009
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Tzuyu mentiría si dijera que no se sintió culpable después de la confesión de Nayeon, no creía que algo tan malo podría ocurrir por tardar un poco en llegar.
Conocía perfectamente el tipo de lugar donde vivía, y aun así se arriesgó a exponer de tal forma a Sana.
Podría haberle ocurrido algo peor y todo por su culpa.
Además el saber que por su culpa, Sana ahora lloraba en la casa de su amiga taquera, le rompía el corazón. Por lo visto no era tan diferente a su ex.
Toca el timbre de la casa de Lisa, ansiosa en demasía.
Esperaba que no fuera muy tarde para arreglar las cosas.
La puerta se abrió revelando a Lisa, que traía puesto un delantal de cocina sucio por lo que parecía ser salsa roja.
-Ay miren a quien se le ocurrió llegar. A doña pendeja -Dijo Lisa cruzándose de brazos molesta, ya conocía toda la historia.
-No te pongas así, se me hizo tarde, tuve un asunto importante en el rancho. -Contestó sonrojada por la vergüenza Tzuyu, tocándose la nuca.
Una mentirita piadosa no haría daño.
-Igual no mames morra, le hubieras avisado a la Sana mínimo.
-Se me olvidó wey, no volverá a pasar.
-No tienes que decirme eso a mí, díselo a ella. —La pelinegra señala detrás de si dejándole a Tzuyu una perfecta vista de la sala de su casa, dónde Sana lloraba en el sofá, siendo consolada por Jennie.
Algo dentro de ella pareció romperse al ver esto.
-Me voy a llevar a mi morra al cuarto, en cuanto te vea va a querer partirte el hocico.
La alentó a pasar, tomándola del hombro.
—Por fa, hazme el paro, todas las Im me dan miedo.
Antes de que pudieran verla, Lisa le dijo a Jennie que la acompañara a buscar su cargador, está no entendió el doble sentido de la situación por lo que la siguió sin rechistar, diciéndole a Sana que no tardaba nada.
Solo Sana siguió llorando en posición fetal sobre el sofá, se sentía tan estúpida.
Era obvio que Tzuyu no vendría, debía de tenerla harta con tantos mensajes de amor y las mismas tontas preguntas, debía de estarla asfixiando.
Nunca nada le salía bien en sus relaciones, creía que ser ella misma estaba bien, siempre ha sido una persona extremadamente cariñosa y fanática del contacto físico, tiene esa necesidad de demostrarle sus sentimientos a los demás, pero tal parece que eso no estaba bien.
Chris también le dijo en innumerables ocasiones que lo odiaba, su ex novio se sentía agobiado.
-Hola...
Sana levanta la mirada encontrando los culpables ojos de Tzuyu.
Una mirada fija, sin mostrar realmente emociones, que Sana la miraba así empezaba a preocuparla, debía ser cuestión de tiempo para que la golpeara y la llamara idiota.
-¡Amor, viniste! -Grita Sana lanzándose a abrazarla.
Aturdida Tzuyu la toma de la cintura, dando vueltas gracias a la fuerza con la que se arrojó.
Sana la toma del rostro, deslumbrándola con su sonrisa, rastros de lágrimas aún eran visible por sus mejillas, pero eran opacadas por la inmensa felicidad que sentía en estos momentos.
Tzuyu no la había abandonado.
-¿Por qué tardaste tanto? -Pregunta Sana con un puchero, aún sin romper el abrazo.
-Lo siento... Hubo un contratiempo en el rancho.
-Está bien, pero por favor, la próxima vez avísame, una enana me asaltó. -Dice haciendo una mueca, no era agradable recordar como una enana le dijo que le cayera con todo.
-Lo lamento, que te parece si nos vamos, te lo recompensaré. -Tzuyu le sonríe por primera vez, disfrutando del abrazo, sin querer admitirlo.
La felicidad de Sana se ve opacada, cuando recuerda algo.
-Paso algo con la comida... Se me tiró cuando la asaltante me atacó, apenas pude salvar tu sorpresa. —Murmura cabizbaja.
Se separa del abrazo para poder tomar una pequeña caja blanca tirada en el sofá, para regresar y dársela a Tzuyu, la castaña la abre confundida, se trataba de unos deliciosos chocolates.
La boca de Tzuyu se abre por el asombro, los dulces estaban rotos y algunos algo derretidos, pero aún podía leer que algunos decían: "¡Hey, i love you!"
Sonríe genuinamente, tomando uno para probarlo, estaban realmente buenos.
Sana está nervioso viendo todos sus movimientos expectante, espera que mínimo pudiera comerlos.
Tzuyu se acerca para tomarla de la cintura, y besarla en la coronilla, cariñosamente.
-Están deliciosos, y no te preocupes, te llevaré a comer.
Sana no podría sentirse más feliz.
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Lo siento, los dejé abandonados por mucho tiempo, pero al contrario de mi papá, yo su regresé
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