Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6

hola mis amores, buen descanso, les dejo un cap antes de irme a mimir, los amodoro ya me dicen que tal 

Capítulo 6

eban había despertado en la cama más cómoda en la que había dormido en los últimos 5 años, que va, quizás en toda su vida no había dormido en algo mejor. Con pereza aspiró el olor de aftershave en las almohadas que ahora ocupaban su cabeza. Pasó una de sus manos por debajo de la funda buscando el frescor debajo de ella, se sentía tan bien en sus dedos, al igual que las sabanas sedosas que cubrían su cuerpo.

Las sabanas...

Eban observó la cama con preocupación. Se habían manchado, sabía que era una buena posibilidad. Apresurándose a quitarlas de la cama intentó lavarlas, probó con detergente, el jabón de lavadora e incluso cada truco casero que recordaba sin éxito, un halo oscuro seguía permaneciendo allí donde el aceite había chorreado y olía como a una mala fritura.

Dios, eso era tan malo. Probablemente esa sábana valía más de lo que el ruso había pagado por él.

Con miedo hizo su mejor esfuerzo por ordenar la cama y el cuarto del hombre. limpiar la cocina también había ayudado para entretenerse. Pasarse horas solo no era algo a lo que estuviera acostumbrado, normalmente los movían como ganado por lo que había pasado gran parte de su vida rodeado de un montón de otros chicos y chicas desafortunados. siempre había alguien con quien hablar o a quien abrazar y consolar.

Mirando a su alrededor se acercó de nuevo a la ventana, la puerta principal otra vez estaba trabada. Afuera se veía cálido a pesar de la pequeña brisa que movía las hojas de los árboles.

Pensó en ese proverbio que habla de un árbol cayendo. La gran pregunta de si no había alguien para oír el ruido ¿entonces este realmente había existido?

Eban a veces se sentía como un árbol cayendo en solitario.

¿dónde demonios estaba? No era como si importara, había sido trasladado de un lugar a otro demasiadas veces. A veces conseguía vislumbrar alguna patente que le permitía saber en qué estado estaba. Lo había intentado con Fiodor pero el hombre no llevaba la misma dos veces seguida. Podría estar en Maryland como en Nuevo México, quizás incluso en el propio México, pero el paisaje no lo parecía. No realmente.

A veces cuando estaba solo se compadecía del niño estupido que había sido. Él pequeño Eban de 16 años que había escapado de casa soñando con salir de su miseria sólo había conseguido caer aún más en la mierda. Se había ahogado tantas jodidas veces, la parte más triste era que a él nadie lo buscaría, ni siquiera la primera noche que comprendió su verdadera situación tuvo la esperanza de que alguien denunciara su desaparición. Podía ser lo suficientemente iluso para confiar en el hombre que le prometió un viaje a Los Ángeles por una mamada, pero no era tan estupido como para pensar que su madre adicta haría algo por él. incluso si hubiera notado su ausencia en algún momento habría preferido mantener a la poli lejos de su mierda antes de pensar en buscar a su hijo. Los años confinado en el cartel como si fuera poco menos importante que un montón de estiércol se lo habían confirmado. Probablemente asumió que había escapado, embarazado a una chica y caído en las drogas. O probablemente su madre ya hubiera conseguido matarse de una sobredosis y por eso nadie nunca denunció su desaparición, como fuera... Eban no existía para nadie, nadie lo buscaba, entonces a veces se preguntaba si aun realmente era real. A veces olvidaba cómo se sentía ser una persona de verdad.

Sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo se abrazó a sí mismo observando afuera a los árboles.

***

Cuando Fiodor volvió a la casa encontró a Eban parado estático en el recibidor. Le recordaba a esos documentales de animales donde la gacela se quedaba frente a frente al depredador mirando la muerte inminente a los ojos antes de salir corriendo. Eban se había quedado muy quieto en cuanto oyó la llave en la puerta, observando con ojos asustados su movimiento como intentando determinar si debía esperar un golpe o salir corriendo.

Fiodor había recogido una de las bolsas bajo su brazo. Aún le quedaban varios viajes hasta la camioneta para terminar de descargar la mercadería que acababa de comprar pero por alguna razón había decidido bajar primero las cosas que había comprado para Eban.

—tuyo—Dijo el ruso en dos pasos se acercó al pelinegro.

El rápido movimiento hizo que Eban se tensara pero en cuanto la bolsa marrón golpeó su pecho la sujetó por instinto para no caerse. Fiodor se había alejado tan rápido como se había acercado a él, lucia irritado pero incluso así el aroma terroso del hombre golpeó su nariz, si fue su eso o el empuje brusco lo que lo hizo perder el equilibrio Eban no estaba seguro, pero tuvo que agarrarse a uno de los muebles para no terminar en el suelo.

Con el equilibrio recuperado bajó la vista a la bolsa en sus manos. En la bolsa había ropa, ropa nueva para él, incluso un cepillo de dientes y un chocolate. Eban sintió una sensación cálida y extraña en su estómago que hizo que sus ojos se aguaran. No recordaba la última vez que había tenido algo suyo, que alguien le hubiera dado algo. Podía ser un gesto pequeño, quizás Fiodor le había comprado ropa solo para satisfacerse a sí mismo, no era bonito lo que tenía y en realidad era nada, probablemente odiaba como se veía y por eso lo había hecho, pero de todos modos Eban sintió el impulso de agradecerle por el gesto. Haciéndose un bollito en el suelo se sentó a revisar el contenido.

había ropa, varios conjuntos de ropa de casa y sí, quizás no fuera de la mejor calidad, pero el solo hecho de que fuera nueva y comprada para él la hacía la mejor ropa que Eban había tenido en su vida. Incluso si los colores eran completamente neutros, grises, blanco y negro a Eban le había gustado. Algunas camisetas tenían bonitas estampas. Casi se sintió como un niño en navidad queriendo correr a darse una ducha para cambiarse. Pensó en que quizás debía pedir permiso, pero Fiodor otra vez había salido de la casa concentrado en hacer el viaje de su camioneta a la cocina para dejar las bolsas.

Eban volvió de nuevo al contenido de la bolsa, las barras de chocolate lo llamaron como un imán. Si estaban ahí eran para él ¿no? El ruso lo había dicho: tuyo. Casi sin darse cuenta se encontró a sí mismo desenvolviendo una. no reconoció la marca comercial, pero se veía como chocolate de calidad premium, se esos que están en la parte superior de la góndola, con precios exorbitantes para que solo los veas y termines conformándote con el kit—Kat.

Apenas la barra comenzó a derretirse en su boca supo que no se había equivocado, eban gimió de gusto alrededor del dulce, disfrutando del pequeño placer, dios, era tan bueno, tan malditamente bueno, que se encontró a si mismo pasándolo por sus labios como si fuera un labial y relamiéndose solo para estirar la experiencia.

Un tirón en su brazo que lo obligó a ponerse de pie lo sacó de su bruma de placer chocolatoso.

Los ojos de Eban se abrieron con sorpresa como si acabara de salir de un trance, su boca en una pequeña y rosada "o" manchada, maldita sea la hora en la que había comprado productos refrigerados, quería joderlo allí mismo. Le hubiera importado una mierda perder la mercadería si eso no hubiera significado otro viaje a la ciudad, más horas lejos del culo de Eban. No Fiodor tuvo que conformarse con besarlo, probar el maldito chocolate de su boca. Simplemente no había podido resistirse, el pelinegro había comenzado a hacer todos esos ruidos obscenos alrededor de la maldita barra, que había conseguido ponerle la polla dura. Lo que quería en ese momento era deslizarse dentro de su boca y ser él quien provocara que el chico se transformara en un desastre. La idea de sus rosados alrededor de su polla hizo que soltara un gruñido, y aplastara su lengua dentro de la boca del otro, follandolo con ella como quería hacerlo con su polla.

Eban jadeó con sorpresa y apenas consiguió mantener el ritmo se encontró a sí mismo apretándose inconscientemente contra el cuerpo del ruso. El beso resultó brusco, desgarrador y caliente de una forma que definitivamente su cabeza se había licuado.Cuando Fiodor cortó el beso para respirar, la boca de Eban lo siguió pidiendo más, pero asi como había empezado, lo había terminado. Eban se sintió confundido e insatisfecho, de hecho sus ojos aun buscaban explicaciones en el rostro pálido del hombre.

—Mejoren casa.—Dijo después de lamer los restos de chocolate de su comisura y la espalda de Eban ardió. Podía sentir sus mejillas calientes y era tan ridículo pero aún estaba la extraña y revoloteante sensación sin nombre en su estómago que no podía ignorar. se quedó boqueando como un pez en el agua. Pestañeó intentando entender. Sus piernas se sentían como jodidas gelatinas en ese momento.

—chocolate ruso, es mejor.—Explicó.

Oh. El chocolate.

Fiodor volvió a la cocina a su tarea de desembolsar cosas y guardarlas. Eban lo siguió aún aturdido por el comportamiento doméstico del hombre, sobre la mesa de la cocina había más bolsas de comida de la que había visto Eban en su vida fácilmente podrían sobrevivir meses de encierro postapocalíptico. Como un autómata se apresuró a ayudarlo, estaba metiendo una manzana en la heladera cuando la curiosidad pudo más. Fue el ruso quien lo había mencionado entonces ...¿estaba mal si intentaba iniciar una conversación?

Observó el gesto hosco del hombre y descartó la idea. O eso creyó porque segundos después sus labios lo habían traicionado.

—¿Extrañas tu casa?

Fiodor levantó la vista sorprendido al oír la voz de Eban. El hombre parecía nervioso, sus dedos se apretaron alrededor de la manzana como si necesitara sostenerse de ella.

—¿Rusia? Extrañas Rusia? Vi tu tatuaje, la catedral de Moscú...¿tu lo extrañas?

Fiodor lo extrañaba sí, pero la catedral no tenía nada que ver con eso, sino más bien con la razón de por qué se había resignado a extrañar su país: su condena. Una cúpula por cada cargo del que lo habían acusado, y esa era la razón por la que no podía volver a casa, como pisara el suelo eslavo lo atraparían de nuevo y se pudrirá en la cárcel hasta que muriera de viejo. En Rusia él era un hombre muerto, y condenado, entonces simplemente no importaba. Fiodor se había negado a sí mismo a pensar en casa.

—no.—Dijo.Incluso si quisiera explicárselo al chico no sabría cómo organizar las palabras para hacerte entender e incluso en su lengua materna no había sido un hombre de muchas palabras.

El silencio se cirnió sobre ellos, Eban por un momento pareció esperar más, pero en cuanto se dio cuenta que no sucedería se encogió con sus pómulos cubriéndose de un rubor tenue, miró a sus manos y volvió a su trabajo de ordenar la fruta.

—lo siento.—se disculpó. Había algo asi como decepción en su voz.

Fiodor no entendió porque se disculpaba, quizás su diferencia idiomática había hecho que perdiera alguna parte del contexto pero sentía como si debía añadir algo.

—¿Tu?

Eban alzó de nuevo la vista, sus ojos ahora abiertos como los de una lechuza por la sorpresa. y había algo brillando en sus orbes, algo que Fiodor no estaba seguro de comprender. No quería saber de qué se trataba. Ignorandolo intentó retomar la charla, explicarse. Por norma general no utilizaba demasiado el inglés, todos sus hermanos manejaban el ruso como segunda lengua así que incluso si llevaba unos años en ese país, no se había visto tan necesitado de practicarlo. No era del tipo que entablaba conversaciones casuales en la calle, eso era claro.

—¿Extrañas tu casa?

Eban extrañaba su libertad, no su casa per sé, pero asintió de todos modos.

Algo en el gesto abatido de Eban removió el estómago de Fiodor.

No podía seguir soportándolo. Se sintió estupido y molesto ¿cómo no iba a extrañar su casa un tipo que estaba allí contra su voluntad? Joder en qué momento se había olvidado de eso? Sí, quizás los ruegos del chico por quedarse con él lo había confundido de alguna manera, pero el tipo claramente no quería estar con él. Lo prefería a estar con Niko pero claramente habría preferido volver a la vida de la que había sido arrancado. Seguro una vida bonita, quizás con una familia con alguien que lo esperara en casa. Los americanos tenían esa cosa por la valla blanca y el perro.

