Capítulo 13
Harold
Ya tenía decidido que la vida que nuestros padres se habían sacrificado por darnos no podía terminar ni ponerse en riesgo por los jueguitos de una niñita curiosa. Marina era la persona por quien debí volver a Reynolds, luego de unas semanas de intentar solventar el problema, debo admitir que no había estado tan precavido como quizás debería de haberlo estado con respecto a ella. La niña que antes parecía ser sólo un estorbo insignificante, comenzaba a convertirse en una amenaza seria.
Para mi mala suerte y siendo algo que me da profundo en el ego, me di cuenta de ello demasiado tarde, pero lo suficientemente a tiempo como para no dejar que mi familia tuviera que hundirse por ello y por sobre todo, antes de que ella arruinara todo en lo que hemos trabajado Taylor y yo de manera lenta y minuciosa.
Soy un maldito perfeccionista, no me gustan los cabos sueltos ni los imprevistos. Siempre fui el que tuvo que hacerse cargo y por ello, mis planes nunca tienen que tener fallas. Nunca pueden tener fallas.
Porque cuando eres un Brown, un mínimo detalle que no ves puede costarte el cuello.
Marina era ese detalle, ese estorbo, ese imprevisto. No me gusta nada de eso, debo solucionarlo o mi mente obsesiva no podrá pasar de ella hacia lo que realmente importa allá en Londres. Cada día detrás de la pequeña gatita es un día en el que descuido mis deberes.
Debo decir que la chica jugaba sus cartas, no me esperaba para nada lo de Taylor. ¿Inventarse un beso? Golpe bajo, el imbecil aún desconfía de mí por eso. Supongo que Marina puede decir que la tierra es plana y Taylor se lo creerá si viene de ella.
—Prescott. — Pronuncié su apellido con una mezcla de diversión y curiosidad. Justamente esa mezcla que la pelirroja causaba en mí.
— Entiendo que seas algo así como un rarito que le encanta dárselas de misterioso, pero llamarme al baño de chicos y limitarte a pronunciar mi apellido y mirarme de esa manera tan extraña sobrepasa ciertos límites, Harold. — Marina se cruzó de brazos y me miró con el ceño fruncido, intentaba mantenerse neutral, pero pude notar en su mirada cierta vacilación e interés del porqué de mi convocatoria allí.
— Le quitas la diversión a todo, gatita. Las demás chicas simplemente se derriten ante mi aura de misterio y me siguen la corriente. — Ella bufó sonoramente mientras yo le dedicaba una sonrisa socarrona.— ¿Quien sabe? Quizás te llamé para hacer realidad una de esas fantasías que tienes conmigo y que compartiste con mi hermano. — Ella no se esperaba aquel comentario. Vi sus mejillas ponerse del color de su cabello en un instante.
— ¿A que viene todo esto, idiota? Si es otro de tus intentos para que te suelte algún secreto con el que puedas manipularme, te comento que pierdes tu tiempo. Mi vida es tan ordinaria como la de cualquier otra. — No pude evitar reírme ante sus palabras. La niñita Prescott era todo excepto parte de la normalidad y yo tenía un informe completo conmigo para demostrárselo.
—También creía eso, cometí el error de subestimarte. Es por eso que no podía creer a la primera el informe acerca de ti que el detective de la familia trajo para mí. — Me recosté en los lavabos y la observé detenidamente, su confusión aumentó.
—¿De qué hablas? — Cuestionó. Como respuesta me limité a tenderle la carpeta perfectamente ordenada que había tenido conmigo en un maletín. Ella lo tomó dubitativa. — ¿Me mandaste a investigar? Si es así, este podría ser el texto más aburrido de la historia, ¿Qué descubriste? ¿Que no he devuelto un libro a la biblioteca del secundario? Tiemblo de miedo, de veras. — Ella abrió la carpeta y pude ver la confusión llevarse todo el rastro de la sarcástica carita con la que me había estado hablando anteriormente.
—Dime, Marina Prescott. — Pronuncié su nombre con énfasis y abandoné el lugar que había estado ocupando para acercarme a su lado y ver también la primera página del informe que ella leía. Coloqué mi dedo índice sobre la imagen de la mujer que allí se encontraba. —¿Me podrías explicar por qué la bonita ex novia de mi hermano es hija de la fiscal que está hace años detrás de mis padres? — Su mirada cargada de terror estaba puesta en mí. Marina había comprendido porqué en la carpeta no había información suya, sino de su madre.
—¿D-de qué hablas?— Preguntó, sus manos temblaron notoriamente. Su actitud simplemente me demostró que ella no tenía idea de lo que hacía su madre. O quizás sólo era muy buena actriz. He aprendido a ir con cuidado con las expresiones de las personas.
—Amelia Fernández. Hace un tiempo mi padre sabe que hay un fiscal detrás suyo, no tuvimos su nombre hasta hace algunas semanas y no la relacioné contigo hasta que el detective me dió el informe ayer y vi tu nombre entre los datos de sus hijos. — Marina no dijo nada, su mirada estaba clavada en la fotografía de su madre en el informe. La tomé del mentón y la obligué a mirarme. — ¿Lo sabías? ¿Eras parte de algún plan de mierda para juntar pruebas a través de mi hermano? — Mis ojos se clavaron en los suyos. A través de mi agarre la sentí negar reiteradas veces.
—¡Claro que no, idiota! — Ella se sacudió y se alejó de mí dando un salto hacia atrás y tirando el informe a sus pies. Las hojas cayeron por todos lados mientras Marina seguía temblando levemente, pude notar que luchaba para tranquilizarse. —M-mi madre me mintió, ella me inventó una enfermedad. — Dijo, parecía pensativa y dudosa de contarme algo más. Cerró los ojos y al abrirlos vi lágrimas asomarse. — VIH. — Largó de repente, como si resistirse a contarme aquello era un agotamiento que quisiera ahorrarse.
—¿Tu madre te hizo creer que tenías VIH? ¿Por qué haría eso? — De repente lo entendí, Marina era novia de Taylor. ¿Había inventado esa mujer una enfermedad tan jodida sólo para separarla de mi hermano? De ser así la maldita Amelia estaba loca, pero también me confirmaba que quería alejar a su hija de nosotros por lo cual Marina no debía saber nada de su madre tras nosotros, un juego sucio pero eficaz.
—Lo hizo. No entiendo el fin, pero ella lo hizo. — Marina asintió levemente, la tristeza invadiendo su rostro al segundo de admitirlo.
—Eso explica por qué la fiscal no actuó después de lo que viste. — Pensé en voz alta. Marina no solo había sido un cabo suelto para mi. Al parecer eso de ser un estorbo se le da bien. — Bueno gatita, eso es todo. Quería confirmar que más que parte de su plan fuiste un elemento no planeado para la pobre fiscal. — Marina bajó la mirada a los papeles en el suelo.
—Yo no he dicho nada de lo que sé, lo único que deseo es estar fuera de toda esta mierda. — Murmuró, un sollozo escapó de ella. — Si me disculpas, debo irme. —Se apresuró en dirigirse a la puerta, pero en cuanto pasó a mi lado la detuve del brazo.
—Trabaja conmigo, Marina. — Le dije, la propuesta pareció descolocarla. ¿Qué digo? Hasta a mi me sorprendió haberlo dicho, fue una idea rápida y clara que no pude dejar escapar.
O tal vez es a ella a quien no quiero dejar escapar.
— ¿Qué dices?— Pregunta ella, desconcertada aún. Mira mi mano rodear su pequeño brazo. Para mi sorpresa no lucha con alejarse.
— ¿No quieres que el médico que se prestó para todo ésto pague? ¿No te parece que tu madre también tiene algunas cosas que pagarte? — Solo en ese momento ella se zafa de mi agarre, me mira con enojo y se aleja unos pasos de mí.
—¡Es mi madre! —Exclamó, pero de nuevo vi que se debatía internamente. Casi puedo leer lo que su cabeza maquina en esos momentos: su madre estaba consumida con la idea de atrapar a mis padres, tanto así que no le importó meter a su hija en un falso diagnóstico. Luego de un segundo agregó: — Es mi madre y me ha hecho la vida un infierno. — Lo ha entendido. Sé lo duro que es, quitar a los padres del pedestal de la idealización es sin dudas un trabajo que conozco en carne propia.
— ¿Es este un trato? — Pregunto al verla dudar aún.
—Lo es. —Me responde seca. — Pero antes, quiero que tu detective investigue acerca de unas cosas que han sucedido en relación a mi padre. — Su inusual pedido me sorprendió, pero asentí.
Fue de ese modo que sellamos el acuerdo de ir tras su madre y toda la mierda que estaba escondiendo la flamante fiscal.
¿Cómo es el dicho?
¿El enemigo de mi enemigo es mi amigo?
Marina
El viernes por la tarde camino de un lado a otro de mi habitación mientras mi cabeza marcha con rapidez planteándome si lo que haré es lo correcto, si debo seguir adelante o simplemente dar un paso al costado y continuar mi vida al margen de todo el caos.
Respiro con profundidad y tomo asiento en la silla frente al tocador con varios cajones, abro uno de ellos y clavo la mirada en la carpeta negra que no me había atrevido a tocar desde que Harold me la dió en el baño y que me tomé el trabajo de juntar hoja por hoja después de tirarla.
La tomo entre mis manos y doy un rápido vistazo a toda la información de mi madre, no hay mucho que sea relevante y que yo no sepa de ella pues están sus datos de origen, estudios, trabajo y por último los de su familia.
Repaso los datos de mi padre que ocupan un pequeño párrafo y seguido de ello encuentro datos de mi hermano junto con su foto, en ella una cara demasiado parecida a la mía pero en versión masculina y no pelirrojo mira a la cámara con una sonrisa traviesa en el rostro. Reconozco su fotografía del anuario escolar al instante, la frase que él había elegido como descripción me saca una sonrisa: "Apuesto, carismático, galán, exitoso y rico, así es Chris Hemsworth. Yo me llamo Matt."
Antes de pasar la página hacia mi información en el informe me detengo en seco. Al final del párrafo dedicado a Matthew Prescott, luego de sus calificaciones y la información de la Universidad a la que había ido se encontraba algo que me desconcertó: escrito de manera clara se lee "fallecido". Una puntada de dolor de cabeza me impide pensar o procesar a qué se refiere, dejo a un lado la carpeta y me río levemente.
—Tu detective no es tan bueno, Harold. Matt está en California con papá. —Comenté para nadie más que para mí misma.
Pensar en Harold me hizo recordar la cita que tenía con él en una hora. Habíamos quedado en conseguir información de papá, quizás eso también me llevaría a entender la extraña confesión de Ade hace algunos días. Había demasiada mierda dando vueltas en mi propia familia, y yo ciega creyendo que mi único problema eran los Brown.
¿Tal vez a eso se referían todos los que me decían que saliera de mi burbuja?
En el momento en el que bajé las escaleras y la perfecta fiscal Amelia Prescott comenzó a impedirme la salida supe que no la tendría fácil y con la llamada de Harold diciendo que ya venía por mí, la cosa no se puso mejor.
Luchando contra la ansiedad del momento y la presión de mantener a mi madre sin sospechas de que del otro lado de la línea se encontraba uno de los Brown me alejé un poco de ella, aclaré la garganta y dije:
—Luis, será mejor que me des unos diez minutos. Mi madre quiere decirme algo importante. — Del otro lado de la línea oí la grave risa de Harold antes de volver a escucharle hablar.
—Está bien mejor amiga, iré a hacer cosas de psicoñoño un rato y pasaré por ti. Mantenme informado de qué dice la buena fiscal. — Imitó el tono de voz de Luis y tuve que morderme la parte interna mejilla para no insultarlo, en su lugar le corté la llamada.
Caminé de nuevo hacia mi madre intentando parecer lo más normal posible, como si del otro lado de la llamada no era nadie más que mi mejor amigo a quien mi madre, por cierto, apreciaba y confiaba más que en ninguno. Es por eso que decidí inventar que saldría con Luis aquella tarde, en primer lugar.
—Tengo unos minutos mamá, Luis tiene entradas para el teatro. —Eso solo sería verdad si la obra se llamara "Desenmascarando a mamá", por lo que restaba, en la realidad teníamos una cita con el detective de Harold en un café a las afueras del pueblo. Seguí a mi madre hasta el living y me senté frente a ella en un sofá individual. Ninguna de las dos dijo nada hasta que ella decidió romper el silencio.
