Capítulo XXII: El violinista.
Había pasado ya un mes de la partida de Jonathan, también de mi reconciliación con Isa y en ese lapso de tiempo, se podría decir que las cosas habían vuelto a la normalidad.
Primero que nada, mi relación con Marce se fue al caño e Isa se esmeraba en ser amable y remplazar esa "amistad" que tenia con la azabache. Las cosas aun no estaban claras para mí y sinceramente no me importaba ya, solo quería olvidar lo sucedido.
Jonathan no daba respuesta a las cartas de Lizzzy, no sabía la razón y sobre la seña de aquella vez, no me pregunten ya que no tengo la menor idea de que era o significaba.
En todo caso cuestioné a Jude pero se reusó a darme respuestas, casi aseguraría de que se reía de mi cual cotorra y sin duda le divertía dejarme con la duda. No entendía cómo es que él iría después de todo lo que le sucedió en ese lugar, pensé en masoquismo o simplemente en que quizá tenía que ser muy importante.
El día inicio como cualquier otro, rodeada de esas personas que quería tanto y de panecillos recién hechos.
La leche caliente me hizo recordar el primer día de este mes que despertaba mi curiosidad.
Octubre cubrió completamente al circo, una nueva rutina se planeaba con toques de misterio y terror.
Los payasos se maquillaban con la intención de ser aterradores para el público. El primer día de octubre Isa se vistió con un atuendo blanco, un maquillaje de base blanca y sombras naranjas. Todo perfecto, algo normal para cualquiera pero al salir su comportamiento se transformaba como al de una persona insana.
Su aventura dió inicio al empezar la primera función de la noche, se paseó en la entrada del circo con una sonrisa gigantesca y saludaba a los niños más pequeños. Reía ruidosa y chillona para aquellas parejas que iban de la mano.
El desayuno terminó y cada quien iba a practicar. En el circo la rutina no cambiaba, era levantarse, desayunar y hacer lo de todas la tardes; la rutina podía variar dependiendo de días especiales o cualquier otra cosa.
Camine con Isa durante un rato evadiendo la practica por un momento. Reí por sus chistes malos, ella estaba esforzándose mucho para hacerme sentir cómoda y hacia como si nada hubiera pasado, como si lo que pasó con Marce hubiera sido un mal sueño.
La miraba cada que que hablaba, ella paraba de caminar de vez en cuando para hacer algunos ademanes pero me pareció extraño ver que freno el paso y se quedó en completo silencio.
Isa comento algo que me hizo mirar el camino -Tanta gente, no es normal - tenía razón, la gente estaba reunida en un círculo que rodeaba algo o a alguien; por mi imaginación cruzaron las ideas más locas y creí lo peor. Corrí para cerciorar mis pensamientos, para asegurarme de que una tragedia no fuera la causante de tanto alboroto.
Sin pensarlo empuje a la gente y me abrí paso para ver si era un accidente pero nunca imaginé encontrarme con aquello. Mi palpitar se aceleró como si hubiera corrido un maratón, los pulmones empezaron a sofocarme, la boca me traiciono soltando el aire que mantenía la poca circulación en mi cerebro.
Observé aquello hipnotizada, tanto que sentía haber estado ciega por décadas; aquello era un chico y tocaba el violín con euforia; sus ojos se mantenían cerrados, y su cuerpo parecía mecerse al compás de la música. Nunca creí disfrutar de una musica tan estimulante para mis oídos, esto regreso y cayó en mi respiración haciendo funcionar mi cerebro nuevamente.
El instrumento producía una música peculiar, la cual sentía ya haber escuchado antes. Imágenes se difundieron en mi mente y recordé el teatro; deduje que esa era la razón, quizá cuando era residente del teatro la habría escuchado.
Al final de su pieza musical bajo el violín, sostuvo el alargado arco con la misma mano que el mango del instrumento e inmediatamente sus hombros se relajaron dejando ver su aura dominante. Se acomodó el cabello con sus delgados dedos y sonrió a su público, debía admitir que tenía una sonrisa bonita con todos sus dientes acomodados en fila.
Paseó la mirada por todas las personas pero sus orbes me miraron anonado, algo nostalgico recorrió en mi memoria. Pensé que quizá imaginaba cosas, que estaba delirando y como balde de agua reconocí al chico que me acosaba en mis más locos sueños.
Sus ojos verdes eran inolvidables, ese verde que tanto soñaba, ese verde que me atormentaba y frenaba; ese verde que me mandaba. -Lio... -pronuncie su nombre, arrastrando las letras en mi lengua aunque no estaba segura si era su nombre pero mi interior decía que estaba en lo correcto.
Este se quedó mirando en mi dirección, caminó sin despegar sus ojos de mí. Maldición, si cada paso derretía mi control y hasta quedar frente a mí pude asegurar que era real. Dejo en el suelo su violín...
Sus manos me tomaron las mejillas, quizá comprobando si realmente existía e inmediatamente me hizo mirarlo. Mis ojos temblaron por ese color lleno de vida y por primera vez sentí un sentimiento familiar que recorrió mi estomago hasta ahogar mi garganta. -Lana... eres tú, Lana -el violinista susurro mi nombre, erizo mi piel afirmando conocerme; lo hacía de tal manera que beso mi frente y después me abrazo con fuerza.
Se separó de mí y volvió a besar mi frente, el roce de sus labios fue suave, como si un pétalo de flor me tocara. Sonrió cálidamente, su sonrisa desbordada alegría, parecía no haberme visto desde hace tiempo.
Sin embargo aseguraría que se pondría a llorar en cualquier momento, sus bellos ojos verdes me miraban sin poder creer y lo entendía; yo tampoco creía mi visión. En segundos su olor embriago a mi olfato, un aroma a ámbar que se mezclaba con un poco de vainilla y sobre esta se podía notar un acorde aromático a jabón cítrico. Tan sofisticado, muy apegado a su aspecto.
El color de su cabello era castaño claro, mechones asechaban su frente y me perdí en ese hermoso recuerdo.
Senti sus caricias, mis mejillas y mis hombros, sus manos me tocaban y reconocían mi cuerpo con nostalgia. Tomé una de sus manos, la cual estaba en mi hombro; ese calido toque me dejó claro que de verdad conocía a esta persona.
Sin previo aviso recuerdos me abrumaron, un niño, ese chico y ahora esta persona. Todo se relacionaba, un sentimiento se formó en mi interior; se contrajo y mi estómago se revolvió. Esta persona me hacía sentir todo con una facilidad fantasiosa.
Su mirada llena d...
-Ejemp... Disculpa pero esta chica tiene cosas que hacer -el sarcasmo de su voz me hizo volver a la tierra, Isa era la salvación a mi memoria divagante y sí que lo agradecia.
- ¿De verdad? Bueno, yo queria... Déjame, ven... ¿Te gustaría comer algo? -Isa rio por el nerviosismo del violinista y con su codo golpeó mi brazo. -Bueno, yo...
-¡Claro! Ella encantada, me la cuidas -cantureo la peliverde. Isa se alejó sin siquiera mirarme, me dejó con la respuesta en la boca y con un chico que no sabía si era real.
Atenta a sus movimientos observé al chico levantar su violín de una forma sutil y coloco al instrumento en su posición para tocar. -¿Lo recuerdas? Te encantaba el color de este violín -sus ojos se cerraron y paso el arco tocando la nota más aguda.
Un sonido suave, limpio y con un pequeño arreglo, parecía vibrar la larga y entonada nota. - Lo comparabas con la madera de un cerezo -continuo pasando el arco por las cuerdas, creando una melodía inigualable, dulce, triste y bañada de sentimientos.
Acabo la pieza con unas notas largas, desplazo el arco por las cuerdas y asentuo la última. -Debo de admitir que su sonido a mejorado con los años -me limité a escuchar la explicación de su instrumento.
Parecía tan relajado hablando sobre las características de ese violín que me termine perdiendo el movimiento de sus labios.
-Eras muy buena identificando e inventando sobre mi música -una sonrisa floreció en su rostro.
El verde brillo en la mirada del chico que respondía al nombre de Lio.
-Me alegra verte de nuevo... -la gente soltó la emoción en aplausos, como si estuvieran mirando una novela de romance expresaron lo mucho que les gustaba.
Por un momento me había olvidado de todas esas personas que estaban alrededor y me sentí avergonzada aunque no fui la única. El chico de ojos verdes mantenía un sonrojo muy notorio en sus mejillas.
-Lo siento, me olvidé que estábamos rodeados de gente
-por inercia sonreí y fui amable. -Estamos igual -recite para él e inmediatamente mostró su mejor sonrisa para mí o almenos eso es lo que podía apreciar.
Guardo su violín en un estuche con fondo rojo, movio una especie de tornillo en su arco y eso hizo que se volvieran flojas las cerdas blancas.
Acomodo todo en su lugar y cerró el estuche para pasar a juntar los cierres que sellaron el talento de sus manos.
Me miró por unos instantes y rompió el cómodo silencio que producia el ambiente. -¿A dónde quieres ir? -me quedé pensando, recordé sus palabras sobre "comer algo" y decidí que el mejor lugar para eso sería el comedor.
-Podriamos conseguir unos bocadillos en el comedor -este asintió y cargo el estuche de violín sobre su hombro izquierdo.
-Me parece perfecto -era un chico muy positivo en sus respuestas y forma de hablar. Casi podría jurar que su amabilidad sobrepasaba hasta el mismo brillo de un angel.
