Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XII: Miedo a los leones

Isa parecía cansada pero eso no me importaba, tengo que saber de las personas que me rodean.

-Ahora Karo...
-Dejame tomar un respiro Lanita-
-No, sigue hablando-
Parecía que no le importara a Isa pero para que tenga conocimiento de todo lo que me a dicho debe ser una buena chica.
O al menos buena escuchando.

-karo tiene un pasado muy descuadrado con lo que es ahora...

Pov narrador

Karo a diferencia de los de los niños, odiaba lo que sus padres hacían, esto es por su terrible miedo a los leones.
La pareja de dominadores, pensaba que su hija sólo estaba en una faceta de negación pero no era así.

Karo evitaba hablar de su miedo hacia los felinos por no querer decepcionar a sus padres, tal y como lo hizo su medio hermano.

-¡¡Vamos tu puedes!!
Su madre le daba apoyaba desde lo lejos, una cría de león se encontraba frente a ella y su padre se mantenía a un costado.

-Bien, Karo ya sabes que hacer...
La chica de 12 años asintió con firmeza, trago en seco y suspiro.
Estas sensaciones no era más que el pánico que le tenía a los felinos, sus colmillos, su pelaje castaño y esas garras afiladas. Le causaban un gran temor, riesgo y peligro.

La cría rugió agudamente y dio un paso adelante. Los nervios de karo aumentaron, sudor frío recorría por su cuerpo, escalofríos por su espina dorsal, resequedad en la garganta y un temblor incontrolable.

El minino avanzó de nuevo y rugió fuerte; esto derramó el miedo de Karo y dio un grito agudo de miedo.

-N-no...- su voz se ahogó al caer en el suelo.
-No me comas- se tapó con su brazo y se hizo un ovillo.

-Parece que no sirves para nada, igual que tu hermani. Ve a relajarte y luego vuelves - la voz grave de su padre hizo eco y no sólo eso si no que tambien espanto al felino. Karo odiaba ser regañada por su padre, no sabía como decirle que no le gustaban los leones.

Ella salió corriendo fuera de ahí y fue seguida por su madre.
-¡Cariño! Espera- se detuvo el oír la palabra.
-Vamos karo, ya sabes como es tu padre, no te culpes por ello.- la chica estaba anonadada, como le decía tal cosa.

-¡¡Mamá!! ¡Como les digo que detestó esto! Lo odio, no quiero lastimar a los animales...
Lamentablemente su padre se encontraba detrás de su madre, la culpa por ser tan duro con Karo le llegaba. Pero el oírla, le hizo cambiar.

La sangre de su padre hervía en sus venas, sulfuraba casi el humo le salía de los oídos. No soportaría más de ese comportamiento, haría lo que el decidiese por que así lo quería el.

-Vuelve con ese león, hasta me das pena por tenerle miedo a una cria-
-¡No! No volveré, no quiero eso, ya no lo quiero - Karo trató de negarse pero algo fallo en sus cálculos.
-Vas a volver ahi o si no le vas diciendo a tu hermano que te haga un lugar en las calles, no te quedarás sin aprender nada...
Resignada camino hasta estar de nuevo frente al felino.

-Has que te obedezca -
Karo estaba renegada no lo haría, definitivamente no lo haría y no cambiaría su opinión.
-No.-
-Te enseñaré a decir no...
Su padre cansado de enseñarle a Karo, la tomó de la muñeca y vilmente la arrastró hacia un lado oscuro.

Ahí se encontraban todo tipo de jaulas, grandes, chicas, medianas y de más.

Pero había una en especial que causaba terror en Karo, una jaula grande, llena de felinos...
La dejó ahí, la empujó tirándola adentro, sin remordimiento azotó la puerta y salió a pasos rápidos.

La jaula no se abría desde adentro, no podía abrirse, como piensa que eso le ayudará.

-¡¡Papa!! ¡¡No me dejes aquí!!!, por favor - Karo pateaba la jaula con fuerza, la removía y sacudía.

Quería salir de ahí, no se merecía estar ahí, no con esas bestias.

-¡¡¡Te prometo que lo haré bien!!!- escucho un rugido a lo lejos y entro en pánico absoluto.

-¡¡¡No!!! ¡No quiero... Ayudenme! Por favor... No me dejes aquí.- Karo se dejó caer sentada en el suelo. Encerrada en ese lugar, con las peores bestias del mundo... De su mundo.

El felino se acercó a Karo y la olió con insistencia, ella temblaba con sólo sentir los bigotes en su piel. Después de un rato se fue y regreso con algo de dudosa procedencia entre los dientes.

Un pedazo de carne parecía, líquidos rojos brotaban de este y la saliva viscosa del león. Era realmente asqueroso, no sabia cuanto llevaba en la jaula del león. No sabía ni si quiera si era de algún animal.

Los días pasaban, quizá las semanas, no sabía cuanto había estado ahí. Pero el hambre no le fue fatal, los leones compartían su comida con ella, sonara asqueroso pero después de unos días de hambre hasta la carne cruda sabe a lo mejor que puede haber.

Un día inexacto las puertas se escucharon y pasos acercándose levantaron a Karo. La hora de dormir estaba en las bestias y en ella también; aprendió a convivir con su peor miedo.

-¿Has aprendido la lección? - ella se levantó del rincón y se acercó a su padre, sus zapatos habían sido arrojados a los animales para mantenerlos lejos de ella, sus cabellos se encontraban enredados y su ropa sucias de tierra y sangre...sangre de las víctimas que se comían los leones.

El abrió la puerta y dejó salir a Karo; sus pasos lentos y temblorosos.

-karo...
Ella no dijo una palabra, pero durante su estadía con los leones se dio cuenta de la hora en que comían. Algo se apoderó de Karo, sin vergüenza alguna empujó a su padre dentro de la jaula...
Este resbaló con líquidos extraños que se encontraban en el suelo.

-Te...mereces estar ahí...
Los ojos de su padre demostraron enojo y grito.
-¡¡¡Mocosa insolente!!! Ven aquí en este momento-
Karo cerro la jaula y cerro con ganas; se sentía libre, no había forma de que el saliera. Así como ella no puedo el tampoco podrá.

-¡¡¡Abre!!!
La voz preocupada de su padre se oía del lado de cada barrote, pero que más daba ella no tenía la llave para abrir y sin eso su fin había llegado.

-Hoy es día de comer- dijo Karo acercándose a los barrotes, una gran sonrisa apareció en su rostro, le hacia maravillosa la idea de ver la escena.

-¡Sacame de aquí! ¡No puedes hacerme esto! ¡Soy tu padre!- el sabía perfectamente a que se refería y si no salía las bestias se despertarían con hambre.

Esa palabra le atravesó por unos segundos...tenía razón, no podía hacer tal cosa.
Karo llegó en si...debía de abrír pero como lo haría, el pánico le tocaba los talones.

Un rugido suave se escuchó adentro de la jaula, desde la oscuridad un león se acercaba a paso lento, sus garras chocaban contra el suelo y al bostezar sus dientes se veían sin ningún problema.

-Hay no...que hago- el miedo entró en Karo de nuevo, ella removió la puerta de la jaula con desesperación pero no se habría.

-L-la...la llave, la necesitó. -
Pero era demasiado tarde los leones rodeaban a su padre, le miraban en acecho, para ellos era un simple trozo de carne.

Uno salto hacia el y los otros lo siguieron.
-¡¡Papá!!
Líquidos de rojo cubrieron los barrotes, su rostro y el suelo estaban llenos de ese rojo que pertenecía a su padre.

Su cuerpo había quedado esparcido por toda la jaula, las parejas de leones se comían lentamente su brazo, su pierna, su torso...
Un montón de pedazos había quedado de el.

Un sonido la distrajo a la altura se sus pies un bola de carne había topado contra los barrotes, manchando sus pies y tobillos de sangre.

Se inco para ver mejor y observó ese cabello corto.
Sus ojos completamente blancos, abiertos de la sorpresa, reflejaba dolor, miedo, las venas rojas se veían y parecía que en cualquier momento se saldrían de sus órbitas.

Sus dientes amarillentos sobresalían de sus labios, sangre y saliva chorreaban de ellos; aún así le faltaba la lengua...

Una cría de león se acercó corriendo y encajó sus dientes en el cuero cabelludo de lo que era su padre y se lo llevó.

Jugaba con otro león pero un poco más grande, uno se agarraba del cuello y otro del cabello. Un estira y afloja hasta que destrozaron la cabeza.
La mandíbula se encontraba en dos, sus ojos por fin se escaparon, colgaban de lo poco que quedaba y parecía soltar lágrimas de un color amarillento.

Los felinos arrancaban cada pedazo de carne que podían, estiraban, rompían y tragaban...

Esto fue suficiente para Karo, no podía aguantar el olor a hierro, el paisaje descomunal y las ganas de vomitar.

Y lo hizo, devolvió su estómago, una sustancia roja y blanca mezclada con cosas irreconocibles. Ella tocio, sorbió su nariz tragando los fluidos salados y cuando cayeron a su estómago sintió el vacío...

Tomó los barrotes y lloró desconsoladamente; grito, desgarro su garganta con un grito, que nadie podía escuchar.

Un león grande se acercó a ella, la miro llorar y lamió sus dedos enredados en los barrotes. Los manchó de sangre, después los volvió a lamer dejándolos limpios y cubiertos de saliva.

Que podría hacer ahora?

o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o

-¡¡Les presentamos a la domadora, la que tomara el lugar de su padre!! Los leones le temen y hasta los mismo humanos. ¡Karo Ercot!

Una bella joven estaba lista para darse a conocer, su corte de cabello, sus nuevas ropas y el látigo de su padre.

-Las verdaderas bestias somos nosotros lo humanos...

Pov Lana.

No sabía como pensar ahora, todo se había ido de mi, enfrentarse a un miedo, y terminar de esa forma.

Es admirable, las personas más fuertes... Son las que tienen más obstáculos. Personas como ellos han salido adelante sin ayuda de nadie...

-Hey lana...
-Quiero saber sobre ti, ¿como eras antes de la ejecución de tu hermano? -
Ella sonrió con sarcasmo.
-Vaya ya te habías tardado Lanita-

o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o

Hola chispitas, bien este capítulo fue bastante frustrante para mi, este personaje sin duda es uno de los que más admiró, quería reflejar el miedo y como se puede vencer.
En general todos mis personajes me gustan pero sin duda si tuviera que escoger a un favorito sería a Marce. Bueno igual que siempre por favor deja tu votazo y un comentario, así sabré que te gusto y eso.
Okey chao, nos leemos chocó chips.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro