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Capítulo 14: La intrusa


Salvo para traer al mundo una nueva vida, las visitas al hospital nunca suelen ser por una buena causa y más veces de las que nos gustaría aceptar una vez que las tragedias aparecen, les gusta venir acompañadas.

Todo mi ser estaba concentrado en los pasos que daba, sentía que eran firmes porque así se los ordenaba y ellos me obedecían.

Estos momentos me estaban dando un buen estrujón, enseñándome que no sabía cuando se me iba a acabar la vida sin importar la edad y todo lo demás. Así que había que vivirla tal cual queríamos hacerla.

Sin miedo y porqués, debía derrotar mis monstruos y ayudar a mis seres querido a conquistar los suyos, así llenaría mi mochila con cosas buenas y estaría en cada paso de sus caminos, siendo lo que ellos quisieran que fuera, sin dejar de ser yo misma.

Tengo las palabras de mi madre en la mente y en el corazón:

*"Mariana, nunca tengas miedo de decir todos los te amo y los te quiero necesarios, cada vez que lo sientas dilo, sin pensarlo. Ninguno de ellos será un error. Ama y déjate amar"* - estas palabras no solo me iban a acompañar en esta dura caminata hacia mis amigos, sino que también durante toda mi vida.

De frente al blanco y limpio pasillo, podía verlos a casi todos, Yaniet estaba en un abrazo entre los dos primos, Yamilet estaba de pie a su lado con la mirada perdida, en un debate con ella misma, me identifiqué con ella pues yo también me acaba de enterar de todo. Y Mario, mi Mario estaba en brazos de Jennifer, o ella en los de él, no sabría decir con claridad, tampoco quería sobre analizarlo.

Estaba ahí, parada, mirándolo, cuando se percata de mi presencia, quiso venir a mi encuentro pero la chica invasora que tenia amarrada a su cuerpo, no permitió que la soltara, gracias a ese forcejeo los demás se dieron cuenta que ya estaba ahí, y se giraron hacia mí, en el mismo momento que el Gemelo salía de la Habitación de su hermano.

Raico, si corrió a mi encuentro, me abrazó fuerte, le correspondí.

Las lágrimas amenazaron con salir cuando lo sentí sollozar, por eso aguanté.

-Sabés cariño, estoy segura que va a estar bien, es súper fuerte ya lo conoces, no se va a dejar vencer tan fácil, todos estaremos con él. Ahora vamos a decirle cuanto lo amamos, para que no se le olvide ni lo dude por un momento.-

Se separa lentamente de mí y me mira a los ojos, veo como sus lágrimas escapan de sus lindos ojos azules, automáticamente le limpio una y él hace lo mismo conmigo, las mías habían escapado sin permiso, pero mi rostro le decía fuerza y adelante. Es entonces cuando somos absorbidos por un abrazo grupal de esos que no te esperas pero que hacen que tu alma regresa al cuerpo y se sienta calentita. A pesar de todo nos teníamos y no nos íbamos a soltar.

Nos separamos al sentir un carraspeo incómodo que solo tenía como objetivo romper el círculo, lo logró. Era la señorita grosera de antes. Incapaz de unirse al abrazo colectivo no le quedó más remedio que darlo por terminado.

-¿Podemos hablar?- Me pregunta Mario

-Por favor no de me dejes sola. Todo esto me tiene muy triste y me derrumbaré en cualquier momento.- le implora Jennifer pegada como garrapata en celo al brazo. Así que le respondo a ambos.

- No te preocupes, ya habrá tiempo de hablar, ahora quiero ver a Racel- me giro en dirección a Raico- ¿Puedo?- él, asiente con la cabeza

- ¿Entras conmigo?- y obtengo la misma respuesta, me toma de la mano y entramos seguidos por los demás exceptuando la recién adquirida pareja de ogros, por supuesto, no había mejor momento que este para verlo con ella, madre del verbo, es que con él nunca avanzo.

Cuando entramos Racel tenía muy buen semblante, mejor que nunca y nada de tristeza se podía apreciar en el, rebosaba salud por todas partes, eso me hizo sentir muy bien, esperaba encontrarlo de una forma muy distinta.

Hicimos chistes, nos sentamos a su alrededor y reímos con sus tontas y mal contadas anécdotas, Yaniet era toda atenciones y no se despegaba, cada veinte segundos lo besaba en alguna parte de su cuerpo y él lo disfrutaba al máximo y le correspondía, estaba siendo testigo de una de las escenas de amor más dulces y totalmente en vivo, me estaba derritiendo por dentro.

Pero claro mi tormento faltaba, aún no hacia acto de presencia. Quité los pies de Racel de encima mío y le dije que iría en busca de agua. Fallando horriblemente en mi excusa ellos ya sabían que mi agua era Mario, pero no se burlaron, me comprendieron. Raico tomó mi mano y me le dió un apretoncito de apoyo, lo miré y me dijo.

-Solo llámame si me necesitas ¿vale?. - le dije que si con la cabeza y salí al pasillo.

Ellos no estaban. Así que me aventure a su búsqueda, al doblar una esquina, ahí estaban, abrazados nuevamente, es que no podían quitarse los brazos de encima. Si Racel y Yaniet me daban ternura estos me estaban dando una repulsión de mil hostias juntas.

Al ella quedarme de frente pudo darse cuenta de que los observaba, y tuvo la reacción de una serpiente de cascabel que te avisa de su presencia pero además te encaja el diente, me sonrió con suficiencia, se separó, le tomó el rostro con las manos y lo besó en la boca.

Para qué digo que me asombró, si las señales estaban claras, de igual forma no dejó de doler, no dolía menos, dolió mucho pero mucho. Fue cuando Yamilet y Henry vinieron a salvarme. No sabía que estaba a punto de desmoronarme. Yamilet no se pudo contener.

-¿Qué haces idiota?- Le grita ella, ellos se separan, Mario parecía confundido.

Me mira y su semblante cambia, palidece. Viene a mi encuentro le veo venir hacia mi y mis piernas automáticamente comienzan a retroceder. Me habla, sabe que estoy a punto de huir de nuevo.

-No, no te muevas, no huyas de nuevo, no de mí, no así por favor, esto tiene explicación no es lo que crees- intenta justificar obviamente aterrado. Yo solo miro a Yamilet y a Henry pidiendo ayuda y ellos se plantan en el medio.

Sé que Jennifer lo hizo a propósito me lo dió a entender, pero él no tenía que seguirle el juego si lo hizo es porque o le gustó o porque ahí hay algo más, de más tiempo, ellos tienen historia y no me interesa conocerla.

Entonces la intrusa entre ellos soy yo. Mi mente trabajando con la rapidez de la luz. Con este chico empecé con el pie izquierdo y ya me convencí que no va a mejorar no importa cuánto lo desee me retiro es suficiente.

- Ella no quiere escucharte, la escena habla por sí misma. Sabes perfectamente lo que siente por ti y ¿te manoseas con otra en su cara?.- le dice Henry en mi defensa. Mario mira por encima de ellos en mi búsqueda.

-Por favor Mariana vamos a hablar, te lo puedo explicar además hay mucho por aclarar respecto a tu carta. - me dice afligido

- Tío la carta estaba clara, ¿en serio no la entendiste?. Creo que te pasaste. Deberías dejarla en paz, Jennifer te está esperando mírala.- le dice Henry, Mario se voltea y ve como sonríe de placer, niega con la cabeza y le suelta.

- No puedo creer que lo hayas hecho a propósito después de sincerarme contigo y contarte lo que siento. ¿Crees que me vas a recuperar actuando de ese modo?. - Le dice entre dientes a lo que ella responde.

- No lo creo, estoy segura, he sido tuya y me amas, lo sé, esa niñata es muy poca cosa para ti, no importa lo que sientas por ella siempre que te llame vas a caer rendido a mis pies, es un hecho, lo sabes.- habla muy segura de sí misma.

- No doy crédito a lo que acabas de decir, eres una creída, me has engañado todo este tiempo.- le dice en voz baja y firme, me vuelve a mirar-

-Mariana, ¿me vas a dar una oportunidad de explicarme?, te das cuenta que lo hizo a propósito para hacerte daño?- me dice mirándome directamente a los ojos-

-¿Eso significa que no son novios, que no están juntos, que es mentira lo que acaba de decir?- le pregunto y puedo percatarme como su rostro se contrae, piensa para responder y eso no lo ayuda en esta situación, Yamilet y Henry siguen de muro de protección y me miran esperando que los oriente sobre lo que quiero hacer.

-Chicos, no quiero saber nada más, quiero volver con Racel, sin que Mario me agobie mas de lo que estoy- les digo con la cabeza gacha.

- No te creo, fíjate que no te creo, esto es lo que obtengo de ti. NADA- me grita- me mandas una carta diciendo que me quieres y ahora me das la espalda sin darme la oportunidad de explicarme de acabar de aclarar que hay entre los dos, ¿en serio ni una oportunidad?. Eres una mentirosa-. - Me grita y obtiene toda mi atención.

- No te quiero, y no soy una mentirosa, esa carta no era para ti, no sé cómo llegó a tus manos pero no fui yo, no voy a aclarar nada contigo porque si no te has dado cuenta no hay nada, absolutamente nada entre los dos. Métetelo en la cabeza y déjame en paz, ve con tu serpiente a otra parte, que sus ruidos de cascabel me hacen daño.

-Sí, si eres una mentirosa, tenía mi nombre y era tu letra, y no te vas a escapar yo voy a ser tu primer hombre, tu primera vez, tu primer beso, y todas tus primeras veces, te lo prometo-

Ya en ese momento teníamos un coro alrededor, nos habíamos subido de tono, y pacientes y personal del hospital estaban a la expectativa de lo que iba a pasar con nosotros, por el medio de los chicos me agarra una mano y me la sostiene con fuerzas.

- Creo que es hora de tu primer beso- y me hala hacia sí.

De repente siento unos labios conocidos que me abordan y me besan con todas las fuerzas de las que son capaces, era tanta la adrenalina que le correspondo, había extrañado esos labios demasiado, pensé que no repetiría y ahí estaban de nuevo, adueñándose de mí y me dejé ir.

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