Nayeon dejó de lado su teléfono analizando la situación.

Por un lado una estaba asustada por la actitud de la otra, y por otro lado una sufrió del famoso amor a primera vista.

Realmente ella no tenía nada que hacer ahí, ese asunto podía morir sin que aquel par se llegara a conocer pero sentía la necesidad de hacer algo.

Si es que podía jugar a la doctora corazón no desaprovecharía la oportunidad.

Eso sí, haría que Tzuyu consiguiera un buen trabajo para mantener a Sana, primero el dinero que el amor.

Nayeon se levantó decidida, con el puño en el pecho se propuso hacer algo, aprovecharía la fiesta en su casa para acercar a Sana a su tan querido crush.

Vaya ventaja de tener a Tzuyu como hermana.

—Soy la mera verga. —Dijo Nayeon para si misma.

Jeongyeon veía confundida a su esposa que cerraba los ojos teniendo un monólogo interno, ella iba llegando del campo llena de tierra.

—¿Que traes tú? —Pregunta sentándose en el sofá de la sala, para quitarse sus botas de trabajo.

Nayeon dió brinco por la sorpresa, pero rápidamente se le olvidó el susto al recordar que estaba enojada con ella.

—¡Tu ve a hablarle a Clarabella!

—¡Ya te dije que era puro pedo!

—¿Está todo listo, Jennie?

—Todo preparado.

Sana era conocida por siempre llegar primero a cada reunión que tenía con sus amigas, a veces exageraba pero era mejor que llegar tarde.

Salvo si terminaba llegando tres horas antes como en este caso.

—¿Invitaste a Nayeon? —Pregunta Sana acostándose en la cómoda cama de plumas de ganzo.

Los padres de Jennie nunca escatimaban en gastos.

Tampoco los suyos en realidad, no por nada a sus veintidós años ya contaba con tres autos.

Jennie tomó lugar al lado suyo, dándole un sorbo a su lata con agua de manantial.

—No, pero sé que estará aquí. Mis padres la invitaron a ella y a mi cuñada a cenar. —Jennie ríe. — Será un espectáculo agradable.

—Genial, hace mucho que no veo a Jeongyeon. —Dijo Sana quien estaba bastante distraída revisando las escasas fotos que pudo tomarle a la chica del autobús.

Es tan hermosa.

—Tiene sentido que te agrade, ella y todas sus amigas vienen de esa zona de la ciudad que te gusta tanto visitar.

—Es divertido conversar con ella. —Frunce el ceño. — Habla gracioso.

—Y se lo pegó a Nayeon, poco a poco se le está quitando el glamour.

De repente la conversación de ambas se ve interrumpida por fuertes gritos afuera de la habitación.

—¡Te lo dije ya me estás pegando lo naca!

—¡Tú ya estabas así! ¿¡Que me andas echando la culpa!?

El matrimonio Yoo siempre tan curioso.

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