Fueron muchas horas antes de encontrar a la razón de mi cordura—dijo sonriendo coquetamente. El aludido se sonrojó tenuemente. Por un momento consideró que sus bromas tenían un sentido oculto. Negó internamente, sólo trataba de ponerlo incómodo, nada más.
—N-No sé a qué te refieres...—musitó lo más claro que pudo en respuesta. Se volteó hacia el otro lado y camina hacia una dirección contraria con la clara intención de alejarse del rubio.
Dio un mal paso. Una mala acción había cometido. La tierra cedió. El tobillo sufrió las consecuencias. Un mal apoyo sobre tierra más zapatos flojos, conlleva a grandes lamentos. Y Dipper fue víctima de uno de ellos.
—¡Agh!—se quejó fuertemente al caer. Le dolía el tobillo derecho. El rubio no tardó en oírlo.
—¡Dipper!—gritó Bill al acercarse y posteriormente agacharse junto con el castaño. Este último solo se mordió el labio y trató de levantarse. Falló estrepitosamente. Apenas apoyó el pie afectado esa parte se volvió en un fuerte dolor. No pudo soportarlo y simplemente se dejó caer.
No sintió el golpe.
Desde su posición, y muy veloz, Bill logró agarrar a Dipper de manera que no se cayera. Le sostuvo del pecho con sus fuertes brazos.
—¿Qué es lo que está pasando contigo Dipper?—preguntó visiblemente preocupado por él.
—Creo que me doble un tobillo...—dijo dolido mientras trataba de levantarse nuevamente. Sin embargo, Bill lo abrazó más hacia él mismo y mientras se levantaba, también ayudó a Dipper.
—Creo que no puedes caminar—observó el rubio. De repente sintió como lo abrazaban en el cuello. Dipper estaba intentando pararse lo mejor posible apoyándose en Bill. Sin embargo, lo agarró de la parte trasera de ambas rodillas. —¿A dónde vas princesa?—preguntó burlón. El aludido lo fulminó con la mirada y bufó. A veces el rubio se pasaba un poco con sus bromas. Bill lo apretó más contra sí y empezó a caminar.
—¡¿P-Pero qué haces?!
—Te llevo a un lugar donde puedas sentarte,—dijo mientras fijaba su mirada en un tronco acostado cercano. —allí te acomodaras para que te cargue por la espalda.
—¿Qué?—exclamó desconcertado.
—Si no te cargo, ¿cómo llegaras a casa entonces?—preguntó cuándo llegó y lo puso sobre el tronco. Dipper bufó una vez más, tenía razón—Es mi deber como caballero, priorizar el bien estar de mi doncella—dijo coqueto y muy cerca del castaño. Este último simplemente se sonrojó un poco y frunció el ceño tratando de ocultarlo. Más tarde, el rubio le dio el hacha para que él la cargara durante el viaje. Emprendieron el camino hacia la "sala del jefe" mientras una afirmación se formaba en la cabeza del castaño. Definitivamente esas bramas tenían que significar algo más.
-.-.-.-.-.-
—Miren, ahora mismo no es un buen momento,—replicó en frente de los más altos.—todos estamos sufriendo de una amnesia colectiva. Nadie recuerda que ha pasado en los últimos días.
—¿Eh?—exclamaron desconcertados los dos visitantes. El jefe se limitó a mirarlos un segundo, solo para después agarrar su gran taza cervecera y tomarse su contenido una vez más. Sorprendiendo un poco a Dipper, Bill en cambio ni se inmutó, como si tomar fuera la cosa más normal del mundo. Cuando volvió a ponerla en la mesa del bar, el sonido retumbó en los oídos de la mayoría de los Gnomos.
—Nadie sabe nada, algunos están lastimados, pero no tenemos ni idea de que es lo que está pasando con nosotros, o que fue lo que pasó—dijo algo serio.—quizás solo estábamos buscando una nueva reina, pero, ¿cómo es posible que nadie recuerde nada?—preguntó frunciendo el ceño.—Eso es anormal, incluso para Gravity Falls.—añadió.
Tras hacer un par de preguntas más, abandonaron el lugar. No sabían que más podían hacer o preguntar, nadie respondía con claridad. Bill estaba algo enojado por aquella situación además de frustrado. Parte de su idea de ir, era vengarse por lo que habían hecho, y sobre todo, quería que Pino lo viera, creyó que sería algo interesante para los dos, sin embargo no pudo darse. El de los ojos castaños estaba intrigado. Si los Gnomos no recordaban nada y además se veían poseídos cuando atacaron; eso quería decir que alguien más estaba tras todo esto. Pero, ¿quién y por qué? La única posibilidad que había era... Bill Cipher... Pero él jamás lo vio controlando a una criatura, solo a humanos. Además, si su objetivo era capturarle, ¿por qué no lo hizo el día del sueño o la mañana siguiente cuando estaba aún más vulnerable? Eso no tenía ningún sentido, ¿por qué Bill esperaría algunos días para atacar si tenía la oportunidad? Además, ¿Todos los Gnomos al tiempo? ¿Él puede poseer a más de una persona? Esto, en definitiva, no tenía sentido alguno.
—Umm, ¿Pino?—preguntó Bill sacándolo por completo de su hilo de pensamientos.
—Ah... ¿Sí?
—¿Es normal que te ardan los pies?—preguntó. Esta, era una de las tantas situaciones en las cuales Dipper dudaba de Bill. Digo, el recordaba cómo hacer algunas cosas, o de cómo debía sentirse pero... Jamás pensaría que una persona con amnesia no recordará ni siquiera como era sentirse cansado o con dolor. Era extraño. Sobre todo porque jamás había tratado con una persona con amnesia, no sabía nada de nada. Quizás, así era como solían comportarse y él solo estaba sobre pensando las cosas.
—No, no mucho.—respondió—quizás solo estás cansado. Hemos caminado mucho, nos vendría bien un descanso—dijo casi automáticamente.
—Lo que desees, Dipper.
Los dos fueron a parar en una roca que estaba cerca. Bill primero se encargó de que el castaño se sentara primero en un lugar cómodo y amigable para su pie. Más adelante, él también se sentó a su lado. Se esta manera, el sitio se sumergió en un gran silencio.
Los ojos afilados se centraron en el cielo. Tenía unos colores muy hermosos típicos de un casi amanecer, pero nada comparado con su Pino. Sonrió de manera sincera ante este pensamiento. Algún día se lo diría, y se lo diría en serio, provocaría su sonrojo y entonces le besaría. No sabía por qué, pero quería tener esos labios sobre los suyos. Sentía como si estuviera enamorado de Dipper sin embargo, no le diría nada. No tenía ni idea de cómo decirlo siquiera ni mucho menos tenía idea de cómo era estar enamorado. Solo pensó que actuaba algo parecido a esos actores enamorados de una mujer que aparecían en las películas. Algo en lo más profundo de sí, le decía que nunca antes había pasado eso en su interior, le agradaba mucho que él fuera el primero.
Pero entonces, todo ese momento de pensamientos privados fue bruscamente interrumpido por el grito poco varonil del más bajo. Bill se volteó hacia su lado completamente alarmado.
—¡Dipper!—gritó de puro instinto. Lo que vio, no hizo más que hervirle la sangre de enojo, y llenarle la cabeza de confusión mientras una pregunta se formulaba en su cabeza.
¡¿Por qué demonios Dipper estaba convertido en piedra?!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro