Capítulo XXI: Muda
Las nubes ocultaban el sol naciente, el fresco se dejaba guiar por el viento y los aromas a húmedo y tierra adornaban el ambiente.
El otoño se adentraba al circo, estoy segura que si hubiera arboles estarían pintados de colores cálidos.
El circo empezaba a cambiar sus vestimentas, mangas largas y suéteres ligeros cubrían los cuerpos de cada habitante.
Como cada mañana me encontraba sentada en esa mesa que ocupaba con regularidad para el desayuno, comida y cena.
El comedor lleno por esas personas coloridas y sonrientes. En mi mesa mis amigos comían una avena dulce y caliente.
Marce estaba al lado de Elemen y Jude al lado de Jonathan; el me miraba de vez en cuando.
Desde aquella vez yo no le había dirigido la palabra, no pensaba hacerlo; yo lo ignoraba pero me sentía un tanto mal al hacerlo.
Un sentimiento de culpa me llegó al verlo, su mirada se sostuvo en la mía de manera fria y calculadora.
Yo no cedi y le mire directamente con molestia; al final el sólo bajo la mirada, y volvió a comer lo que había en su plato.
Con Isa...
Las cosas seguían igual con Isa, no habían cambiado en nada la situación.
Como siempre todos se levantaron al terminar el desayuno, practicarían ya que el acto sería esa noche; ese acto que debía presentar con Jonathan. No quería hacerlo.
Sería estar a su lado y no quería hacerlo.
-¿Sucede algo?- La de ojos negros me saco repentinamente de mis pensamientos, le sonrei sin pensarlo y negué.
Al mirar alrededor pude ver que ya no había nadie, sólo nosotras dos.
-Hace fresco, ¿no crees?- intenté darle un tema a la conversación con Marce pero ella torció su boca en una mueca extraña. -El otoño se caracteriza por ser así, no esperes que haga calor- la actitud de Marce era mas intelectual de lo que creía.
Bajo la máscara de niña infantil y psicópata obsesiva había una mujer inteligente e ingenua.
-Las hojas ya deben de estar naranjas- comenté mirando el cielo, parecía nublado pero no con intenciones de llover.
-Pero, ¿Que dices? Apenas inicio Septiembre y - le interrumpi dando mi punto de vista. -Si, es 2 de septiembre, por eso las hojas ya deben de cambiar su color.- mi respuesta debió ser graciosa ya que Marce soltó una pequeña risa.
-No es un proceso que sucede así de rápido, tarda un poco.- la azabache me explico el proceso que ocurría en el otoño.
-Lanita, las hojas se pintan en pleno otoño. Apenas empieza, eso quiere decir que para octubre las hojas ya estarán de colores diferentes.- me sentía una niña pequeña a la cual le acababan de explicar la vida.
Cada día en el circo aprendía cosas nuevas, y agarraba costumbres de día a día.
La noción del tiempo ya había vuelto a mi, las horas, los meses, los días y todo aquello referente podría decirlo sin problema.
Aunque aún había cosas que desconocía, tanto sentimientos o logica; cosas tan simples como las estaciones. Los conocimientos en mi cabeza yacían borrosos y grises dejando la información a medias.
Una libreta ocupó mi vista entera, conocía esa fina caligrafía y esos dedos enguantados.
Jonathan se veía apenado e incómodo.
"Tenemos que ensayar para esta noche"
Inmediatamente mire a Marce pero ella sólo me sonrió y me hizo una seña para que fuera.
Resignada le acompañe a paso lento. Mi estómago se revolvía ferozmente cada que me veía más a su lado.
Tomé distancia a unos 8 pasos de él, eso calmaba el extraño comportamiento en mi.
Me explico lo que tenía en mente y lo repitió cuando supo que no le escuchaba con claridad.
El tiempo pasó lento, el lugar se llenó de colores verdes y amarillos por la luz que pasaba atravez de las nubes.
Lo habíamos ensayado un par de veces y me corregía a cada error.
La rutina no era difícil, nada era difícil en si pero el estar cerca suyo me atontaba.
Negaba el hecho de que fuera algo común , negaba el estar cerca de él... me negaba a mi misma pensar en ese sentimiento doloroso y confuso en mi cabeza.
Me encerré en mis pensamientos que cuando menos lo esperé cai con mis propios pies.
Su movimiento se detuvo al verme en el suelo y comenzó a caminar en mi dirección. Se veía preocupado y curioso por una anomalía en mi equilibrio.
Con cada paso mi palpitar se incrementaba, hubo un momento que cerré los ojos y escuche mi propio latir.
Me sentía tan idiota por sentirme así.
Sus pies se enredaron al caminar, un tropiezo marco el inicio de un paro en mi corazón.
Su rostro quedó muy cerca del mio y sus labios dieron un ligero, cálido e irrepetible roce sobre aquella parte que había anhelado la última vez que estuve a su lado.
Un beso con todas la de valer y un sentimiento único que no olvidaré.
Lentamente bajo su mirada al suelo al igual que su rostro. Mire esos ojos, nuevamente la mirada de preocupación y un brillo singular.
Cerré mis ojos soportando el golpeteo de mi corazón que había vuelto a su función normal recuperando todo ese tiempo perdido, latía rápido y duro; la fuerza aplicada en cada bombeo me daba un dolor sonoro.
El se levantó y dio por terminada la práctica. Según tenía que preparar algo importante.
Me quedé quieta en el suelo, no me había movido de ahí y el no hizo el mínimo indisio de ayudarme a levantarme.
La oscuridad invadió el lugar donde aún estaba, seguía pensando en ese moreno y cerré mis ojos recordando el sentir que me había causado.
La noche llegó con rapidez, mi atuendo era el de todos los actos y sin falta amarre mi cabello en una coleta baja.
Seríamos los primeros en pasar, eso lo había decidido Lizzy. Realmente no me agradaba la idea pero entre más rápido mejor.
-¡Un aplauso para la mímica!- Lizzy había dado la señal, era hora de salir. Sin pensarlo Jonathan avanzó a la par conmigo y salimos a que el público nos viera.
Gritos, silbidos y bullicio; todo aquello se dejaba escuchar fuera de esa fila inmensa, sólo los profesionales sabían que era estar en el escenario.
Me preguntaba si yo lo era.
Me quedé paralizada observando los ojos de cada persona, mi mente borró todo signo de ser humano y sólo olvide como moverme.
Jonathan parecía no notarlo y eso estaba bien, no queria que se enojara por haber olvidado la rutina impuesta.
Mis piernas no respondían, por mas que quería moverme... no se dejaban hacer por mis esfuerzos.
Pronto la desesperación comenzó a envolverme la cabeza, seguido de mi cuerpo y alma.
Me apretaba llena de burla pero no era nada divertido. Estaba haciendo el ridículo, no me habia movido desde que salí al show.
Cuando pude mover mis pies un jalón hizo que detuviera mi caminar; giré a ver ese algo que me detenía.
Jonathan piso mis hilos impidiendo moverme, jale de ellos al mover nuevamente mis pies, pero sólo me causó dolor que sin duda me haría estampar contra el suelo.
Inmediatamente el moreno me tomó en brazos para no dejarme caer. El público dejo salir un sonido típico que se haría al ver una pareja Junta.
Mis mejillas se encendieron en un rojo granate y escondí mi rostro en su pecho. La pañoleta roja que usaba podría compararse con mis mejillas.
-Lo siento...-susurre bajo para que el sólo lo escuchará y al verme me sonrió cálido.
El me abrazo y después me dejó a la vista del público para seguir con el acto.
La noche fue larga, después del acto Jonathan intentó acercarse a mi pero me alejé.
Todo lo ocurrido en el día me había confundido, no quería saber nada de nadie, no quería sentir nada. Todo esto no lo olvidaría fácilmente pero tampoco estaría enojada todo el tiempo.
Así pase la noche, con Jonathan cruzado en mi cabeza, con su cercanía y con un sentimiento de depresión en el pecho.
Los días pasaron así, exactamente tres días ignorando a Jonathan; quizá era excesivo pero no me sentía nada bien para hablarle.
Él se desaparecía después del desayuno y no había rastro de su existencia. Yo evitaba ir a la hoguera, evitaba ir a lugares que el frecuentaría y pasaba las noches en mi carpa como si no existiera otro lugar en el circo.
El siguiente día arrasó mi cuerpo y en la mañana me levantante, como ya se me hacía costumbre ignore completamente a Isa.
Pase de largo a ella y me coloqué una blusa que Marce me había regalado.
Era de una tela color lila, no tenía ningún adorno o estampado sólo el color fijo.
Caminé desganada por el circo, me salte el desayuno; no deseaba ver a nadie.
Mi ánimo se veia por los suelos, literalmente arrastraba mis emociones con desdicha y me desanimaba por cualquier detalle.
Es se día Marce me invitó a practicar con ella, sus intentos por hacer que yo montará la cuerda me convencieron.
Al momento de subir esa plataforma un mareo corrió en mi garganta pero caminé por la cuerda sin sentír las alturas y como si fuera una experta salte sobre ella.
No hice ningún esfuerzo por caer bien, solo me deje guiar por la gravedad...
Mi cuerpo quería sentir algo que no sucumbiera a pensar o recordar, quería quitar de mi ser el dolor que causaban las personas.
-Isa... Jonathan...Marce- susurre tantos nombres pero el último me hizo caer aun más en un vacío.
-Lio.- el último nombre, lo susurré inconsciente de todo. Un nombre que marcaba mis recuerdos perdidos y mis pesadillas nocturnas.
Todo lo que no que quería que pasara me aplasto cual insecto de alcantarilla.
-¡Lana! ¡¿Estas bien?!- Marce me hablo desde arriba, no me habia percatado que ahora estaba descansando en la maya.
Cerré mis ojos y asentí serena; al final no sentí más que mi cuerpo adolorido.
Baje de la maya sin cuidado, el dolor en mis músculos y articulaciones se hizo presente sin invitación.
Dolía pero era soportable, como cualquier otro sentimiento lo ignore llena de voces agudas.
-Parece que perdiste el equilibrio, ten más cuidado Lanita - la agudeza de su voz me causó un escalofrío en mi espina dorsal.
-Claro que lo haré - sonrei para Marce, no quería que se preocupara y mucho menos que tratar como una niña.
Ella tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos. La frialdad de su mano fue calentada con mi temperatura corporal.
Por alguna razón, Marce conservaba las manos frías hiciera calor o frío; ella había tomado la manía de agarrar mi mano para andar en caminata o para cuando platicabamos.
Es ya un tiempo que no veo a Mirim, Marce dice que es porque el permanecía ocupado en el teatro y que cada dos semanas sólo podía salir un día.
Caminamos en dirección a el comedor, pues la comida sería servida dentro de un cuarto de hora.
Un ligero golpe dio contra mi hombro, mi mirada giro a la derecha para ver lo cerca que estaba la presencia de Jonathan.
Mis ojos se cruzaron con los de él, un contacto inmediato en mi hizo que me sorprendía al verlo directamente.
El roce de sus labios de aquella vez volvió a mi, entrecerre los ojos sintiendo ese revoloteo en mi vientre.
Este me saludo con una sonrisa, giré mi rostro en otra dirección y lo ignore olímpicamente con las mejillas coloradas.
Cuando llegamos al comedor, unos platos esperaban ya listos en cada mesa para los habitantes del circo.
Pero era demasiado temprano para la comida.
Nos sentamos en la mesa de siempre y Marce hablo sería. -Le haces daño...- mire sus orbes negras, me empujaban a un abismo de sinceridad.
-¿A quién? - susurré sabiendo la respuesta que daría. Era obvio que le hacía daño, ese era el punto de ignorar a alguien.
-A Jonathan, el intenta todo pero tú no ayudas- Al momento de que ella terminar la frase, nos dejaron una porción con algún tipo de guisado rojo y pan para acompañarlo.
-¿Que intentas decirme?- le dije mientras removía con la cuchara aquella sustancia. Ella comió un trozo de pan y al terminar su boca soltó la realidad.
-Eres alguien... que no conoce la maldad. No sabes lo que se siente una emoción tan vaga como el amor- Marce sostenía su plato con una sonrisa aterradora.
-Creo que realmente no sabes cómo se siente Jonathan o Isa- me quedé muda, sin palabra alguna para defenderme. -Pero tú les haces daño por inocente- ¿seria cierto? ¿Yo dañaba a Isa? ¿a Jonathan? Mi respiración hizo lenta y pesada.
-Creo que es hora de empezar a recordar dónde estás, Lanita- ahora me miraba fijamente, esa Marce que me había empujado hace tanto tiempo; me miraba con esos ojos sin vida ni brillo, con una sonrisa la cual me hacía temblar como gelatina.
-No me digas lo que tengo que hacer.- mis palabras fueron crueles y desarme a Marce.
-No quiero escuchar eso de ti, estas enferma y lo sabes - tenía miedo eso era seguro, la voz me temblaba pero intentaba inpornerme a ese miedo.
-Me lastimas...- Marce se burló de mis palabras y yo frunci el seño. Estaba riéndose de mi, no me dejaría hacer eso por alguien así.
Me levanté de la mesa, puse mis pasos lejos de ella y masculle -Jodete psicópata - esa fue mi última frase, ni me detuve a ver su reacción. Era peligroso insultar a esa chica, aún sabiendolo corrí el riesgo de sufrir el karma de su ira.
Literalmente había aventado la piedra y ocultado mi mano para no ser reprendida.
Cuando llegué a mi carpa mire a Isa, ella estaba leyendo un libro bastante conocido.
-De nuevo leyendo"Alicia"- afirme hechandome en mi cama. -Si- sorprendentemente Isa me dirijo la palabra, sonrei al saber que por lo menos ya no estaba molesta.
-¿Porqué tan temprano?- ahora intentaba ella hacer una conversación conmigo. -Solo no tenía más que hacer- al decirlo Isa se asomó por la litera y me miró triunfante.
-¿Que te hizo? - desvíe mi mirada de ella y respodi bajo.-Solo hablo de más, solo eso- está se rió alto.
-Jonathan no habla, tonta- ella se refería a Jonathan, me sonroje por eso y me encondi con la almohada.
-¿Que piensas de él?- no dije nada, no quería hablar de él, no quería saber de él...
-Con eso de que se irá indefinidamente. Es un tanto extraño; hay rumores que dicen, que la reina solicito su presencia.- por un momento la culpa me mordió el cuello, su negro veneno se expandia rápido hasta hacerme pensar locuras.
Isa pareció arrepentirse de su frase pero y no dije nada, me quedé muda.
-El se irá por en un viaje, ¿no te lo dijo? - mi corazón se detuvo, el se iria y yo seguía molesta con el. No le había hablado desde aquella vez.
-¿Cuando se va?- pregunte mirando a Isa. -Hoy mismo, quizá ya para esta hora este lejos.- No podía dejar las cosas así; salí de la carpa y corrí con todas mis fuerzas a la entrada del circo, como alma que lleva el diablo, como caballo desbocado en busca de ese mudo.
Cuando llegué a la entrada, Jude y Lizzy le despedían con la mano. El ya llevaba unos buenos pasos a lo lejos pero eso no me importo.
-¡Jonathan!- le grite fuerte. Él se giró e hizo unas señas a lo lejos que no reconocí, nunca le había visto hacer esa seña.
Jude se quedó sorprendida al ver esa lo mismo que yo pero no me tradujo en ningún momento lo que significaba.
Mi respiración estaba inestable, lágrimas comenzaron a correr veloces por mi rostro y me abrace a mi misma.
Al volver por donde vine pense en el, en su piel morena, en su suave presencia y en su dura mirada.
Sin más recordé, ese aroma a incienso y pino. Su dulce aroma quedó en mi olfato, se envolvió en mi como cadenas irrompibles... con solo recordarlo me sentía llena.
Y con solo saber que se iria me sentía vacía, pero no había que hacer, el tiempo le llamaba y no podía dejar que eso cambiara.
Yo no sabía cómo soportar el hecho de que se iria, aunque fuera unos días, me dolía tan profundo.
No quería que eso pasara, no conocía ese sentimiento en mi interior, esa emoción...
Desconocia completamente lo que sentía cada vez que lo veía, lo que sentía al tenerlo cerca y lo que pasaba con mi pulso cuando lo vi partir.
El próximo acto volvera.
o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~
Chispitas!!! Su capítulo, apenas tuve inspiración pero cuando me dio, fue tanta que debía de escribir ya y pues nada aquí está.
Estoy tan feliz chispitas :3 no importa que no me comenten porque con solo saber que me leen soy feliz :'3
Odio las despedidas pero son necesarias y está lo es, así que sin más les dejo. Disfruten el capítulo. Chao chao mis queridas chocochips.
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