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hola mis amores, como están? les traigo doble cap de esta historia, creo que estoy viciando un poco con ella, pero me entusiasma el hecho de que va a ser bastante corta, no lo sé. En fin los amodoro, que lo disfruten .


Capítulo 4

La emoción había hecho que Eban olvidara el jugo en su mano volcándolo sobre la camisa de dormir de Fiodor.

—Lo siento, lo siento.—Comenzó a preocuparse cuando vio el desastre que había armado.

El ruso gruñó ¿Cómo demonios una persona tan torpe había vivido tanto tiempo en el submundillo donde había caído?

—Lo siento, en verdad, no quise.—Los ojos de Eban volvieron a cristalizarse mientras intentaba inútilmente limpiar el pecho de Fiodor con el puño de su camiseta vieja. temía demasiado que el hombre se arrepintiera y lo enviara de nuevo a los prostíbulos de Niko.

—Lo siento...

Eban rompió en llanto y Fiodor lo detuvo por la muñeca incapaz de seguir soportando el lloriqueo, era demasiado temprano y ahora se sentía jodidamente pegote por culpa de la torpe criatura que en esos momentos estaba a horcajadas sobre él llorando como si su vida dependiera de ello.

Fiodor ni siquiera podía terminar de explicarse a si mismo, qué en el universo, lo estaba obligando a ser paciente con él.

De mal humor, Fiodor lo empujó lo suficiente para quedara sentado sobre sus muslos, tomó los bordes de su camiseta de dormir manchada y la descartó quitándosela por la cabeza, era de buena seda, joder, Fiodor se había permitido a si mismo ese par de gustos Snobs cuando salió de la IKA—6. La arrojó a un lado de la cama y sintió su pérdida de inmediato. En el momento en que su torso quedó desnudo, los ojos de Eban lo recorrieron siguiendo los trazados oscuros que lo decoraban, tenía un lobo en su pecho y la catedral de Moscú en su vientre duro, las siglas MIR y SER una cerca de cada clavícula, pero antes de que Eban pudiera seguir observando los detalles, el ruso tomó su rostro con ambas manos obligándolo a que lo mirara a la cara.

El movimiento hizo que Eban se reclinara sobre el ruso, los brazos de Eban quedando a los lados de Fiodor con las palmas clavadas en la cama para mantener el equilibrio, prácticamente pecho con pecho, la cercanía era tal que incluso podía olerlo.

—cállate.—Le dijo Fiodor, sus pulgares barrieron las lágrimas de las mejillas de pelinegro, la sorpresiva suavidad en el gesto incluso cuando sus palabras eran duras tuvieron a Eban con la boca abierta.

Su labio inferior rosado y ligeramente más relleno que el superior captó la atención de Fiodor. Estaba demasiado cerca. Un hipido de Eban los hizo temblar y por un momento quiso atraparlo entre sus dientes, mordisquearlo y descubrir a que sabía, ese pensamiento lo tuvo frunciendo el ceño.

—Lo siento.—Volvió a repetir Eban con un susurro y entonces Fiodor tiró de él para acercarlo más a su cuerpo y lo besó.

La sorpresa del gesto tuvo a Eban tardando en corresponderle. Fiodor gruñó contra sus labios y entonces el pelinegro reaccionó abriendo su boca para el hombre debajo de él.

Sorprendente sus labios eran increíblemente suaves, pensó Eban, había esperado que un tipo duro como él, del tipo que daba jodidas ásperas, diera besos duros, pero no, podía sentir sus manos en sus costillas, agarres suaves, ni siquiera estaba apretando, solo sosteniéndolo mientras su boca húmeda lo probaba. Eban también quería probarlo, en un arranque de osadía sorbió ligeramente el labio superior del ruso y a Fiodor pareció gustarle porque abrió más su boca para él buscándolo con su lengua.

Eban se lo dio, entregando al hombre todo lo que quisiera tomar de él. había sobrevivido por años gracias a su capacidad de someterse sin poner resistencias, vamos. Lo hacía por sí mismo, su política de reducción de daños le decía que debía ser bueno y obediente para que no lo lastimaran demasiado. A menos que fueran del tipo que realmente disfrutaba causando daño, entonces debía gritar y llorar mucho, hacía las cosas más fáciles para todos, pero el oso polar gruñón no parecía del tipo que quisiera oírlo llorar.