Cuando comenzamos a andar me di cuenta de que la gente ya se había ido y que estábamos solos, él y yo; lo guíe hasta el comedor sin poner resistencia, ni decir palabra.
La intención era cruzar la línea que dividía el comedor de las demás cosas pero suspiros, una respiración agitada y gemidos ahogados...
Fue lo primero que escuchamos al entrar al comedor.
Una nueva visión me llegó a la cabeza, la imaginación llena de sentimientos salvajes y apasionados.
Mire a los causantes de tanto alboroto y contemple su posición, mostraban un trabajo oral con devoción y parecía uno bien hecho.
Llenos de exitacion y sin vergüenza alguna; los sonidos explícitos se unían con el nombre de uno de ellos en armonía.
-Fran... - las voces fueron grabes dando a conocer la compañia de dos amantes varones.
Sin previo aviso Lio tomo mi mano y me llevo lejos. -Creo que es mejor estar afuera -el rostro de Lio se tornó de un intenso color carmín y sus labios formaban una mueca avergonzada.
-¡Ah! -un último alarido salió de la garganta de quizá alguno de los amantes.-¡Vamonos! -sin soltar mi mano se alejó de el comedor y se detuvo cuando dejó de escuchar esos emocionados y eufóricos gemidos.
Me quedé mirando nuestras manos, estaban aún unidas como aquellos amantes; Lío se dio cuenta de esto y sonrió para hacer más fuerte el agarre.
-¿Que te parece si mejor vamos a otro lugar? Conozco una cafetería muy bonita a las afueras del circo -su invitación me alarmó y negué. -No tengo permitido salir del circo sin permiso -Lio se sorprendió por mi respuesta y sus ojos miraron el cielo.
-Entonces pidamos permiso -en ese solo instante brillo en emoción y amabilidad, como si esa fuera la solución a todos sus problemas. -Esta bien -acepte, por alguna razón no podía decir que "no" a ese chico.
Caminamos un rato hasta encontrar a la dueña del circo y Lio se acercó a ella sin pensarlo dos veces; hablo para pedir permiso y ella accedió.
-Las cosas están listas, vamos -Lio mostraba emoción y alegría. Siempre que lo veía un sentimiento florecía en mi estómago y debía admitir que me encantaba verlo feliz.
Antes de irnos pase a un lado de Lizzy, ella tomo mi brazo y escupio palabras -Regresas -su tono fue altanero, parecía más una advertencia que una preocupación; asentí y me fuí con Lio a las afueras del circo.
Recorrimos las calles, mire lugares, casas, puestos, tiendas, desde niveles bajos hasta altos, con tendencias y colores diferentes.
Pero hubo un punto que nuevamente contemple, ese lugar, un burdel o así lo había llamado Isa. Cuando le conté la vez que fui con Blap ella sólo pudo reirse de mí, llamandome inocente y recalcarme lo ingenua que había sido.
-Lana, ven -Lio tomó mis hombros y me llevo lejos, no me había dado cuenta que estaba parada mirando ese lugar obceno para la sociedad.
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Lío me había llevado a una "cafetería" donde servían postres o bebidas dulces. También podía ser algo salado, aunque Lio no me dejó escoger nada en especial.
Cuando regreso, se sento a un lado mío y extendió un postre algo peculiar.-Se que te gusta la vainilla -me dejo probar aquel dulce; era suave, ligero y su color era de un amarillo pálido.
El día se fue con una rapidez tan cruel que cuando estábamos en la entrada del circo habría matado al dios del tiempo solo por tener unas horas más.
El sol se ocultó lentamente, iluminó con los últimos rayos la piel de Lio; su aspecto haría creer a cualquiera que estaba frente a un ángel, amable, libre pero sin alas... Sin la oportunidad de volar y ser feliz.
Se acercó a mí y tomó mis manos. -No has cambiado nada, me alegra verte de nuevo, no sabes cuánto me alegra -nuevamente recitó lo que me había dicho unas horas atrás.
Sus manos subieron a mi rostro acariciando mis mejillas con una delicadeza irreal -Ven conmigo, y todo volverá a la normalidad -sus orbes verde brillaron esperanzadas tanto que sus pestañas parecían ser de pura amabilidad.
Pero yo no podía ir, él era de teatro y yo ya no pertenecía ahí. Negué y mire su expresión. -¿Por qué no? -el pánico subió como una marea y sus facciones se endurecieron.
-Yo, no se quien eres -musite palabras que eran secas y crueles.-Pero has dicho mi nombre, soy Lio, Lana, yo... soy Lio -suplico con la mirada que le abrazara con amor, con cariño y que no le dejara nunca.
