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Capítulo: 23. El rapto

Avanzo por el pasillo del hospital , sintiendo el eco de mis propios pasos en la soledad de la noche, la luz parpadeante de las lámparas crean sombras danzantes en las paredes, un escalofrío recorre mi espalda, el té, tan ansiado, es justo lo que necesito para despejar mi mente, voy con ese objetivo en mis pensamientos, sin embargo al girar la esquina me topo con el Dr. García, cuya sonrisa desentona con la oscuridad del lugar.

– Mariana, verdad? – no espera mi consentimiento– que suerte encontrarte aquí– dice él acercándose con aires de confianza haciéndome sentir incómoda.

– Hola, Dr, García. Solo voy a la cafetería– respondo , intentando evitar su mirada, de repente me toma del brazo con una fuerza inesperada. El corazón se me acelera mientras intento liberarme.

– No te vayas tan pronto– me dice con voz suave pero amenazante– hay cosas que necesitamos discutir.

Siento un nudo en el estómago, así que con un movimiento rápido, me zafo de su agarre y comienzo a correr. El sonido de sus pasos resonaba en el pasillo vacío mientras giraba en varias esquinas buscando desesperadamente una salida, sin embargo sus pasos eran pesados y decididos sabía que de no encontrar una salida estaba totalmente perdida.

– ¡Mariana! – grita el, riendo de manera inquietante– No puedes escapar de mí.

La adrenalina bombeaba en mis venas mientras llegaba a una puerta, que para mi desgracia estaba totalmente cerrada.

Vuelvo la vista y lo veo acercándose rápidamente.
Con mi último esfuerzo , giro hacia la sala de suministros. La oscuridad la envolvió cuando cerré la puerta detrás de mi y me quedo inmóvil, conteniendo la respiración y sintiendo un escalofriante dejavú. En el silencio, podía escuchar el latido del corazón retumbando en mis oídos.

Unos segundo después, oigo el sonido de sus pasos apagarse frente a la puerta, su voz resuena

– Sé que estas ahí, Mariana. Te aseguro que no hay necesidad de esconderte.

Busco algo con que defenderme y encuentro un frasco de desinfectante. Mi mente corre a mil por horas mientras pienso en como salir de la situación, cuando comienza a golpear con fuerza la puerta me armo de todo el valor del que soy capaz y un poquito más, decido que no me voy a dejar intimidar.

Con un grito feroz, abro la puerta de un golpe justo en el momento que estaba a punto de entrar. El impacto lo sorprende y retrocede un paso. Aprovecho la oportunidad le tiro el frasco con todas mis fuerzas a la cara y salgo corriendo por el pasillo.

– ¡Mariana!– me grita recuperando el equilibrio y comenzando a perseguirme nuevamente.

Zigzagueo entre las sombras, mi corazón sin darme un respiro, latiendo con fuerzas mientras mis ojos se pierden en busca de ayuda. Llego a un balcón enrejado, miro hacia abajo y a lo lejos dos figuras conocidas me daban la espalda mientras se alejaban. Con lágrimas en los ojos y el miedo aún presente, grito:

–¡Ayuda!

Mis dos amigos automáticamente creyendo escuchar lo mismo se giran mirando hacia arriba, buscando la voz que tanto conocían, pero sin ver a nadie, se miraron entre ellos pensando si había sido real, no encontrando una respuesta lógica en el rostro del otro.
vuelven a mirar, esperan unos segundos y como no escuchan nada más deciden continuar su camino.

El siguiente grito fue ahogado en mi garganta por el Dr. Manuel García que había llegado justo después, su rostro distorsionado por la furia.

– Esto acaba de empezar para ti y cuando menos lo piense habrá terminado, asegurando que reine el dolor Mariana, mucho dolor.

Mientras apretaba mi cuello y empezaba a ver distorsionada a aquella risa siniestra llena de placer, descubrí que a pesar de querer rendirme no lo haría, había encontrado en un país ajeno a amigos leales, empezó a crecer dentro de mi una nueva fuerza, si juntos habíamos enfrentado lo inimaginable, cualquier cosa podía ser posible. Así que me retuerzo y me defiendo con todo mi ser, no me iría sin luchar.

– ¿Qué crees que haces?– alcanzo a escuchar la voz de una enfermera. Me suelta de una y caigo al piso recuperando el aliento.

– ¡Lo que debiste hacer tu desde el principio!– le dice a viva voz, yo intento pedir ayuda, pero el me lo impide me toma por el pelo poniéndome de pie y con todas sus fuerzas me tira contra la pared, es ahí cuando despierto del susto,

¿Acabo de tener una pesadilla o todo aquello fue lo que pasó realmente?

Tenía a Mario a mi lado, pendiente de cada uno de mis movimientos en espera de saber que me pasaba. Solo necesité mirarlo a los ojos para que me comprendiera, se levantó resuelto y salió de la habitación, cuando regresó, venía acompañado de su padre, listo para tomarme declaración.

Conté cada detalle mientras me tomaba notas, y para colmo con lágrimas en los ojos y el corazón apretado tuve que escuchar como había sido salvada por Elizabeth la enfermera y la Doctora pelirroja, esta última había sido obligada a quitarle la vida al amor de su vida y prometido, no sabía que también era parte del mundo de mentiras y miseria del Dr. Manuel García

Que en sus manos pasó a mejor vida, una tragedia que marcaría por siempre su vida y la de muchas víctimas.

Cerrando un capítulo de su vida y de las nuestras que aunque oscuro y aterrador nos enseña lecciones valiosas sobre la resiliencia, la esperanza y la importancia de la vida .

Con la certeza de que se abrirían nuevas puertas. Porque sobrevivir a un rapto no es solo una experiencia física; es un viaje emocional que deja huellas profundas.

Durante esos momentos de incertidumbre y miedo, descubrí la fortaleza que reside en cada uno de nosotros. Aprendí que, incluso en las situaciones mas desesperadas, hay un rayo de luz que nos guía hacia la libertad.
Siempre llevare conmigo el agradecimiento de todos aquellos que que están a mi lado y que estuvieron en mis pensamientos.

A mis amigos y familiares, su apoyo incondicional me dio fuerzas para seguir adelante.

A los profesionales que me ayudaron a sanar tanto física como emocionalmente, su dedicación ha sido fundamental en mi proceso de recuperación.
Este evento ha cambiado mi perspectiva sobre la vida.

De ahora en adelante valorare mas cada momento , abrazare con mas intensidad a mis seres queridos y haré que cada vivir sea con un propósito.

Aunque el miedo pueda intentar hacerme dudar , he decidido que no defina mi futuro. En lugar de eso , quiero usar esta experiencia para ayudar a otros, para compartir mi historia y para inspirar esperanza.

Al cerrar esta etapa lo hago con gratitud y determinación. No permitiré que el pasado me encadene; en cambio lo llevaré como un recordatorio de mi fuerza interior.

Realmente estoy emocionada por lo que vendrá y por la nuevas oportunidades que se presentan ante mi.

Agradezco a todos los que me acompañan en mi viaje personal, se que juntos podemos superar cualquier adversidad.

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