No quería oírlo llorar, pensó concentrándose en su boca que de hecho sabía a naranjas y ahora la habitación también olía a ellas. Le recordó a momentos cálidos, a días mejores. Eban se estremeció con el fantasma de un sollozo, aun sin despegarse del ruso y las manos de Fiodor fueron a su espalda acunándolo contra su cuerpo.

El hombre estaba duro debajo de él, su semi erección mañanera se había transformado en una completa con el beso, sus lenguas se rozaron y un relampagueo bajando directo a su propia polla lo hizo mover sus caderas sobre el otro.

Fiodor deslizó sus manos hacia abajo introduciéndolas en la ropa interior de Eban y amasó sus nalgas formando círculos con ellas, deleitándose con su suavidad y lo bien que llenaban sus manos como si hubieran sido creadas solo para eso.

Tan bueno, pensó mientras el chico seguía moviéndose sobre él con sus erecciones frotándose. Calientes y necesitadas. Necesitaba poseerlo.

Fiodor separó sus glúteos tanto como pudo antes de acariciar su entrada de arriba a bajo, intentó presionar a ciegas, sin éxito y Eban siseó. Aún estaba adolorido de la noche anterior, había soportado más claro, si Fiodor quería tomarlo en ese momento en seco iba a soportarlo pero una muy pequeña parte de él tenía la esperanza de que no quisiera lastimarlo.

Aferrándose a ese pensamiento, Eban sostuvo la mano de Fiodor para detenerlo. El ruso frunció el ceño molesto hasta que vio que el chico la llevaba a su boca, le dio un beso en la palma, otro en el único anillo que decoraba su mano y su mirada cambió al interés en cuanto lo vio chupando su dedo índice de forma lasciva, lo llevó hasta el fondo de su garganta antes de dejarlo ir y las bolas de Fiodor apretaron de imaginarlo sobre su polla. Después de otro par de pasadas húmedas de su lengua lo dejó ir permitiendo llegar a su antiguo objetivo. su agujero. Fiodor lo masajeó tentativamente antes de introducir la yema de su dedo en él. Introdujo falange por falange sintiendo lo apretado que estaba e imaginando como se sentiría todo ese calor latente alrededor de su polla.

Eban apoyó sus manos sobre el pecho de Fiodor para hacer palanca, y se empujó sobre su mano. Sintió una ligera quemadura pero no estuvo ni cerca de ser tan mala, con la maestría aprendida en años en un prostíbulo comenzó a moverse usando todo su cuerpo para crear roce entre ambos. Cada centímetro de su piel siendo usado para darle placer al otro.

—¿bueno?—Consultó la voz áspera del ruso de golpe. Eban bajó la vista para verlo a los ojos y ondeó su cadera en respuesta dejando que los dedos de Fiodor en su culo masajearan su próstata. Gimió como respuesta y eso pareció interesarle al Ruso porque repitió el movimiento con su dedo índice enterrado hasta el segundo nudillo, tenía un anillo allí, Eban podía sentir el metal frío de la argolla en su entrada.

—otro.—pidió y el ruso pareció entenderlo porque empujó un segundo dedo en su interior. Eban los montó, follandose a si mismo en la mano del otro, hasta que con su mano libre fiodor lo detuvo por el muslo.

—Culo.—Dijo impaciente su polla estaba goteando aun presa entre los pantalones de dormir, demasiado apretada que dolía. Eban se quitó de encima de Fiodor para que se quitara los pantalones pero en cuanto se levantó de la cama el ruso fue detrás de él sosteniéndolo por el brazo.

—Culo —volvió a repetirle en tono de advertencia, su agarre se apretó. Su temperamento volatil comenzaba a amenazar ¿El marica no iba a dejarlo asi, no? No después de haberlo provocado con toda la mierda pervertida de su culo caliente.

Eban lo observó con una ligera nota de alarma. No quería enfadarlo.

—Vi una botella de aceite en la cocina, dejame ir por él.—Pidió intentando explicarse apresuradamente.—No es el mejor lubricante pero es algo, quizas huela y manche tus sabanas, pero las lavaré por ti, yo...—El ruso no pareció entender su verborragia o no le importó, empujó a Eban sobre la cama.

Sus manos cayeron sobre el edredón y sus rodillas en el borde, en cuanto fiodor quiso bajarle los pantalones, Eban se sentó evitándolo y ganándose a cambio un revés de la mano del ruso cuyo anillo partió su labio inferior.

El dolor era fuerte, sus ojos se llenaron de lágrimas, una parte de Eban se asustó, la otra lo obligó a convencerse de que ese hombre lo había consolado dos veces, no podía querer lastimarlo, no mucho al menos, no debía entenderlo, se dijo. Eban decidió creer en su corazonada y respondió al golpe lanzándose a sus brazos. Por Instinto Fiodor lo atrapó y Eban capturó su boca en un beso húmedo y desordenado que intentaba mostrarle que no intentaba resistirse a él, el agarre de fiodor se aflojó, pero no lo soltó. La mano de Eban acunó la polla de Fiodor.

—Te daré mi culo.—Le dijo directo y pausado usando las mismas palabras que Fiodor parecía conocer del idioma.—Te lo daré. Pero puedo hacerlo bueno para los dos, déjame hacerlo bueno para los dos.—Pidió sobre sus labios, su mano subió y bajó por la polla de fiodor, su carne caliente y sedosa pesaba en su mano.

Lo empujó de nuevo sobre la cama posicionándose sobre sus caderas. Fiodor se relajó y dejó que Eban hiciera su trabajo rodando besos por su mandíbula, bajo en su cuello, sus clavículas y pecho, su abdomen aún sabía a jugo dulce y sudor saldo, Eban lo lamió rodeando su ombligo con su lengua, siguió el trazado de la catedral de Moscú hasta la base de su polla y las piernas de Fiodor flexionadas a los lados de su cuerpo se separaron aún más para darle un mejor acceso.

Con su lengua plana subió desde su tronco hasta la punta, recorrió su corona haciendo que el platinado se retorciera debajo suyo, la mano de Fiodor fue al cabello de Eban y tiró de él empujándolo sobre su polla. Eban resistió todo lo que su cuello le permitió hasta que los ojos grises del otro estuvieron sobre él, fastidio y confusión en su rostro por su falta de acción, Entonces sin despegar sus ojos del plata fundido comenzó a chuparlo hasta el fondo de su garganta.

Quizás estaba provocando el límite del hombre, pero algo en sus fríos ojos grises que ahora lo observaban con calor lo llevó a arriesgarse. Había chupado tantas polla en su vida que lo hacía en piloto automático, no se dio cuenta de que en realidad si estaba disfrutando de esta, hasta que el líquido caliente y saldo golpeó el fondo de su garganta y la sedosa carne caliente del otro hombre dejó su boca provocando una sensación de vacío. Tuvo que darse un par de segundos a sí mismo para procesar lo que estaba pasando. Un momento después revisó al ruso que estaba recuperando el ritmo de su respiración.

—Volveré.

Eban se apresuró a levantarse antes de que Fiodor lo detuviera. Corrió hasta la cocina y volvió al cuarto mostrándole lo que tenía en su mano. Ahora que había obtenido su primer orgasmo parecía más propenso a oirlo sin abofetearlo.

—Quería ir por esto.—Le explicó mostrándole la botella. Fiodor lo observó con curiosidad, su ojos ligeramente achinados a pesar de la relajación de su rostro.

—¿Puedo?—Eban indicó la cama. El ruso solo lo observó y Eban lo tomó como una invitación a continuar. Dejó el frasco sobre la mesita de noche y se desnudó por completo captando el interés en la mirada de Fiodor.

Se acomodó a su lado en la cama, con las piernas bien separadas para darle una buena visión de lo que estaba haciendo. Le dio un par de tirones a su propia polla para mantenerla erecta y luego se estiró por el frasco de aceite.

—con lubricante es mejor para ambos. Menos fricción molesta.—le dijo humedeciendo sus dedos generosamente y comenzó a acariciarse. Sus bolas, su perineo hasta su agujero que ya había sido estirado por los dedos de Fiodor.

Los ojos del ruso siguieron sus movimiento, Eban cerró los ojos y terminó de estirarse tomándose su tiempo, hundió un dedo, luego otro, añadió más aceite creando un juego húmedo con sus dedos haciendo tijeras para aflojar su anillo muscular. Su otra mano seguía masturbándose a si mismo de arriba a abajo. Cuando se sintió lo suficientemente listo abrió sus ojos con su labios ligeramente entreabiertos.

Fiodor lo seguía observando y ahora no era el único empalmado en la habitación. Eban observó la polla del ruso, gruesa y enrojecida, su cabeza brillaba húmeda por el precum. Eban apretó su culo alrededor de sus dedos y vio como Fiodor apretaba su mano alrededor de su tronco para no correrse.

—¿follame?—se suponía que era una afirmación pero sonó más como pregunta. Para reafirmar su punto quitó los dedos de su interior y separó más sus piernas invitándolo a que se hundiera en él.

Fiodor no lo dudó, apenas Eban se tumbó sobre las almohadas estuvo sobre él, alineando su pene a aquella entrada húmeda y resbaladiza. Entonces empujó y ambos jadearon acomodándose al cuerpo del otro. Tan apretado, caliente y húmedo. Fiodor se empujó despacio probando la nueva sensación.

—Mejor.¿no?—Preguntó Eban.

El ruso no respondió apoyando sus antebrazos a los lados de la cabeza de Eban comenzó a embestirlo con su boca a centímetros de la de Eban. Podía sentir su aliento golpeando en su cara.

Sus embestidas eran duras, arremetía profundamente dentro de él, llenándolo, estirándolo, Eban se había asegurado de estar lo suficientemente resbaladizo para soportarlo por lo que el ruido húmedo y el choque de piel con piel no tardaron en mezclarse con los gemidos que le estaba arrancando en ese momento.

Estaba tan lleno y tan sensible, sin la fricción de por medio, aquello se estaba haciendo demasiado bueno para él. cuando los labios de Fiodor se posaron en su cuello chupando un beso humedo allí, se olvidó por completo de que no era su placer la prioridad.

El pelinegro lo abrazó con sus piernas por las caderas, disfrutando de toda la piel caliente de Fiodor empujándolo duramente contra el colchón. Su pene atrapado entre el cuerpo de ambos estaba chorreando a punto de la liberación. Sentía que podía llorar o desvanecerse en cualquier momento. Sin saber a qué agarrarse, se abrazó a la espalda del hombre sobre él y se dejó ir.

Cuando volvió en sí, Fiodor había alcanzado su propio orgasmo empujando a través de su culo apretado.

Pestañeó.

Por un momento su cabeza se había desconectado. Fiodor aún estaba sobre él, la humedad entre sus piernas se hizo más obvia pero se sentía demasiado cansado para moverse. La falta de sueño de la noche anterior, el estrés y el ejercicio físico estaban pasándole factura en ese momento.

—lo siento.—Fiodor acarició su labio partido con cuidado. Cierto. Eban casi lo había olvidado.

—¿Lo hiciste porque no me entiendes cuando te hablo, cierto?—Preguntó aún derrumbado por el orgasmo, todo su cuerpo pesaba demasiado en ese momento para hacer otra cosa que no sea concentrarse en el bello rostro del eslavo. No tenía idea de por qué confíaba de ese modo en él, pero algo en su corazón le decía que el tipo no quería lastimarlo. No realmente. Había conocido demasiadas personas que lo habían dañado a lo largo de su vida, para reconocer el peligro. Eso incluía desde su madre negligente hasta el hombre que lo había metido a la red de trata y todos los que vinieron después de eso.

Vamos, Eban entendía que no era un buen hombre, lo había comprado como un animal para que satisficiera sus antojos, pero había sido entre lo malo, lo mejor que había conocido. Llámenlo iluso, necesitaba creer que en realidad lo había golpeado porque no lo había entendido.

—¿hablas ingles?

—Un pequeño poco. —Admitió.

—Está bien.—Dijo Eban sintiendo de pronto el agotamiento en sus huesos. Cerró por un momento sus ojos concentrándose en la comodidad del colchón a su espalda y en algún momento se quedó completa y profundamente dormido. 

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