Sus dedos tomaron mis hombros apretando con fuerza -Conozco sólo tú nombre -susurre manteniendo el agarré de sus manos, -Entonces no sabes, ¿quién soy? ¡Pero deberas recordar a Will! -ahora soltaba palabras histéricas, como si quisiera gritar, pero el nombre mencionado no me causó nada, no había nada de él.
-Ya entiendo, lo siento si te cause muchas confusiones. Yo de verdad crei que me recordarias -su voz se quebro, se volvió ronca y apagada.
-Gracias, la pasé muy bien. -console sus sentimientos y apacigue mi descontrolado corazón. De alguna manera no quería que se fuera, no quería dejar esas luces verdes marcharse.
Tenía que aceptarlo, había algo en mi interior que quería irse con él, quería salir y nunca más volver a dormir; y esque gritaba reclamos de todo lo que había estado dormida.
Él sonrió triste, volvió a tomar mis manos y solo beso mi frente. Cómo empezó se fue; mi mano no soltó la suya hasta ver qué dio media vuelta...
Tal cual enamorados a punto de despedirse no soltó mi mano hasta quedar completamente lejos.
Por instinto busque nuevamente su calor pero me detuve antes de cometer un error.
Cerré mis ojos esperando silencio, esperando su partida -Cuidate -susurro su cariño con una sola palabra y se retiró.
Volví despacio, lento y suave. Mi llegada a la carpa fue recibida -Ya has vuelto, ¿Que tal la tarde con el violinista? -como siempre Isa no se quedaba atrás y estaba segura que sería un cuestionario muy largo. -Solo era un chico cualquiera -temía que mi nariz creciera como la de Pinocho, había estado mintiendo mucho y más a Isa.
-¿Que dices? Era un chico muy lindo -la peliverde catureo encantada. -Si, algo -no tenía ganas de hablar sobre ese chico. Me había dejado confundida de tal manera que deseaba haber estado soñando.
Me di la vuelta para regresar al frío ambiente.-Quiero aire fresco -afirme con seguridad, más que nada le estaba avisando que saldría de nuevo.-Pero acabas de llegar -su voz sonó preocupada y acusadora. Por un momento temí que se enojara o algo peor.
-Necesito pensar -mostré la mejor de mis sonrisas para disfrazar mis mentiras que se caerían si seguía hablando.
Salí a pasos lentos, realmente no quería caminar pero si evitar los comentarios de Isa. Sólo moví mis pies a un punto indesiso, no tenía rumbo y mucho menos intenciones de regresar a la carpa.
Como todas las noches fui a ver la hoguera en busca de relajarme un poco. Lamentablemente una persona estaba sentada en frente de las llamas.
Decidí retirarme y no molestar la paz de ese hombre. Un sonido salió de la garganta de ese hombre; me gire y mire como se levantaba, como sus ojos me observaban.
Mi corazón se detuvo por completo, esa silueta se acercó a mí, lo hizo demostrando calma y con un control dominante. -Jonathan... -susurré su nombre. El se dedicó a mirarme y sin pensarlo me atrajo a su cuerpo.
Su mano sostuvo mi mejilla, era la primera vez que sentía su tacto tan cerca y sin guantes; debía admitir que era suave.
De improviso sus labios se juntaron con los míos formando un beso torpe, sólo un choque inexperto y raudo. Inicio en movientos leves, abrí mis labios en un intento por corresponder y por inercia me deje ir a su ritmo.
Me detuve en seco cuando comprendí la situación, estaba cometiendo un error, yo no quería que esto sucediera.
Alejé su cuerpo del mio, le mire sorprendida por sus acciones y mas por las mías. Negué llena de terror y retrocedí por mi descuidó...
Le deje ahí, camine lejos de él y de todo. Se suponía que el quería a Karo, yo no venía al caso; él la quiere y no puede cambiar.
Mi corazón latía como caballo desbocado, la sangre hervía en mis venas y mi respiración inestable, rápida me llenaba de ansiedad y pánico.
Cerré mis ojos pensando en ese beso, pensando en ese violinista... pensando en toda mi estupidez. Odiaba este sentimiento de vacío, el agua caliente comenzó a caer en mis mejillas y el llanto me inundó como lo haría un diluvio en época de sequía.
Me di cuenta que lloraba de nuevo; las emociones me destrozaban y rasguñaban mi alma.
El chico de ojos verde, esa era la clave. Él no era real, siempre aparecía en mis sueños y este día fue eso. Un sueño, sólo un mal sueño, una pesadilla.
Si eso debía ser...
El próximo acto despertare.
o~o~o~o~o~o
Hola, pues que les puedo decir? Sip, demasiado tiempo. No tengo escusa alguna, sólo decidí darme un tiempo para pensar y saber si seguir escribiendo tenía sentido XD
Sin más les dejo este capítulo con mucho esfuerzo, espero que disfruten la lectura y les sea de su agrado ^^
Chao chispitas.
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