—Soy la fiscal a cargo del caso de los Brown. — Su confesión no era novedad para mí, pero fingí sorpresa para que no se preguntara cómo es que lo sabía. —Este caso será el que impulse mi carrera a niveles que ni siquiera puedes imaginarlo, Marina. Debes decirme qué es lo que sabes de esa familia. — Demandó.
—Yo en verdad quisiera tener idea de lo que sea que me hablas mamá, pero no lo sé, ni siquiera puedo entenderlo. — Mentí tan bien que yo me lo creería, pero vamos, supongo que mi vida en estos momentos demuestra que no soy muy buena detectando mentiras, en cambio mi madre vivía de eso.
—Sé que sabes algo, Marina. Lo vi en tu mirada y en el terror con el que llegaste a casa aquella noche. — Los recuerdos de esq noche en la que llegué a casa después de lo que descubrí se amontonaron en mi mente, pero pretendí que nada sucedía. No podía mostrar debilidad ahora. —No tenía idea de quién era tu novio, nunca tuve tiempo para que me lo presentaras. Pero una mañana después de su ruptura él se apareció. — Las palabras de mi madre me desconcertaron por completo, no tenía idea de a qué se refería.
—¿Taylor vino a casa? —Murmuré.
—Así es, era una de esas mañanas en las que me levantaba para ir a trabajar. Él vino a casa, parecía ebrio. —La comisura de los labios de Amelia Prescott se tensaron mostrando sus disgustos. —Pedía verte y yo pregunté quién era y qué hacía en mi casa: " Yo soy Taylor, Taylor Brown." me respondió. En ese momento pensé que era una casualidad, me he memorizado cada información de esa familia que reconocer el nombre del hijo menor fue fácil, a los pocos días lo supe. Mi hija había estado metida en aquel infierno. — Ty había venido y yo jamás lo supe. Eso no cambia para nada nuestra historia, pero demonios, quisiera haberlo sabido.
—¿¡Fue entonces cuando tuviste la brillante idea de inventarme un diagnóstico, madre!? — Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos, luchando por ser liberadas, pero no le permitiría a aquella mujer ver lo rota que me había dejado.
—No, eso fue después. — Mi madre se acomodó en el sofá y alisó las arrugas que se habían formado en su falta, prestando demasiada atención a ellas. —La idea era que te quedaras en Cuba, eras tan feliz allí. Pero entonces comenzaron los síntomas. —Levantó la mirada y la volví a ver tensionar sus labios, algunas arrugas se marcaban con profundidad en un gesto que jamás había visto en ella. La hacía ver vieja. —Estabas embarazada Marina, jamás hubiera permitido que tuvieras un hijo de alguien de aquella familia. Tuve que impedirlo y el diagnóstico no fue más que una medida de...prevención para que te alejaras de Taylor cuando volviéramos aquí. — El tono de voz pacífico de mi madre no se inmutó, no pude comprender cómo alguien podría decir aquello a su hija y continuar como si nada.
En cuanto a mi, de repente me faltó el aire, la habitación era tan pequeña que me asfixiaba. Aquello no podía ser, no y no. ¡A mi me había venido! ¡Fue una falsa alarma! No había embarazo, no había...
Claro que lo estuve. Estuve embarazada.
Me paré de un brinco y salí corriendo de la casa, no podía quedarme allí con aquel monstruo, la escuché llamarme por mi nombre un par de veces, pero no respondí, en su lugar corrí todo lo que mis piernas me permitieron y me metí en Diner Blue, la cafetería a la que solía ir con mis amigos.
Temblorosa tomé mi celular entre mis manos y pasé la lista de contactos con la vista borrosa por las lágrimas y marqué. —Ven por mí ahora, estoy en Diner Blue. — Dije, en aquel momento no me quedaba ninguna duda, había tomado la decisión correcta en elegir aliarme con Harold, solo así podría dejar de lado la burbuja de cristal en la que me habían metido mientras todos tenían aquel macabro juego.
Pues bien, he tenido suficiente, ahora soy una jugadora también y voy a terminar con toda este teatro de falsedades.
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