Se imaginó una familia feliz esperando en casa por un hijo que nunca llegó y se sintió molesto. Tan jodidamente molesto. Definitivamente Eban querría recuperar su estúpida vida. Probablemente estaba odiando estar con él y era normal, pero eso... eso jodió algo en la cabeza de Fiodor.

Si tanto quería irse, Fiodor le daría jodidos motivos para que en verdad quisiera irse. Ni siquiera entendía por qué había intentado ser amable con él en primer lugar. Toda esa cosa protectora con la puta de Eric se le había subido a la cabeza y ahora parecía que quería proteger a todos los maricas. No. Fiodor estaba tan molesto. Iba a malditamente demostrarle que no se había equivocado al verlo con ojos asustados. Él le daría una lección, sabía como hacerlo. Él haría que lo odiara tanto...

Tomandolo del brazo lo levantó del suelo con un movimiento brusco que consiguió ponerlo de pie.

Eban tuvo que dejar su tarea observando con ojos asustados al hombre que apretaba su agarre. Se había acostumbrado de alguna forma a las maneras bruscas del ruso pero algo en su rostro le dijo que tuviera precaución.

—Límpiate.—Fiodor le dio un empujón en dirección al pasillo.

De acuerdo. Eban había llegado a comprender que eso significaba que quería follarselo de nuevo y como si fuera una confirmación a su sospecha el tipo sacó un frasco de lubricante de una de las bolsas de compra y prácticamente se lo tiró en la cara. El gesto era rudo, pero el hecho de que se hubiera molestado en conseguirlo le decía que el tipo no era tan malo.

¿No lo era no? Eban pensaba que no. Eban quería pensar que no. Y sí, su culo aún dolía un poco al igual que su mejilla y el tipo parecía tener una libido bastante sana. Uno o dos polvos diarios no era algo que Eban no pudiera manejar. Había días en los que Niko lo había hecho entender hasta 20 clientes, incluso más de uno por vez. En promedio había tenido que atender entre 5 y 8 al día, todos los días, demasiado tiempo. A diferencia de las mujeres él no tenía una semana libre obsequiada por la naturaleza cada mes. Podía con esto.

Eban recogió su bolsa de ropa inseguro si lo quería desnudo o vestido en cuanto terminara de limpiarse pero sus ganas de probar sus nuevas prendas ganaron. En cuanto acabó con su minuciosa ducha se decidió por los boxers y una de las remeras. En realidad está realmente le había gustado, era Blanca y tenía escrito en ella "este es mi disfraz de humano (en realidad soy un panda)" tenia la silueta de un oso en ella y por alguna razón extraña eso le gustaba.

Pensaba en Fiodor como un oso gruñón, uno que le había comprado ropa y chocolates y de alguna manera lo hacía sentir seguro. En realidad durante la mañana lo había hecho sentir increíblemente bien, se había sentido agradablemente reconfortante retorciéndose bajo el peso de su oso. Su, joder. Eban se dio cuenta del rumbo de sus pensamientos un poco tarde.

Definitivamente debía estar muy necesitado si el hecho de que un hombre solo no lo lastimara demasiado lo hiciera sentir así. Se miró en el espejo su labio roto le recordaba que estaba siendo un idiota. El era solo uno de los chicos de Niko, un juguete que había comprado para tener su libido satisfecha en su cabaña/cueva. Mierda él en realidad estaba secuestrado allí, no era un maldito día de campo y el tipo era peligroso.

No podía engañarse, él estaba allí para complacer al hombre, ser usado por él como se le antojara. Eban volvió a mirar su labio roto, un recordatorio de que en realidad no era como si realmente tuviera opción de resistirse. Pero él sí tiene la opción de hacerte más daño y no lo ha hecho, pensó.

No seas estupido, probablemente al tipo ni siquiera le importara, había pagado dinero por él, más probable aún, quizás solo no quisiera romper su juguete demasiado pronto.

Jajjaa pd: que opinan?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro